Suspiré cuando la profesora Sprout me entregó mi calificación con una desaprobatoria mirada. Otra vez una D, para la gran diversión de Sirius.

-Es la tercera o cuarta del mes- murmuró este fingiendo decepción, tratando en vano de contener una sonrisa de satisfacción y mostrándome su nota.- No todos podemos tener una S siempre-o le solté en voz baja una palabra que no solía usar muy a menudo.

-Vamos, tranquilo, Lunático- James me dio un golpe amistoso en el hombro.- ¿Qué nota sacaste los últimos exámenes en DCAO?

-Una E- dije sin convicción.

-Yo una S y tú ¿Sirius?

-Una I… estúpido protego…- nuestro amigo gruñó.

-Silencio - ordenó la profesora cuando los cuatro merodeadores reímos disimuladamente, al menos James y yo, ya que pasar inadvertidos en estos casos no era el fuerte de Peter y Sirius. Luego se dirigió a mí en específico.- Le sugiero que le pida ayuda a la señorita Evans, señor Lupin, de otro modo podría reprobar la materia.

-¿A Evans?- pregunté desanimado.

-Sí y de paso podría ayudarlo en Cuidado con las criaturas mágicas, según me han dicho también anda mal en esa asignatura- agregó y me ruboricé. En eso sonó la campana y los cuatro nos apresuramos en salir del aula.

-Aun no entiendo por qué te va mal en cuidado con las criaturas mágicas- comentó Colagusano mientras nos dirigíamos a la sala común.

-Las ironías de la vida- James se encogió de hombros y los demás reímos.

-Y pedirle ayuda a Evans- Sirius fingió estremecerse.

-Ya, cállense- pedí.- Antes de que griten más de la cuenta.

-Tranquilo, Rem, Evans es tan ingenua que jamás sospechará cómo eres de noche- dijo Peter.

-Eso sonó increíblemente mal, Peter- dije moviendo negativamente la cabeza tratando en vano de contener una sonrisa.

-Es verdad- asintió James sonriendo.- Hinkypunk luminoso - agregó al ver que habíamos llegado frente a la dama gorda.

-Ahí está Evans- Sirius señaló a la chica con la cabeza. Estaba arrodillada frente a una pila de libros en una esquina de la sala común.- Ve, nosotros te ayudamos si cree que es una broma y te echa un maleficio.

-Gracias por los ánimos- dije sarcásticamente poniendo los ojos en blanco. Después suspiré y me encaminé hacia la pelirroja.- Hola Evans.

-¿Qué quieres, Lupin?- espetó de mala gana sin mirarme. Gran comienzo.- Sí es una de sus bromas te recomiendo largarte si no quieres que te eche una maldición.

-Necesito tu ayuda, Lily- dije con tono amable ignorando su amenaza. Que la llamara por su nombre y sin señal de antipatía llamó su atención y levantó la mirada de su redacción sobre el encantamiento desilusionador. Ahora, más que recelo, sus ojos reflejaban curiosidad. Parecía como si el hecho de ser amable con ella fuera casi imposible para ella.

-¿Qué ocurre, Remus?- preguntó ahora más relajada.

-La profesora Sprout me dijo que te pidiera ayuda en herbología y cuidado con las criaturas mágicas, ya que de otro modo reprobaré. Sé que está mal preguntarte esto ya que casi nunca hablamos y no somos lo que se dice "amigos", pero me gustaría que nos lleváramos bien- le sonreí y ella me miró con una muy mal disimulada incredulidad. Por el rabillo del ojo pude ver a mis tres amigos viéndome con la boca abierta tras mi actuación.- Además, si quieres te puedo ayudar en otra asignatura.

Evans, en vez de responder, miró desconfiada hacia el escondite de mis amigos y luego hacia todos lados.

-No hay cámaras en Hogwarts- reí, verdaderamente la chica parecía pensar que estaba siendo grabada para un programa de televisión muggle.

-Lo sé- murmuró ruborizándose ligeramente.- Pero es extraño que tú Remus-rebelde cerebrito merodeador-Lupin me pidas ayuda.

-¿Por qué….?

-No lo sé, simplemente es extraño, jamás habría pensado que tienes problemas en las dos asignaturas más fáciles de Hogwarts.

-Gracias por recordármelo, Evans- comenté poniendo los ojos en blanco.

-Ok, lo siento, Lupin. Pero si quieres te puedo ayudar los domingos antes de desayunar sí tú me ayudas los sábados con DCAO y transformaciones ¿Trato?

-Trato- asentí.- Debo irme, te veo el sábado a las ocho en el aula de transformaciones.

-Seguro.

-Gracias pelirroja.

Subí corriendo las escaleras hasta nuestro cuarto seguido por los chicos.

-Gran actuación, Lunático- alabó Sirius tras saltar sobre su desordenada cama.

-Lo sé- mentí. A pesar de todo creía que lo que dije no era del todo falso. Evans no me parecía tan mala cómo a los demás. Sí, era algo metida, pero también agradable.

-No fue mentira ¿A qué no?- preguntó James. Pude ver que no los había engañado ni de lejos, mis tres mejores amigos me conocían demasiado bien.

-No lo sé- me encogí de hombros.- Evans no es taaan amargada cómo creí. Aunque dudo que lleguemos a ser muy amigos.

Se hizo un momento de silencio, cada quién pensaba en sus cosas. En otras palabras, Peter en comida, James en Quidditch, Sirius en chicas (sí, a los trece años) y yo cómo siempre andaba en la luna. Ja, que chiste malo. Simplemente digamos que estaba distraído.

-Estoy aburrido- comenté.- ¿No les apetece hacer algo? ¿Alguna broma…?

-¿¡Qué!?- preguntaron al unísono.

-¿Qué, qué?

-TÚ ¿Quieres hacer algo?

-Claro que sí- los miré fingiendo estar ofendido.- Ya pasaron dos meses desde nuestra última broma.

-Llamen a Madame Pomfrey- dijo Sirius sin una nota de burla en su voz.

-Peter, manda una lechuza a San Mungo, diles que nuestro amigo está teniendo un ataque de personalidad múltiple… O tal vez es poción multijugos- James me miró cómo si sospechara que era un mortífago dispuesto a espiar a tres adolescentes insignificantes en la enorme guerra.

-Calma, chicos- dije.- Sí no quieren hacer nada está bien.

James fue hasta mí y puso su mano sobre mi frente, para descubrir que obviamente no tenía fiebre. Sirius fue y trató de darme una bofetada, pero alcancé a esquivarlo.

-¡Oye!- me quejé.- ¡Estoy bien, de verdad!

-Dime el alimento preferido de Remus Lupin,- exigió James- su asignatura favorita, sus mejores amigos, su segundo nombre…

-¡Calma, James!- interrumpí.- MI comida favorita obviamente es el chocolate, MI asignatura favorita es DCAO, MIS tres mejores amigos son James Charlus Potter, Sirius Orión Black y Peter Adolfo Pettegrew y MI segundo nombre es John.

-Ah…. Entonces el mundo está loco- dijo James, supongo que aprobando mis respuestas.

-¿Por qué eres el único con un segundo nombre decente?- preguntó Sirius.- Charlus, Orión, Adolfo… y John.

-No lo sé- comenté riendo. En eso tuve una idea.- Saben chicos, necesito ir a la biblioteca.

-Ah, entonces está totalmente descartada la opción del veritaserum- dijo Peter.

-Muy gracioso, Pettegrew- comenté rodando los ojos.- James ¿Me prestas la capa?

-¿Para qué….?

-Sólo la necesito.

-Uhm… bueno, está en el baúl. Sácala, ya les he dicho que la saquen cuando sea.

-Genial, gracias.

-De nada, amigo. Mis cosas son tus cosas. Te traeremos comida sí te atrasas, claro, y si Peter deja algo.

Después de veinte minutos de luchar contra el gigantesco desorden de James, tomé la capa y bajé corriendo las escaleras. Eran las ocho menos quince, de modo que casi todos en Hogwarts estaban yendo al comedor…. Incluyendo al director. No sabía por qué de un segundo a otro deseaba tanto romper las reglas, incluso me detuve un minuto a pensar sí no estaría bajo el efecto de algún hechizo. Pero esto valía definitivamente la pena.

Corrí apresuradamente hasta el despacho de Dumbledore, sí, yo, Remus-supuesto niño bueno-Lupin me metería ahí para buscar un libro. Un libro que ayudaría mucho a los merodeadores sí lograba leerlo. En el camino sólo me crucé con el mismísimo director. Obviamente, con la capa puesta, no pudo verme, pero su vista se detuvo más de lo normal en mi posición. Por un momento pude sentir sus ojos clavarse fijamente en los míos, pero después sonrió para sí y siguió su camino al comedor.

Después de unos segundos adiviné la contraseña "gragea luminosa", no me llevó demasiado. La pasión del director por los dulces era conocida por todo el castillo. Rápidamente hallé el libro que buscaba "La construcción de Hogwarts, escuela de magia y hechicería". Hice una copia y salí del lugar corriendo, con el volumen escociéndome dentro de la túnica. Cuando estaba a punto de llegar a la sala común, tropecé con Ev- Lily, sí quería ayuda tendría que ser amable.

-¡Cuidado, Lupin!- espetó molesta al ver que la había tirado un merodea-imbécil, como nos llamaba.

-Perdón, Lily- dije con sinceridad ofreciéndole una mano para que se parara.

-Da igual, Remus- murmuró algo cortada ante mi amabilidad. Sonreí y ella se apresuró a cambiar de tema.- ¿No vas a comer?

-Er… sí, pero debía ir a dejar algo al dormitorio…

-Sube y te espero- ofreció la chica, supuse que tratando que olvidara su dureza.

-Claro.

Guardé apresuradamente mi preciado y vil tesoro en el fondo de mi baúl y me apresuré a volver con la pelirroja.

En el camino al comedor charlamos como nunca pensé que sería posible. Descubrí que teníamos varias cosas en común, ella era de familia muggle y le encantaban los libros cómo a mí. Cuando se abrió la puerta estábamos riendo y nos tardamos unos segundos en notar que ningún estudiante hablaba. Pero de todos modos ¿Era tan extraño que me llevara bien con la pelirroja? Al parecer sí, ya que todos los alumnos (mis tres mejores amigos en particular) nos seguían observando con un muy mal disimulado interés.

-Te veo luego- murmuramos y cada quién se dirigió a su extremo de la mesa. Ella con sus risueñas amigas y o con mis locos y populares amigos.

-¿Qué…- comenzó Sirius.

-…Diablos acaba- continuó James mientras los demás comenzaban a apartar la mirada.

-De…- iba a terminar Peter cuando el goloso se fijó en el pastel de nata que acababa de aparecer frente a sus ojos.- ¿Me pasas esa tarta, Remus?

-¡Concéntrate, Pettegrew!- lo reprendió el aludido.

-¡Lupin estaba confraternizando con el enemigo!- coincidió el ojigris mirándome cómo si acabara de asesinar un gatito.

-¡Lily no es…!- repliqué molesto.

-¡¿LILY?!- chillaron los tres. De la impresión hasta Peter olvidó su comida.

Sirius hizo cómo si se persinara, James besó exageradamente la mesa y Peter echó sal por encima de su hombro.

-¡Vamos, chicos, están actuando de una manera ridícula! ¡Por Merlín!- suspiré.- Además, tengo otra idea en mente….

-¿Sí?- preguntaron los demás ahora con un diferente interés y brillo en los ojos. Ese brillo que los merodeadores teníamos al planear otra broma.- ¿Recuerdan cómo siempre somos sorprendidos in fraganti? Tengo una idea para que eso no suceda. Junten pergaminos y tinta, hora de hacer un mapa.