Aclaración:
1-Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, yo solo los tomo prestado para poder adaptar esta historia.
2-La historia es una adaptación a SasuSaku, ya que la original esta escrita por Anne Mather y se titula "Fruto del amor".
3-La narración esta de parte de Sakura tanto como de Sasuke, al igual que los pensamientos.
Espero que sea de su agrado, si no lo es, quisiera que me lo hicieran saber con sus opiniones ya que en verdad sería importante para mí saber lo que piensan.
Advertencias:
CATEGORÍA: "T".
AU- LENGUAJE UN POQUITO BULGAR… (POR AHORA SOLO ESO, PERO TAMBIÉN HABRA LIME Y LEMON).
Argumento:
Su matrimonio había terminado, pero… ¿qué pasaba con el bebé?
El matrimonio entre Sakura y el guapísimo magnate griego Sasuke Uchiha había llegado a su fin hacia ya cinco años. Destrozada y traicionada, Sakura lo había abandonado y había empezado una nueva vida.
Ahora Sasuke necesitaba un heredero urgentemente, por lo que le pidió el divorcio a su hermosa esposa. Pero antes de firmar los papeles deseaba darse un último revolcón en el lecho matrimonial, por los viejos tiempos, claro…
Lo que no sospechaba era que ese último encuentro tendría semejante resultado. ¿Cómo podía decirle al hombre del que estaba a punto de divorciarse que iba a tener un hijo?
*O*sasu*O*saku*O*sasu*O*saku*O*
"Capítulo 1"
Sakura entró en su piso y fue directamente a la nevera. Quizá no hubiera nada para comer, pero sabía que había dejado media docena de refrescos. Sacó una de las latas bien frías, la destapó y bebió. Entonces, se quitó los zapatos de una patada y fue a la sala. Se alegró de estar en casa. Miró alrededor y también se alegró de haber conseguido que el constructor tirara el tabique que separaba el comedor y la sala. Esa zona, junto a una cocina muy pequeña, el dormitorio y un cuarto de baño, llevaba siendo su hogar desde hacía cinco años.
Había dejado el maletín en el minúsculo vestíbulo y, cuando fue a recogerlo, vio que la luz del contestador automático estaba parpadeando. Pensó con resignación que sería su madre. Seguro que estaba ansiosa por saber que su hija había llegado a casa sana y salva. Aunque se manejaba muy bien en Internet y seguro que había comprobado los vuelos que habían aterrizado en Heathrow, necesitaba oír la voz de su hija para quedarse tranquila.
Sakura apretó el botón dispuesta a oír la voz de su madre. Sus amigos sabían que había estado fuera y las llamadas de trabajo estaban desviadas a la galería. Por eso estaba desprevenida cuando una voz masculina, conocida y perturbadora, dijo su nombre.
—Sakura... Sakura, ¿dónde estás? Si estás ahí, contesta. Ineh poli simandiko. Es importante.
Sakura se dejó caer en la butaca que tenía al lado del teléfono. Pese a que había decidido firmemente no permitir que Sasuke Uchiha volviera entrar en su vida, no podía negar que esa voz profunda y con un acento muy característico tenía la capacidad de hacer que le flaquearan las rodillas.
Sin embargo, si había llegado a ser multimillonario antes de haber cumplido los veinticinco años, no había sido por su voz. Había sido por su herencia y porque no tenía compasión en los negocios, una falta de compasión que se había extendido a su vida privada. Sakura resopló e intentó serenarse. Entonces, oyó otro mensaje.
—Soy tu marido. Sé que estás ahí. No me obligues a ir a buscarte. ¿No podemos tratarnos como adultos civilizados?
Esa arrogancia le venía muy bien. Daba por supuesto que ella estaría siempre a su disposición. Además, ¿cómo se atrevía a llamarse «su marido» cuando llevaba cinco años sin haberse preocupado por saber si estaba viva o muerta?
Sintió tanta ira que se clavó las uñas en las palmas de las manos, pero eso no impidió que los dolorosos recuerdos hicieran añicos la objetividad que tanto le había costado conseguir. ¿Cómo se atrevía a llamarla en ese momento como si tuviera el más mínimo derecho a hacerlo? Ella, por su parte, lo había eliminado de su vida. Bueno, casi...
Suspiró. Se acordó de cuando conoció a su padre en la galería de Londres donde trabajaba ella. Fugaku Uchiha fue muy encantador y cortés. Le explicó que quería una escultura para llevársela a Grecia. A ser posible, un bronce para que no desentonara de las demás obras que había coleccionado durante años.
Ella llevaba poco tiempo trabajando en esa galería, pero había mostrado habilidad para reconocer el talento cuando lo veía y aquella escultura de la diosa Diana de un artista casi desconocido le pareció la elección más adecuada.
Fugaku Uchiha se quedó encantado, tanto por la escultura como por Sakura, y estaban comentando las excelencias de la porcelana oriental cuando apareció Sasuke Uchiha...
Sakura sacudió la cabeza. No tenía ganas de pensar en eso. Acababa de llegar de un viaje muy fructífero por Australia y Tailandia y sólo quería meterse en la cama. Iba a levantarse, dispuesta a no sentirse intimidada, cuando empezó a sonar un tercer mensaje.
—Sakura... ¿Estás ahí, cariño? Creo que me dijiste que llegarías a las ocho y ya son las ocho y media. Estoy empezando a preocuparme. Llámame en cuanto llegues. Estaré esperando.
Sakura intentó olvidarse de los otros mensajes y descolgó el teléfono.
—Hola, mamá. Siento que te hayas preocupado. El avión hizo una escala imprevista en Dubai.
—Menos mal —su madre pareció aliviada—. Supuse que habría pasado algo así. Aparte de eso, ¿has tenido un buen viaje? Tendrás que contármelo todo en la comida.
¿Comida? Sakura contuvo un gruñido. No tenía fuerzas para ir a comer con su madre.
—No podrá ser hoy —le dijo con tono de disculpa. Sabía que a su madre no le haría gracia el rechazo—. Estoy destrozada. Tengo que dormir por lo menos ocho horas antes de poder hacer algo.
—¿Ocho horas? Sakura, yo casi nunca duermo más cuatro horas cada noche. ¿No has dormido en el avión?
—Muy poco —a Sakura la habría gustado ser menos sincera—. Podemos comer juntas mañana... Así tendré tiempo de reponerme -Se hizo un silencio.
—Sakura, has estado fuera casi tres semanas. Había pensado que te gustaría ver a tu madre. Sobre todo, cuando sabes que me paso casi todo el día metida en esta casa.
Sakura estuvo a punto de preguntarle que quién tenía la culpa de eso, pero se mordió la lengua para no empezar una discusión.
—¿Por qué no le propones a Ino que vaya a comer contigo? Estoy segura de que irá encantada.
—Yo también estoy segura —contestó su madre con poco entusiasmo—. Además, si viene tu hermana a comer, Kin y Aiko estarán correteando por toda la casa.
—Mamá, son tus nietos.
—Sí, y no tienen ninguna disciplina.
—Mamá...
—Está bien, si no puedes tomarte la molestia de visitar a tu madre, me apañaré con mi propia compañía. Es una pena, quería contarte quién vino a visitarme la semana pasada.
¿Había sido Sasuke? Sakura tomo aire para serenarse.
—¿Tuviste una visita? —preguntó con un tono que intentó ser de ligera curiosidad—. Vaya, qué bien...
—No estuvo nada bien —replicó su madre con fastidio—. Ya. Supongo que te lo habrá contado. ¿Es él el motivo para que me postergues hasta mañana?
—¡No! —Sakura contuvo el aliento—. Supongo que te refieres a Sasuke. Ha dejado un par de mensajes en el contestador. Al no obtener respuesta, habrá supuesto que tú sabrías dónde estaba.
—Lo cual, naturalmente, sabía.
—¿Se lo dijiste? —le preguntó Sakura con recelo.
—Le dije que estabas en el extranjero —contestó la señora Haruno secamente—. No esperarías que le hubiera mentido...
—No —Sakura suspiró—. ¿Te dijo de qué quiere hablarme?
—Como ya te he dicho, si quieres saberlo, tendrás que esperar hasta que tengas un hueco en tu repleta agenda. Ya sabes que no me gusta comentar los asuntos familiares por teléfono —hizo una pausa—. Entonces, ¿vendrás mañana?
Sakura apretó los dientes. Era lo que le faltaba. Había tenido un viaje muy provechoso y había pensado tomarse un par de días libres antes de volver a la galería. Sin embargo, se sentía obligada a ir a ver a su madre, aunque sólo fuera para saber qué estaba pasando.
—Puedo ir a cenar...
Sabía que eso le encantaría a su madre. Tener a su hija mayor en una situación comprometida era uno de sus mayores placeres. Mientras vivió con Sasuke, supo perfectamente que su madre estaba convencida de que ese matrimonio saldría mal. Cuando fracasó, ella estuvo allí para recoger los añicos, pero Sakura también supo que lo hizo con cierta satisfacción por haber vuelto a demostrar que había acertado.
—¿Cenar? —lo pensó un segundo—. ¿Te refieres a esta noche?
Sakura sabía que era un tira y afloja, pero estaba demasiado cansada.
—Cuando te venga mejor —contestó con hastío—. Déjame un mensaje cuando lo hayas decidido.
—¿Te parece ésa una forma de tratar a tu madre? —sin embargo, la señora Haruno pareció darse cuenta de que no era el momento de tensar la cuerda—. Esta noche me parece perfecto, cariño. ¿Te parece bien a las siete o es demasiado pronto?
—Me parece bien —contestó Sakura inexpresivamente—. Gracias, mamá. Hasta luego.
Sakura se alegró de colgar y, cuando el teléfono volvió a sonar, lo contestó con un tono realmente airado. Sin embargo, era una llamada para intentar venderle una cocina y colgó bruscamente.
Cayó en la cuenta de que podría haber sido Sasuke, pero no le pareció probable. Él estaría en Londres por motivo de trabajo y no tendría tiempo de pensar en su ex mujer si tenía que asistir a reuniones. Ella ocuparía un puesto muy bajo dentro de su agenda. Como lo había ocupado siempre. A juzgar por su tono de voz, no tenía motivos para pensar que él hubiera cambiado.
Suspiró, decidió que desharía la maleta más tarde y fue al cuarto de baño para darse una ducha. Se miró en el espejo, se apartó unos mechones de pelo rosado de la cara y pensó que parecía agotada, que había cambiado mucho en esos cinco años. Tenía unas arrugas muy leves en las esquinas de los ojos, pero seguía teniendo el cutis terso en otras partes de la cara. Naturalmente, tenía las caderas un poco más grandes, pero los pechos seguían firmes, aunque también hubieran crecido. Pensó que le daba igual. Se recogió el pelo mojado en lo alto de la cabeza y se metió, desnuda, entre las sábanas. Ni siquiera la preocupación por saber qué querría Sasuke consiguió que mantuviera los ojos abiertos.
La despertó el teléfono. Ella creyó que era el teléfono, pero cuando descolgó el que tenía en la mesilla, el ruido no cesó. Era el telefonillo del edificio. Alguien querría entrar en uno de los pisos y estaría llamando a todas las puertas.
Suspiró, se apoyó en las almohadas y miró el reloj. Era casi mediodía. Había dormido menos de cuatro horas, pero tendría que conformarse.
El telefonillo volvió a sonar. Sakura se levantó y se puso una bata verde de seda. Atravesó la sala y descolgó.
—¿Quién es?
—¿Sakura? Sakura, sé que eres tú. ¿Me abres la puerta?
Era Sasuke. Se quedó petrificada. Todavía estaba desorientada y no podía hablar. Era demasiado pronto. Necesitaba tiempo para ordenar las ideas. Siempre había pensado que, si alguna vez volvía a encontrarse con su ex marido, lo haría como ella quisiera, no como quisiese él.
—¡Sakura! —oyó un exabrupto en griego—. Sakura, sé que estás ahí. Tu madre fue tan amable, que me dijo que llegabas hoy —el tono era cada vez más impaciente—. Abre la puerta. ¿Quieres que me detengan por escándalo o algo parecido?
Sakura no podía imaginárselo detenido por escándalo. Estaba demasiado seguro de sí mismo. Sólo era una excusa para que le abriera la puerta. Evidentemente, los demás vecinos estaban trabajando y ella era la única forma que tenía de entrar.
—Ni siquiera estoy vestida, Sasuke.
Se dio cuenta de que lo había dicho atropelladamente y fue lo único que se le ocurrió.
—¡Por favor! No sería la primera vez que te veo desnuda —le recordó él irónicamente—. Llevo casi una semana intentando dar contigo. No todos podemos pasarnos medio día en la cama.
—Acabo de llegar de un viaje, Sasuke —replicó ella con acritud—. Si no recuerdo mal, tú no soportas muy bien el jet lag.
—Es verdad. Lo siento —no pareció sentirlo mucho—. He sido un desconsiderado. Achácalo a la desesperación. Tampoco la soporto muy bien.
—A mí me lo vas a contar... —Sakura intentó ser mordaz—. ¿Qué tal estás, Sasuke? Veo que tan impaciente como siempre.
—Por Dios, he tenido paciencia, ghineka. ¿Vas a abrirme o voy a tener que tirar abajo esta... —hizo una pausa e intentó contener la ira— ¿puerta?
Sakura levantó la mandíbula. Le habría encantado aceptar el reto, pero la vergüenza que pasaría si él cumplía su amenaza la disuadió. Apretó el botón.
Se oyó un zumbido, se abrió la puerta y oyó unos pasos en la escalera. Unos pasos que subían tan deprisa, que ella retrocedió hasta el extremo más alejado de la sala. Había dejado la puerta entreabierta y, aunque pensó que le daba igual lo que pensara de ella, cayó en la cuenta de que ni siquiera se había peinado después de levantarse de la cama. Estaba pasándose los dedos por el pelo cuando Sasuke apareció en la entrada. Alto, delgado y con el pelo azabache y lacio de sus antepasados. También parecía más viejo, se consoló ella. Sin embargo, pese a los mechones grises en las sienes, su rostro era más duro de lo que recordaba, pero igual de atractivo.
Su presencia era tan imponente como cuando entró en la galería buscando a su padre. Su padre los presentó y él fue cortés, pero también la trató con una frialdad e indiferencia que casi la ofendió.
Sasuke entró. Había oído decir que a ella le iba bien en su trabajo y admiró el espacioso piso. La luz entraba por las ventanas que había a cada lado y bañaba el piso con un tono blanquecino.
Sin embargo, aunque estaba molesto porque lo había tenido esperando en la calle, sus ojos se dirigieron directamente a Sakura. Estaba al otro lado de la habitación con los brazos cruzados, como si quisiera protegerse. Llevaba una bata de seda que se cerraba con fuerza. Como si él fuera una amenaza, se dijo con disgusto. ¿Qué creía que iba a hacer? ¿Creía que iba a abalanzarse sobre ella?
—Sakura... —dijo antes de que esa idea acabara con el desapego que sentía.
Pensó que tenía buen aspecto, demasiado bueno para un hombre que pensaba casarse con otra mujer en cuanto estuviera libre para hacerlo. No en vano, Sakura siempre había tenido ese efecto en él. Por eso se casó con ella. Por eso se había resistido tanto a encontrar otra mujer que la sustituyera.
—Sasuke —contestó ella lacónicamente.
Él se apoyó en la puerta para cerrarla y ella se irguió un poco, como si se preparara para lo que se le podía avecinar.
Sakura no llevaba maquillaje, evidentemente, y Sasuke supuso que el color de las mejillas se debía más a algún motivo interno que externo. Esos ojos jades que lo obsesionaban en sueños...
—¿Qué tal? —preguntó él mientras se apartaba de la puerta.
A Sakura se le secó la boca cuando él entró más en la habitación. Se movía con una elegancia natural que hacía que cualquier ropa que llevara pareciera del mejor diseñador, aunque estaba segura de que los pantalones de algodón y la cazadora negra de cuero que llevaba lo eran. Se dio cuenta de que seguía llevando el anillo de casado. El anillo que ella compró y que se intercambiaron en la pequeña capilla de Kalithi, la isla propiedad de la familia y donde él vivía cuando no estaba viajando por el mundo para atender los asuntos de su emporio naviero. Su padre se había jubilado antes de que se casaran, muy a pesar de los deseos de su madre. Ella nunca quiso que su hijo se casara con una inglesa, y menos con una que tuviera opiniones propias.
—Bien —contestó ella con una sonrisa forzada—. Cansada, claro. He dormido muy poco durante las últimas veinticuatro horas.
—Encima, te he despertado —Sasuke se colocó al lado de uno de los sofás enfrentados y arqueó una ceja—. Lo siento mucho.
—¿De verdad? —Sakura se encogió de hombros—. ¿Te importaría decirme a qué has venido? No has venido a pasar el rato. Me dijiste que era algo importante.
Sasuke dejó de mirarla y se concentró en la mano que agarraba uno de los almohadones del sofá.
—Lo es.
Volvió a levantar la cabeza y la miró de tal forma que ella se estremeció.
—Quiero el divorcio, Sakura.
…¿CONTINUARA?...
*O*sasu*O*saku*O*sasu*O*saku*O*
Kin: Oro.
Aiko: Niña Del amor.
*O*sasu*O*saku*O*sasu*O*saku*O*
Nota: Hola! =)
Se lo que se estarán preguntando: ¿qué hace esta loca subiendo otra historia cuando tiene cuatro en proceso? o_O¿? Pero que le puedo decir, NO LO PUDE RESISITR! Es que leí esta historia y me fascino así que mi tentación de adaptarla fue más fuerte… *_*
Espero que les haya gustado y que me digan si debo a o no continuarla.
Cuídense, SAYO!... xD
*O*sasu*O*saku*O*sasu*O*saku*O*
Por favor dejen sus "REVIEWS", positivos o negativos, esa es mi forma de saber si continuo o no… ONEGAI… :) no necesitan tener una cuenta para poder comentar. Hasta pronto.
*O*sasu*O*saku*O*sasu*O*saku*O*
"…SaKu-14…"
