Disclaimer: Los personajes de Saint Seiya no me pertenecen. Derechos a Kurumada y Toei.

Las verdades del frío.

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Fernir tirita incontrolablemente. Su piel infantil no es capaz de soportar el frío de la noche. El niño huérfano aprieta los párpados con fuerza, tratando de no pensar en el frío que se cierne sobre él. La pequeña fogata que ha encendido en las ruinas de su casa no alcanza para calentarlo.

Extraña los brazos cálidos de su madre. Extraña la voz suave de su padre. Extraña ser estrechado en un abrazo humano. Quiere llorar y poder dejar de temblar, aunque esté cubierto con mantas que lo protejan contra la noche y su frío imperecedero. Aprieta los labios, prohibiéndose a sí mismo el consuelo del llanto. Se ha prometido no volver a ser débil. No volver a ser humano.

De pronto siente el pelaje suave de Jin envolverlo dulcemente. Jin se enreda alrededor de él, le comparte su calor y ofrece caricias con su lengua. Entonces Fernir se tranquiliza.

—Ji-jin… —tartamudea ante la imposibilidad de hablar fluidamente gracias al castañeo de sus dientes—, gracias, amigo.

Los demás lobos de la manada se acurrucan a su alrededor, lo acarician con sus narices, sus toscas patas y sus frentes peludas.

—La-lamento que mi piel sea ta-tan inservible, a-amigos —se disculpa, aprieta los puños con fuerza, como si el hecho de ser un humano lo avergonzara tanto.

Como respuesta, Jin lanza un pequeño quejido. Entonces acomoda la cabeza por encima del pecho de Fernir y él comienza a sentir el calor que le hace falta en los pulmones, ya no hay frío en su corazón.

Jin vuelve a soltar un tierno llanto y mira con cariño a Fernir. El niño, que está próximo a su adolescencia, entiende lo que Jin trata de decirle. Le está dando permiso de llorar. Los lobos le dan su calor para que sus lágrimas no se congelen.

Sin poder evitarlo, Fernir llora sin contener el llanto. Jin se acerca a lamerle el rostro y limpiarle las lágrimas.

—Lo-lo siento mucho, Jin. Lo si-ento mucho, chicos —dice entre lágrimas, pidiendo perdón por su más grave pecado. Recordando como esa semana, los seres vivos que pertenecen a su especie habían cazado a cuatro de la jauría. Los habían desollado para robarles la piel y cubrirse con ella para protegerse del eterno viento gélido de Asgard. Fernir no había podido protegerles, todavía demasiado débil, casi se sentía cachorro.

Pero sabe que su manada siempre lo ha perdonado por haber nacido humano.

(Fernir no confía en los humanos, pero siendo uno, teme que su familia desconfíe de él.

No los culparía, si estuviera en su lugar, él también lo haría).


NdA: Nunca le doy amor a nuestros amados guerreros asgardianos. Aquí un pequeño intento de drabbles :) Sé que no son muy famosos en el fandom de los fics, pero desde hace años que quiero escribir algo de ellos. Al menos serán cosas pequeñas. Si te pasaste por aquí ¡gracias por leer! :)