Bueno, aquí estoy con nueva historia. También esta terminada, lo que supone que nunca os quedaréis a medias y que además puedo subir muy a menudo dependiendo del exito que tenga la historia o no.

El summary no es muy extenso porque la historia es compleja, es todo acerca de lo sentimientos y aunque McFly y en esencia, Danny, sea el protagonista me gusta pensar que es mucho más que un fic de chica conoce a músico y para eso espero que le deis una oportunidad.

Sin más.

¡A leer!

Por cierto, si queréis encontrarme en twitter soy: thatsme_barbara


Prólogo.

Aquel día, en aquel pequeño bar al que iba una vez al mes, mi vida dio un cambio drástico. Desde entonces nada es igual, un giro de 180º, uno para el cual no estaba preparada. Yo, una chica de 20 años, estudiando su carrera, viviendo con sus padres, con sus aficiones, sus hobbies, nada fuera de lo normal.

Desde que cumplí los 18 años, una vez por mes, animada por mis amigos, actuaba en ese pequeño pub, no buscaba nada, bueno en un principio si que lo busque, pero en cuanto probé la droga que era el estar encima de un escenario, se convirtió en rutina.

La tercera semana de cada mes, cogía mi guitarra, llamaba a mis amigos y pasábamos una agradable noche en O'Connell. No tenía nada de especial, era un pequeño bar de madera, regentado por un irlandés con mucha barriga y mejillas sonrosadas. Amaba la música y por ello había decidido crear la noche de micros abiertos. Nunca éramos muchos, unos 6 o 7 como máximo. Pero aquella noche el bar se lleno un poco más, un "cazatalentos" o eso decía ser, estaba en el bar y decenas de jóvenes querían probar suerte.

En un principio me negué a actuar aquella noche. No quería, no era lo que yo buscaba, yo actuaba por el placer que ello me daba, no forzaba la situación, no quería que eso que tanto me gustaba se convirtiera en una obligación, porque entonces…perdería la magia.

Llevaba desde los 12 años con una guitarra entre mis brazos, un regalo de mi padre, algo que en un principio odie. El conservatorio, la obligación. Se puede decir que en el momento en el que me obligan a hacer algo, deja de gustarme. Abandone esa guitarra en un rincón hasta que a los 15 años, tras una mala racha en casa que conllevó al divorcio de mis padres y a la repentina marcha de mi madre. Mi guitarra fue mi refugio.

Pase horas y horas sentada en mi cuarto, con la puerta cerrada, los cascos puestos y la guitarra entre mis brazos. Empecé a escribir, siempre había escrito pequeñas cosas, relatos, cuentos, esta vez fueron canciones. Aquellas primeras canciones se encuentran escondidas debajo de mi cama, en ese agujero negro deseando que nunca salgan a la luz, pero siendo incapaz de tirarlas.

En conclusión: la música lo era todo. Amaba escuchar música, me emocionaba cuando mi grupo favorito sacaba disco o cuando descubría un nuevo grupo por la radio. Vivía de concierto en concierto. Luego estaban Ellos, Angie y Mark. Sin eso dos personajes mi vida estaría vacía. Mi padre viajaba semanas y por mi madre deje de preocuparme hace mucho tiempo, lo mismo que ella hizo conmigo.

Angie, mi mejor amiga, mi alma gemela, mi hermana. Aquella persona que siempre esta a tu lado, sea la hora que sea, el día que sea, siempre esta ahí. Nunca me ha dejado sola, hemos compartido tantos momentos que es imposible elegir uno. Llevamos juntas desde los 10 años, edad en la que se mudo a Manchester, a la casa de al lado. Al principio éramos como el perro y el gato, siempre estábamos peleando, tirándonos del pelo, robándonos los juguetes. Bueno supongo que el roce hizo el cariño y ahora mismo no sabría que hacer sin ella.

Mark. Mark es…mi mejor amigo, mi hermano mayor, tiene dos años más que nosotras y es el que aporta algo de madurez al grupo. Le conocimos en un concierto de Blink, en un momento en el que Angie y yo casi morimos aplastadas por una masa de punkys con ganas de fiesta. Llegó como el caballero de brillante armadura y desde entonces nunca ha dejado de cuidarnos. Cuando se fue a estudiar a Londres, Angie y yo casi caímos en depresión, estar sin Mark era algo que no asimilaba, pero volvía, cada fin de semana volvía a nuestro lado o nosotras íbamos al suyo.

Éramos un triangulo perfecto, un engranaje en el que las piezas encajaban, yo era la soñadora, Angie era la cabra loca y Mark el que aportaba coherencia a nuestro mundo.

Capítulo 1

Era viernes y yo estaba, como siempre, durmiendo. Mark llegó pronto a mi casa, estaba sola, como era habitual, básicamente se puede decir que vivía sola, mi padre llamaba una vez cada dos días, hablábamos 10 minutos y esa era toda nuestra relación.

Todavía estaba durmiendo cuando Mark entró en casa, con sus propias llaves.

- ¿Hay alguien en casa? – escuche que gritaba desde el piso de abajo. Refunfuñe tapándome de nuevo con la manta.

- ¡Estoy subiendo Kate! – volvió a gritar, podría a ver despertado hasta a un oso hibernado.

- Mark ¡Quieres dejar de gritar!

Entro en la habitación, tropezando con las zapatillas y cayendo directamente en mi cama.

- ¡Joder Kate! Esto es una pocilga y lo dice alguien que vive con dos cerdos – refunfuño agarrándose la pierna.

- ¡Te jodes! Por despertarme. ¿Qué horas son estas? No debe ni haber amanecido – murmure tapándome la cabeza con la almohada.

- ¿Qué no ha amanecido? Kate, son las 12 de la mañana – dijo mientras agarraba la almohada y se la llevaba muy lejos.

- ¡Déjame vivir! – contesté ocultando la cara en el colchón.

Se levanto de la cama y andando con cuidado se acerco a la ventana, abriendo la persiana de golpe, inundando la habitación de luz.

- ¡Oh dios! – suspire - ¿Qué he hecho yo para merecer esto?

- Ser una marmota – contestó desarropándome - ¡Ahora arriba, dormilona! Que he quedado con Angie a comer.

- ¡Olvídame! Ir sin mí, dejarme dormir en paz – conteste de mal humor.

- Siempre la misma historia – murmuro por lo bajo – En media hora te quiero arreglada y en la cocina – dijo saliendo de la habitación.

Me incorporé un poco, restregándome los ojos con las dos manos. Su rubia cabellera volvió a asomarse por la puerta.

- Por cierto, ese pijama es demasiado provocador y Kate, soy un hombre – dijo guiándome un ojo y desapareciendo de nuevo antes de que la almohada chocara contra su estúpida cabeza.

- Subnormal – murmure levantándome de la cama

Mark y yo habíamos tenido…algo. No se puede decir que fuéramos novios, esa palabra es demasiado simple para explicar nuestra relación. Estuvimos juntos, confundimos los sentimientos, no funciono, probamos, lo intentamos y se quedo en una anécdota. Éramos demasiado amigos y vernos de otra manera no fue posible.

Todavía siendo un zombie me metí en la ducha, no sin antes poner a todo volumen el último disco de 30 Seconds To Mars, nada mejor para empezar la mañana que con Jared Leto gritándome cosas desde fuera de la ducha.

En media hora estaba secándome el pelo, aquella maraña castaña, con toques rojizos que en un día como ese decidía ser independiente y rebelde. Acabe por hartarme y me hice una coleta, total, para comer con Angie y Mark como si iba en pijama.

Me puse unos vaqueros, sudadera y converse, nada fuera de lo normal y baje a la cocina, allí estaba ese estúpido que tenía por amigo, asaltando mi nevera.

- Tienes que comprar mantequilla, se ha terminado – dijo cerrando la nevera.

- Habla con propiedad, no se ha terminado, la has terminado – bufé encendiendo la cafetera.

- Bueno, bueno, tú también habrás comido – contestó apuntando en la lista de la nevera.

- Mark…No me gusta la mantequilla – murmure.

Empezó a reír a carcajadas mientras murmuraba cosas en su propio idioma particular, uno que a pesar de conocerle desde hacía 4 años, era incapaz de comprender. Le ignore y me concentre en mirar como el café iba saliendo poco a poco de la cafetera. Unos brazos me abrazaron por detrás. Note su aliento en mi oído, siempre hacía lo mismo y a mí me ponía nerviosa. Estaba acostumbrada, pero que me soplaran en el oído, era algo que superaba todos mis límites.

- ¿Compras mantequilla solo por mí? – susurro y aún sin verle supe que estaba sonriendo. No contesté, era evidente la respuesta. - ¡Que mona que eres! – comento dándome un pequeño achuchón acompañado de un beso en la cabeza.

Desayunamos en la cocina mientras me contaba la semana, aunque hablara con él casi diariamente, el viernes siempre teníamos la misma rutina, me explicaba su semana acompañada de una gran dosis de aspavientos y exageraciones que siempre conseguían sacarme una sonrisa. Cuando estaba lavando las tazas del desayuno la puerta de mi casa se abrió. Solo podía ser Angie.

En una milésima de segundo un pequeño terremoto pelirrojo irrumpió en mi cocina dando saltos y lanzándose al cuello de Mark mientras este la cogía en brazos. Angie siempre era muy exagerada, siempre saltaba, gritaba y se emocionaba hasta porque un pájaro volara.

- ¡Mark! Oh Mark, cuanto te he echado de menos – gritó en su oído dejándole seguramente un poco sordo.

- Solo han sido 4 días An – murmuro Mark.

- ¡4 días que se han hecho eternos! ¿A que si Kate? – preguntó Angie soltando a Mark y acercándose a mi.

- Si Angie, si, eternos – contesté alargando mucho la "e" dándole un poco de dramatismo al asunto.

- Bueno señoritas, ¿Dónde queréis ir a comer? – preguntó Mark

- Podríamos ir al nuevo restaurante que han abierto al lado de O'Connell – sugirió Angie.

- Me parece perfecto así pasamos por allí que necesito apuntarme para esta noche– comenté.

- ¿No fuiste? Pero si te deje en la puerta – dijo Angie confusa.

- Ya, es que estaba Chris dentro y no me apeteció – murmure.

Chris era mi exnovio, un gilipollas integral que me amargo 1 año de mi vida, algo que realmente me gustaría olvidar…

No comentamos nada más, sabían que ese tema no se tocaba a no ser que fuera yo la que hablara previamente así que veinte minutos después estábamos en la puerta de O'Connell, se nos hacía raro entrar allí cuando todavía había luz solar, no era lo habitual.

- Entramos y me acerque directamente a la barra.

- ¡John! – grité intentando que me hiciera caso.

John era ese pequeño irlandés, pelirrojo y de sonrisa fácil.

- ¡Kate, pequeña! – gritó acercándose a mí y dándome un pequeño beso en la mejilla - ¡Ya se me hacía a mi raro no haberte visto por aquí todavía! ¿Qué tal todo? – preguntó

- Pues bien, ya sabes, la universidad y esas cosas, pero todo bien – contesté

- Me alegro, me alegro.

- Vengo a apuntarme John – comenté

- Oh, me lo imaginaba, me he tomado la libertad de hacerlo yo mismo esta mañana, me lo han pedido – dijo John.

- ¿Te lo han pedido? – pregunté confusa.

- Si, el tío ese de la discográfica, necesitaba tener la lista.

Pegue un pequeño salto, abriendo mucho los ojos.

- ¿Discográfica? – murmuré sin llegar a creérmelo

- ¡Si! ¿No te acuerdas que te lo comente la semana pasada? Me llamaron de una discográfica diciendo que mandaría un tío a ver las actuaciones de esta noche, ya sabes, buscan nuevos talentos.

No podía salir de mi asombro, mire a Mark y a Angie, buscando un poco de apoyo moral.

- Tu tranquila Kate, eres la mejor de este lugar – dijo John levantándose del taburete – Ahora me tengo que ir, pero esta noche nos vemos. Hasta luego chicos – grito alejándose a paso tranquilo.

- ¿Habéis escuchado lo mismo que yo? – murmure

- Si Kate, lo hemos escuchado – contestó Mark pasándome un brazo por los hombros y sonriendo como un padre orgulloso.

- Esta noche no pienso venir – contesté

- ¿Qué? – gritaron los dos a la vez - ¡Esta noche te traemos aquí a rastras si hace falta!


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