Capítulo 1:Sospechas
Rose Weasley dio la sexta vuelta en su cama esa noche. No encontraba ninguna posición cómoda. Otro giro más. Y otro.
Frustrada, se deshizo de las sábanas y se incorporó, para luego arrepentirse. Estaban a principios de junio, realizando ya los últimos TIMOS, pero el calor no parecía llegar a Hogwarts.
Bostezó y palpó la mesa a su lado hasta dar con sus gafas, para luego ponérselas. Seguía sin ver nada. Un Lumos despertaría a sus compañeras de cuarto, así que, maldiciendo su torpeza natural tras tropezar con todo en su habitación y dar gracias a Merlín que sus amigas tenían el sueño pesado, subió las escaleras hasta la sala común de Slytherin.
Después de cinco años, ya no era tan extraño encontrarse en las mazmorras como otro miembro orgulloso de la casa de las serpientes. Solo la débil luz de las antorchas llameantes alumbraba la espaciosa mazmorra. Rose se sirvió un vaso de agua y se sentó cerca de la chimenea, pero lo suficientemente lejos como para no achicharrarse.
Solo se oía el rumor del fuego crepitando y unos cuantos ronquidos provenientes de los distintos dormitorios. La pelirroja divagaba por sus pensamientos, recordando la lección de Historia de La Magia para el TIMO del día siguiente. Pero algo la distrajo: se oían pasos subiendo a la sala común y susurros. Poco después se asomó una cabeza pelinegra y otra rapada, y sus rostros fueron revelados. Cecile Montague y Rory Goyle, posiblemente los estudiantes más crueles de todo Hogwarts, y Rose parecía ser su víctima favorita. Cecile parecía enfadada y Rory confuso, aunque eso no era una novedad. Pararon en seco cuando vieron a Rose allí sentada, bebiendo un vaso de agua.
– Weasley… ¿qué haces despierta? – Cecile estaba nerviosa y no mostraba su característico porte egocéntrico y arrogante, lo que sorprendió a Rose.
– Beber agua – respondió corta y secamente – Pero ya me iba – prefería seguir dando vueltas en la cama a tener que seguir un minuto más cerca de esos dos.
–Veo que aprendes rápido, Weasley – Montague recuperó su altanería y su mirada prepotente – La plebe no debe juntarse con la aristocracia – añadió. Cuando se cruzaron, se aseguró de chocar su hombro contra el suyo. Rose resopló y, contando hasta diez, bajó a su habitación. El suelo estaba más frío de lo normal, ¿qué…?
Miró sus pies: se había dejado sus pantuflas en la sala común. Bien que era organizada y ordenada, pero era seguramente la más despistada de la familia Weasley.
Comenzó pues, la subida de los escalones nuevamente.
– ¿Estás hablando de un viaje en el tiempo? – preguntó una voz masculina que provenía de la mazmorra principal, claramente era Goyle. Sonaba asustado y nervioso. A Rose la desconcertó esa curiosa pregunta, así que se bajó unos cuantos escalones y se escondió para escuchar mejor la conversación. No llevaba las orejas extensibles, por lo tanto no podía escuchar con total claridad.
– Es nuestra oportunidad, Rory. Si lo hacemos, nuestra vida será un camino de rosas. Viviremos como reyes – Rose no podía ver a Cecile, pero estaba segura que le brillaban los ojos.
– ¿Pero cómo lo haríamos?
– Hay un traslador. Y un giratiempo. Si se usan ambos a la vez, con las coordenadas adecuadas, podremos hacer un gran salto en el tiempo.
– Pero, ¿por qué nosotros? ¿Por qué no otros?
– ¿No lo entiendes, Rory? ¡No hagas preguntas, nos han dado una misión importante! ¡A nosotros! ¡Demostrémosles que podemos! Si todo sale bien, será la mismísima Weasley quien bese el suelo que pisamos.
La citada Weasley oyó murmullos que no pudo descifrar, y pasos que se acercaban. Rápidamente, entró en la habitación que más cerca le quedaba y cerró con cuidado. Oyó los pasos de Cecile, que se iba a la habitación que compartía con la misma Rose. Pero los pasos de Rory estaban demasiado cerca.
Y entonces fue cuando se dio cuenta. Era la habitación de los chicos de quinto.
Milagrosamente, sin hacer ningún ruido, consiguió dar con una cama y meterse debajo de ella. Escuchó como la puerta se abría y conteniendo la respiración, vio los enormes pies de Goyle entrar en la habitación. Se estaba asfixiando, pero no se atrevía a respirar. Aunque sabía que seguramente Rory no distinguiría su respiración, no quería arriesgarse.
Rose sentía algo de claustrofobia y el pesado cuerpo que dormía encima de ella la hacía sentir mucho peor. Giró la cabeza con la esperanza de sentirse mejor, pero solo sintió náuseas.
Por algún motivo, Rory tardó siglos en tumbarse en su cama y dormirse, o eso le pareció a Rose. Cuando oyó que más ronquidos se añadían a la orquesta, se arrastró fuera de debajo de la cama y se levantó, feliz de respirar otra vez. Se dio la vuelta y tropezó con la mesilla de noche que acompañaba al lecho de al lado. Juró por lo bajó y contuvo la respiración mientras el chico Slytherin más cercano cesaba sus ronquidos. Pero gracias a la escasa iluminación o lo que quiera que Morgana quisiese, el chico se dio la vuelta y siguió roncando.
Con cautela, abrió la puerta de la estancia y salió al pasillo. Mientras caminaba hacia su habitación, meditaba sobre lo que había oído. ¿Viaje en el tiempo? ¿Misión? Ya sabía que los padres de Goyle y Montague eran fieles seguidores de Voldemort, pero ¿hasta qué punto?
Cuando llegó a la puerta de su habitación, una nueva preocupación cruzó su mente. ¿Y si Cecile había visto que no estaba en su cama y la estaba esperando? ¿Y si sabía que había escuchado la conversación? Rose suspiró para darse ánimos y abrió la puerta. Deberían nominar a la oscuridad como mejor amiga del año, pues gracias a ella, Cecile no pudo ver que Rose no yacía en su cama. Estaba dormida y podía asegurarlo gracias a sus ronquidos.
La pelirroja se planteó la idea de comentarle lo que había oído a su mejor amiga Lina, pero decidió que sería mejor esperar hasta el día siguiente, cuando tuviera las ideas más claras. Así que se tumbó en su cama y cayó rendida en los brazos de Morfeo.
Carlina Pritcen era la mejor amiga de Rose desde el primer día en Hogwarts. La muchacha de pelo negro, ondulado y largo y de obres castaños fue de inmediato enviada a Slytherin por su astucia y determinación. Pero eso no convertía a Carlina en una chica engreída y obsesa de la pureza de la sangre, al contrario, Lina era nacida de muggles, muggles por cierto muy distintos a ella. Mientras ella era reservada e introvertida, ellos eran excéntricos y extrovertidos. Sarcástica, fría pero leal, Carlina era otra lectora compulsiva como Rose. De hecho, fue gracias al tomo "Historia de Hogwarts" que se hicieron amigas.
Rose ya estaba de malhumor por haber sido seleccionada en Slytherin. Se sentó en la mesa lo más alejada posible del resto. Escuchaba a todo el comedor cuchichear, seguramente sobre ella. Empezó a jugar con la comida sin ningún tipo de hambre, notando la mirada de sus primos de Ravenclaw, Gryffindor y Hufflepuff clavadas en su nuca.
Interpuso su libro "Historia de Hogwarts" entre ella y el resto de su mesa, como una barrera. Era su libro favorito y siempre se sentía protegida entre páginas de un buen libro.
Debido a su torpeza natural, tiró su tenedor al suelo. Se agachó a recogerlo y al incorporarse, comprobó que su libro no estaba allí. Miró alrededor en la mesa, buscando a alguien que se estuviera riendo de ella con un libro en las manos. Había gente que la miraba y que se reía, pero no las dos cosas a la vez. Entonces se fijó en la chica que más cerca estaba sentada. En sus manos sostenía un volumen que sujetaba con cuidado pero con pasión, tal y como lo hacía Rose. El título del libro rezaba "Historia de Hogwarts"
Indignada, Rose se dirigió a la muchacha de tez blanca.
– Disculpa.
La niña entonces la miró. Tenía unos profundos ojos pardos que imitaban la inocencia con suma precisión. Pero la pelirroja no era tonta.
– Devuélveme MI libro – exigió.
La niña la miró avergonzada.
– Perdona, no quería ofenderte. Simplemente quería revisar una cosa sobre el tejado –la niña le devolvió el libro con la mirada baja. Rose lo cogió ofendida y lo dejó de nuevo a su lado, para seguir comiendo. Pero enseguida le despertó curiosidad y abrió el libro por el capítulo "El techo del Gran Comedor"
– Es un hechizo – informó Rose a la niña, después de haberlo revisado en su tomo.
– ¿Qué? – preguntó la niña.
–El techo, es un hechizo.
– Ya, ya – contestó la niña, sin levantar la mirada – No me acordaba. Y eso que es de mis capítulos favoritos.
Eso despertó la curiosidad en Rose.
– ¿Te lo has leído entero?
– Sí, ¿tú no? – preguntó, levantando la vista.
–Pues claro, es mi libro favorito.
– ¡El mío también! – la niña sonrió – Por cierto soy Lina, Lina Pritcen – Lina extendió la mano para estrechársela a Rose y ella no vio ningún motivo para rechazársela.
– Rose, Rose Weasley.
– Weasley… me suena – comentó la pelinegra – ¿No saldrá por casualidad, en el libro?
– Creo que sí, el apellido de mi padre y mi tía. Ron y Ginny Weasley – aclaró.
– Ah… es verdad, héroes de guerra – Lina recorrió el salón con la mirada – ¿Por eso todo el mundo te mira así? – siempre fue buena deduciendo.
– Sí, bueno, que la hija de dos Héroes de Guerra acabe en la casa a la que perteneció Voldemort no es muy común y esperado que digamos.
Para la sorpresa de Weasley, Lina no se estremeció al escuchar el nombre del enemigo número 1 del mundo mágico hasta el momento.
– Mis padres no son magos, así que no sé mucho sobre la Guerra, aparte de lo que dicen los libros – dijo la de ojos castaños. La de ojos azules comprendió – Aunque también sé que no es común que una hija de…
– Muggles – completó Rose.
– ¿Muggles es el término? – preguntó para asegurarse. Rose asintió con la cabeza –Bueno, pues que no es común que una nacida de muggles acabe en Slytherin. Cuando les hablaron a mis padres sobre las casas, ellos querían que acabase en Hufflepuff.
– ¿Por qué? – cuestionó curiosa Rose. Hufflepuff era seguramente la casa menos prestigiosa de Hogwarts.
– Porque "es la que mejor valores tiene" y la que "más te va educar en el sentido espiritual" y "que apoyará la bondad de mi alma" – Rose la miró extrañada – Mis padres son algo así como hippies – aclaró Lina – Hippies son…
– No te preocupes, mi madre también es hija de muggles.
– ¿Ella es…?
– Hermione Granger. Y Gryffindor como mi padre. Y mis tíos. Y la mayor parte de mis primos. Creo que no eres la única "rebelde" de esta generación.
Lina se rió con el chiste de Rose y asintió con la cabeza. "Bueno" pensó Rose "Tal vez estar en Slytherin no sea tan malo"
Habían pasado ya cinco años y Rose conocía lo suficientemente bien a su amiga Lina como para saber dos cosas: una, que odiaba que la llamaran por su nombre completo. Y dos, que odiaba las mañanas casi tanto como Rose.
Pero la situación no podía esperar, así que, obviando el hecho de que era sábado, se levantó temprano y despertó a Lina. Ignorando sus quejas e insultos, la obligó a vestirse y acompañarla a desayunar. "Por el camino, te explico" Carlina farfulló algo indescifrable, pero Rose supo que no era nada agradable.
Le explicó con detalle todo lo sucedido la noche anterior. Para su suerte, la pelinegra era una excelente oyente y no la interrumpió en ningún momento. Llegaron al Gran Comedor, prácticamente vacío excepto por un par de almas haciendo el último repaso para los TIMOS o los ÉXTASIS.
Ambas ya estaban suficientemente preparadas, solo necesitaban un repaso rápido después de comer, así que se sentaron en la mesa mientras la pelirroja acababa su relato y Pritcen cavilaba sobre lo oído.
– Rose, escuchaste una conversación aislada, en mitad de la noche, entre susurros. ¿Cómo sabes que no lo soñaste?
– Se distinguir un sueño de la realidad, Lina. Y esto fue muy real.
Carlina la miró escéptica.
– Estás sacando las cosas de quicio, Rosie. No le des más vueltas.
Rose resopló molesta y se cruzó de brazos, indignada. Frunció su rostro y sus pecas se juntaron en su pequeña nariz.
– No resoples, Weasley, sabes que tengo razón.
La pelirroja sabía que era verdad que estaba sacando conclusiones precipitadas, pero no quería admitirlo por su orgullo. Aún así, sabía que Cecile y Rory traían algo entre manos y tendría que vigilarlos. Pero Carlina no le serviría para nada, era demasiado racional. Solo alguien inocente y dado para meterse en problemas sin intentarlo podría ayudarla.
– Mira, por allí viene la súper villana – ironizó Lina, señalando a la puerta. Por allí apareció Cecile Montague, Selene Pucey y Bronwen Zabini. Las tres arpías de Slytherin. Cecile claramente era la cabecilla. Después Bronwen Zabini, que parecía hacer todo lo que su amiga le decía. Pucey parecía tener algo más de carácter: no llegaba a ser tan cruel como sus amigas y aparentaba no ser tan hueca. Pero las malas compañías afectan y Selene ya solo era una seguidora fiel y mayormente muda. Ésta echó una mirada nostálgica a la mesa de Gryffindor, para luego mostrarse furiosa y recuperar su elegancia y prepotencia.
– ¿Tú crees que en el hipotético caso de que Cecile esté planeando un viaje al pasado, se lo hubiera contado a Zabini y Pucey? – preguntó Rose a su amiga.
–Seguramente – contestó Lina – Son sus perritos falderos.
Rose caviló sobre ello. No solo tendría que pedir ayuda a un Gryffindor, sino a dos. Y no le agradaba nada.
Necesitaba a su primo favorito, Albus Severus Potter y a su detestable amigo, Scorpius Malfoy.
¡Hola! Si alguno de ustedes es un viejo lector de los míos, que sepa que este es el primer capítulo de esa historia de la tercera generación que llevo tanto tiempo organizando.
Este es el primer capítulo de una trilogía a la que llamo "La Nueva Era"
Habrá aventura, romance, personajes originales...
Y un blog. Entren en roseyalbusenlanuevaera . wordpress . com (sin los espacios) para conocer más a fondo a los personajes, enterarse de actualizaciones y saber un poco más de este nuevo mundo.
Agradezco a mi beta, Fatty L., su importante ayuda en el desarrollo de esta historia.
Y sin nada más que decir, ¡Qué empiece la magia!
DISCLAIMER: TODO LO QUE RECONOZCAN NO ME PERTENECE
Ns vms,
Liz Marcia
