Hola!

Bueno como lo había explicado ya, este fic es la "continuación" del fic "¿No lo recuerdas?", más específicamente es uno de los lemon que tenía planeado para ese fic ^^, por eso tiene un nombre parecido XD

Ahora ya puedo morir en paz y actualizar mis otras historias XP, empezaré por "El secreto de una Rosa"

Aclaraciones: Nuevamente me veo en la obligación de reiterar que estos fics los escribo sin ningún fin más que recreacional, y que por ende los personajes del mismo no me pertenecen.

Advertencia: Debo tomarme el tiempo para advertirles que este fic contiene LEMON, un lemon suave según yo XD, pero lo tiene. Además también debo dejar en advertencia que este fic contiene SPOILER del juego, aquí a diferencia del otro si agregue escenas explicitas del mismo.

Sin más los dejo con la historia...


.-.-.-. Fuego y Cenizas .-.-.-.


Oscuridad

No había más que oscuridad...

No era aire para respirar

Ni aliento para guiar

Sólo era...

Era oscuridad

Abrió sus ojos creyendo que esa era la razón, pero por más que parpadeo una y otra vez no había nada, seguía siendo rodeada sólo por una infinita y lóbrega tiniebla, una que llenaba sus sentidos de sensaciones oscuras y sombrías, de pensamientos mezquinos y miserables .

Una sensación de desolación y angustia comenzó a inundarla, de pronto... sentía que se ahogaba lentamente.

¿Dónde estaba?

Respiró aún con esa aprisionante sensación en su pecho.

¿Qué era este lugar?

Y entonces lo sintió, aquella fuerte presión, era como si estuviera siendo observada desde las sombras, en lo más profundo de esa oscuridad había algo... algo que la asechaba con insistente y lasciva persistencia.

– Ganon... –susurró casi sin habla, sintiendo como sus lágrimas volvían a caer lenta y tortuosamente por sus mejillas.

¿Cuánto tiempo había pasado?

¿Sería de día?

¿O acaso de noche?

En verdad quería saberlo, en verdad quería escapar...

Si tan sólo pudiera dejar de respirar...

Sus manos recorrieron su figura en medio de las sobras, su cuerpo entumecido por el hielo parecía una ilusión, ni siquiera estaba segura de tener un cuerpo... de estar tocando realmente su piel... Su mirada incrédula observaba aquello que era suyo, como si fuera un lienzo sin color, desechado por el tiempo, perdido en el olvido.

¿Quién era?

¿Quién había sido?

Su mente volvió a trabajar buscando respuestas, buscado un día... una hora... un minuto en donde no existiera esa oscuridad.

Y es que el tiempo avanzaba y ella seguía allí, sin saber si era ella, perdiéndose en el abismo de sus pensamientos que era lo único que hoy le pertenecía.

Sus manos se ciñeron sobre su cuello, al tiempo que se estremecía con un extraño placer, con un deleite sombrío y sátiro. Respiró agitada y al tiempo que sus manos temblaban.

"Puedes hacerlo... puedes escapar"

Le susurraba una gutural voz desde lo más profundo de su mente, haciendo eco en ese infinita oscuridad...

"Podemos ser libres..."

Libertad...

Aquella palabra que resonaba en su mente como si fuera una mentira, sabía perfectamente que no era libre, que nunca lo había sido, esto era parte de su destino, de una cruel sucesión de hechos que iban y venían a través de sus recuerdos.

Porque ahora...

Ahora podía recordar...

Sus amigos... su familia... su reino... inclusive él...

"¿Quieres ser libre?"

Y ahí estaba nuevamente esa voz, una que sabía sólo ella podía entender, sólo ella podía oír... porque hablaba más allá del tiempo... no era más que una vibración constante y punzante en su cabeza, pero... podía entenderla, después de mucho tiempo había comenzado a entenderla.

¿Quería ser libre?

Y entonces presiono un poco sus manos contra su cuello... en verdad quería ser libre...

Su respiración se volvió entrecortada, y su pecho subía y bajaba constantemente en un vaivén que quería detener.

Su mente la traslado a aquellos días funestos, donde el polvo se elevaba del suelo mientras uno a uno los cuerpos inertes de aquellos que habían luchado para protegerla seguían ese impulso cargado de esperanzas...

Pero ya no había esperanzas...

Sólo había sangre, gritos de agonía y dolor...

¿En qué minuto todo se había salido de control?

Lo vio caer justo frente a sus ojos, proclamando con sus acciones aquella ferviente determinación, aquella única e heroica hazaña que no sería completada.

– Link...

Murmuró alejando sus manos de su cuello, temblando fuertemente al verlo nuevamente en el suelo y en sus pensamientos volvió a cargarlo entre sus brazos, su pesado cuerpo lo sintió como un presagio...

Las lluvia caía con fuerza sobre el reino, pero aquella tormenta no era su problema.

Un guardián caído yacía justo delante de ellos, con un esfuerzo sobrehumano había dado su último aliento por vencerlo, pero no era el único y otros se movían implacables en medio de los pastizales acechando con cruel severidad.

El humo... el fuego... la desolación, aquel olor quemante que ahora llenaba el cielo de gris. Pero sus pasos resonaban en sus oídos con despiadada fuerza, eran monstruos enardecidos por el poder maligno de Ganon, aquellas metálicas articulaciones se movían rápida y certeramente buscando su próxima presa, su próximo objetivo.

Link a duras penas se mantenía en pie, sus ropas harapientas, sucias y maltrechas no eran más que el reflejo de lo que ahora era una destrozada alma, la derrota caía sobre sus hombros como un presagio, uno que no podía soportar, no podía caer, no podía dejarla a ella. Pero apenas podía respirar.

Zelda se encontraba justo tras él, apoyando una de sus manos temblorosas en su brazo, el mismo con el que él a duras penas sujetaba su espada.

No sigas... –Le suplico sintiendo como su cuerpo temblaba presa del horror, angustiada de verlo gravemente herido– ¡Basta! Es suficiente ¡Salva tú vida al menos! ¡Te lo ruego!

No podía verlo caer, no podría soportar perderlo.

Pero él no se detendría, aun casi sin aliento se obligo a ponerse de pie, sacando el filo de su arma de la tierra barrosa donde hasta ese momento había estado reposando. Se tambaleo y trató de mantener el equilibrio, trato de mantener el peso de ese filo en su mano.

Y entonces uno de los guardianes los vio, los habían encontrado y en medio de las llamas la criatura atravesó como si nada el paramo y fue tras ellos con rápida precisión. Una de sus patas metálicas se apoyo sobre el cadáver del guardián destrozado, meras piezas de metal inertes y oxidadas. Pero no le importo, no tenía la capacidad para empatizar con su compañero. Ahora ese ojo brillante y azul danzaba hipnotizantemente frente a sus presas como si fuera una serpiente, atrayéndolos a sus fauces, pero aquellos brillos rojizos eran todo lo que podían ver en medio del humo, la bruma y el denso ambiente cargado de una desoladora atmosfera y entonces les apuntó, clavando su rayo sobre el cuerpo casi sin aliento del joven guerrero.

¡No! -ella se interpuso entre la bestia y el muchacho, en un último desesperado intento por salvarle la vida, y aún con una esperanza burda extendió su mano derecha apuntando a la criatura como si con eso pudiera convencerla de desistir.

Su cuerpo adquirió un brillo celestial un segundo antes de que un fuerte rayo de luz se cargara sobre su palma, despertando el poder de la Trifuerza, extendiendo un rayo que acabo con todos esos guardianes, alejando la oscuridad de sus engranajes.

Eso ha sido... ¿Mi poder? –Observó incrédula el dorso de su mano derecha, sin poder entender que era lo que había pasado y entonces lo oyó caer.

Se volteó alarmada encontrándose con el joven en el suelo. Su corazón se agitó con fuerza y la angustiante sensación en su pecho la hizo perder valiosos segundos, por un momento se había intentado convencer que lo que veía no era real. Pero al parpadear un par de veces descubrió horrorizada que aquello no era un sueño.

¡No, No! ¡Link! –Lo llamó desesperada corriendo hasta alcanzarlo, hincándose junto a él, apoyando ambas manos sobre su cuerpo tratando de traerlo de vuelta–. ¡Resiste!

Lo ayudó a sentarse y éste escupió un poco de sangre por su boca mientras tocia insistentemente, parecía ahogado con su propio fluido y su rostro reflejaba dolor, un profundo y punzante dolor.

No puedes rendirte ahora... lo tenía entre sus brazos rogándole por más tiempo.

Él a duras penas la miró, le hubiera gustado sonreírle para tranquilizarla, para darle algo de fuerzas, pero no pudo, fue incapaz inclusive de sostener esa mirada, de pronto sintió esa agobiante sensación de angustia que le decía en un susurro silencioso que quizás esta sería la última vez que la vería. Y entonces exhalando con fuerza soltó un fuerte quejido y sus párpados se cerraron.

Ella vio con horror como el cerraba sus ojos y casi parecía dejar de respirar, pero por más que intentó sostenerlo el peso de su cuerpo la obligó a dejarlo sobre el barroso suelo.

Y entonces desató un llanto ahogado y fuerte dejandose caer sobre el pecho del muchacho.

Lo había perdido...

Había perdido a Link...

Pero cuando creyó que todo había terminado la espada comenzó a brillar susurrándole algo.

¿Aun hay esperanzas? ¿Puedes salvar a Link?

Y sin saber como un mínimo rayo de esperanza lleno su pecho, reconfortándola en medio de ese desastre. Pero no tenía tiempo, el cuerpo del joven no resistiría mucho tiempo más, debía llevar al guerrero al santuario de la vida, ahí estaba su única oportunidad...

Sonrió sintiendo como aquel anhelo volvía a nacer en su interior.

Debía ser fuerte... debía seguir luchando por su pueblo, por esa pequeña esperanza que yacía en algún lugar de Hyrule.

Pero no había tiempo...

Sus fuerzas se estaban agotando...

– Abre los ojos...

Lo llamó aún esperanzada de que sus suplicas consiguieran alcanzarlo... aún sintiendo que en medio de aquella horrenda oscuridad podía verlo... podía alcanzarlo.

– Abre los ojos... despierta... Link.

Y ahí estaba de nuevo esa penetrante mirada asechándola, acercándose cada vez más.

Junto sus dos manos sobre su pecho he intentó rezarle a las Diosas, suplicando por esa fuerza que estaba perdiendo, implorando para que el poder no la abandonara antes de tiempo...

Solo un poco más...

Sólo un poco...

Fue entonces cuando el horror acompañó el temblor de su cuerpo al verlo por primera vez, sus ojos brillantes justo delante de ella y pronto sus enormes fauces se abrieron dispuesto a acabar con esta agonía.

¿En verdad estaba lista para partir?

Cerró sus ojos y volvió a dejar que sus lágrimas se escaparan en silencio.

Quizás su tiempo había llegado, quizás ya no podía darle más tiempo.

– Lo siento Link... en verdad lo siento.

Podía sentirlo cerca, pero ella ya no tenía fuerzas.

Y entonces volvió a clavar su mirada sobre "eso", aquello que marcaba ahora su agonizante final.

La criatura se cercó lenta y tortuosamente, rodeándola tentativamente, analizando cada paso, olfateando y deleitándose con su temor...

Fue entonces cuando despertó de golpe, agitada, muy agitada.

Una cálida sensación la embargo con sólo ver las llamas de esa fogata, y luego al sentir el tibio cuerpo de su compañero que respiraba lenta y pausadamente vencido por el cansancio. Él aún la abrazaba.

Se llevó una de sus manos a la cara limpiando el rastro que habían dejado sus lágrimas, afuera llovía, al igual que ese día en que todo había acabado.

Nuevamente esa pesadilla volvía a recordarle aquel fatídico pasado, trayendo consigo esa sensación que apretaba con fuerza su pecho y le impedía respirar.

¿Por qué?

De pronto sintió como si los ojos de esa criatura volvieran a llamarla más allá del tiempo, como si una parte de Ganon aún estuviera allí, con ella. Había algo que no estaba bien, que nunca lo había estado.

Se separó de su compañero con pesar, respirando entrecortadamente, sintiendo esa angustia aún clavada como una filosa daga en el pecho, la misma que le dolía con cada inspiración, con cada exhalación...

Temblando apoyó sus manos en el suelo lleno de hojas y levantando su mirada observó hacia el frente, justo delante podía ver la salida y afuera la tormenta aullaba con fuerza, gritándole "ven aquí".

Tenía que salir, necesitaba respirar, necesitaba limpiar su alma tullida y marchita, su cuerpo profanado por sombras, por ese tentador deseo de morir.

Observó una última vez a su compañero, pasivo y tranquilo. Aquel semblante juvenil y fresco, lleno de vida reconfortó momentáneamente su pesar.

– Lo siento Link –se disculpó justo antes de tomar fuerzas e incorporarse, dispuesta a avanzar.

No podía arrastrarlo a ese abismo, era mejor que viviera así, recordando sólo matices de ese oscuro pasado. En verdad no quería que él cargara con esta sensación, con esta horrenda oscuridad.


Se movió un poco sintiendo una sensación extraña, buscando tientas la muchacha que debía estar junto a él, entre sus brazos, o al menos eso era lo último que recordaba.

– ¿Zelda? –Inmediatamente fue traído a la realidad con ese temor que creyó no volvería a experimentar.

¿Por qué ella no estaba ahí?

La buscó con la mirada sintiendo como su corazón palpitaba aún con más fuerza con cada segundo que pasaba.

No estaba allí...

Inmediatamente una aprensión indescriptible comenzó a recorrerlo por dentro, por alguna razón temió lo peor y con esa angustiosa agonía aún dominando sus pasos tomó su capucha y la linterna de aceite y salió tan rápido como sus piernas se lo permitieron.

– ¡Zelda! –La llamó con fuerza sabiendo que ella no podría escucharla, no con el fuerte viento llevándose sus palabras, no con la copiosa lluvia chochando contra su cuerpo.

¿Dónde estaba?

Tenía que encontrarla, necesitaba saber que estaba bien. No podía estar tranquilo si no estaba allí con él para protegerla.


Después de un tiempo que le pareció una eternidad, finalmente la divisó, en medio de esa grisácea noche, envuelta por esa húmeda atmósfera.

– ¿Link? –No sabía si era su imaginación o el realmente estaba ahí. Sonrió aún a pesar de ese dolor que estaba matándola lentamente por dentro.

Link no dijo nada, sólo parpadeo un par de veces asegurándose de que aquello no era una visión y entonces corrió hasta alcanzarla y aún mudo la atrapó entre sus brazos y la abrazó con fuerza. Podía sentir como su pecho se llenaba de aire una vez más, alejando esa tortuosa conmoción que se había apoderado de su cuerpo al sentir que la perdía.

No le interesaba que hacia ahí afuera, no le importaba cuan fuerte estuviera lloviendo...

Ella tardó unos segundos en salir de su sorpresa, pero al verse envuelta por ese cálido abrazo cerró con fuerza sus ojos y se aferró a su cuerpo como si su vida dependiera de ello.

Nuevamente había llegado a salvarla, para alejar esas tinieblas que amenazaban con derrotarla. Alejando esas sombras implacables que la aprisionaban con fuerza a un deseo mezquino y profano...

– ¿Estás bien? –Le preguntó agitado, apoyando una de sus manos en su cabeza tratando de contener el ligero temblor de su cuerpo.

– Tengo miedo –susurró hundiendo su rostro en el cuello de él, humedeciendo su piel.

– Tranquila, todo está bien –la tranquilizó creyendo entender lo que estaba ocurriendo, le dolía verla así, tan vulnerable... tan frágil–. Todo está bien –le repitió, pero aún así ella dejo escapar su dolor, materializándolo en un sollozo ahogado.

Se hincó al sentir que ella parecía tener dificultades para mantenerse en pie, pudo sentir como una de sus rodillas se hundía en el barroso suelo y ella abatida se recargaba sobre él llorando con fuerza, dejando escapar esa frustración, ese dolor que no había querido compartir... ese temor que la tentaba una y otra vez a unirse sus difuntos compañeros.

Habían pasado cien años, pero para ella era uno único y interminable, uno que duró una verdadera eternidad...

La soledad... el miedo... el arrepentimiento...

Todo se mezclaba en ese llanto, sus recuerdos, su vida pasada, sus anhelos, todo había sido destrozado el día que la calamidad había caído sobre el reino.

¿Cuántas vidas fueron sacrificadas?

– Ganon –murmuró entre sollozos, temblando nerviosa– él aún... aún vive en mi.

– No es verdad, eso no cierto –la contradijo tratando de convencerla de que aquello no era más que una pesadilla, que eso que habían vivido era pasado y ahora estaban allí, con una nueva oportunidad.

– Puedo verlo... puedo escucharlo... puedo sentirlo –murmuró desesperada, queriendo dejar de ver, queriendo dejar de escuchar, rogando... rogando para dejar de sentir.

– No dejaré que te haga daño... estoy aquí –le insistió estrechándola entre sus brazos, tratando de transmitirle esa seguridad que ella había perdido.

Y estuvieron allí, bajo la copiosa lluvia, escuchando los fuertes rayos por un largo rato, hasta que ella finalmente se tranquilizó y pudo volver a ponerse de pie.


Ahí estaban de nuevo, bajo ese cálido ambiente, cargado de un ligero olorcito a quemado, el mismo que escapaba por una de las salidas de esa "cueva" de corteza en la que se habían refugiado, por la otra ingresaba tambaleante la brisa y el aire húmedo del exterior, donde aún seguía lloviendo.

– Deberías cambiarte –sugirió un tanto incómodo por su propio comentario, ella había acercado sus frías manos a la fogata intentando darles algo de calor, pero tenía toda su ropa mojada, hacer eso no le ayudaría a calentarse.

– Es verdad –murmuró aún un tanto distante, tratando de recuperar la compostura que había perdido por esa terrible pesadilla.

Era extraño estar ahí nuevamente, después de todo Link la había alcanzado en el momento oportuno y había vuelto a salvarla de esa oscuridad interior.

– Prometo no espiar –agregó sonrojándose al instante, ese comentario en verdad no había sido necesario.

Ella lo observó por primera vez en todo el trayecto que habían recorrido, y entonces soltó una suave risita al notar que él giraba su cuerpo tratando de ocultar su bochorno.

– Igual como lo prometías cuando íbamos a las fuentes –agregó al tiempo que hacía a un lado su húmedo cabello para quitarse las prendas que cubrían su torso.

– ¡Nunca te espié lo juro! –Se defendió aún más sonrojado que antes y sin querer se volteo en el momento menos preciso.

– ¡Link! –Le regañó ella cubriéndose a duras penas con las mismas prendas que acababa de quitarse.

– ¡No vi nada! –Agregó casi al instante cubriendo su rostro con ambas manos con las mejillas totalmente encendidas– ¡Juró que no vi nada! –En verdad se sentía como un verdadero estúpido, como demonios se le había ocurrido darse la vuelta si él mismo le había "sugerido" que se cambiara de ropa.

Y girándose de nuevo buscó la capa de la Princesa y sin voltearse extendió hacia ella su brazo tembloroso por el nerviosismo que en ese momento sentía.

Zelda lo observó un tanto confundida, pero al descubrir sus intenciones sólo pudo sonreír y tomar la prenda que él mismo le estaba ofreciendo.

– Gracias –agregó al tiempo que se cubría momentáneamente con la capa, quizás en otra circunstancia le hubiera gritado algo como "¡Pervertido!" bien fuerte y claro, pero ahora... ahora se sentía cansada. Volvió a clavar su mirada en las llamas, no entendía porque a pesar de que el fuego ardiera con fuerza no podía dejar de lado esa sensación oscura que la envolvía, ¿acaso... no había suficiente luz allí?

¿Qué era lo que le estaba pasando?

¿Qué era lo que le faltaba?

Alejó su vista del fuego y volvió a buscar a su compañero, que en esos momentos seguía dándole la espalda y se sujetaba la cabeza con ambas manos como maldiciendo internamente su anterior actuar. Volvió a sonreír sin poder evitarlo y entonces esa anhelada y cálida sensación que buscaba empezó a llenar su pecho.

– Link –susurró muy bajito, tanto que él nunca pudo escucharlo.

Avanzó en silencio, manteniendo esa sonrisa. Y entonces tomándolo por completa sorpresa paso sus brazos por los costados del torso de él, abrazándolo. Estrechándolo fuertemente.

– ¿Zelda? –La sorpresa fue evidente en él. De ninguna forma había esperado algo como eso. Su corazón dio un fuerte brinco sintiéndose incapacitado para poder volver a hablar.

– Estaba asustada –comenzó recargando su rostro en la espalda de él, sintiendo como sus ojos se humedecían– sólo que ahora... ahora no me asusta –no sabía como explicárselo, no podía encontrar las palabras para decirle que él era esa luz que había estado buscando desesperadamente en medio de esa "prisión" que ella misma había creado.

– Princesa...

– La vida es un don, Link... estamos vivos aún... –lo interrumpió liberándolo de sus brazos. Quería vivir, vivir intensamente y para hacerlo debía alejar esa oscuridad de su interior–. Quiero que me demuestres que eso... que eso es real –terminó juntando sus manos nerviosa, esperando a que él se girara– ¿Comprendes?

– Creo que... –se volteó aún con las mejillas sonrojadas, encontrándose con ella iluminada a ratos en medio de esa luz vibrante, llena de vida que le entregaba esa fogata, divisando esa fugitiva lagrimita– creo que comienzo a hacerlo –sonrió nervioso, acercando una de sus manos hasta las de ella, sujetándola dulcemente–. Por favor... toma mi mano –quería transmitirle en ese simple acto que él estaba allí, que siempre lo estaría y que de verdad ya no quería verla llorar. Había prometido protegerla y esa promesa seguía intacta, la protegería de cualquier cosa, aún de esa oscuridad que albergaba su corazón.

Al sentir ese contacto ella levantó su rostro, dejando que sus miradas se encontraran nuevamente, y con ellas ese destello único y especial, quizás el mismo que era provocado por esa parcial luz inquieta y oscilante en medio de la noche. Y parpadeando un par de veces, soltaron el aire que habían estado inconscientemente conteniendo. Link acercó su mano libre hasta el rostro de la muchacha, dejando que ella recargara ligeramente su rostro en ella mientras cerraba sus ojos y suspiraba suavemente. Luego ese tenue contacto se trasformó en una caricia, la misma que recorrió la mejilla de la muchacha y al mismo tiempo sólo con su dedo pulgar rosaba sus labios y sin detenerse avanzó hasta su mentón y luego bajo por la piel desnuda de su cuello.

– Link –susurró suave y perdida al ver que él se inclinaba para acortar la distancia que separaba sus rostros, aquella había sido su respuesta a esa imperceptible oferta que en ese momento él depositaba sobre sus labios, besándola tímida y pausadamente.

Sus dedos se entrelazaron al mismo tiempo que sus bocas afanosas buscaron imitar ese contacto, juntando sus lenguas en la boca de él, creyendo jugar un juego que podrían controlar, y aquello que había comenzado como un inocente beso, rápidamente se transformo en algo más.

Avanzaron un poco y pronto sus cuerpos chocaron contra la corteza de ese enorme y mohoso tronco, Link se separó ligeramente de ella para observarla, para dedicarle una encendida mirada, y es que ese intenso beso había despertado en ellos nuevamente ese profundo anhelo que habían dejado escapar fugitivamente minutos atrás.

Respiraban agitada y entrecortadamente.

– ¿Cuán real... fue eso... para ti? –Le preguntó aún respirando con dificultad sonriendo divertido al tiempo que juntaba su frente con la de ella, enredando una de sus manos en los húmedos cabellos de la muchacha.

– No lo suficiente –Le respondió con un aire travieso, sonriéndole coquetamente mientras le piñizcaba suave y juguetonamente su mejilla.

Esa bonita sonrisa le hizo sentir un cosquilleo extraño en su cuerpo, algo que erizo su piel con chispeante fuerza, una sensación que sólo ella ahí delante de él podía conseguir. La sujetó de la cintura y la separó de esa prisión en la que él mismo la había atrapado.

– Quizás pueda mejorarlo –agregó luego, siguiendo ese "tonto" jueguito que habían comenzado.

Pero antes de que pudiera hacer algo, ella se abalanzó contra él para besarlo, sujetando su rostro entre sus manos, Link la abrazó juntando sus cuerpos, y pronto empezó a subir con una de sus manos por el brazo desnudo de la Princesa, llegando hasta su hombro, apartando la túnica que hasta ese momento había ocultado su torso casi desnudo. Se separó sorprendido de su "descubrimiento", y entonces recordó, muy sonrojado trató de evitar que sus ojos se posaran sobre ella, pero no consiguió hacerlo. Pronto se vio obligado a retener el oxígeno en su pecho, sintiéndose sofocado.

– Hey... –murmuró también sonrojada, acerándose un poco al sorprendido Hylian– está bien –le susurró junto a su oído, sin creer que ella misma lo había dicho.

Link apretó con fuerza uno de sus puños y entonces volvió a mover la que aún tenía sobre su hombro, recorriéndolo en un contacto trémulo. Deseaba besarla, pero nuevamente se estaba conteniendo. Y entonces cuando aún luchaba contra ese impulso que consideraba "inapropiado", puso sentir como ella besaba la piel de su cuello, mordiéndolo suavemente, consiguiendo que él dejara escapar un suspiro ronco y placentero, cerró momentáneamente sus ojos y escuchó como la respiración ronroneante de la Princesa lo acariciaba haciéndolo temblar...

No podía seguir conteniéndose...

No podía seguir aprisionando ese llama que ella misma había encendido en él... ese fuego que ahora lo estaba quemando por dentro.

– Zelda... ya... ya no puedo –en verdad quería disculparse, en verdad quería ir despacio, de verdad no quería que ella notara que la ansiedad lo estaba haciendo perder el control, pero... pero tampoco podía mentirle– no puedo... contenerme.

– No lo hagas.

Y ahí estaba nuevamente, tentándolo a ir más allá.

Con algo de desespero, volvió a besarla con hambre de más, escuchando como ella gemía suavemente con cada roce que sus manos otorgaban en su cuerpo, las yemas de sus dedos se adherían a su piel húmeda y exquisitamente encantadora, pero no era suficiente. Sus piernas parecieron flaquear en ese momento y sin darse cuenta se hincaron en el suelo sin detenerse.

– Link –volvió a llamarlo en una súplica urgente, su cuerpo aún estaba frío y húmedo por la lluvia y el cálido contacto de las manos de él recorriéndolo la tensaba y estremecía al mismo tiempo. Pero deseaba tener más y sin pensarlo busco afanosa deshacerse las ropas de su compañero.

Él notó aquello que Zelda buscaba y apartándose ligeramente la ayudo quitándose con prisa su propia túnica y la camiseta que usaba bajo esta, el cinturón ya había desaparecido quien sabe dónde.

La chica respiró agitadamente mientras observaba el torso desnudo del guerrero, no era la primera vez que lo veía, pero si era la primera vez que se detenía en esas marcas, cicatrices que habían sido grabadas en su piel después de esa guerra que tuvo que batallar solo. Y en ese momento pudo sentir como un nudo se formaba en su garganta mientras la yema de sus dedos recorría esas viejas heridas con delicadeza.

Pudo ver como el expresivo semblante la muchacha se ensombrecía mientras lo observaba como perdida en los confines de su mente y entonces sujetando la mano de ella consiguió volver a captar su atención.

– No te preocupes –le sonrió dulcemente, al mismo tiempo que apartaba un rebelde mechón de su rostro y lo colocaba delicadamente detrás de su oreja– ya no duelen.

– Lamento haberte arrastrado a esto –agregó sintiéndose responsable de cada una de esas marcas.

– Fui débil y estas marcas me lo recuerdan –de verdad no quería que ella se preocupara– las heridas del corazón son mucho más difíciles de sanar que estas, el tiempo curo las mías, con algo de tiempo... ¿me permitirás curar las tuyas? –Debía enmendar su error, había arriesgado su vida por ella, pero no había tenido la fuerza para aminorar su condena, fueron nada más que cien años la brecha que ella recorrió en absoluta soledad y eso... eso no sabía si algún día podría perdonárselo.

La había abandonado...

La dejo completamente sola luchando contra el inmenso poder oscuro que se cernía sobre Hyrule.

¿No era él su escolta?

¿No era su misión protegerla?

Le había fallado... pero no volvería a hacerlo.

Zelda no pudo evitar sonreír al escuchar esas palabras, quizás ambos aún tenían un largo camino que recorrer, pero esta vez podrían hacerlo juntos.

Ahora se encontraban sentados en el suelo uno frente al otro, ella había juntado sus dos manos sobre su pecho, y él no había dejado de observar cada uno de sus movimientos.

– Ese es un comienzo –agregó luego– una bonita sonrisa le asienta muy bien a su rostro, Princesa.

Se sonrojó notoriamente, ese brusco cambio de tema la había tomado por sorpresa.

Él soltó una suave risita al verla avergonzada y tomando el mentón de la muchacha con su mano izquierda la obligó a mirarlo justo antes de volver a depositar y suave beso sobre sus labios. Y al separarse ella vio nuevamente ese destello único y maravilloso en los ojos del guerrero, esa luz que tanto anhelaba con alcanzar.

– Creo que la niebla comienza a aclarar –murmuró acariciando el rostro del muchacho como si quisiera grabar cada facción en sus manos, como si ese pudiese ser su último encuentro.

Pudo sentir como la mirada de ella le hacia una silenciosa invitación, una que acepto gustoso, volviendo a juntar sus labios con los de ella y mientras se besaban, con cuidado, la recostó en el suelo sobre la misma capa que ella aún traía puesta, al menos las hojas en el suelo hacían que ese "colchón" no fuera tan duro y frío. Ella suspiró entre besos y él comenzó a sentir nuevamente ese ardor recorriendo su cuerpo, el mismo que ahora estaba sobre ella, recorriendo su firme vientre y bajando hasta su pantalón mojado, que se adhería a ella como una segunda piel.

– Vas a enfermarte con esto tan mojado –agregó regañándola aún sin detener su travieso recorrido por su pierna.

– Tendré que quitármelo entonces –Soltó divertida por ese comentario– pero lo haré sólo si tú te quitas el tuyo –propuso enseguida viendo como las mejillas de él se encendían fuertemente.

Y antes de que él pudiera decir algo a su favor ella lo jaló, para poder recorrer con su boca y sus manos el torso desnudo del muchacho.

Link gimió con fuerza al sentir como después de un largo y tortuoso recorrido volvía subir por su cuello y mordía suavemente el lóbulo de su oreja, dejando escapar un jadeo cálido y excitante junto a su oído, haciéndolo estremecer con indudable fuerza, consiguiendo hacer notorio el bulto que se comenzaba a formar entre sus piernas.

Agitado como estaba subió sus caricias de la pierna de ella hacia su torso, trepando lentamente por el centro de su cuerpo, deteniéndose justo entre sus pechos, y luego paso su mano muy suave por sobre uno de los mismos haciendo que ella soltará un suspiró incitante al mismo tiempo que arqueaba su espalda, tensando sus músculos, al sentir como los botones que los coronaban se endurecían con ese simple roce, y aquello él podía sentirlo aún por sobre su ropa interior.

– Zelda –la llamó jadeante besando afanosamente la piel de su cuello, y luego dejando pequeñas marcas en sus hombros y mientras lo hacía seguía acariciando los pechos de la muchacha, rozando cada vez con más fuerza esa erecta piel, la misma que lo estaba volviendo loco con sólo imaginar aquello que esa fatídica prenda ocultaba.

De verdad necesitaba quitársela, y sin siquiera pedir permiso se encargó de una vez por todas de lograrlo, dejando finalmente sus pechos firmes y endurecidos a su merced.

– Link... espera... –le suplicó demasiado tarde, porque el chico ya comenzaba a recorrer con sus manos aquello que casi había profanado con su mirada.

Ella cubrió su boca al soltar un fuerte gemido, sintiendo como su cuerpo se estremecía con cada contacto consiguiendo humedecer su entrepierna con cada exquisito roce que los dedos del muchacho le otorgaban a aquella erógena zona, haciéndola descubrir y sentir algo nuevo e increíblemente placentero, pero le avergonzaba no poder contener esos grititos ahogados y desesperados.

– Tranquila –le susurró muy agitado, apartando las manos de ella de su boca, quería oír cada maravilloso sonido que se escapaba de su boca con cada uno de sus actos– no tienes idea como me excita escucharte.

Su pulso se aceleró con fuerza al oírlo. Por alguna razón esas palabras también habían provocado una erotizante sensación en su cuerpo. Al igual que ese fuego que estaba a su lado, el mismo que erotizaba los leños con lamidas nerviosas y insinuantes. Pero no era su calor el que traía su cuerpo al desvelo.

– ¿Qué... qué haces? –Le preguntó nerviosa, al notar que sus besos parecían buscar otro lugar en su cuerpo.

– Shhh –La silencio apoyando su dedo índice sobre los labios de la muchacha, y luego rozo con su lengua los ya muy endurecidos botones en sus pechos.

Ella volvió a gemir con fuerza e insistentemente al sentir que él no se detenía. Su cuerpo temblaba con fuerza desmedida. Link se separó, buscando nuevamente sus labios, más excitado de lo que creía podía soportar, y mientras se besaban en un frenesí algo enardecido podía sentir como su piel fogosa chocaba contra la de ella.

– Tú cuerpo... tú cuerpo está... está tan caliente –susurró incitantemente sintiendo la piel ardiente del muchacho contra ella, frotándose suavemente, recorría su espalda con caricias ansiosas enterrando sus dedos en su piel cada vez que sentía que el miembro endurecido del chico rozaba casualmente su entrepierna.

Y entonces con otra de sus manos decidió ir un poco más allá, rozando suavemente por sobre el pantalón del muchacho su miembro. Él al sentir ese suave pero insistente roce gimió con fuerza, pero ella no se detuvo y aventurándose un poco más deslizó su mano trémula y furtiva entre el pantalón dándole una caricia más intensa y directa.

Pudo sentir como la yema de sus dedos recorrían su miembro palpitante ahora aún más erecto, haciéndolo jadear y estremecerse de tal manera que ella sonrió satisfecha de saber que no se estaba equivocando.

– No... no sigas –le suplicó soltando más de un roncó gemido, recargando su rostro en el pecho de ella cerrando con fuerza sus ojos perdido en esa sensación lasciva y ardiente que lo estaba arrastrando a ese punto donde ya no había retorno–. Por favor... –gimió fuerte apretando sus puños contra el suelo, de verdad no podría soportarlo por más tiempo.

Ella se detuvo al sentir como el cuerpo de él vibraba intensamente.

Desesperado se quitó finalmente su pantalón y algo más, y le arrebató a ella el suyo, apoyando su endurecido miembro la pelvis de la muchacha aún protegida por una simple prenda.

Con su mano pretendía quitar aquella barrera, ahora única y visible, pero al sentir como ella se erizaba con un simple roce, decidió postergar su afanoso avance, acariciando por sobre la tela aquella ahora húmeda zona.

– ¡Link! –Gimió con fuerza al sentir su atrevido avance, haciendo que con unos simples movimientos miles de descargas recorrieran su cuerpo.

Él sonrió demasiado excitado al escucharla, y entonces buscó colarse por entre la prenda, recorriendo aquello prohibido e íntimo en ella, descubriendo con goce que al parecer la joven Princesa también tenía una pequeña y endurecida zona, en donde cada caricia de sus dedos pareció hacer estallar en mar de sensaciones únicas e indescifrables, porque ella gemía con tanta fuerza que acallaba incluso sus propios y roncos suspiros.

– ¿No te gusta? –Le preguntó mordiendo su labio inferior al notar como ella arqueaba su cuerpo dejando a su meced sus pechos, bonitos y turgentes. Y sin poder resistirse más volvió a lamerlos, aún si detener sus caricias.

– Link... ya... –aferró sus manos a los cabellos del muchacho, soltando sin querer la colita de los mantenía medianamente controlados– Ya... no puedo... –insistió a duras penas justo antes de soltar un fuerte grito al sentir como algo en su interior se sacudía con tal fuerza que la hacía perder el control, consiguiendo que su cuerpo se estremeciera larga y firmemente.

– Perdón –se disculpó besando su frente dulcemente, viéndola exhausta e indudablemente excitada. Aún su frágil cuerpo tenía pequeños temblores, dándole un aspecto dulce y sensual.

Ya no podía contenerse más, y apartando esa última prenda en ella, pudo sentir por primera vez como aquella cálida humedad envolvía su miembro ardiente como si lo lamiera incesante con fuego.

Ella lo observó con esa chispa encendida y danzante en sus mirada, aquel profundo deseo que ahora transmitían sin decir una sola palabra.

Su mano descendió desde el hombro de ella hasta su cintura, despertando nuevos temblores en su piel aún descubierta. El simple vaivén de sus cuerpos sólo conseguía aumentar aquella tortuosa agonía en la que de pronto se vieron envueltos y acercando sus rostros, perlados en sudor intercambiaron tiernas sonrisas. Su boca entreabierta lo invitó a probar nuevamente sus besos y mientras se besaban envueltos en un abrazo ardiente acomodó su miembro erecto y avanzó más allá de los límites invisibles que se había fijado hasta ese momento.

Sintió como el cuerpo de ella se tensaba y rompiendo el beso la miró, preocupado.

– ¿Estás... bien? –Le preguntó acariciando su rostro dulcemente antes de seguir, en verdad lo último que quería era lastimarla.

– Estoy bien –susurró recuperando sus labios, moviendo ligeramente su cuerpo, para que el volviera a avanzar.

Deseaba acercar su mundo al suyo, en verdad quería entregarse a ese deseo que ya no podía contener, aún a pesar de ese punzante dolor al sentirlo avanzar nuevamente. Pero Link al sentir aquella estreches envolviéndolo temió por ella.

– En verdad no quiero hacerte daño –insistió asustado al sentirla temblar ligeramente, pero era un temblor diferente. No como aquellos excitantes y enardecidos que había dejado atrás.

– Quiero sentirte –le suplicó queriendo convencerlo de que todo estaba bien– en verdad... en verdad lo deseo.

– Lo haré despacio –¿Por qué nuevamente se sentía como el verdugo? ¿Por qué nuevamente tenía torturarla?

Ella se aferró a él y asintió. Y entonces a pesar de sus temores el Hylian volvió a avanzar, lenta, muy lentamente, sintiendo la fuerza que ejercía aquella prisión que formaba su más recóndito y oculto paraje. Aquel sagrado templo de la sacerdotisa que acaba de profanar con sus deseos carnales. Se movió suavemente, buscando aquel acople que permitiera que ella dejará de sufrir, y entonces pudo sentir como aquella fuerte presión se hacía más resbaladiza, y ella dejaba de enterrar sus uñas en su espalda y comenzaba a masajearlo suavemente.

Se detuvo inseguro de lo que estaba haciendo.

– No te... no te detengas –susurró ella respirando pausado, sintiendo lentamente como el punzante dolor era reemplazado por una sensación agradable y placentera– se siente... se siente bien.

El sonrió más tranquilo al escucharla, y volviendo a atrapar sus labios contra los suyos en un dulce beso. Volvió a iniciar ese vaivén de caderas, el mismo que le traía a él una sensación maravillosa y excitante, cada roce en su estreches le hacía desear ir más fuerte, pero no fue hasta que escucho como entre sus ascensos y descensos ella comenzaba a cantar rítmicos sonidos, acompañados por los intensos suspiros y jadeos que se escapaban de sus propios labios.

En esos momentos ardían los leños sin tregua alguna, soltando ligeros chaquillos, acompañando sus voces enardecidas que al poco ir andando comenzaron a disfrutar de aquella única e intima conexión. Las llamas se elevaban grandes, ondeantes y desiguales, al igual que sus exaltados corazones, que pronto empezaron a buscar en ese contacto algo más, avanzando más rápido.

Aquella fuerza sería la cúspide de aquella unión, que en medio de gemidos y suplicas pronto alcanzarían la cima y al igual que esos troncos que se retuercen bajo un intenso calor, pronto aquel ímpetu culminaría con una gran llamarada, y en sus miradas aquello se refleja como una visión, revelada de tiempos ancestrales, de aquello que sin saber ya conocían.

Agotados él deja caer su cuerpo junto a la muchacha, quien pronto se cobija en sus brazos juntando sus cuerpos en un abrazo. Y entonces observó perdido como aquella luz que les hizo compañía se hacía pequeña y mantenía sólo el color de las brazas, anaranjado. Haciendo brillar sus perlados y dichosos cuerpos.

– Gracias –susurró sonriendo al sentirse por primera vez libre.

– ¿Gracias por qué? –Preguntó extrañado, cerrando sus ojos dejándose llevar por esa placentera sensación de tenerla desnuda entre sus brazos.

– Por todo –explicó con simpleza.

Y luego se quedo ahí, escuchando el bonito y rítmico sonido del corazón del guerrero palpitar pausadamente, mientras sentía como él la acariciaba con extrema dulzura.

En ese momento era dichosa de estar viva.

– ¿Sabes? –Murmuró de pronto, deslizando suavemente su mano por el torso de Link–. Creo que debería visitar la fuente en el monte Lanayru.

– ¿Quieres ir a una fuente? –Se había extrañado por ese comentario, en verdad no había esperado que ella le pidiera ir a un lugar como ese– ¿Y la visita al reino Zora? –Levantó su cabeza con pereza, tratando de fijar su mirada en ella.

– Será un pequeño desvió –le respondió levantándose ligeramente para poder mirarlo, sonriéndole divertida al descubrir la incertidumbre en su rostro– luego retomaremos el plan original.

¿Cómo iba a negarse si ella lo miraba así?

Sonrió depositando un beso sobre su frente para volver recostar su cuerpo, ya relajado y cansado.

– Lo que usted ordene, mi Princesa.

Suspiró.

Poco después pudo percibir como ella cubría su cuerpo y el de ella con una mantita. Sonriendo reconfortado y tranquilo al sentir como la joven lo abrazaba apaciblemente, reposando su cabeza en su pecho, dejándose vencer por un gentil sueño.

Y en medio de la noche, aún con ese acopioso sonido de la tormenta en el exterior la lumbre se extingue lentamente, dejando de lado los deshechos troncos, cubriendo de cenizas el intenso fuego que ahora formaba parte de un recuerdo.

Un recuerdo nuevo y encantador.

¿Fin?


XD! De nuevo termino el fic con un "final" dudoso, ¿por qué? bueno simplemente eso es reflejo de algo que venía pensando y que quizás haga (si a nadie le molesta claro esta :P) otros lemon más XD, como ya este fic esta en clasificación M 9-9 a nadie le importara ¿verdad?

Bueno la imagen del fic aún no está terminada, la verdad es que pensaba terminarla y luego subir esto, pero al final XD le puse un filtro chanta y subí el fic con el dibujo aún como boceto, pero cuando tenga la versión a color la cambiaré :P, luego subiré también ese boceto al DA, ahora me dio flojera porque para variar es la hora del copi... no sé porque tengo la mala costumbre de actualizar en horarios malos como este XD

Gracias de antemano a todo quien se de una vuelta por este fic :)

¡Saludos!

Se despide atte

Zilia-K