Título original: Aren't your hands cold?

Autor: belgianjournalists

Summary: Chris le da a Sawamura su bufanda. Sawamura quiere devolverle el favor, así como confirmar algo. Y no se siente decepcionado.

Disclaimer: Nada me pertenece. Esta es una traducción autorizada. [Nothing belongs to me. This is an authorized translation.]


"Sawamura, tienes que cuidar mejor de ti mismo."

El chico en cuestión se sobresaltó cuando sintió que algo suave y cálido era envuelto alrededor de su cuello. Una bufanda. Se dio la vuelta y levantó la vista hacia chico más alto, con una sonrisa plasmada sus labios durante un momento –hasta que se convirtió en un ceño fruncido cuando vio el cuello desnudo del cátcher. "¿Qué hay de ti, Chris-senpai?"

"¿Qué hay de mí?" Parecía que había un brillo en sus ojos –eso, o Sawamura estaba viendo cosas.

"¿No sentirás frío? Dado que me estás prestando tu bufanda..." Una muy acogedora bufanda que olía igual que Chris-senpai. Era extraño, pero el pitcher nunca se había sentido tan calmado antes. Huh. Probablemente sólo era por el calor y no realmente por el olor. Cierto.

¡Oh, a quién quería engañar! Se sentía atraído por el mayor y lo sabía.

"Está bien, puedo soportar el frío hasta que regresemos a los dormitorios." Parecía que había más detrás de esas palabras, pero Sawamura no podía interpretar el significado oculto en ellas. Tampoco le preguntó.

"... De acuerdo. Entonces, lo aceptaré." Sin embargo, se sentía como si no pudiera aceptar la bufanda, pero sabía que su cátcher no la aceptaría de vuelta, sin importar qué dijera.

Espera.

Retrocede ese pensamiento.

¿Realmente había pensado en Chris-senpai como "su" cátcher? Sí. Sí, lo había hecho. Ah, ¿por qué estaba tratando de engañarse a sí mismo?

"Pero," continuó Sawamura después de haber aceptado sus pensamientos y sentimientos, "¿tus manos no están frías?" Lanzó una breve mirada al mayor. Si había algo con el otro jugador, captaría su indirecta.

Lo hizo.

Sawamura retomó su pensamiento anterior. Tener la grande y gentil mano de Chris-senpai sujetando la suya, era sin duda la sensación más relajante que jamás había sentido.

(También culpó al frío por el repentino enrojecimiento que apareció sobre sus mejillas.)