Esta es una historia muy especial, un mini-fic un tanto extraño hecho con todo mi cariño para ella, para la cumpleañera: Elsie River.

Si no me equivoco, este es el tercer año que tengo el grandísimo honor de poder ser participe de tu cumpleaños de una manera un tanto extraña, pero que no puedes ni imaginarte la ilusión que me hace. Este año la idea me la diste tú en cierto modo cuando escribiste ese fic tan especial, Monogatari no yoru, solo con recordarlo me emociono :3.

Te quiero. Vale, suena cursi y todo lo que quieras, pero es que no hay otra manera de expresar lo que significas para mí. Eres una de las personas más especiales que conozco. Contigo soy yo, sin mentiras, sin tapujos. Solo yo, con mis locuras, mis paridas, mis obsesiones. No necesito fingir ser normal, porque me aceptas, me entiendes. Es ir a clase por la mañana y pensar en llegar a casa para hablar contigo, porque necesito hablar contigo, contarte lo que me ha pasado, que me cuentes tú las novedades, o simplemente discutir sobre cualquier cosa, recomendarme series o mangas, hablar de osos polares, de pingüinos... En fin, que tu lo sabes tan bien como yo, churriña.

Gracias por todo. En serio, me has ayudado mucho más que personas que tengo a cuatro pasos. Y que me da igual la distancia, que yo algún día te daré un abrazo. Y no te soltaré. Nunca más te soltaré, porque no quiero. Jo, mocosa, muchas gracias por todo, en serio. Sin ti, estaría perdida. Eres mi apoyo, gracias por entenderme, por aguantarme, por tener un acento tan gracioso, por amar a los ositos, etc.

Esto va con todo mi amor, espero que disfrutes de esta pequeña locura.

Feliz cumpleaños, osita. Que lo pases muy muy bien, que te lo mereces.

P.D.: La utopía de ositos y pingüinos está cerca... muahahahaha.


Querida Elsie,

En primer lugar, feliz cumpleaños. Mi pequeña nieta se hace mayor ya... Quién lo diría, 19 años... No es algo que se cumpla todos los días. También siento no poder estar presente, pero ahora mismo me es imposible abandonar Inglaterra por diversas razones. Espero que lo comprendas, y puedas perdonar a tu abuela por no poder estar contigo en una fecha tan señalada.

En segundo, espero que te gusten los pequeños souvenirs que me he molestado en comprarte en Londres. También hay alguno para tu hermano, tus padres, y la pequeña diabla de tu prima, confío en que te encargarás tu misma de entregárselos. Pero esos souvenirs no son lo verdaderamente importante, no se pueden considerar verdaderos regalos de cumpleaños. Porque yo creo que para algo se convierta en un regalo debe ser algo que llegue directamente al corazón de la persona, algo que encante y haga que una sonrisa (por pequeña que sea) aparezca en tu rostro.

Por eso mi regalo este año es un libro de cuentos. ¿Lo reconoces? Tal vez no, ocurrió hace muchos años. Tus padres tenían que salir a cenar, por lo que tanto tú como Shawn os quedasteis a dormir en mi casa. Cenamos todos juntos, y después vimos una de tus películas favoritas, "Pesadilla antes de Navidad" si la memoria no me falla. Bueno, la cuestión es que era un típico día de invierno, con su correspondiente tormenta. Los rayos se sucedían continuamente, y podía verse el miedo en tu cara. Ni siquiera la presencia de tu hermano conseguía calmarte, podía oír tus gritos desde el salón cada vez que aparecía un nuevo relámpago. Recuerdo que me levanté del sillón caqui y cogí un libro, este libro, antes de ir a vuestra habitación. Tú estabas en la cama con tu hermano, y te asustaste al verme. Pero cuando me senté en la mecedora de pronto te calmaste. Te levantaste de la cama y te sentaste en mis rodillas, mientras yo abría el libro de cuentos. Recuerdo perfectamente tu expresión al ver los múltiples dibujos, como admirabas cada página y como deslizabas con cuidado tus dedos por cada una. Primero insististe en leer la historia del Cascanueces, aún sonrío en lo mucho que te pareces a tu madre en eso... Siempre fue su cuento favorito. Sin embargo no fui capaz de acabar de leer el cuento, porque te dormiste en mi pecho.

Siempre supe que este libro debía acabar en tu poder y por eso, hoy, día de tu decimonoveno cumpleaños, me decido a entregártelo. Espero que lo cuides, lo disfrutes y lo quieras como aquella pequeña niña haría.

De nuevo, feliz cumpleaños querida,

Clarisse Blanc