Soy consciente de que tengo otro fic empezado. Alternaré ambos, pero es que esta historia se me ocurrió y necesitaba al menos publicar el primer capítulo. Es totalmente AU. Pero aún así espero que os guste. Totalmente Clexa. Y empieza ya con capitulo para +18. Espero vuestras críticas, ya sean estas buenas, malas o regulares.


Llegaba tarde y eso era algo que odiaba. Siempre creyó que era una falta de respeto para con las personas que te tienen que esperar. Pero aquel día era aún peor. Llegaba tarde al entierro del que había sido su instructor en la academia del FBI, Gustus. Hacía poco más de dos años que había dejado la oficina federal y había regresado a Nueva York. Ahora en la ciudad que nunca duerme velaba por la seguridad de la gente formando parte del cuerpo de la policía.

Hacía unos días que había recibido una llamada desde Washington DC, para comunicarle el fallecimiento del ex agente del FBI, Gustus. Desde el primer día ambos habían congeniado, para ella Gustus había sido lo más parecido a un padre que había tenido.

Llegó con el tiempo justo de montarse en el coche reservado para los familiares. El último destino de Gustus era Cementerio Nacional de Arlington. Sentada a su lado se encontraba la mano derecha del fallecido, Indra. Ambos se habían conocido cuando pertenecían al cuerpo de Marines de los Estados Unidos. Cuando Gustus decidió dejar las fuerzas especiales atrás Indra le siguió. Y ambos entraron a formar parte del FBI.

Durante años formaron el mejor equipo de campo. Hasta que tras una operación Gustus cayó en desgracia, siendo degradado hasta instructor en Quántico. Entonces Indra, tampoco lo dudo y pidió el mismo destino. Durante años adiestraron a buenos agentes. Pero sólo uno se transformó en algo parecido a su familia.

-Pensé que no llegabas.

-Eso es imposible, si hubiese tenido que matar al taxista lo habría hecho – Se alisaba el traje por enésima vez.

-No le gustaría verte en ese estado de nervios. Ya sabes que te diría que debes ser fuerte- Indra se colocaba sus gafas de sol justo cuando la puerta del coche se abría tras detenerse- Respira y deja los nervios en el interior de este vehículo- Le aconsejó antes de salir.

Caminaron los pocos cientos de metros que les separaban del lugar dónde morarían los restos mortales de su amigo. Siempre detrás del féretro, pero en la primera línea.

Intentaba prestar atención pero los cementerios hacían que su casi siempre gélida apariencia desapareciera. Su cuerpo estaba a punto de comenzar a convulsionar por las lágrimas que estaba guardándose.

-Lexa, a veces hay que dejar salir lo que sentimos- Miró a su lado a la persona que le había dicho aquello y negó- Tener sentimientos no es malo y lo sabes.

-Tener sentimientos nos hace débiles. Raven, él sabía lo importante que era para mí, no hace falta que llore aquí.

Siete horas después de aquello, las tres mujeres llegaban al aeropuerto JFK de Nueva York. Las tres caminaban con sus pequeños equipajes hacia la salida. Raven e Indra se miraban entre ellas, pero ninguna se atrevía a preguntar a Lexa cómo se encontraba. Hacía más de siete horas que no pronunciaba palabra. De hecho las últimas habían sido las que le dijo a Raven.

-Está Finn fuera- Dijo Raven después de hablar por teléfono- Os llevamos a casa.

-No hace falta, prefiero tomar un taxi. Quiero hacer algo antes de ir – Ambas miraron a Lexa cuando ésta rechazó el ofrecimiento.

-Espero que no vayas a ir a la Comisaría – Indra conocía perfectamente a la que había sido su alumna y sabía que en momentos de sufrimiento se refugiaba en el trabajo.

-No, podéis estar tranquilas. Sólo quiero… - No encontraba las palabras. Su mente en ese instante era un hervidero de imágenes de Gustus , Indra y ella- Me parece que voy a aceptar la oferta- Aquel cambio sorprendió a sus acompañantes.

El primer lugar en el que el vehículo de Finn se detuvo fue en Lower East Side uno de los barrios de Manhattan. En ese barrio, justo en la esquina de Grand St con Orchard St, se encontraba la casa de Lexa. Tanto Indra, que vivía en Tribeca, como Finn y Raven que vivían en Little Italy, intentaron que Lexa no se quedase sola en su casa pero todo intento fue en vano.

-¿Estará bien? – En la voz de Finn se notaba la preocupación.

-Sí, es Lexa – Fue la contestación que Indra dio.

Los tres sabían que pese a la coraza que siempre llevaba su amiga, estos días lo debía estar pasando francamente mal.

Lexa había abandonado el FBI hacia casi tres años. La última operación que llevó a cabo supuso el desmantelamiento de una banda que realizaba trata de blancas. Cientos de mujeres fueron liberadas. Pero Lexa pago un alto precio. El jefe de la banda, ordenó desde la cárcel el asesinato de la pareja de la agente, Costia.

Pocos días después de la muerte de Costia, el hombre fue asesinado en los baños de la prisión en la que estaba. Lexa fue interrogada por asuntos internos, pero al final se dictaminó que ella no había tenido nada que ver.

El golpe fue muy duro y durante meses Lexa anduvo bastante perdida. Finalmente solicitó su baja en el FBI y decidió regresar a Nueva York, ciudad que la había visto nacer. Pero como siempre no se fue sola. A su lado, Indra y Raven que era la analista del equipo de Lexa.

Ahora casi tres años después de aquello, Lexa era detective de la policía de Nueva York. Indra trabajaba como investigadora en la oficina del fiscal del distrito y Raven era analista de la policía en la misma comisaría en la que Lexa trabajaba.

Lexa se dejó caer sobre su cama. Ni siquiera se quitó la ropa. Tampoco deshizo la maleta. Sólo quería cerrar los ojos y que al abrirlos todo hubiese sido un mal sueño. Sabía que aunque sus amigos no hubiesen dicho nada, todos se habían dado cuenta de que ese día se habían cumplido tres años exactos de la muerte de Costia. Y ella volvía a estar en un funeral ese mismo día.

Pese a que le costó un mundo se levantó de la cama. Sus músculos le pedían a gritos un poco de relajación y para eso nada mejor que un buen baño de espuma.

Lexa sintió cómo un escalofrío le recorría el cuerpo, negó con la cabeza, el agua había perdido su calor. Se fue incorporando lentamente hasta ponerse en pie y salió de la bañera, quitó el tapón y el agua comenzó a perderse por el desagüe.

Cogió una toalla, y se la enrollo sobre su cuerpo, con ella puesta comenzó a secar su larga cabellera con otra toalla más pequeña, nunca le gustó usar secador, le gustaba mucho más cómo le quedaba el pelo cuando se secaba despacio. Abrió el armario del baño y tomó el tarro de crema hidratante, para Lexa era todo un ritual el momento de aplicarse las cremas de cuerpo.

Dejó caer la toalla, quedando nuevamente desnuda, elevó la pierna hasta colocarla en el bordillo de la bañera, tomó un poco de crema con su mano y comenzó a extenderla por la pierna. Lento, haciendo pequeños círculos fue poniéndose la crema en la pierna, sus dedos recorrían el pie, subiendo despacio por la pierna, llegando hasta el muslo, extendía por la parte interna, despacio, acariciando cada milímetro de su pie. Después de darse un suave masaje cambió la pierna, comenzando el mismo ritual, crema entre los dedos del pie para ir ascendiendo despacio por toda su larga pierna hasta perderse nuevamente en la parte interna de aquel muslo.

Tras las piernas, llegó el momento del estómago, ambas manos recorrían aquella parte de su anatomía, no dejando parte de ella sin hidratar, sus manos fueron ascendiendo llegando hasta sus pechos, dejando la crema en pequeños círculos, sus manos los recorrían con suavidad.

Siempre finalizaba extendiendo crema por sus brazos, tras lo cual sus manos volvían a recorrer cada centímetro de su piel asegurándose que la crema estaba totalmente extendida, se miró en el espejo, y tras dejar la crema de cuerpo tomó la de la cara, comenzando a extenderla por el cuello, dándose un pequeño masaje, luego pómulos y frente.

Tras aquello salió del servicio dirigiéndose hasta su cuarto, abrió el cajón de la ropa interior, y tomó un pequeño tanga negro, se lo colocó y después decidió sacar una de sus viejas camisetas para dormir cómoda.

Con suerte, lograría dormir sin que las pesadillas la despertasen. En estos tres años, pocas habían sido las noches en las que había podido dormir y descansar sin sobresaltos. Sus amigos le aconsejaron que se tomase algún día libre, pero lo que ella necesita es acción y no estar sola en casa lamiéndose las heridas. Pese a lo que pensó en un principio aquella había sido una buena noche. Tardó en quedarse dormida pero cuando lo hizo fue del tirón.

Cuando llegó a la planta de homicidios se extrañó de encontrar el despacho del capitán vacio. Su compañera se acercó a saludarla- ¿Dónde está?- le preguntó señalando el despacho de su capitán.

-En la central. Por lo visto el nuevo fiscal del distrito ha querido reunirse con todos los comisarios- En ese momento Lexa se dio cuenta de que con todo lo que había sucedido con Gustus se le había olvidado que había habido elecciones en la fiscalía.

-¿Quién ha salido elegido? – Preguntó mientras se sentaba tras su escritorio.

-Markus Kane- Lexa asintió.

-Sólo espero que sea mejor que el inepto de Roan- Su compañera rio. Sabía de sobra lo mal que se llevaban ambos- Octavia no se dé que te ríes. Gracias a ese idiota varios de nuestros detenidos siendo culpables están en la calle- Ahí Octavia dejó de reír.

-El nuevo dicen que aplica la ley a raja tabla, que no le tiembla el pulso. Y también dicen que trae su propio equipo. Todos nuevos – Lexa asintió. En ese instante por el pasillo apareció la capitana de la 93th.

-Detectives, todos a la sala de reuniones- Todos en la planta siguieron a la capitana. Cuando entraron en la gran sala esperaron a que hablase para saber qué ocurría- Como todos recordareis tenemos nuevo fiscal y hoy nos ha querido reunir a todos los comisarios. Nos ha presentado a todo el nuevo equipo, incluidos sus ayudantes. Y nos ha contado algunas novedades. Entre ellas, ha decidido que cada ayudante del fiscal lleve siempre las mismas comisarias- Lexa y Octavia se miraron. Aquello no era malo, al menos no tendrían que tratar cada vez con uno diferente. Claro que si no se llevaban bien podría ser un suplicio.

-¿Sabemos a quién nos ha asignado? – Preguntó Lexa.

-Aún no, llegará en unos días. Hasta ahora por lo visto trabajaba fuera de Nueva York. Pero nos ha asegurado que lo primero que hará cuando llegue será pasarse por las comisarias que le sean asignadas. Y por ahora eso es todo. Salgan ahí fuera y hagan su trabajo. Y ya saben, que nos volvamos a ver.

Lexa aun recordaba la primera vez que escuchó esa frase en boca de su capitana. Fue Octavia la que le explicó que era la forma de ésta de decirles que tuviesen cuidado en las calles. Octavia fue la detective que desde el mismo día de su llegada le había sido asignada como compañera. Al principio había existido algún roce entre ambas, debido más que nada al carácter cerrado de Lexa, ya que Octavia a primera vista parecía algo alocada. Pero cuando ambas se conocieron se dieron cuenta de que no eran tan diferentes. Y Lexa tenía que reconocer que a veces el punto de locura de Octavia le había servido para desconectar.

-¿Crees que será algún tío buenorro el que nos sea asignado? – La pregunta hizo que Lexa rodase los ojos- Oh vamos, alguna vez habrá que divertirse.

-Tú te diviertes siempre – Pese a lo que pareciese desde fuera, no había sido un reproche y Octavia se rio- ¿Qué ha sido del tipo del fin de semana pasado?

-Lexa, cariño. Tú también te divertirías más sino fueses tan …-La mirada que su compañera le puso hizo que Octavia no terminase la frase- Era un aburrido, así que vuelvo a estar disponible.

-Detectives Woods y Blake, a mi despacho- Ambas se pusieron en pie mirándose extrañadas, no recordaban haber hecho nada para terminar en el despacho de la capitana.

Desde el momento en el que Lexa había comenzado a formar parte de la 93th, la relación de ésta con la capitana Anya Triku había sido perfecta. Incluso desde fuera se diría que se conocían de antes.

-Capitana, ¿quería vernos? – Anya les indicó a ambas que tomasen asiento.

-Quiero que seas vosotras las encargadas de darle la bienvenida al ayudante del fiscal – A Lexa le cambió la cara, odiaba hacer de niñera- Detective Woods ¿algún problema?- Octavia miró a su compañera esperando escuchar una respuesta.

-Señora, no soy niñera de nadie- Octavia no se terminaría nunca de acostumbrar a la inexistente diplomacia de su compañera.

-No niñera no eres. Eres mi detective, así que harás lo que yo te mande. ¿Ha quedado claro?- Ambas detectives asintieron- Bien, ahora a trabajar- Cuando ambas se pusieron en pie Anya le dijo a Lexa que se quedase un momento- ¿Cómo estás? – Preguntó cerrando la puerta tras la salida de Octavia.

-Bien, todo bien capitana.

-No es tu capitana la que pregunta, es tu amiga- Lexa se dejó caer sobre la silla.

-Mal, Gustus era lo más parecido a un padre que he tenido. Pero lo superaré, él no querría verme hundida – Anya asintió.

-Le conocí poco, pero me pareció un hombre muy sensato y fiel a sus amigos. Siento su perdida, sobre todo por el dolor que ella te está causando. Si quieres tomarte algún día, lo entenderé.

-Gracias Anya, pero prefiero mantener la mente ocupada. Respecto a lo ser niñera- Anya sonrió. Sabía perfectamente que Lexa no se iba a dar por vencida.

-A ver, no te pido que seas niñera de nadie. Sólo que cuando venga el fiscal, seáis vosotras las que le enseñéis las dependencias y le presentéis a todos. Queda menos frio si lo hacéis vosotros a si lo hago yo como capitana. Y de todo mi equipo vosotras sois las mejores – Lexa supo que no había nada que hacer. Sería niñera por un rato del fiscal cuando éste apareciese.

A lo largo del día recibió varias llamadas de Indra y el resto. Decidieron quedar para tomar unas copas al final de la jornada.

-Octavia, al final ¿te vienes a tomar algo con nosotros? – Preguntó cuando ya ambas salían de la comisaria.

-Pues mira sí, porque el tío de robos con el que había quedado me termina de dejar plantada.

-Vale nos vemos en una hora en el bar de siempre- Lexa se subió en su moto y puso rumbo a su casa. Tenía el tiempo justo para darse una ducha rápida y cambiarse de ropa.

Una hora después Lexa hacía su entrada en el Arka, el local que se había convertido en el favorito de su reducido grupo de amigos. Al fondo en una mesa, Indra le hizo señales. Justo en ese instante la puerta se abrió y Octavia entró agarrándola del brazo.

-No puedo creer que hayas llegado a tiempo- Dijo Lexa a su amiga.

Varias cervezas después el ambiente entre el grupo era de lo más ameno. Incluso Lexa había soltado alguna sonrisa gracias a las tonterías de Octavia y Raven.

Lexa y Octavia se levantaron para pedir la siguiente ronda- Madre mía, eso es un hombre. Me lo tengo que llevar a la cama- La expresión de su amiga hizo que llevase su mirada al sitio dónde estaba mirando Octavia.

En mitad de la pista de baile, una pareja hacía las delicias de casi todos los presentes. Un montón de tíos rodeaban a la chica, queriendo bailar, pero ella sólo tenía ojos para su acompañante masculino, el cual hacía que muchas mujeres le mirasen embobadas e incluso alguno de los hombres presentes.

-Nos acercamos un poco ¿vale? – Lexa se negó, prefirió llevar las cervezas a sus amigos- Mira que eres tonta, la chica tampoco está nada mal- Le casi gritó Octavia.

Unos minutos después Lexa se dio cuenta de que ahora era su amiga la que bailaba con el chico. Y sin saber muy bien porque comenzó a buscar a la chica entre la gente. Se terminó la cerveza y se acercó hasta la barra para pedir un chupito. Como todas las noches en las que salía, su fin de fiesta era un tequila.

De repente notó un cuerpo junto al suyo, giró la cara y ahí a su lado estaba la chica del baile. Lexa la miró de arriba abajo y cuando volvió a subir la cabeza observó como la estaba mirando fijamente.

- ¿Bailas?- Antes de que Lexa le responda la coge de la mano y la lleva hasta la pista, en el camino miro hacia donde está Octavia hablando con el chico y Raven, sus amigas se sorprenden al verla pero sonríen y alzan los pulgares.

La detective hacía años que no bailaba, tantos que ni siquiera lo recordaba. En realidad, se da cuenta de que nunca ha salido a bailar, eso no es algo que ella haya hecho. Pero aun así se deja llevar por el sonido de la música y lo que éste le transmite. Su acompañante tiene sus manos sobre las caderas de Lexa, y acompaña el movimiento de éstas. Lexa se sorprende a ella misma cuando lleva su mano hasta el culo de la chica y ésta en contestación se muerde el.

-¿Soy yo o hace mucho calor aquí?- Le dice acercando su boca a la oreja de Lexa, haciendo que un escalofrío recorra la espalda de ésta.

La siguiente vez que Octavia las mira se están besando. Las manos de ambas están en el culo de la otra, Lexa deja salir un pequeño suspiro cuando su acompañante cuela su rodilla entre sus piernas y vuelven a mecerse sin dejar de bailar. Sus labios arden, sus lenguas han cogido confianza.

Cuando por fin se separan, Lexa se da cuenta de que sus amigos están a su lado y comienzan a aplaudir y lanzar vítores. Lexa se pone seria y se tensa pero la chica comienza a reír. Rodea el cuerpo de Lexa y se pega a su espalda, llevando sus manos hasta su estómago -¿Nos vamos?- La pregunta hace que los amigos de Lexa miren a ésta esperando la negativa de siempre- ¿Coche?- es la respuesta que Lexa da dejando a sus amigos totalmente descolocados.

-Taxi- Responde la chica. Antes de marcharse suelta a Lexa y se acerca a decirle algo al chico con el que vino. Ambos se despiden con un beso en la mejilla- Soy Clarke – Dijo la chica ya en la calle.

-Lexa- Fue la respuesta justo antes de montarse en el taxi.

Montadas en el taxi de camino al hotel, la mano de Lexa recorría, sin disimulo la pierna de su acompañante, colocándola finalmente sobre su objeto de deseo – Para, nos va a pillar – puso su mano sobre la de ella intentando detener el movimiento. Lexa la miró, apartó la mano que impedía a la suya hacer cualquier movimiento y comenzó a moverla, la respiración de Clarke empezó a entrecortarse, las bocas de ambas pedían a gritos un beso largo, fuerte, brusco, pero Clarke recobró la cordura, aquel no era el lugar –En serio, para – dijo sujetando con sus manos la muñeca de Lexa haciendo que separase de ella aquella mano que la estaba volviendo loca.

En el edificio subir hasta el apartamento de la detective en el ascensor se convirtió en un suplicio para Lexa. Esta vez la que decidió jugar un poco fue Clarke, cuando llegaron a su planta sacó su mano del pantalón de la detective – Me encanta sentirte así de mojada- le dijo besándola antes de salir.

Lexa abrió la puerta de casa, haciéndose a un lado para que la chica entrase primero.

Nada más entrar, ambas quedaron mirándose, sabían perfectamente lo que querían, pero parecía que ninguna iba a dar el paso. Lexa tenía una sonrisa dibujada en su rostro, miró a Clarke alzando las cejas. La rubia intentaba mantener la mirada, pero se perdía mirando los labios de Lexa, decidió dar un paso y comenzó a moverse sensualmente, cerró sus ojos al tiempo que comenzaba a desabrocharse los botones de su blusa, Lexa reaccionó al instante tomándola por la muñeca y pegándola con fuerza sobre la pared.

Lexa pegó su cuerpo por completo al de Clarke, metió su cabeza en su cuello y comenzó a besarlo, buscando el punto exacto en el que notaba su latido mordiendo aquella zona, haciendo que su chica soltase un gemido. Clarke buscaba los labios de Lexa, pero ésta continuaba lamiendo el cuello de la chica, sacando de su garganta más gemidos.

Levantó su cabeza y la miró, mordiéndose el labio, se acercó a sus labios y los mordió, los rozaba, sujetaba las manos de Clarke con una de las suyas y con la otra comenzó a recorrer el cuerpo, la llevó hasta su culo agarrándolo con fuerza, Clarke gemía cada vez más fuerte.

-Bésame – La voz de la rubia sonaba entre cortada por el deseo.

Lexa la ignoró, llevando su boca hasta sus pechos, comenzando a recorrerlos con su lengua, logrando sacar un nuevo suspiro de Clarke, aquello la excitó aún más si cabe.

La tiró sobre la cama.

Han perdido la cuenta de las vueltas que han dado por la cama. Ambas quieren llevar la iniciativa. Lexa se sienta encima del estómago de Clarke haciendo que así se esté quieta. La tengo debajo de ella, desnuda, respirando fuerte, y mirándola con unos profundos ojos azules, que ahora mismo están oscurecidos por el deseo que la consume.

- O empiezas o damos la vuelta-Es la frase que dice Clarke y que logra que Lexa vuelva.

Lexa, bajó el pantalón de Clarke y junto con él su ropa interior, pasó su mano por la entrepierna de la chica notando la humedad de ella -Estás empapada – le susurró en el oído para luego morder su lóbulo- No sabes cómo me pone de perra al verte tan mojada.

Lexa comienza a bajar por ella mordiendo y besando todo lo que encuentra a su paso. Perdiéndose entre las piernas de la chica, la mano de Clarke se enreda entre la melena de Lexa.

-¡No pares! – apoyó sus manos en la cabeza de Lexa.

-No pienso parar, preciosa– Le contesta Lexa al tiempo que la penetra. Logrando con ello un nuevo gemido de Clarke. Cuando sintió que la rubia estaba a punto de correrse sacó los dedos de su interior -¿Qué coño haces? -Aguanta un poco más – dijo Lexa retomando de inmediato lo que estaba haciendo un segundo antes- No quiero que termine tan pronto.

Ambas sentían que el orgasmo estaba cerca. Lexa aceleró sus movimientos, haciendo que Clarke sintiese un increíble orgasmo. Sus ojos se clavaron en los de la detective, dándose cuenta del color verdoso que éstos tenían.

-Azul contra verde – Dijo entre jadeos y haciendo que Lexa no entendiese a que se refería. Giró llevándose el cuerpo de la detective y esta vez Clarke quedó encima- Esto aún no ha terminado.

Clarke no había tenido bastante de Lexa, bajó una de sus manos hasta el sexo de la detective comenzando a estimularlo con sus hábiles dedos mientras se perdía en su boca, Lexa se dejaba besar.

Clarke notando como había aumentado la humedad, introdujo sus dedos en su amante, sintiendo como ésta arqueaba su cuerpo, escuchado sus gemidos. Una vez dentro, estos entraban y salían acelerando el ritmo cada vez, mientras se devoraban la boca.

-Vamos, déjate ir – Le dijo Clarke entre jadeos. Llegando las dos al clímax, se dejaban caer sobre el colchón, con sus cuerpos sudorosos, ambas intentando recuperar sus respiraciones.

Cuándo ambas se recuperaron comenzaba a amanecer. Clarke salió de la cama, intentando no despertar a su acompañante- Si quieres ducharte antes de irte por mí no hay problema- La voz de Lexa sobresaltó a Clarke.

-Perdona, no quería despertarte, pero debo irme me esperan en el trabajo en unas horas y me gustaría pasar por el hotel- Lexa la miraba alzando una de sus cejas.

-No te he pedido una explicación- Ambas se miraron- No hay que dar explicaciones. Ambas lo hemos pasado bien y ya está.

-Bien – Clarke sonrió y dejó salir el aire que había acumulado en sus pulmones. Ambas pensaban lo mismo.

-Yo también debo levantarme ya. Entro a trabajar en menos de dos horas- Clarke se terminaba de abotonar la camisa.

-¿A qué te dedicas? – Preguntó mientras se recogía el pelo en una coleta.

-Soy secretaria – Contestó Lexa- ¿Tú?

-Yo también, vaya casualidad. Ha sido un placer Lexa- Le dijo mientras besaba su boca- Un autentico placer.