Disclaimer: Relato dirigido a un publico mayor, alto contenido de palabras obscenas, situaciones que puedan incitar el comportamiento violento, consumo de sustancias alucinógenas que pueden crear dependencia, escenas o alusión a relaciones sexuales y parejas del mismo genero.
Se recomienda discreción.
Porque para aprender la lección, la derrota siempre es mejor...
Oscuridad, fría y densa oscuridad era la único que percibía a mi alrededor. Hacía los mayores esfuerzos por despejar mis ojos, por alcanzar a ver algo de lo que me rodeaba pero me era imposible. Alcé las manos, o eso creí hacer, intentando tocarme el rostro, pero no logré precisar en donde se encontraba. Tenía mucho frío y unas nauseas espantosas comenzaban a hacer que la garganta me ardiera; y de pronto, con un reflejo salvaje, sentí como una sustancia caliente salía de mi boca, llenando lo que comprendí era mi pecho y mis brazos.
Poco a poco las cosas comenzaron a aclararse, ya empezaba a ver figuras borrosas a lo lejos, acompañadas por luces de colores que iban de un lado a otro iluminando de vez en cuando a algunas parejas que parecían muy concentradas entre ellas. Los sonidos estaban llegando a mis oídos, aunque de forma lejana, distinguí algunas carcajadas y el retumbar característico de los bajos de una canción electrónica. Finalmente logré moverme, dueña parcialmente de mis acciones, traté de identificar en donde me encontraba. Sentí bajo mis palmas el frío del suelo y una ráfaga de viento me ayudó a recobrar poco a poco la memoria.
Giré el rostro hacia un lado y pude ver la calle desierta, sumida bajo la oscuridad de la noche, alumbrada por algunos faroles que dibujaban sombras sobre los arbustos de las casas contiguas. Maldije internamente mientras me frotaba torpemente el puente de la nariz con la mano pegajosa. Alcé el brazo por sobre mi cabeza y me sujeté firmemente de la baranda metálica que tenía detrás, levantándome muy lentamente para evitar otra explosión. Cuando finalmente logre incorporarme sobre mis temblorosas piernas una ráfaga de viento hizo peligrar mi posición sobre el balcón. Las náuseas volvieron y una sensación acida llenó mi boca de inmediato, queriendo ser liberada sobre el piso de cristal previamente decorado. Me hice con las escasas fuerzas que me quedaban y con asco, me tragué lo que sabría que sería un problema después.
Intenté calmarme y normalizar mi respiración mientras las arcadas me atacaban sin piedad; llevé una mano temblorosa al bolsillo de mi cazadora y saque un cigarro, el cual encendí con bastante dificultad. Le di varias calas seguidas, ahogándome en el proceso, y no me detuve hasta que logré mantener el humo sin que pareciera que sufría de enfisema. Me recliné de la baranda y suspiré viendo como volutas azuladas de humo ascendían cada vez más hacia el cielo nocturno. Comenzaba a sentirme mejor, las náuseas se habían controlado y las piernas ya no parecían hechas de gelatina, por lo que me concentré en recordar lo que había pasado.
Me acordaba de haber salido de casa, después de una pelea con mis padres, haber azotado la puerta y subirme en el auto de Sara para ir a la fiesta. Llegamos al departamento de Alex, después de pasar buscando a Natalie y Amaia; allí la cosa empezó a tornarse borrosa. Lo único que logré distinguir fueron las grandes cantidades de botellas, humo y un polvillo blanco que iban y venían, y a medida que la cantidad aumentaba, más borrosas se volvían las imágenes. Me devane lo sesos tratando de averiguar en qué punto había caído pero mientras más me esforzaba la información parecía cada vez menos clara y lo único que lograba era que las náuseas volvieran acompañadas de un terrible dolor de cabeza.
Volví a darle una calada al cigarro, pero el dolor aumento, meneé levemente la cabeza, como si con eso lograría que el malestar se largase, pero no lo conseguí. Bufé audiblemente, incómoda por el dolor cuando escuché pasos apresurados a mi espalda y lentamente me giré para ver quienes se acercaban. Cuatro sombras se abrían paso entre las parejas dentro del apartamento, esquivando ocasionalmente a alguien que balanceaba una botella o que hablaba efusivamente; al ver sus rostros de preocupación me volteé hacia el barandal y les di la espalda.
-¡Hasta que al fin!- exclamó a quien reconocí como Sara- ¡Nos tenías dando vueltas por todo el lugar! ¿En qué carajos piensas Bella?
-Ya, ya, cálmate. No es para tanto- respondí haciendo señas con la mano, restándole importancia al asunto.
-¿Que no es para tanto? ¡Por Dios Bella, estabas muy mal!- profirió con tono de preocupación Amaia, quien estaba a mi lado- Le dije a Sara que no te diera más de esa cosa, pero como la jodida tiene el tabique de acero cree que los demás son iguales.
-¿Ahora la culpa es mía? No me jodas 'Maia, que no sea capaz de aguantar tantos pases no me convierte en la villana. La que debería decidir cuándo es suficiente es ella y no seguir buscando más mierda como un sabueso rabioso.
-¡Ya cállense la dos! Me están dando migraña- rugí mientras me sacudía del agarre de Amaia, tratando de evitar en vano la corriente eléctrica que ya comenzaba a azotarme.- Si aguanto o no, no es su problema. Me hace falta más práctica eso es todo.
-¿Práctica?- gritó Amaia- Tú no vuelves a tocar esa mierda más nunca en tu vida.
-¿Ah sí? ¿Y quién me lo va a impedir?... ¿Tú? - la miré de arriba abajo por encima de mi hombro- ¡Ja! Buena suerte con eso encanto.
El rostro de Amaia se contorsionó en una mueca mitad ofendida y mitad herida, aparté rápidamente la mirada sintiendo como la culpa comenzaba a hacer estragos y chasqueé la lengua con bastante enojo por ello. Percibí como el ambiente se había vuelto tenso y que las demás estaban bastante incómodas, quise solucionar aquello pero el dolor de cabeza no ayudaba.
-¿Alex, en dónde está?- pregunté buscando por el grupo de gente, mientras escuchaba un bufido a mi lado.
-Ya sabes… Ocupada- Sara fue la única que se dignó a responder, las demás no me miraban.
-Ya…- alcé las cejas conociendo el mensaje oculto.
-Hablando en serio Bella, Amaia tiene razón, estabas bastante mal, no te mantenías en pie, la nariz te empezó a sangrar y de repente desapareciste sin dejar rastro. ¡Nos pusiste en órbita! Todas te estábamos buscando pero no…
-¿Todas? Claro, no hay por qué mentirme Alicia- la interrumpí de mala gana- Ustedes cuatro me estaban buscando, a esas dos les vale verga lo que me pase.
-No digas eso Bella- intervino Alicia tratando de defender lo poco que podía a sus amigas.
-¿Qué no diga eso? ¡Por favor! Si les importara algo, aunque sea míseramente, estarían aquí con ustedes. Pero la verdad no es que me importe, por mí que sigan dándose hasta que se cansen.
-Bella…- interrumpió Natalie
-¡¿Qué?!
-Tu nariz- respondió quedamente, con los ojos abiertos como platos mientras señalaba mi rostro.
Las demás siguieron la trayectoria y cuando me miraron sus caras detonaron horror y pánico. Ante aquella demostración de miedo me sentí nerviosa y me apreté la nariz con los dedos para averiguar lo que pasaba, cuando los llevé a la luz vi con sorpresa como estaban empapados en sangre, oscura y caliente. Mis ojos imitaron a los de las demás y con un movimiento apresurado pasé el dorso de la mano para limpiar lo que quedara, sin embargo mi sorpresa fue que la hemorragia no paraba y la sangre ya comenzaba a manchar mi camisa. Alcé el rostro, pero lo que conseguí fue que la sangre bajara por mi garganta, haciendo que tosiera exageradamente.
Las demás personas comenzaron a girarse para ver lo que pasaba y esto solo lograba que tosiera con más fuerza. Las náuseas regresaron y de un momento a otro vomité nuevamente sobre el piso, solo que esta vez todo el mundo estaba allí observando con horror como el cristal se teñía de rojo escarlata. De pronto las piernas volvieron a fallarme y todo comenzó a volverse borroso de nuevo. Entonces sentí mucho frío y percibí claramente como me desplomaba en el piso.
-¡Isabella!- fue lo último que escuché antes de perder la consciencia.
