¡Al fin, después de mil años, subo algo de mi OTP! ;A; Ay, estoy muy emocionado [inserte corazóncitos].

El título es un juego de palabras. Catchy es algo pegadizo, atrayente o fácil de recordar (además de que catch es lo que hace un catcher en el campo) y Striking es algo sorprendente o chocante XD (y strike es lo que debe hacer un pitcher tres veces para sacar a un bateador).

Será una historia de 4 partes; de las cuales, la mitad será una historia y la mitad otra, así que subo la primera parte para que la vayan conociendo y si les gusta, no duden en comentar :D.

Como siempre, mi coautor: Adler Fellner (link en mi perfil), quien me apoya en todo lo posible (¿y, ya he dicho que lo amo? Me encanta xD).

Y mi hermosísima Beta Reader: KassaneT (link en mi perfil), es un encanto de mujer [inserte corazoncitos, muchos, muchos para ella].

Ahora sí, espero que les guste~.


CATCHY STRIKING

PRIMERA PARTE

CAPÍTULO I

El equipo de béisbol de Seido logró llegar al Torneo Nacional después de seis años de duras derrotas. La meta de llevar al entrenador a ese escenario los colmó a todos de un sentimiento inenarrable, y al retirarse, nadie tuvo remordimientos. Descubrieron las fallas del nuevo equipo y, con el orgullo en alto, juraron tomar la victoria el próximo año.

Pasó un mes desde entonces; los chicos de segundo y primero organizaron una cena de despedida para los veteranos, quienes se reunieron en el comedor que los había visto crecer por tres largos años.

—Masuko, no empieces antes de tiempo —la primera voz en romper la tranquilidad fue la del perro de Seido.

—Pero es que la comida se ve tan deliciosa… y también lo está.

—¿En verdad? —hizo acto de presencia la líder de las managers—, es un alivio —agregó mientras depositaba más platillos en la mesa principal, seguida de las otras chicas.

—¿Todo esto lo hicieron ustedes? —Tanba se acercó curioso.

—No —soltó una pequeña risa—, bueno, no exactamente. La verdad es que…

—¡Hey, no veo a Miyuki por ninguna parte! —Isashiki se cruzó de brazos—. Ese chico ya se siente demasiado importante ahora que es el capitán. ¡En cuanto aparezca le voy a enseñar modales de nuevo!

—No es eso. Lo que sucede es que tuvimos algunos... problemas, y él es quien prepara la comida.

—¿¡Cómo!?

Kuramochi llamó la atención con su conocida risa antes de darle una patada a Sawamura.

—Sí, este idiota fue esos problemas.

—¡Lo que pasa es que está celoso! Cuando escuchó que iba a cocinar personalmente para Chris-senpai, hizo todo lo posible por impedirlo. ¡Lo siento maestro! —se giró hacia el nombrado—. ¡Me apeno por el comportamiento de este delincuente tan descortés!

—Le salvé la vida a Chris —hizo lo más sensato que cruzó por su cabeza y le aplicó una llave al cuello—. Quién sabe qué le pudo pasar si metías mano en su comida. Esto se trata de que los de tercero pasen un buen rato, ¡no de que sea su última cena! —puso más presión por puro gusto—. ¿¡Y a quién llamaste delincuente, idiota!?

—Tiene razón, Sawamura. Tú deberías trabajar en una planta de desechos radiactivos antes de disponerte a entrar en una cocina —como última instancia (y con los platillos restantes) apareció un talentoso y bien conocido catcher y cocinero.

—Es un gesto muy amable de todos ustedes. Muchas gracias por su esfuerzo —el ex capitán estaba más que feliz con la sorpresa.

—Esto no sólo debería ser para nosotros, también es para ustedes que ganaron el partido que los llevó a las Nacionales —dijo Koichiro.

—Partido que pierden por poco —agregó Ryouske, lo que hizo que se ganara miradas exaltadas.

—¡Guepardo malvado! —enunció cierto castaño al momento de ser liberado para, después, esconderse tras Takigawa—, ¡salvaje!

—¡Serás…! —le dirigió una mirada extraña y sombría—. Cuida muy bien tu espalda cuando no esté Chris.

—Parece que se llevan tan bien como siempre —dijo Miyuki.

—¡Que no lo hacemos! —contestaron al unísono las partes en conflicto.

—Mucha sincronía entre ambos —hizo un corazón con las manos con el mero afán de molestar; sin embargo, antes de que alguno pudiera protestar se dirigió al resto de sus compañeros—. Muy bien, chicos —aplaudió para llamar la atención. No quería decirlo pero fue aconsejado (forzado) por Jun para que diera inicio a la reunión—, demos comienzo a la…

—¡Masuko ya se acabó los aperitivos!

—¡Deja que tus superiores terminen de hablar, Idiotamura! —como siempre, el parador en corto y sus patadas no se hicieron esperar; era la peor niñera del mundo.

Hubo varios intentos fallidos por poner orden, pobre Tanba. Kazuya se quedó admirando el panorama, tanto tiempo en Seido le había enseñado que cualquier cosa podía pasar, y que muchos estaban locos también. Aunque había algo que todos habían aprendido: disfrutar cada momento.

Pasaron las horas y la cena transcurrió bastante bien. Algunos seguían comiendo, mientras otros llevaban pláticas recordando los viejos tiempos. Eijun se apresuró hacia la mesa en la que estaba Yuu, subiéndose a ésta. Tenía una cosa en mente.

¿Qué clase de locura haría esta vez?

—¡Maestro!, aunque fue mi mentor por corto tiempo, debo decir que aprendí muchas cosas. Esta noche será, tal vez, la única oportunidad que tenga para compensar todo lo que me ha dado, así que seré directo y claro —se puso de rodillas, colocando las manos sobre las piernas, la típica pose tradicional japonesa para pedir la mano de alguien—: ¡Estoy listo para ser su esposa!

Al principio hubo un silencio sepulcral y, aunque la cara del pitcher fuera seria, el ambiente le había provocado un ligero sonrojo. Después, esas cuatro paredes estallaron en carcajadas. El catcher veterano tenía una extraña mezcla de vergüenza, temor y confusión; ahora sí que se había quedado sin comentario alguno.

—¡Saw… Sawa…! —Yoichi casi no podía articular palabra dado su grado de diversión.

Pocas eran las veces en que Kazuya lloraba de risa, este era otro de sus contados momentos.

—¡Mi estómago!

—Lo lamento mucho —Tanba se acercó a Takigawa, depositándole unas palmaditas en el hombro mientras intentaba no reír—, mis condolencias.

—Vaya, así que el rumor de que atraías animales era cierto —bufó Ryosuke.

«¿Qué has hecho, Jun Isashiki? —pensó él mismo—, no debiste prestarle ese manga».

Yuki sintió un inexplicable orgullo; abrir sus sentimientos frente a tantas personas no era algo que cualquiera haría, era admirable.

Haruichi estaba admirando todo desde la barra con el llamativo rojo que solía adornar sus mejillas cuando se avergonzaba. «Bien hecho, Eijun… creo».

Furuya era uno de los pocos que no se estaban riendo, al contrario, estaba más serio que nunca. Ese ruidoso no se iba a salir con la suya, él también iba a declarar su amor por el chico de lentes. Una extraña aura salió de su cuerpo mientras lo veía ferozmente. «No perderé».

Miyuki sintió un insólito escalofrío al notar su insistente mirada. A juzgar por la escena, no era un buen augurio. Por obvias razones, lo ignoró.

«¿Esposa?». La verdad es que en varias ocasiones supuso que su alumno tenía extraños comportamientos para con él, pero nunca creyó que se refiriera a esa clase de sentimientos. No podía tratarse de una broma, el chico no era tan inteligente como para formular una por sí solo.

—Sawamura, estoy seguro de que reuniste mucho valor para decir eso, así que aprecio tus sentimientos —el hecho de que todos estuvieran ahí no le facilitaba el uso de la palabra—, pero no creo que ésta sea la manera correcta de declararse a alguien. Será mejor que bajes de la mesa antes de que te hagas daño o lastimes a alguien más.

La mandíbula se le cayó en sorpresa. ¿¡Lo rechazó!? Se quedó en blanco unos minutos hasta que Kuramochi lo fue a sacar de sus pensamientos.

—Vamos, vamos, hazle caso y baja de ahí.

—Maestro —agregó de forma dramática estirando una mano mientras era llevado a rastras hacia otra mesa.

—¡Haz el favor de caminar!

Las carcajadas se habían calmado. Algunos pensaban que Yuu fue duro con sus palabras pero, después de todo, aquello debió ser una broma bien montada. El castaño era demasiado elocuente y también bastante estúpido, la lógica decía que nada de eso podía ser cierto.

—Esto no pasaba en las épocas de Oda Nobunaga —Eijun se terminó su vaso con zumo de naranja y dejó caer la cabeza sobre la mesa—, ¡ni en las de Masamune!

—¿De qué rayos estás hablando?

«¿Acaso le está dando sake?». Para Miyuki, la escena que el shortstop y el pitcher representaban era la típica de un hombre quitando sus penas en un bar.

—Buen juego, Sawamura —agregó para llamar su atención—, pero si sabías que Chris era bueno con el bate, te estabas arriesgando a un home run.

—Fue un buen chiste —el guepardo tomó la palabra—, al menos hiciste divertido el ambiente.

—¿Un chiste?, ¿¡un chiste!? —se cruzó de brazos y, molesto, desvió la mirada—. El hombre, Sawamura Eijun, jamás jugaría con esa clase de cosas.

Kazuya y Kuramochi cruzaron miradas. Ambos se dieron cuenta de que pensaban en lo mismo. ¿Acaso ese atolondrado se había declarado frente al equipo completo? Bueno, siendo él, ni siquiera debía conocer el significado del pudor; además, todos en algún momento de su vida se encariñan con alguien.

«Por favor, Sawamura, no puede ser cierto. Habría que ser muy idiota para… bueno, lo eres», era algo difícil de creer para el chico tras los lentes aunque, pensándolo bien, no sería algo malo. Chris era la encarnación de la amabilidad y Eijun era una abominación. Les vendría bien estar juntos para variar.

—¿Acaso tú…?

—Chicos —las palabras del cheetah fueron interrumpidas por Isashiki—, ya es cerca de la media noche y tenemos que retirarnos. Gracias por organizarnos esto. La cena estuvo excelente, Miyuki.

—Por supuesto, es decir, yo la preparé.

—¡Pero tu personalidad sigue siendo horrible!

—Muchas gracias —su característica risa hizo presencia.

—¡No era un cumplido! ¡Intenta ser humilde!

—No te esfuerces, Jun, hace mucho que esa palabra desapareció de su vocabulario.

—A veces no sé cómo puede ser tu mejor amigo.

—¿Lo es?

—¿Me equivoco?

—Pues tengo fuertes sentimientos por él, pero no sé si son positivos o negativos. La mayor parte del tiempo me tienta al homicidio.

Mientras ellos se enfrascaban en una conversación sobre ese compañerismo que mata, literalmente, el pitcher recogió la mesa. Su mirada era tranquila, podría decirse que un poco monótona. No tenía remordimientos. Fue sincero con su mentor, pasó un rato agradable y todo estaba normal; o eso quería creer, ya que no sabía lo que significaba aquella intranquilidad en su pecho.

Después de un rato, la mayoría de los presentes se fueron a sus respectivas habitaciones, agradeciendo de nueva cuenta lo que organizaron. El de cabellos rizados, por su parte, se tomó un poco de tiempo, quería hablar con Eijun, pero conociéndolo, era casi seguro de que la sala se iba a llenar de gritos y exageraciones. Conversar a solas era su objetivo y conocía a alguien que podía ayudarlo con esa tarea.

—¡Terminamos! —Furuya y Haruichi se habían encargado de recoger los desechables.

La actual estrella del equipo soltó un ligero bostezo en respuesta.

—Será mejor que vayamos a dormir, es seguro que el entrenamiento de mañana será tan agotador como siempre.

El más alto asintió y sin más, se dirigió a su habitación, el más bajo le siguió el paso pero antes, escuchó una suave voz llamándole. Al girarse se encontró con Takigawa.

«Sería un problema que yo se lo dijera personalmente, es por eso que te lo pido a ti, Haruichi».

«Cuento contigo».


El Kominato menor fue en busca de su ruidoso amigo para darle un mensaje que de seguro le iba a subir el ánimo. Una vez que se acercó, le hizo unos cuantos comentarios referentes a la convivencia.

—¡Ah!, es verdad —reparó mientras lo miraba con una sonrisa—. Chris me ha pedido que te dijera que quiere verte en la cabina del campo, la que está cerca del micrófono.

—¿¡De verdad!? —estaba casi cayéndose de sueño, la noticia le devolvió las energías y salió corriendo del salón—. ¡Gracias, Harucchi!

Al llegar a su destino, no vio al castaño por ninguna parte. ¿Acaso le había indicado mal el lugar?

«Dijo que Chris quería verme en el micrófono más cercano a la cabina del campo». Estaba en las afueras de la cabina y lo más cercano al micrófono era aquel poste con el megafon… ¡eso es!


Yuu caminaba a paso lento, admirando con detenimiento el campo de entrenamiento. Casi al instante, la nostalgia lo invadió: la tierra, el marcador, el diamante, un niño subiendo a un poste… No, no, eso último no cuadraba. ¿Qué hacía alguien trepado en un poste? Apresuró el paso, entre más se acercaba pudo distinguir mejor de quién se trataba. Debería decir que estaba sorprendido, pero la verdad es que no era así.

—¿Qué haces ahí arriba? —dijo con preocupación—. Baja de ahí, Sawamura, podrías salir herido.

—¡Oh, maestro! —se deslizó con cuidado hasta tocar piso—. Harucchi me dijo que quería verme en el micrófono cerca de la cabina —señaló el megáfono del poste—. Ese era el más cercano.

A pesar de que segundos atrás casi le daba un infarto al verlo peligrar, justo ahora se encontraba sonriendo.

—Lo has malentendido todo. Yo hablaba de verte en la cabina —desde que lo conoció supo que era especial, pero no lo decía a modo de insulto, más bien, por su forma de ser, por su inocencia y su gran corazón—. Debes escuchar bien las cosas que los demás te dicen. No queremos que el arma secreta de Seido termine lastimada.

Ser llamado así no era algo que escuchaba seguido y la emoción que demostró fue notoria: ojos brillantes y una enorme sonrisa. Una ráfaga de viento le hizo replantearse las cosas. ¿Por qué lo quería ver en ese lugar?, estaba bastante alejado de los dormitorios y no había demasiada luz allí.

—Bueno —rompió el silencio—, ¿por qué estamos aquí? —una idea se le vino a la cabeza—. ¿Se trata de un nuevo entrenamiento súper secreto? Oh, oh, ¿¡es otro pergamino!?

—No, esta vez no —aclaró—. Te pedí que vinieras porque quiero conversar sobre lo que sucedió en el comedor. Pero será mejor hablarlo allá dentro.

Ingresaron a la cabina. Estaba algo oscuro pero se podía ver claramente el rostro del pitcher. Con eso le sería suficiente.

—Entiendo que seas alguien muy extrovertido, sin embargo, hay que saber cuándo medirse. No fue la acción más correcta, tampoco lo digo porque me hubiese molestado, sino que hay cosas que deben decirse con discreción.

—Ese no es el estilo de Sawamura Eijun —negó con la cabeza—. ¡Un hombre debe expresar sus sentimientos de frente! —era algo que había aprendido de su abuelo, su padre, su familia; no estaba dispuesto a cambiar eso—. Así es como debe ser.

—¿Frente a todos los demás? Debo admitir que la certidumbre con la que hablas me sigue sorprendiendo hasta el día de hoy, no es algo que todo el mundo pueda hacer —los temas relacionados al romance nunca habían sido su fuerte, y menos si se trataba de sí mismo—. Hubiera preferido que me lo dijeras sólo a mí, directamente. Eso es a lo que me refiero —quizás sonaba algo egoísta, pero le hubiera encantado ser el único presente en tan inolvidable declaración.

—Oh —¿¡cómo no se dio cuenta antes!?—. Bueno... —un momento. ¡Privacidad! ¿Entonces no lo había rechazado? ¿Acaso le estaba diciendo que tenía una nueva oportunidad?

Su cerebro procesaba tanta información que no sabía si se encontraba nervioso o emocionado, pero daría lo mejor de sí.

—Pues esto, ¿cómo decirlo…? —intentó buscar las palabras adecuadas—. Eh… esto es... porque así debe ser —no, no, no. Así no. Intentaría no darle vueltas al asunto y se lo expresaría como cruzaba por su cabeza.

Respiró profundo antes de hablar.

—Nunca tuve un gran repertorio y hay pocas cosas que puedo hacer actualmente, pero eso no significa que no pueda hacer nada. Logró convertirme en un buen pitcher para el verano y me enseñó todo lo que sé; todos mis lanzamientos y mi control; incluso me ayudó mucho después, el día que fue al bullpen para mostrarme lanzamientos exteriores debido a mi miedo a lanzar hacia adentro. La única forma que tuve para pagarle era con jugadas y aun así lo arruiné varias veces pero… pero en todos y cada uno de mis lanzamientos ¡sólo podía pensar en usted! Recuerdo con claridad el primer día que nos conocimos —bajó un poco la mirada, la realidad es que no le gustaba pensar en ello—, y todo lo que dije después. Creo que nunca estaré lo suficientemente arrepentido por haber actuado de esa forma. Descubrí lo idiota que era y la inexperiencia que tenía como jugador. Usted, maestro, me enseñó todo eso y… en verdad… yo… —su voz había comenzado a quebrarse. Sabía que algo así pasaría, hizo lo posible por evitarlo pero no pudo. Tampoco era la primera vez que lloraba frente a él, pero en esos momentos quería parecer alguien maduro con quien pudiese contar, en lugar de un niño al cual consolar.

Yuu había escuchado sobre la admiración que le tenía en muchas ocasiones, pero nunca de la manera en que lo estaba presenciando. Le estaba abriendo su corazón de una forma que jamás llegó a imaginar.

—¡En verdad agradezco todo lo que hizo por mí! —tuvo la fuerza necesaria para hacer una reverencia—. Aún no estoy a su altura. Primero tendré que convertirme en la estrella de Seido y no importa si pasa un año o dos, o diez, o quince, o veinte. Por favor, espéreme. Esta vez —levantó la cabeza y aún con lágrimas en los ojos, su mirada era decisiva—, ¡esta vez lograré ser más que una batería con usted! ¡Esa será mi forma de agradecerle!

Un incómodo revoloteo se formó en la boca de su estómago; de tanto tiempo que había pasado dando consejos, apoyando a la gente y demás, nadie le había agradecido de una forma que lo pusiera así: nervioso y, a la vez, ansioso. Quiso agregar unas palabras, mas fue interrumpido.

—¡Espere, espere, espere! —se acercó, eliminando la mayor distancia posible—. No es mucho pero conozco otra forma de agradecer —tomó el rostro del veterano entre sus manos y sin pensarlo demasiado, juntó sus labios en un toque suave pero firme.

Chris pudo ver a detalle las facciones y la expresión opuesta, así como el color que poco a poco le subía al rostro. No supo con exactitud cuánto tiempo estuvieron así, podría jurar que fueron horas enteras. Cuando creyó que era suficiente, Eijun se separó, adornando su rostro con alegría y orgullo mientras Takigawa llevaba los dedos a sus propios labios.

—¿Qué tal, maestro? Ayer estuve leyendo que en Estados Unidos es común darse un beso para demostrar varias cosas, como saludarse, despedirse, agradecer y otras más. Tal vez no sea mucho, pero quise dar las gracias al estilo americano —no sabía a ciencia cierta si alguna vez vivió en otro país, pero su padre era un ex jugador extranjero y a Yuu se le daba el inglés, además de tener actitudes diferentes a las de un japonés promedio (o eso había escuchado de Kuramochi).

—Sawamura —su tono de voz era el de siempre, la diferencia ahora es que un leve sonrojo adornaba su rostro—. Los besos a los que te refieres son normalmente dados en la mejilla, no en los labios —ahora comprendía la razón por la que Miyuki le jugaba tantas bromas; era muy fácil de engañar y persuadir.

—Claro, claro. Justo lo que pensaba. Los besos a los que me refiero se dan en… ¿¡eh!?

—¿Estás seguro de que la fuente de información que buscaste era correcta?

La vergüenza se le subió hasta las orejas. Volteó hacia el enorme vidrio que daba al campo, luego a Chris, a la pared, a Chris, al techo, a Chris… ¡a Chris!

—Yo… eh… —¿el mayor se estaba riendo?, ¿¡se estaba riendo!?, ¿era porque metió la pata?

—Estoy seguro de que «ser mi esposa» tampoco es una forma de dar las gracias.

De alguna forma, tenía razón. Pero tampoco encontraba otra para expresarse. Una gran preocupación se volvió presente. Cuando estaban juntos se sentía en extremo feliz, eufórico y a la vez tranquilo, como si pudiera lograrlo todo. Sólo pensar en separarse por culpa de la graduación era algo que lo dejaba al borde de la tristeza; un abismo de depresión le hacía permanecer intranquilo y le quitaba por horas el sueño. ¿Cómo expresar todo eso?

—No, no es una forma de agradecer —tomó la mano del cátcher y la puso en su pecho, justo sobre el corazón, dejándole sentir el intenso palpitar que le hacía pensar de más—. ¡Pero es la única manera que conozco para estar siempre a su lado!

Presionó más la mano de su mentor, como si con eso pudiera transmitirle todo lo que sentía y no podía explicar. Con mirada angustiosa pero decisiva; ojos vidriosos pero sinceros; un nudo en la garganta y una gran opresión en su pecho, decidió decirle lo que incluso en sueños le había hecho flaquear.

—Me… ¡Me gustas, Chris! —fue la primera vez que se refirió a él, no como su superior, sino como la persona de la que se había enamorado—. Y aunque me rechaces ahora, no me rendiré —al principio lo seguía por respeto, insistiendo a cada momento que le enseñara sobre béisbol. Con el tiempo empezó a necesitar más, pidiéndole que atrapara sus lanzamientos, y de la forma tan celosa y egoísta con la que anhelaba el montículo comenzó a desearlo a él. Quería que fuera su batería. Mas eso no le fue suficiente, lo que en verdad deseaba, lo que estuvo añorando día tras día y mes tras mes, sin darse cuenta, era a él. No a uno de los mejores receptores de Japón, no al brillante hijo de George "Animal" M., no al jugador. Eijun quería a la persona, lo quería a él, a Takigawa Chris Yuu.

—Ahora lo has hecho correctamente —retiró su mano y le tomó el rostro.

Después de cierto incidente se había vuelto frío y distante, pero con la llegada de los de primero y mejor aún, con la de Sawamura, todo cambió. Hubo momentos en los que no lo soportaba, llegó a decirle cosas que seguro fueron hirientes. Verlo en el centro de rehabilitación, presenciar cómo le pedía perdón... Ese ruidoso muchacho lo ayudó, le hizo darse cuenta de muchas cosas que decidió ignorar y desde entonces empezó a sentir cariño por él; con el tiempo, eso se transformó en amor y preocupación, los cuáles supuso que tendría que callar y guardar como un lindo recuerdo de su preparatoria.

—Estoy orgulloso de ti y también —necesitaba sentir otra vez ese contacto, por lo que volvió a besarlo de la misma forma en la que el primero había sido: cálido, suave e inocente—, debo decir que correspondo a tus sentimientos —ahí estaba de nuevo, la torpe valentía del chico que le ayudó con lo imposible una vez más.

—Senpai —tomó las manos que le sujetaban y las mantuvo entre las suyas—. Entonces, ¿quiere ser mi novio? —su extroversión volvía a hacerse presente, adornando su rostro con una radiante sonrisa.

«Yo debería ser el único en pedir eso».

—Sí, ¡claro que quiere! —en esta ocasión fue él quien tomó el rostro de Yuu, depositando varios besos en sus labios y mejillas.