"Sirius Black: La Verdad detrás del Velo"
PRESENTACIÓN
"Sirius Black: La Verdad detrás del Velo", es el primer fanfiction que escribo acerca de Harry Potter, y debo aclarar que trata sobre la vida de Sirius y aquellos momentos importantes en su vida, que Harry irá descubriendo poco a poco a través de un objeto curioso que su padrino le dejó como herencia. En otras palabras, este fanfic podrán encontrar una historia creada por mí a partir de los pocos datos que tenemos sobre la vida de uno de nuestros personajes favoritos, Sirius Black, y que hemos descubierto leyendo los cinco libros que se han publicado hasta el momento. Por supuesto, habrá sucesos del quinto libro, así que a aquellos que aún no lo hayan leído, les informo que incluí bastantes spoilers.
Como saben, los personajes no son míos, le pertenecen a J.K. Rowling, así como sus características y derechos de autor y publicación; a excepción de Vivian, Orión y Paleydis, que son personajes inventados por mí. Yo sólo tuve la idea de una historia que tratara de explicar como fue la vida de Sirius desde su infancia hasta su caída detrás del velo del Departamento de Misterios.
Antes de comenzar de lleno con el primer capítulo, que puede resultar un poco confuso por la mezcla de tiempos y espacios, quisiera dedicar este fic a cuatro personitas muy importantes: a mis dos grandes amigas, Rosario y Gaby (aunque nunca lo lean ni puedan comprenderlo), a mi mam�, que siempre me ha apoyado en todo lo que hago (aunque no tenga ni la menor idea de que es un fanfic) y a Sabrina,una buena miga y compañera...
Sólo me queda pedir dos cosas: un poco de paciencia para leer las locuras que se me ocurrirán a partir de este momento y que cualquier comentario, duda, aclaración, sugerencia, jitomatazo o excomunión, la hagan llegar a la siguiente dirección: ¡Comenzamos!
I. UNA CARTA INESPERADA.
Era un día soleado en el cuál los rayos vespertinos del sol se colaban entre las plantas de Privet Drive, bañando de luz las begonias y los arriates tan esmeradamente podados por un chico que se hallaba tirado en el césped, contemplando el paisaje. Estaba ensimismado en sus pensamientos, con el cuerpo dolorido por los trabajos que apenas había terminado.
Todo gracias a una nueva discusión con su odioso primo Duddley, que se había encargado de que tía Petunia le pusiera tantas tareas que apenas había tenido tiempo de recordar por qué se sentía tan triste. Era una sensación extraña: nunca la había sentido por nadie más, o quizá más bien era que nunca había perdido a nadie más que fuera tan importante para él, a excepción de sus padres. Sentía un poderoso vacío en el estómago y una tristeza que no desaparecía a lo largo de los días.
Observó el cielo. Si la muerte era tan bella como ese atardecer, tal vez su padrino no lo estuviera pasando tan mal. "Su padrino"- pensó; aquel hombre que había aparecido de improviso en su vida hacía 3 años, cuando él iba en tercer grado. Recordaba lo que le había costado confiar en él, haberlo creído un asesino, un traidor, hasta que finalmente lo entendió, lo comprendió: era el mejor amigo de sus padres, la persona en la que ellos habían depositado su confianza y que después de ellos, era quien más lo había amado. Su padrino también había sufrido mucho: había sido traicionado… igual que él… igual que sus padres.
Se sintió de nuevo triste. Se quitó las gafas redondas y se limpió los ojos con el dorso de la mano. Habría dado lo que fuera por no ser tan tonto, por no haberse dejado engañar y no ponerlo en peligro… De repente, algo lo apartó de sus pensamientos: una lechuza blanca como la nieve venía volando hacia él con una carta doblada en el pico.
Se levantó rápidamente y echó un vistazo a su alrededor: los Dursley no debían verla o le esperaba un castigo descomunal. Al levantarse, tuvo que volver a subirse los pantalones que se le resbalaban de la cintura: habían sido de Duddley.
Aunque Harry Potter había crecido casi el doble en los últimos meses, distaba mucho de parecerse a su primo Duddley. Tenía el cabello de un negro azabache, siempre alborotado e indomable, los ojos grandes y expresivos de un verde esmeralda, las rodillas huesudas y el cuerpo delgado y alto de un muchacho de 16 años. Aún conservaba la cicatriz en la frente en forma de rayo que había jugado un papel sumamente importante en su vida, sobre todo en el último año.
Hedwig se posó en su muñeca y le picó el dedo de forma afectuosa. Mientras tanto, Harry desdobló la carta y rasgó el sobre, cuya caligrafía era desconocida para él, que contenía un mensaje de unas cuantas líneas:
"Sé que puede resultar difícil para tí, pero me gustaría que me acompañaras a Grimmault Place. Hay algunas cosas que tal vez te gustaría conservar. A Hocicos le hubiera gustado. Nos vemos el domingo, a las 6.
Moony".
Harry sintió una punzada en el corazón. Sería fabuloso volver al mundo mágico y estar con Lupin, otro de los mejores amigos de sus padres, pero no estaba seguro de querer volver a Grimmault Place, de querer hablar sobre Sirius, de remover todos esos dolorosos recuerdos, aún tan presentes.
Sin embargo, no se detuvo demasiado a reflexionar. Se apresuró a entrar a la casa para preparar su equipaje. Metería en el baúl todas las cosas de Hogwarts: los libros de hechizos, las túnicas, su Saeta de Fuego, su varita, su caldero y el álbum de fotos que Hagrid le había regalado en primer año… tal vez podría convencer a Lupin de quedarse con él hasta el 1 de septiembre… tal vez podría ir a La Madriguera a visitar a Ron y pasar unos días con él y con su familia. No quería estar con los Dursley, aunque ahora sabía el motivo por el cuál tenía que volver cada verano.
Después de todo, sólo faltaba un mes para que terminaran las vacaciones. Dumbledore no se negaría a que permaneciera con Lupin o con los Weasley, sabía que ellos lo protegerían. Además se sentía solo, terriblemente solo, como si hubiera quedado huérfano por segunda vez.
Terminó de empacar sus cosas en el baúl y bajó a la salita, donde Tía Petunia y Duddley veían el noticiero de las diez en la televisión, mientras Tío Vernon hojeaba el periódico de la tarde.
¿Tío Vernon? – preguntó tratando de llamar su atención.
Mmm – gruñó su tío. Había volteado a mirarlo por encima de su periódico.
Un amigo de mis padres vendrá por mí el domingo.
¿Y qué te hace pensar que te dejaremos ir?
Es un asunto importante. De mi padrino.
Harry no estaba dispuesto a que los Dursley le impidieran reunirse con Lupin, así que esperó la reacción atemorizada de tío Vernon al pronunciar esas palabras. Duddley y Tía Petunia voltearon a mirarlo como si acabara de lanzar una blasfemia. A ellos no les había mencionado nada acerca de la muerte de Sirius.
¿ Cu – cuando vendr�? –dijo tío Vernon con una nota de terror en la voz.
El domingo, a las 6.
Entonces empaca tus cosas y vete. Pero no regreses hasta el siguiente verano… puedes quedarte con ese chiflado hasta entonces.
Bien.
El domingo había tardado en llegar mucho más que si Harry hubiera esperado una semana completa. Sólo habían pasado dos días desde que recibió la carta de Lupin y tenía sus cosas listas junto a la Alacena de Debajo de las Escaleras. Hedwig dormitaba bajo su ala. Eran las 5 y media y los Dursley, temerosos de un encuentro con un mago adulto, chiflado, asesino y maniático (según sus propias palabras), habían salido a comprar la despensa.
Harry había despejado la chimenea. No sabía si tendría que utilizarla, porque en su breve mensaje Lupin no había mencionado cómo llegarían a Grimmault Place. Se sentó sobre el baúl y empezó a leer su libro favorito: Volando con los Cannons.
Finalmente dieron las 6. Apenas había alzado la vista para ver el reloj de pared y consultar la hora cuando dio un salto y se cayó del baúl de la impresión.
Remus Lupin estaba enfrente de él.
¡Hola, Harry¡Qué gusto verte! – dijo su antiguo profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras después de unos instantes.
Pro – profesor Lupin… ¡Qué susto me ha dado! – dijo Harry incorporándose rápidamente.
Llámame Remus, Harry. Después de todo, también soy tu amigo.
Lo sé.
Siento haberte asustado, pero temí que si no llegaba a tiempo, podrías arrepentirte… ¿Sabes? Sé que es difícil, pero… bueno… no me gustaría que Sirius… - Lupin parecía nervioso y no encontraba las palabras adecuadas - En fin¿podemos irnos ya?
¿Cómo viajaremos?... ¿Cómo llegaremos a Grimmault Place?
Con un traslador. Dumbledore mencionó que sería lo más seguro.
Lupin sacó una bota vieja y desvencijada de un pequeño maletín que llevaba. Harry, que ya conocía ese medio de transporte, acercó su baúl, la jaula de Hedwig y el resto de sus cosas del colegio hacia donde estaba Lupin. De repente, tuvo una duda:
Estee… Creo que son demasiadas cosas… No sé si el traslador…
¡Oohh! Me olvidaba de eso… - Lupin tomó su varita, dio unos golpecitos a las cosas de Harry y al instante, todo se encogió y el licántropo pudo meterlo en su viejo maletín. – Listo, ahora sí podemos irnos.
De acuerdo – dijo un Harry bastante sorprendido.
Acercó su mano a la bota que sujetaba Lupin y sintió como si un gancho lo sujetara de la cintura y lo jalara hacia delante. Estaban viajando a una velocidad de vértigo dentro de un remolino de luces y colores. La sala de los Dursley pronto quedó atrás y Harry abrió los ojos justo a tiempo, antes de estrellarse contra el suelo frío y húmedo. Lupin lo ayudó a incorporarse. Apenas se había alzado del suelo, cuando estuvo a punto de ser derribado de nuevo por un fuerte abrazo. Reconoció una larga y enmarañada cabellera castaña que le resultaba curiosamente familiar:
¡Harry¡Qué alegría me da verte de nuevo! – dijo Hermione, al mismo tiempo que lo soltaba y le estampaba un sonoro beso en la mejilla, cerca de los labios.
A mí también, Herm… los extrañé… - dijo aún ligeramente sonrojado.
Creímos que tal vez te sintieras solo, así que convencimos a Dumbledore para que te dejara venir. – dijo un joven de cabellos rojos como el fuego, que se acercó sonriendo a Harry - Podremos pasar el resto de las vacaciones juntos: mis padres están en una misión y mis hermanos decidieron quedarse en la Madriguera – agregó Ron, estrechando a su amigo en un abrazo.
�¿De verdad¿Dumbledore me dejará quedar hasta el final de las vacaciones?
Siempre y cuando yo me encargue de su protección – respondió Lupin, mientras desempacaba las cosas de Harry, devolviéndoles su tamaño natural.
Serán unas vacaciones excelentes¿no lo crees, Harry?
Sí; pero me hubiera gustado que Sirius estuviera aquí…
