He tratado de olvidarte pero no he podido. No se si valga la pena volver a intentarlo. Creí haberte arrancado de mi, pero ahora me doy cuenta de que siempre has estado ahí. Eres mi máxima ilusión y no se que haría si algún día me tocara verte con alguien. He aceptado, aunque me duela, que no eres para mí. Suspiro cada vez que te veo, y me ahogo cada vez que me miras. Se que nunca me corresponderás y por eso prefiero callar. Mi máximo dolor no es, no tenerte; es perderte.

Perder lo poco que tengo de ti. Tus pocas palabras y miradas. Estamos tan lejos, y a la vez yo te siento tan cerca. Decirte lo que siento está prohibido. Me lo he prohibido. Es tan grande y tan profundo, que no puedo. No puedo explicarlo y mucho menos decírtelo. Me aterra la magnitud del sentimiento que albergo, y se que a ti te aterraría más. Apenas y nos hemos tratado; si yo te dijera ahora que... que te amo, no podrías entenderlo y mucho menos corresponderme.

¿Es amor? No se si lo sea en realidad. A veces pienso que es una obsesión, las más linda y tierna obsesión, que me permite vivir, que me guía y que me mueve. No soy hombre de palabras, y tampoco soy hombre de acción. La desesperación se ha adueñado de mi, y no veo la hora en que lo que siento cambie. Murmuro tu nombre en mi soledad, porque aún cuando estoy solo me da miedo que las paredes me oigan y que mi "secreto" se descubra. No quiero ser vulnerable y no quiero que tu te conviertas en mi vulnerabilidad.

Estoy tan enamorado de ti que despertar por las mañanas, y pasar las dos primeras horas pensando en una excusa que me permita ir a tu templo y verte, no es raro. Me conformo sólo con verte. Quisiera yo, hablarte, tomarte la mano, abrazarte y cumplir mi más grande sueño que viene a alegrarme las noches: besarte.

Mirarte es mi más grande alegría y mi mayor temor. Alegría, por reflejarme en tus ojos y así poder soñar que yo vivo en ti, en cada recuerdo, en cada palabra y en cada sueño. Temor, porque se que al verte a los ojos pierdo el control. Mu, lo ha notado y me lo ha dicho. Logró sacarme que sentía algo por ti, pero creo que no sabe que tan grande es lo que siento. El insiste en que algo debería hacer o decirte, pero no me va a convencer. Como ya he dicho eres mi más grande ilusión y mi más grande sueño; no te arriesgaré. Puedo vivir alimentándome de una ilusión, pero no querría vivir si te enterarás y me ignorarás, y moriría si me dijeras que no.

Te observo en las sombras, aprendiendo a conocerte sin palabras. Cuando estamos frente a frente, tu no sabes que decir. Eres tímido por naturaleza, y yo aunque suene difícil de creer también lo soy. Soy alegre y soy risueño sólo cuando estoy con mis amigos, pero porque ellos son las personas con las que he crecido, es casi inevitable no tratarlos con tanta familiaridad. Se que sospechas de mí. Sabes que hay algo raro, no sabes exactamente que y afortunadamente para mi, no eres lo suficientemente vanidoso como para darte cuenta de mi dulce verdad.

Y pese a todo, yo soy feliz así, amándote en silencio.

- ¿Milo? -

Es Mu de nuevo. Prefiero fingir que no estoy, porque es más fácil que escuchar sus duras palabras mientras trato de no llorar. Sus pisadas suenan cada vez más fuertes, así que resignado a que trate de sacarme de mi templo me pongo de pie. No quiero darle ninguna excusa para que vuelva a darme un sermón y me diga de nuevo que no puedo quedarme en mi habitación pensando en ti.

- ¿Milo? ¿Estás ahí?

Me peino mis rebeldes cabellos azules con mis propias manos y trato rápidamente de ocultar el desorden de mi habitación.

- ¡Pasa! - grito - ¡Estoy en mi habitación!

Mu aparece en el marco de la puerta, con su sonrisa curva y pequeña como siempre. Me obligo a responder su sonrisa, pero temiendo que mis labios se hayan curvado en una mueca le doy la espalda, fingiendo que estoy buscando algo en mi closet.

- ¿Qué crees? – se sienta en la cama y prende la televisión, quitando así el espantoso eco que existe en las casas del zodiaco - Mi maestro ha convocado a una reunión en el templo de Virgo...

Mi corazón se estruja, pero no es por la razón que ustedes creen. No se que contestarle así que finjo que sigo buscando algo entre mis ropas.

- ¿Milo? ¿Irás? - me pregunta algo temeroso por la respuesta. La última vez habíamos discutido mucho pues Mu había y está todavía empeñado en sacarme de mi tristeza.

- ¿Es obligatorio? - le pregunto de forma casual, tratando de que mi voz no suene desesperada.

- Sabes que si - dice mi mejor amigo poniéndose de pie, tratando de que yo le mirara de frente.

- Y tu sabes bien, - dije ahora mirándolo a los ojos – tu sabes MUY bien que no quiero ir. – le volví a dar la espalda y más tranquilo le dije – No insistas Mu.

- ¿Es por Aioria? - pregunta y yo... yo no puedo evitar quedarme paralizado, tieso. - No puedes seguirte escondiendo Milo. Y no puedes tampoco seguir refugiándote en lo que sentías... -

- SIENTO - lo interrumpo, mirándolo a la cara con furia.

- Bueno... sientes. No puedes esconderte en lo que sientes por Camus. - me dice mi amigo tratando de calmarme.

- No quiero discutir Mu, no contigo. Vete por favor y déjame sólo. Shaka te debe estar esperando.

- ¡Y puede seguir esperando Milo! ¡No salgo de aquí hasta terminar esto contigo y hacer que entres en razón! - me sorprendo al ver a mi amigo agitado. Mu es siempre tan tranquilo, no puedo evitar sonreír. Sonrío, porque le importo tanto que le tiene sin cuidado perder su autocontrol y su valioso tiempo que podría pasar con su novio.

Pero mi sonrisa es como el viento antes de la tormenta. - Como si Aioria me pudiera importar... – digo con un dolor inmenso y palpable. Siento que ya no aguanto, que ya no puedo fingir, siento que me desmorono y que me muero.

- El no te importa. Te importa lo que te hizo. - Mu me mira tentativamente, tratando de cerciorarse de que no explotaría y no le gritaría.

Pero no puedo explotar, ni siquiera puedo hablar. Todo es tan doloroso. Cualquier palabra, movimiento o pestañeo me amenaza con lagrimas. No quiero llorar. No de nuevo y no por Aioria. Athena, no dejes que me humille yo mismo frente a mi amigo.

- ¡Tienes que afrontarlo! - Mu me sujeta los hombros y me mira como si no me reconociera.

Lo aparto furioso, pensando que me considera débil. - ¡SE lo que tengo que hacer! ¡No necesito que me lo digas! - vuelvo a centrar mi atención ahora en una camisa azul que estaba descolgada.

- Milo... yo solo... yo solo te quiero ayudar, permíteme hacerlo. - Mu me mira suplicante con sus ojos verdes, pero la ira me ha invadido y no quiero la ayuda de nadie, no necesito a nadie.

- ¡YA HAS HECHO SUFICIENTE! - siento que no debí haberlo dicho al ver la cara del carnero llenarse de angustia y culpa.

El silencio invade mi recámara y mi ira se apacigua. Me doy cuenta de mi error. Aún cuando fuera cierto, Mu solo había querido ayudarme. - Discúlpame, no quise decirte eso, no fue mi intención. - le digo mientras miro el suelo avergonzado de mi actitud.

- Sí lo fue. – Mu traga saliva - Talvez en tu opinión he hecho suficiente, y por eso no te puedo dejar aquí así. Ven conmigo y con Shaka, necesitas hablar... -

Mi orgullo y mi dignidad herida me impiden tomar la mano de ayuda que se me ofrece. - No necesito hablar con nadie. Ya te dije que quiero estar solo...

Pero nuevamente soy interrumpido por mi amigo. - Y yo ya te dije también que no te voy a dejar aquí. Milo, soy en parte culpable de lo que pasó y... ¡No me interrumpas! - dice mi amigo cuando trato de abrir mi boca para contradecirlo - Debí de haberte dicho toda la verdad, pero es que yo te quería ver feliz...

Me oigo reír orgulloso y frustrado. - ¿Nunca lo entendiste verdad? Yo ERA y SOY feliz así. ¡Yo amo a Camus! ¡Sólo verlo una vez al día me basta para ser feliz! ¡No necesito a NADIE que me acompañe o que sea mi pareja! ¡ESTOY BIEN ASI MU! - la frustración se apodera de mi y miro a amigo con desesperación.

Mu se queda callado, como si estuviera escogiendo las palabras precisas para decirme algo. - No te engañes a ti mismo Milo. Dices que eres feliz, porque no has conocido la felicidad al lado de nadie. Te refugias en tu amor a Camus, porque tienes miedo. - lo miro con incredulidad y comienzo a negar con mi cabeza - ¡SI! ¡Tienes MIEDO Milo! ¡Miedo a que tu amor no sea suficiente para estar con él!

Se queda callado al ver que dos lágrimas corren por mis mejillas. Pero mi semblante no es triste, es uno furioso. Quito con rabia las únicas dos lágrimas que corren con mi palma y me siento en mi cama. - ¿Ya terminaste? - pregunto con un hilo de voz.

Mu no sabe que decir. No sabe si callar o seguir. Sabe que me puede herir si sigue hablando, pero sabe también que si calla talvez pierda la única oportunidad que tenga de hablar conmigo. Sabe muy bien que es muy probable que el día de mañana y el resto de la semana lo evite. - No... No he terminado. - dice con voz conciliadora. Se sienta a mi lado y me mira tiernamente. - Sabes que me siento culpable ¿no? - me ha desarmado con su dulzura, pero me limito a asentir. – Yo creí que Aioria te quería. - sus palabras me hacen sujetar las sábanas fuertemente. No quiero oír lo que me está diciendo, pero desafortunadamente mis oídos funcionan aunque en estos momentos yo no lo quiera.

- Cuando le comentó a Shaka que lo habías impresionado, los dos nos animamos mucho. Milo, yo quería que fueras tan feliz como yo. Te veías muy mal, suspirando por Camus en todo momento, viviendo solo de un sentimiento... Yo no supe hasta casi al final que Aioria todo el tiempo había estado confundido... - Mu me toma el antebrazo y trata de reconfortarme pero nuevamente lo aparto con furia. Me hizo recordar cosas que no quería recordar, así que decido ceder.

Pongo mis manos sobre mi cabeza, escondiendo mi rostro. No quiero que Mu me vea así, en un estado tan deplorable. - Ya vete. Déjame sólo. Iré a la maldita reunión. ¿Contento? - digo con una voz tan amarga, que al principio ni yo mismo reconozco como mía.

Mu se para y noto que sus ojos verdes no brillan. Me siento mal por haber entristecido y hacerlo sentirse algo miserable. - No, no estoy contento. Pero será un comienzo. Mañana a las siete en casa de Shaka. Paso por ti.

Y antes de que pueda decir que no es necesario, mi amigo desaparece.

Me pongo de pie, furioso conmigo por haber accedido a ir a la maldita reunión. Es inevitable que vea al estúpido de Aioria ahí. Se que la sangre se me agitará cuando lo vea yendo tras Saga o tras Kanon. Estúpido. Eres un estúpido Aioria y lo que haces es deplorable. No puedo todavía entender como te han podido gustar los dos. Me dijiste que te has decidido por Saga; no, espera, nunca me dijiste nada. Fueron Mu y Shaka los que me tuvieron que decir.

¡Son gémelos! Es un insulto que te gusten los dos y que tardaras tanto en elegir. Eso, sólo confirma mis sospechas. Aparte de estúpido eres un idiota. Tus sentimientos no valen nada, sólo te gustan por su aspecto. Tu "amor" hacia Saga no se compara en nada a lo que yo le ofrezco todos los días en secreto a Camus.

Quiero descargarme pero no se como. Jamás me verás golpearte o llorando. Nunca te daré la satisfacción de saber el daño que me has causado. Se me ocurre que puedo romper y tirar todo lo que me rodea pero no... Todo lo que me rodea es mío y me ha costado ganármelo. Quiero gritar, pero no puedo hacerlo por temor a que me oigan. No quiero a nadie más tratando de averiguar porque me siento así.

Y finalmente no se porque me siento así. Nunca te amé ni te quise. Talvez me gustaste o talvez simplemente fui un tonto ilusionado. No fuiste nadie para mí. No hubo nada entre nosotros. Me hablabas, me buscabas y hasta me regalaste un hermoso collar. Tratabas de encontrar momentos a solas conmigo, para hablar. Y yo también. Creí que el momento de olvidar a Camus había llegado. Me hiciste feliz. Nunca nadie me había hecho sentir querido de esa forma.

Eres un maldito. Me ilusionaste y nunca me hiciste dudar de lo que decías sentir. Shaka y Mu son testigos y por ello se compadecen aunque también debo decir que se sienten culpables por ser los que propiciaron todo. Mu me comentó hace dos días que has discutido con Shaka por mi causa. Me alegro, ojalá te quedes sin amigos. Pero vi ayer como entrabas al templo de Virgo, así que me tengo que conformar sólo con haber provocado una pequeña riña.

¿Por qué jugaste conmigo? ¿Por qué no me dijiste que fui sólo uno de tus intentos por olvidar a Saga y a Kanon?

Me di cuenta de todo en la reunión en el gran salón del Patriarca. Estaba conversando con Shaka y con Mu, confesándoles que por primera vez en mi vida no había pensado en Camus en toda la noche. Les dije que estaba algo ilusionado, y que aunque todavía no te quería, sabía que podía llegar a hacerlo. Maldita sea, les confesé que siempre había querido tener una pareja, alguien que me mimara y que me adorara, pero que dadas las circunstancias con Camus había renunciado a la idea. No noté que Shaka y Mu no sonreían porque estaba inmerso en mi felicidad.

Habíamos quedado en que irías a la reunión y que ahí me acompañarías toda la noche. Me sentí plantado y defraudado cuando oí de Aldebarán que estabas en las escaleras con Saga, Kanon y Shura. ¿Por qué no entrabas si sabías que yo te estaba esperando? Yo era entonces, ignorante de que sintieras algo por Saga o por Kanon. Te seguí esperando en mi asiento, pensando que no tardarías en entrar al salón. Pero nunca llegaste.

Nos levantamos, Shaka, Mu y yo de nuestros asientos para partir a nuestras casas. Tan confundido estaba, que de nuevo no noté que mis dos amigos me miraban con una expresión extraña. Ahora entiendo que en sus ojos había lástima y maldigo ese momento. No necesito la lástima de nadie.

Te encontré como había dicho Aldebarán, en las escaleras y con la ya señalada compañía. Se estaban riendo. No había nada malo en ello. Y sin embargo noté como mirabas a Saga. Lo mirabas como me habías mirado a mi antes. Lo comprendí. Por educación y por lo compañeros que somos, nos saludamos dándonos las manos, pero por alguna razón no te di la mano a ti. Tu no te acercabas y yo no te la quería dar. Se que tratabas de que te mirara, pero no lo hice. No te quería ver, porque por fin lo había entendido sin saber como.

Dije que tenía mucho sueño, y cuando Mu se ofreció a acompañarme, le dije que no, con una sonrisa que el supo reconocer como falsa y me dirigí solo a mi templo. Mis esperanzas de que fueras tras de mí y me explicarás se esfumaron cuando me acosté en mi cama. Tomé un cuaderno y una pluma y comencé a escribir todo lo que sentía.

Tomo el cuaderno que usé hace tres días, y veo que lo que escribí casi no se entiende. Hay marcas de pequeñas gotas que hicieron chorrear la tinta. Me doy cuenta hasta ahora, de que estuve escribiendo mientras lloraba. Recuerdo como aquella noche, mientras escribía me trataba de convencer que tus atenciones hacia mi tenían un motivo, que tu nunca serías capaz de engañarme, que mañana me buscarías. Quiero llorar de furia, cuando recuerdo que no dormí porque pensé que talvez me llamarías por medio del cosmos y me dirías que lo sentías, que la noche se te había escapado mientras reías con tus amigos. Pero no lo hiciste.

Y al día siguiente tampoco me buscaste, ni me hablaste. Fue Mu el que apareció en mi recámara como hace unos momentos. No se dio cuenta de que había llorado porque lo acosé con mis preguntas. Me confesó todo. Me dijo que hace seis meses Aioria se había dado cuenta de que sentía algo por Kanon. Hace cinco meses, se había dado cuenta de que también sentía algo por Saga. Hace dieciocho semanas, se dio cuenta de que prefería a Saga, por bueno, tierno y serio.

Yo nunca había tenido mucho trato con Aioria, casi no hablábamos. Coincidíamos, por él ser amigo de Shaka y yo por ser amigo de Mu. Mu me dijo también que Aioria quedó impresionado conmigo hace tres semanas por una larga plática que mantuvimos los dos solos. Y es que en verdad, tenemos muchas cosas en común. Al día siguiente de esa plática Aioria no tardo en buscarme. Mu y Shaka estaban felices. Propiciaron encuentros y salidas. No podían caber de gozo, porque sus mejores amigos se juntaran y fueran pareja.

Mu siguió con su confesión. Me dijo que Shaka le había dicho que Aioria ya no estaba tan seguro de sus sentimientos el mismo día que me dejó plantado. Que el mismo había hablado con Aioria días antes, y le había advertido que si seguía enamorado de Saga, me dejara en paz, pero Aioria le había afirmado que yo lo hacía sentir diferente. Para mi desgracia, Mu le creyó.

Shaka se apareció en mi templo después de que Mu me había explicado algunas cosas. Se disculpo y me dijo que el nunca hubiera permitido que Aioria me lastimara. Que al igual que Mu, Aioria lo había convencido de que sentía algo por mí. Por la mañana de la reunión en el gran salón, Aioria lo había ido a buscar para pedirle consejo. Le dijo que tenía dudas, que no sabía a quien quería de nuevo. Ahora no sabía si me quería a mi, o si quería a Saga. Shaka le gritó que tenía que elegir y lo amenazó con contarme todo él mismo si Aioria no tomaba una decisión pronto. Es obvio a quien eligió Aioria.