Capitulo 1:
Ciertas dificultades
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Rose apoya su cabeza en la ventanilla y sus ojos se pierden en el paisaje. El compartimiento está silencioso, Albus está sentado frente a ella leyendo un libro, tan tranquilo como siempre, le encantaría que la tranquilidad durara todo el viaje, pero la pelirroja sabe que James y Fred no tardarán en llegar para arruinar toda la atmósfera. Cierra los ojos intentando quedarse dormida antes de que los demás lleguen, y lo logra.
-Está dormida y mira como ronca -se ríe Fred bajito. James sonríe malicioso.
-¿Nunca nos dejarán tranquilos, verdad? -suspira Albus levantando su mirada del libro.
-No -responden los dos a la vez riendo.
-Vamos James, hazlo -dice Fred entusiasmado. Su primo se mete la mano en el bolsillo y saca un caramelo de un color verde podrido.
Albus rueda los ojos cansado, y vuelve su vista al libro. James se acerca y lanza el caramelo directo a la lengua de la bruja.
Dormida, Rose, lo saborea por unos instantes, mientras Fred se tapa la boca para no terminar en carcajadas.
La chica abre los ojos de repente exaltada. Al ver a su primo allí sabe al instante que él es el culpable de ese sabor asqueroso que tiene en la boca. Sus manos van directo a su cuello y comienza a estrangularlo, mientras James se ahoga en carcajadas.
-¡¿Cómo puedes ser tú hijo de Harry Potter?! -grita ella enfurecida, no encontrando ninguna similitud con su tío favorito. James parece ser adoptado, su comportamiento es el de un gilipollas.
Fred muriéndose de risa tira de su mejor amigo, pero Rose también, así que entre tironeo y tironeo, todos caen fuera del compartimiento.
-Si no dejas de enredarme con tus piernas pensarán que estamos cometiendo incesto -bromea James con una gran sonrisa.
Rose le arranca un mechón de cabello, haciéndolo gritar y se levanta del suelo furiosa. Los dos chicos salen corriendo entre carcajadas.
-¡Bien! ¡Escapen! ¡Es mejor que no se les ocurra volver a molestarme mientras duermo la siesta! -grita la chica sacudiéndose la ropa. Cuando gira para volver a su compartimiento, se choca con el pecho de alguien. Rose comienza a levantar la mirada, se encuentra con una corbata verde y desea por todos los dioses que no sea él, pero cuando sigue subiendo y se encuentra con los ojos profundos como el cielo de Scorpius Malfoy se maldice por dentro.
¿Él había visto todo aquello? Su corazón comienza a latir acelerado, cada vez que está cerca de él es la misma sensación, una que nunca ha sentido con otra persona. Nunca han tenido una conversación, tal vez en alguna clase se han dicho cosas como "¿Me pasas el pelo de unicornio?" "Gracias" "Permiso". Pero nada más.
-¿Me dejas pasar Rose? -le pregunta casi en un susurro. Cada vez que escucha su nombre salir de sus labios es como una caricia, tiene ganas de cerrar los ojos y escucharlo repetir aquello una y otra vez.
Luego de un momento Rose baja la mirada, demasiado acalorada y se hace a un lado. El chico pasa velozmente apenas rozándola.
Rose se queda allí por bastante tiempo, lo bastante como para que al volver a entrar al compartimiento, Albus la mire con una ceja alzada.
-¿Ese era Scorpius Malfoy? -le pregunta.
-Sí... -contesta y se sienta frente a su primo. Albus no deja de mirarla -¿Qué? Vuelve a tu libro.
-Se miraron por bastante tiempo, me pregunto qué diría tu padre al ver algo así -suspira. Rose lo mira enfadada.
-¿Qué? ¿Qué haría? No soy su amiga, ni si quiera su conocida, nada -se defiende nerviosa.
-Si tú lo dices.
Albus vuelve a su libro. Rose saca un pequeño espejo de su bolsillo y se observa a escondidas. Lleva una mano a su cabello rojo y alocado, pero peinarse es inútil, su cabello rebelde no quiere hacerle caso. Ve las pequeñas pequitas de su nariz, que no le gustan para nada, se lleva un dedo allí y las roza como si pudiera quitarlas.
-Rose Weasley mirándose en un espejo... eso no se ve todos los días -susurra Albus con una pequeña sonrisa.
La pelirroja guarda el espejo rápidamente y vuelve a apoyar su cabeza en la ventanilla.
-¿Te gustaría cambiar tu cabello? -le pregunta el mago pasando de página.
-Bueno... yo... -suelta un suspiro.
-Es tu rasgo característico, ¿por qué deberías cambiarlo? Estoy seguro de que a Scorpius le gusta así...
-¡Albus! -exclama la chica roja y la sonrisa del chico se ensancha mas.
-Vuelve a dormir, si viene James otra vez te prometo que lo hechizaré con la varita.
Rose suspira y cierra los ojos, la última imagen que se le viene a la mente es la de su padre diciéndole que aunque fuera de vida o muerte tenía prohibido acercarse a algún Malfoy.
ooOoo
-Rose... Rose... -una voz angelical parece escucharse de lejos. La pelirroja abre los ojos lentamente acostumbrándose a la luz del compartimiento. Levanta la mirada y ve a Scorpius allí. Decir que se sorprende es poco. El chico mira hacia otra parte.
-Todos están yéndose en los carruajes, es mejor que nos apresuremos -le advierte a Rose que todavía lo mira confundida.
-¿Volví a quedarme dormida? ¿Por qué viniste a buscarme tú? -susurra levantándose del asiento bruscamente.
El Slytherin le señala su pecho donde se encuentra la tarjeta de prefecto.
-Oh, ya veo... -murmura.
Ambos comienzan a caminar hacia la salida. Rose no puede entender por que Albus no la ha despertado, ¿cómo había podido dejarla allí?
Los dos magos caminan en un total silencio hacia donde deberían estar los carruajes pero se detienen atónitos al ver que ya se han marchado.
-Se han olvidado de nosotros -suspira el rubio.
-¿Qué haremos? -pregunta Rose algo apenada, sabiendo que todo es por su culpa, y la de Albus, claro.
-Sígueme -le ordena el chico, y la pelirroja le hace caso. Vuelven al tren, y luego el prefecto comienza a caminar hacia los botes donde está Hagrid con los de primero.
-¿Scorpius...?
El chico la mira de soslayo con un leve rubor en las mejillas.
-Es... es la única forma de volver...
-Oh.
-Hagrid, ¿podemos tomar un barco? Los carruajes se han ido sin nosotros -pide el mago. El guardabosques asinte y le sonríe dulcemente a Rose.
-¿Te has quedado dormida otra vez Rose?
La pelirroja asiente riendo, eso era algo en común que siempre ha tenido con Hagrid, y el más que nadie la comprende.
-Oh pero hay un problema, los barcos de Hogwarts se han acabado, así que tendrán que usar uno mío que está por allí, les recomiendo remar, es tan viejito que no podría soportar ni un hechizo mas...
Rose mira a Scorpius mordiéndose los labios, y el parece suspirar.
-Lo tomamos -decide él y el guardabosques asiente.
-Nos vemos luego Rosie -le dice Hagrid saludando con la mano.
Los de primero se suben a sus respectivos botes junto a Hagrid, y comienzan a navegar hacia el castillo.
Las luces de Hogwarts sobre el agua, hace que el paisaje se vea precioso, Rose había olvidado todo aquello.
-¿Subes? -la voz de Malfoy la trae a la realidad después de un momento, él ya ha colocado el bote en el agua y la está esperando. La bruja se acerca y se sube al objeto de madera, que no deja de crujir, realmente es un bote viejo. Scorpius se sienta frente a ella y toma los remos para comenzar a remar.
La barca se pone en movimiento en poco tiempo, y Scorpius y Rose recorren el lago en un incómodo silencio. El bote es demasiado pequeño, por lo que están muy cerca, y sus ojos inevitablemente se chocan de vez en cuando.
-Lo siento... fue mi culpa. Todo esto. -suelta bajando la mirada.
El Slytherin suspira.
-No importa, está bien.
Rose sonríe sintiéndose mas aliviada, mira a Scorpius con un poco más de confianza.
-Déjame remar a mí, debes estar cansado...
-Estoy bien.
-Insisto -dice la pelirroja, y en un impulso torpe para intentar quitarle los remos, el barco se mueve bruscamente dándose vuelta y lanzándolos al agua.
Rose no sabe nadar, por lo cual entra en pánico debajo del agua, comienza a patalear pero no puede llegar a la superficie. Se desesperada y puede escuchar como él la llama desde la superficie.
¿Ese iba a ser su final? Rose siempre se imaginó que moriría de vieja y plácidamente dormida, ¿pero una muerte tan absurda como morir en el lago de su propio colegio?
Patético.
Patalea, pero no logra nada. Ve que algo se le acerca, se asusta hasta que nota que es Scorpius nadando como un completo profesional hacia ella. La toma entre sus brazos con fuerza y ambos salen a la superficie.
A Rose nunca le ha parecido tan necesario el oxígeno como esta vez, toma una bocanada de aire desesperada. Su pecho está agitado, al igual que el del chico que está sosteniéndola con fuerza. La pelirroja mira a Scorpius. Está empapado, su cabello rubio está pegado a su rostro y sus pestañas están llenas de gotitas. Es lo más hermoso que ha visto nunca y está abrazada a él, como si estuvieran piel a piel, ya que su camisa se ha pegado completamente a su cuerpo.
El Slytherin respira agitadamente como ella, sus ojos se conectan por un momento de esa forma tan fuerte como siempre, haciendo que el corazón de Rose se vuelva loco. Por un momento siente que se van a besar, pero Scorpius habla:
-Estás loca, ¿cómo vas a levantarte en un barco así? ¡Y sin saber nadar! ¡Si yo no sabía hubiéramos muerto los dos!
Es la primera vez que Rose lo ve enojado.
-Lo... lo siento... -se disculpa -, nunca quise... ¡nunca quise que pasara todo esto!
El mago suspira y comienza a nadar hacia el barco sosteniéndola. Rose se siente completamente inútil.
Scorpius la ayuda a subir tomando impulso, y luego Rose estira los brazos para ayudarlo, pero el chico se sube solo.
Se miran. Se ven patéticos con la túnica mojada, y Rose aún más, con todo el cabello salvaje y mojado.
Scorpius cierra los ojos por un momento y toma aire, luego, más tranquilo vuelve a remar.
Es la situación más loca que Rose ha vivido. Está en un barco, con un Slytherin y no con cualquiera, sino con el hijo del peor enemigo de su familia, y eso no era todo, él la había salvado de morir, ahora estaban empapados y a punto de llegar tarde al banquete de bienvenida. ¿Qué dirían los otros al verlos así?
Scorpius la mira como si adivinara lo que estuviera pensando.
-No te preocupes cuando lleguemos a la orilla con un hechizo bastará para secar las túnicas...
Rose asiente y clava su mirada en sus pies, siente las gotas de agua recorrer todo su cuerpo, y agradece que esta noche hiciera calor. Ve como el reflejo de la luna ilumina el agua y se queda pensativa.
-Gracias por salvarme -suelta rápidamente.
-No tienes que agradecerme por algo que cualquiera hubiera hecho... -susurra.
Rose siente sus mejillas arder sin siquiera atreverse a mirarlo.
-Bueno... digamos que es algo sorpresivo viniendo de...
-¿De un Malfoy? -el chico suelta amargamente.
-¡N-no! ¡No es lo que quise decir! Solo que... ya sabes... nuestras familias no se agradan mucho... -la chica se pasa una mano por el cabello mojado, pero es inútil, sus risos pelirrojos vuelven a caer sobre su rostro -Tal vez tú...
-Yo no soy mi padre -suelta como si lo hubiera tenido atascado en la garganta durante mucho tiempo.
Rose se atreve a levantar la mirada, se choca con aquellos ojos grises que siempre le quitan el aliento. La pelirroja abre la boca para decir algo, pero Scorpius se adelanta.
-Ya llegamos.
Rose había estado tan perdida en sus pensamientos que no lo había notado. Scorpius estira una mano y la ayuda a bajar del bote. El simple contacto la hace estremecer.
-Malditos niños.
Ambos chicos se dan cuenta de la presencia de Filch, quien los toma de las túnicas y los arrastra hacia el castillo.
-Filch, déjenos secarnos, por favor -pide Rose desesperada al ver que van a interrumpir el banquete de bienvenida en el Gran Comedor.
Filch ríe, sin hacerles el mínimo de caso. Los tres entran al salón, y el conserje los empuja hacia adelante. Todas las miradas de las cuatro Casas se clavan en ellos.
-¡Directora, encontré a estos dos niños dando un paseo romántico en el lago!
Rose se muerde el labio con fuerza, Scorpius y ella no han tenido tiempo siquiera para secarse la ropa, por lo que a los ojos de los demás queda totalmente sospechoso.
La familia Weasley mira a la pelirroja sin poder creerlo, las peores expresiones eran las de James, Fred y Hugo, que miran a Scorpius con un odio exagerado. Albus es el único que parece impasible a la situación, con un pequeño libro en la mano y una sonrisa tranquila en el rostro.
-¡No fue así! -exclama Scorpius al ver las miradas que muchos les estan echando -¡Los carruajes nos dejaron atrás por lo que...!
-Siéntese señor Malfoy, y usted también señorita Weasley, y déjenos terminar tranquilos la selección -ordena Minerva severamente.
Rose comienza a acercarse a la mesa de Gryffindor sintiendo todas las miradas reprobatorias de la Casa. Se sienta junto a Dominique y clava su mirada en el plato.
Apenas la selección del Sombrero Seleccionador termina, la directora da inicio al banquete de bienvenida, y las miradas acusadoras de sus familiares se posan en ella.
-¿Qué hacías con Malfoy? -pregunta James lleno de cólera.
-Me quedé dormida en el tren y él me fue a buscar, los carruajes se habían ido asique tuvimos que tomar los botes... -contesta sabiendo que aun así su primo no quedará satisfecho.
-¿Cómo pudiste compartir un bote con ese? -interviene Hugo rojo del enojo.
-Ya, dejen a la pobre chica -dice Dominique más enojada que los demás -, solo fue un percance, ella no tiene la culpa de tener tanta mala suerte.
-Gracias, te quiero Dom -suspira la pelirroja. Su prima siempre la defendía, por eso solía ser su favorita.
-¿Y por qué están mojados? -pregunta Lily alzando una ceja pícaramente.
-Fue mi culpa. Nos caímos del bote cuando intenté coger un remo -explica avergonzada.
Dominique y Lily estallan en carcajadas, pero a los varones de la familia no les parece tan gracioso.
-Ese desgraciado... -gruñe James y Fred le susurra algo en el oído que lo hace sonreír con malicia.
-¿Qué están planeando? -pregunta Rose preocupada -¡No fue su culpa!
-Cállate Rose, no te metas -le dice su primo fastidiado.
-¡¿Qué no me meta?! -exclama y estira sus brazos por encima de la mesa intentando alcanzar su cuello, pero las chicas la detienen.
-Rose, se lo merece pero no queremos verte expulsada -le dice Dominique asustada mientras James le sonríe con malicia.
-Es mejor que dejes de defender a Malfoy, o el tío Ron se verá bastante decepcionado cuando le mande una lechuza contándole lo que ocurrió.
-Deja de amenazarme, yo puedo hacer lo que quiera con mi vida, ¿entendiste?
-Si vuelves a hablar con Malfoy te arrepentirás.
-No te tengo miedo idiota.
-Chicos ya basta, me están asustando -interviene Lucy.
Lily ayuda a Rose a secarse con un hechizo y luego, Rose decide comer aunque apenas puede tragar de lo furiosa que está. De vez en cuando, sin poder evitarlo, levanta la mirada y observa la mesa de los Slytherin, Scorpius parece tener el mismo problema, todos parecen estar bombardeándolo con preguntas, pero él se limita a contestar secamente y comer con lentitud su cena.
De repente recuerda lo que minutos antes le había confesado.
Yo no soy como mi padre.
Rose sonríe, a pesar de todo, siempre en el fondo de su corazón lo había sabido.
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Me gustaría que dejaran sus comentarios para saber si les ha gustado!
