Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephanie Meyer. La historia está basada en las películas del mismo nombre, sin embargo, me he tomado la libertad de adaptar la trama, los personajes y acontecimientos.

LA MASACRE EN TEXAS

Summary: #FFTH #HalloweenMovies. A Bella nunca le ha gustado viajar, mucho menos hacerlo en un viejo auto prestado y con un grupo de chicos que se pueden considerar de todo menos sus amigos. Pero cuando su novio le propone realizar esta travesía no le queda más que aceptar. Lo que ellos no saben es lo que les espera al otro lado de la carretera, cuando pasen por un olvidado pueblo conocido por el asesino que allí masacró a sus víctimas décadas atrás. ¿Te atreverías a pedir ayuda en un pueblo olvidado por la mano de Dios?

Una última parada

Cada vez el aire le parecía más escaso. Un calambre comenzó a subir por toda su pierna pero sabía que no podía detenerse, le parecía que llevaba corriendo millas y millas. Su boca estaba seca, sus labios destrozados y repletos de sangre; como la mayoría de su cuerpo. Su rostro estaba bañado en una desagradable mezcla de tierra, sangre y sudor. Su pecho ardía y el corazón parecía salir de su pecho.

No se atrevía a mirar hacia atrás, sus manos temblaban de sólo pensarlo. Había perdido la cuenta de las veces en que sus rodillas habían colisionado con el suelo de tierra bajo sus pies, las pobres estaban todas magulladas, brotando un líquido que en nada parecía sangre.

No sabía cuántos más resistiría, pero lo que sí sabía era que tenía que llegar lo más lejos posible. Una risilla histérica se le escapo, y lo único que repetía una y otra vez era; lejos, lejos, lejos.

Huir, ese era su mejor plan. Y en el mejor de los casos él se olvidaría de ella y la dejaría en paz. Era todo lo que podía pensar, pedir y pensar, pedir. Que se olvidara de ella, porque sabía que si él la encontraba sería su fin. Ya no tenía las fuerzas necesarias para esquivarle, ni aunque su vida estuviera en juego.

Empezó a cojear de un pie y supo que ya no le quedaba mucho. Llevaba horas en el mismo círculo una y otra vez. El árido terreno no le daba tregua. Quería detenerse, descansar y luego seguir con su camino. Algo de decía que no lo hiciera, que ni siquiera lo intentara. Pero el cansancio fue mayor.

A lo lejos diviso una vieja estancia abandonada. Allí encontraré algo, pensó. Algo con qué defenderme. Cojeo hasta llegar a la entrada. Todo estaba oscuro como para poder entrever que había allí. Dio unos pasos cauta intentado buscar algo que le ayudara. Entró en una especie de habitación que parecía caerse a pedazos, la mitad de la casa ya se había derrumbado dejando a la intemperie algunas habitaciones. Su respiración era agitada pero se pidió a sí misma calmarse. Sin embargo, no le duro demasiado. Algo le decía que nada iba a estar bien; y así era.

Primero, sintió unas pisadas, unas pisadas que sabía de quién eran. Quiso dar un grito pero puso sus dos manos en su boca para callarse. Comenzó a hiperventilar y sus manos sudaban, sus piernas temblaban de puro miedo.

Y sintió el sonido de la motosierra cuando la jalo para darle el arranque.

La había encontrado.

….

Tenía el cabello pegado a su frente por todo el sudor que su cuerpo derramaba. Pensaba que se estaba derritiendo. Ni aunque estuvieran todas las ventas abierta de la lata en la que viajaban, Bella podría sentir algo de brisa para refrescarse. No sabía cuánto tiempo llevaba con el culo pegado al asiento repleto de agujeros y manchas. Antes de partir había tomado prestado de la casa de su tía un cojín, porque ni aunque le pagaran con todo el oro del mundo se sentaría en aquel asiento del copiloto. Pero a mitad de camino la tela dura que envolvía el cojín le fue raspando detrás de sus piernas creándole una especie de ronchas en su piel. Tuvo que botar el estúpido cojín.

Todavía no podía entender en qué estaba pensando cuando había aceptado. Cuando Edward le había comentado sus planes de viajar al sur para un festival de música en el cual tocaría su banda favorita no le había hecho mucha gracia que digamos. Pero cuando luego le platico sus nuevos planes, el que incluía a sus nada simpáticos amigos y para empeorar todo lo harían en el auto que le había prestado su hermano, el cual parecía caerse a pedazos, le pareció una locura. Realmente Bella dudaba en que alguna vez le había parecido una buena idea. Sin embargo, ahí estaba, empapada en sudor, con cuatro extraños en la parte trasera y con Edward tomándole su mano. Al menos eso le decía que no todo estaba perdido. Tenerle cerca hacia que esta travesía fuese más fácil de asimilar.

Por otra parte, Edward no podía con todo el entusiasmo que le embargaba. Desde que vio el anuncio en la televisión lo único en lo que podía pensar era en aquel viaje. Todo parecía venir de maravilla. Viajaría con su novia, juntos verían a su banda favorita y sus amigo le acompañarían. Si bien era cierto a Bella no le caían del todo bien sus amigos, con este viaje podrían conocerse mejor, además le ayudarían con los gastos del combustible.

Pensaba en todo lo que haría al llegar, todas las emociones que estaba por vivir. Le dio un suave apretón a la mano de Bella para que ella sonriera. Casi todo el camino había estado con la mirada pegada a la ventana sin hablar con nadie.

—Cariño —le llamó con una voz dulce—, pronto llegaremos a una estación de combustible y allí comeremos algo —a Bella no pareció alegrarle mucho la idea, por eso agregó—: si no me equivoco estamos a punto de pasar por el lago Nesfire. ¿Te acuerdas cuando hablábamos de conocerlo?

Bella no podía con todo el entusiasmo de su novio. Sabía que esta no era una situación cómoda para nadie, y también sabía lo mucho que Edward quería que se la pasara tan bien como él. No tuvo más que hacer que darle una sonrisa y asentir en su dirección.

—¿Un lago, eh? —Se le adelanto Mike—. Va a ser genial verlas mojadas, chicas —insinuó el más desagradable de todos los amigos de Edward. Bella no podía entender como un chico como él podía ser amigo de Edward. En la más mínima oportunidad Mike le coqueteaba sin reparo alguno. Estaba claro que Michael quería ser de todo, menos un amigo para ella, pero el único que parecía no darse cuenta era Edward.

—Ni en tus mejores sueños, Mike —le contesto Rosalie, la novia de Emmett.

Bella se quedó viendo a la chica por el retrovisor. Nunca había intercambiado más de cuatro palabras con ella. Edward le había pedido a Emmett que llevara a su novia, ya que si no serían sólo chicos los que viajaran, él pensó que se le iba a ser más grato el viaje a Bella si había otra chica en el auto. Un grave error. La rubia y ella no tenían nada en común, no se conocían de nada y Bella presentía que no le caía muy bien a la chica.

Bella sabía el por qué. Cuando recién comenzó a salir con Edward, otro chico se le había adelantado; Emmett. Edward no lo sabía, pero su amigo le había coqueteado en aquella fiesta en la que se conocieron, y de hecho ella se había acostado con él. Pero luego Edward había insistido e insistido para ella saliera con él. Y así lo hizo.

Esa era también la razón por la cual Emmett no intercambiaba más de dos palabras con ella. Era una situación incómoda de llevar. Tal vez por eso Emmett invitó a su amigo Jasper. Y Mike, todavía no sabía quién lo había invitado a él.

—¿Nunca te has bañado desnuda en un lago, Bells? —le pregunto demasiado cerca de su oído. Ella se removió incomoda negando. El tipo era insoportable. No sabía cómo pero se las había arreglado para quedar justo detrás de ella. Al lado de él estaban Emmett y Rosalie, quien parecía que iba sentada arriba de él. Y en el fondo, sin decir palabra alguna, estaba Jasper.

De todos los que allí estaban, era quien le caía mejor de todos. Nunca decía más de dos palabras, nunca la miraba con pena, como Emm, con celos como Rosalie o libidinoso como Mike. No, él era diferente. Ya llevaban dos días de viaje, y en la primera noche Jasper había sacado su guitarra y cantó algunas canciones realmente buenas. Le sorprendió que el chico cantara tan bien. Hasta el momento había sido lo mejor del viaje.

—¡Allí está! —gritó emocionada Rosalie apuntando hacia el lago. Tenía una gran sonrisa en su rostro, lo cual impresionó a Bella. Nunca la había visto con más que sólo el ceño fruncido.

Edward estacionó el auto a escasos metros de la orilla. Para Bella fue lo mejor de vida poder bajarse de aquella lata. Estiró sus piernas y sus brazos y dejó que la brisa acariciara su cuerpo. Debajo de aquellos frondosos árboles el calor no la asfixiaba tanto como hacía unos momentos atrás.

Los chicos salieron corriendo detrás de ella y escuchó el grito de alegría que expulsaron al tirarse sin reparo alguno al agua fría que había en el lago. No sabía por qué pero Bella estaba riendo, riendo sin fingir por apariencias. Rosalie parecía hacer lo mismo.

Rodeó la orilla tocando suavemente con sus dedos el agua, se regañó a sí misma por no haber traído algún traje de baño. Envidiaba a los chicos por tener la valentía de tirarse sin más al agua.

—¿Qué te parece? —Le susurró Edward abrazándola por detrás. Bella sonrió inconscientemente mientras rozaba sus dedos con los suyos.

—Genial, amor.

Él besó su hombro.

—Te prometo que haré lo posible para que este viaje sea el mejor para nosotros. —Bella se giró para besarlo. Edward nunca era así de detallista. Nunca recordaba fechas importantes, ni se le daba bien los momentos románticos. Y de hecho era algo machista para su gusto, pero lo amaba. Lo amaba con sus defectos y virtudes. Y sobre todo lo amaba por su capacidad de hacerla feliz.

Bella escucho la estrepitosa risa de Rosalie al ser abrazada por un muy mojado Emmett quien la arrastraba para que se metiera con él al agua. Rosalie gritó pero a la vez rió por las caras que su novio le hacía. Y lo logró. La rubia no sabía si estar enojada o no con su novio. Pero Emmett fue más habilidoso y antes de pudiera decir una sola palabra la besó, impactando su boca con la de ella. Fue un beso tan salvaje, pensó Bella, quien veía todo sorprendida. Se notaba lo mucho que se amaban.

Por el otro lado vio como Jasper ahogaba a Mike y se prometió a sí misma felicitarlo por eso. El flacucho de Mike no pudo con los fuertes brazos del guitarrista, quien se mataba de la risa al ver la cara que ponía Mike cada vez que le dejaba salir para respirar un poco y volverle a hundir su cabeza.

Quizás fue por eso que no lo vio venir, estaba tan concentrada viendo el sufrimiento de Mike que no sintió cuando el corpulento amigo de Edward les acechó. Sólo sintió como la fría agua entraba en contacto con su cuerpo. Emmett arrasó con Edward y ella arrojándolos al agua.

—¡Sólo faltaban ustedes, chicos! —gritó muerto de la risa Emmett hacia ellos.

Al principio Bella quería gritarle y golpearle, pero Edward la tomó entre sus brazos haciéndole cosquillas.

No supo cuánto tiempo estuvieron así entre risas, chistes y juegos. Hasta Rosalie le había hecho unas cuantas bromas. Cuando al fin se cansaron Bella tenía sus dedos todos arrugados como una abuelita.

Se pusieron por un momento al sol para secarse un poco pero sabían que pronto tendrían que buscar un nuevo motel en el que quedarse. Así que tuvieron que subirse al auto algo húmedos y emprendieron el viaje por la carretera los más rápido que pudieron.

Bella sentía como estomago sonaba. Estaba muerta de hambre.

—¿Falta mucho? —le pregunto a Edward. Él la miró confundido. No quería admitirlo pero al parecer se había perdido. Cada vez que pasaban por un camino miraba atento a todos las señaléticas pero a medida que iban avanzando parecía que desaparecían hasta que llegaron a punto en el que sólo se veía un camino desigual y arenoso.

Esto le preocupaba. Se había aprendido el camino de memoria en las últimas semanas pero esto no lo recordaba.

—¿Edward? —volvió a preguntar Bella preocupada.

—Poco —le respondió serio. Eso a Bella la preocupó más.

—Debimos haber comprado el mapa que te dije —le reprendió molesta.

—No estamos perdidos —se anticipó Edward.

—¿Ah no? —Dijo irónica.

Los demás parecieron darse cuenta de la tensión entre ellos dos ya que Emmett intentó decir una broma pero nadie rió.

—Está bien —dijo Edward a todos en el auto—. Sólo tenemos que pasar por A5 y estaremos bien.

Luego de eso todos estuvieron callados. Al parecer el momento de diversión se había quedado en aquel lago. Estuvieron en eso por un largo tiempo ya que cuando Edward por fin se decidió a aceptar que estaban perdidos, Bella ya tenía toda su ropa más que seca.

—¿Tienes alguna idea? —Preguntó a Bella mirándola de reojo. Sabía lo enojada que estaba su novia por ni siquiera había dicho palabra alguna ni le había tomado de la mano.

—No. —Fue la respuesta seca de ella.

—Podríamos devolvernos —sugirió Jasper desde el fondo del auto.

—¿Devolvernos? Estás loco —dijo Mike enojado—. Cuando nos hayamos devuelto se habrá oscurecido. Ahí sí que estaremos hasta la mierda.

—¿Entonces que sugieres? —Le rebatió en las mismas Rosalie. Bella no era la única a la que le caía mal Newton.

—Seguir avanzado, de seguro encontramos algo más adelante.

—No podemos —comento Bella viendo por la ventana—. La gasolina no durará más de unos kilómetros.

Y eso era lo que había estado haciendo, pensó Edward. Bella estaba concentrada leyendo el tablero del auto. A veces era tan controladora, se dijo así mismo.

—En ese caso sería mejor que nos devolviéramos, como dijo Jasper —volvió a decir Rosalie preocupada.

—Calma todos, ¿sí? —Intentó decir Edward con voz seria—. Si no me equivoco a unos kilómetros más allá hay un pueblo, no lo quise agregar a la ruta para acortar el viaje, pero podemos detenernos allí.

Todos asintieron y se sintieron más calmados, todos menos Bella. Ella conocía a su novio y sabía que estaba mintiendo por la manera en que se movían sus labios, pero no dijo nada. Sabía que sería para peor.

Edward manejo a ciegas los siguientes kilómetros con los nervios apoderándose de él. Podía sentir la mirada de Bella escaneándolo por completo.

Hasta que al fin vieron una patrulla y Edward suspiró aliviado. Un policía les hizo parar y Edward bajo el vidrio para hablarle.

—Buenas tardes —dijo amable—. Venimos del norte, ¿usted sabría si hay algún pueblo por aquí cerca?

El hombre parecía de todo menos un policía, pensó Bella. Traía la camisa manchada, unos restos de barba y una mirada que daba escalofrío. En nada se parecía a su padre, Charlie, quien también era policía. El tipo hizo una mueca, luego se acercó a la venta para ver quienes estaban adentro, a Bella no le gustó para nada la mirada que le dio.

—¿Del norte, eh? —Su voz era rasposa. Luego sonrió y dejo ver sus dientes amarillos—. Bastante lejos. Forasteros en estas tierras, quien lo diría.

Asintió para sí mismo y luego hablo serio.

—Un poco más adelante encontrarán un letrero, sigan la flecha —dijo apuntando hacia adelante—. Si necesitan dónde quedarse, y por lo que veo así es, vayan a la estancia. —Sacó algo de entre sus uñas y luego escupió al suelo—. Pregunten por Nancy, díganles que yo los envié. —Terminó dando una sonrisa asquerosa.

—Gracias —le agradeció Edward encendiendo el auto. Necesitaban pronto llegar allí, ya que como había dicho su novia, el combustible pronto se acabaría.

Bella vio por el espejo como el hombre en ningún momento les dejó de ver hasta que por fin le dejaron atrás. Y el policía había dicho la verdad, a poco andar encontraron el letrero y la flecha. Al entrar a Bella le dio un escalofrío. Todo parecía tan desértico.

—Vaya mierda —exclamó Mike cuando entraron.

—Nos quedaremos por poco tiempo —dijo Edward para calmarlos a todos.

Al pasar vieron unas pocas casa viejas, la mayoría estaban en un deplorable estado. No les costó mucho encontrar una gasolinera. Bella no quiso bajarse. Todos los demás lo hicieron.

—¿No quieres entrar al baño? —Le pregunto Edward por la venta. Ella negó como respuesta.

Edward no insistió. Entro a la gasolinera y lo atendió un tipo regordete. Lo atendió rápido y Edward aprovechó de preguntarle por la estancia que el policía le recomendó.

—Jimmy, ya veo —habló el tipo detrás del mostrador. Asintió y luego le indicó el camino que tenía que seguir. Como supuso Edward no estaba muy lejos ya que el pueblo no era muy grande.

Rosalie compró unos dulces en la gasolinera y le convidó unos a Bella, lo cual tomó por sorpresa a Bella.

—Gracias —le dijo, ambas masticaron el chocolate y se quedaron viendo.

—Esto es una mierda —escupió Rosalie el chocolate. Bella hizo lo mismo—. Al parecer no vienen muchos visitantes por aquí.

Bella asintió y juntas se rieron al ver la cara que puso Mike cuando le dieron el chocolate apestoso. Luego de eso se volvieron a montar en el auto para llegar en poco tiempo a la estancia. Cuando vio la casa, le pereció de todo menos una estancia. No quería quedarse allí, pero no tenían dónde más ir así que a regañadientes se bajó.