No podía creerlo, simplemente no podía. Todas las personas con las que trato de establecer una relación, terminan alejándose de una forma u otra.
Cuando supe que Kai tenía esposo, decidí irme del hospital lo más rápido que pudiera. Estaba lloviendo pero no me importó, dejé la moto estacionada y simplemente corrí sin rumbo dejándo que mis pies decidieran a donde ir.
Cuando por fin me detuve, levanté mi cara para ver dónde me encontraba. Estaba frente al "Mercy Hospital". Como era viernes el horario de visitas era hasta las 8.00 de la noche. Recordaba haber salido del "General Hope" a las 7.00, por lo que aún tenía tiempo para entrar. Decididamente entré y me dirigí a la recepción, era la misma señorita de la vez pasada.
–Otra vez usted... – me dijo con desprecio, pero al ver mi cara mojada por la lluvia y las lágrimas, y por el hecho de que mis ojos estaban hinchados y posiblemente rojos, su voz y su expresión se suavizaron. –Llega en horario de visitas. ¿A quién desea ver?–
–A mi hermano mayor,... el joven Kon.– le dije con la voz rasposa.
–¿Kon?... Deje veo..– se levantó y examinó unos papeles. Luego volteó hacia mí. –¿Lee Kon?– asentí. –Está en la habitación 2015, doctor.– me dijo sonriendo tiernamente.
–¿Cómo sabe que...?– volteé hacia abajo y vi que aún tenía puesto mi uniforme y mi bata. –Oooh...– intenté devolverle la sonrisa pero sólo logré que mis labios temblaran y más lágrimas resbalaran por mis mejillas. –Gracias.– le dije y lentamente caminé hacia las habitaciones.
La gente me miraba al pasar, pues estaba todo mojado, llorando y con mi uniforme de doctor. No se que pensaban los demás, pero en esos momentos nada me importaba menos.
Al llegar a la habitación 2015 llamé a la puerta y al no recibir respuesta entré lentamente.
–¿Lee?– lo llamé al ver que la habitación estaba oscura. Pensando que podría estar dormido fui retrocediendo, en eso se prendió la luz de la mesa que estaba al lado de la cama. Ahí acostado esta mi hermano Lee. Su nombre es Lee Wong, realmente somos medios hermanos, pero para mi es solamente mi querido hermano.
–¡Hola Lee!– lo saludé con lágrimas de felicidad y tristeza combinadas.
–Hola Doctor.– me saludó. –¿Vine a hacerme más análisis?–
–No Lee... soy yo Ray, tu hermano.–
–¿Hermano? ¿Tengo un hermano?–ladeó su cabeza.
–Sí Lee. Soy tu hermano.–
–¿Por qué dice eso doctor? ¿Quién es usted?– me dijo algo inquieto.
–Tranquilo Lee, soy Ray Kon.– me examinó con su mirada. Luego volteó a un espejo que había en la habitación. Sólo compartimos padre, pero somos muy parecidos. El mismo color de ojos miel. El mismo cabello negro, la misma piel morena. La mayor diferencia son nuestras narices; la mía es igual a la de mi madre delgada y fina, la de Lee es igual a la de nuestro padre, ancha y aguileña.
–Sí nos parecemos.– me dijo Lee con voz entrecortada.
–¡¿Cómo es que no recuerdo ni a mi propio hermano?– gritó llevándose las manos a la cabeza. Me acerqué a él y lo abracé, eso lo calmó un poco.
–Lee... tuviste un accidente, te golpeaste fuertemente la cabeza y eso te causó problemas en el cerebro, en la memoria... en el lóbulo temporal–
–¿Qué me sucedió?– sus ojos brillaban con preocupación. Suspiré.
–Acabábamos de llegar a la ciudad y de rentar un departamento. Para celebrar quisiste que fuéramos a un resturant, y también para festejar que empezábamos a hacer internos de cirugía. Estaba lloviendo, pero aún así subimos al auto y nos dirigimos al restaurant.–
–¿Yo conducía Ray?–
–Sí, un auto se derrapó cerca de nosotros y se dirigía hacia mi puerta. Te asustaste y al intentar esquivarlo le diste la vuelta al volante y nos salvamos de ese choque, pero... nuestro carro golpeó con un poste de luz. Se rompió el vidrio y te golpeaste contra el poste. Quedaste inconsciente y te llevé al hospital, tuvieron que operarte, tenías una hemorragia interna. Lograron curarte eso, pero tu memoria quedó dañada.–
–¿A ti te pasó algo?–
–Solo me lastimé el cuello, no fue nada grave.–
–¿Hace cuanto tiempo?– me preguntó asustado.
–Hace dos meses.– permanecimos en silencio durante mucho rato. Lee me observaba todo el tiempo. Hasta que habló de nuevo.
–¿Tú quien eres?– me dijo dulcemente.
–Ooh Lee.– tomé su mano y acaricié su mejilla. Él sólo me observaba sin decir nada. La puerta se abrió y entró una enfermera.
–Lo siento, se ha terminado el horario de visitas.– me dijo.
–Sí, de acuerdo.– contesté resignadamente. –Lee, tengo que irme.– lo observé con cariño.
–De acuerdo doctor. Adiós.– me dijo sonriendo.
Salí del hospital y ya había dejado de llover. Mi ropa aún estaba húmeda. Tenía que volver al Hope General por la moto, pero no quería ver a Kai. Aún así caminé hacia el hospital. Cuando iba a medio camino la lluvia comenzó a caer nuevamente. Una camioneta azul claro se detuvo junto a mí. El conductor bajo la ventanilla. Era Max.
–Hola Ray. No creo que quieras irte a casa en tu moto con esta lluvia, ¿o sí?– me preguntó preocupado.
–No.– le respondí fríamente.
–Yo puedo llevarte si quieres.– me dijo sonriéndome.
–Gracias, pero no quiero molestarte...– le dije apenado por mi rudeza.
–No hay problema.–
Me abrió la puerta y me subí. Le dije dónde vivía y al parecer conocía el edificio, aunque se sorprendió cuando le dije. Llegamos al edificio y Max entró en el estacionamiento como si lo conociera, se estacionó y fuimos a mi departamento. Lo invité a pasar. Me cambié la ropa mojada mientras Max esperaba en la sala. Nos pusimos a platicar.
–Lindo departamento Ray.– Me dijo observando con detenimiento.
–Gracias.–
–¿Vive alguien más aquí?–
–Debería... pero no.– suspiré y miré como Max me observaba.
–¿Recuerdas al décimo interno?–
–Ajá...–
–Él debería vivir aqui. Es mi hermano, pero está... fuera.–
–Oooh vaya, entonces, ¿está de viaje?–
–Algo así...–
Platicamos un largo rato después. Sobre nuestros residentes, sobre nuestro difícil tiempo como internos, de nuestros demás compañeros, de los jefes... Cuando estábamos hablando de Kai me puse algo nervioso.
–Max... tú me agradas, ¿yo te agrado?–
–Y mucho.– me sonrió
–Entonces, somos amigos, ¿no?–
–¡Claro! No lo dudes.–
–Bien necesito hablar con alguien y creo que eres la única persona con quien puedo hacerlo.–
–Dime.–
–Kai, quiero decir... el doctor Hiwatari, el primer día que lo conocí no pude evitar... amm... babear por él..– me sonrojé al recordar –Y él se comportó fríamente conmigo, pero al día siguiente, cuando fuimos a hacer las rondas matutinas, me besó en el elevador.– miré a Max, me observaba con interés, pero sin juzgarme o molestarse. –Después en la fiesta también me besó y me dijo que era lindo. Intenté no seguir más, por consejo de Brooklyn, pero no pude evitarlo. Me enamoré de Kai. Una mañana...– me volví a sonrojar – Nos entregamos el uno al otro.–
–Wow...– Max estaba realmente sorprendido –¿Por eso tuviste problemas?–
–No, eres el primero que lo sbe... ooh bueno... sí, con Bryan tuve problemas por llegar tarde ese día. Pero Brooklyn solo nos vio besarnos y cuando ya habíamos terminado, supuestamente Ozuma nos vio besándonos y le dijo a Brooklyn.–
–Oooh, vaya...– Max me miró dulcemente –¿Pero por qué estás tan triste?–
–Porque hoy descubrí que Kai... que Kai está casado.–
–¿¡Qué!–
–Sí, con el nuevo doctor... Miguel.–
–Miguel Lavalier.–
–Sí, Miguel Lavalier-Hiwatari.–
–Vaya Ray, lo siento.– me abrazó fuertemente, no pude evitarlo y lágrimas comenzaron a salir de mis ojos como una cascada. Max apretó el abrazo y acariciaba mi cabello. Cuando por fin me calmé le di las gracias y dijo que mi secreto estaba a salvo con él. Nos despedimos y le pregunté a Max por qué conocía el edificio.
–Vivo arriba. Justo arriba.– me dijo riéndose.
–Es bueno tener a un amigo cerca.– le dije sonriéndo.
–Me sorprende que no nos hayamos visto antes. Buenas noches Ray–
–Sí, buenas noches Max.–
–Yo te llevo mañana, nos vemos a las 3:30 en el auto.–
Aunque me sentía muy triste por lo que había pasado con Kai el haberme desahogado con Max y poder haberle contado a alguien lo que me sucedía me calmó mucho. Me sentía algo mejor.
