Disclaimer: Katekyô Hitman Reborn! no me pertenece, todo es de Akira Amano.
Beta: Bela-Kikinu-chan.
Prompt: Culo. Porque las madres siempre le cuidan el culo a sus hijos.
Aclaraciones: Para Fandom Insano. "Yankee" es como le dicen los japoneses a los gamberros o punky's de escuela (inadaptados sociales, por decirlo en otras palabras).
Es un saber universal que las madres existen para hundirnos en la ignominia más absoluta con sus saberes siempre atinados. Pareciera que ellas están metidas todo el tiempo en nuestros asuntos, aunque no sea así verdaderamente.
Bueno, cierto es que hay "padres" y "padres". Es decir, Gokudera a veces envidiaba la familia de Tsuna, —salvo en momentos como ese— especialmente porque le hubiera gustado tener una madre tan atenta y suponía que si su madre no hubiera muerto, sin dudas sería así, muy parecida a la señora Sawada (pero al estilo Gokudera, por supuesto).
Nana estaba haciendo los quehaceres de la casa, observando de reojo las actividades de los más pequeños con ese ojo crítico que todo lo ve —cual Sauron— y que las madres suelen tener. I-Pin le ayudaba a colgar la ropa, si es que correr detrás de Lambo con los broches en la mano para arrojárselos se le podía decir "ayudar".
Nana la dejó ir tras el chico, porque no dudaba que esa relación era única y especial, y con sinceridad sin la ayuda particular de los más pequeños se las arreglaba bastante mejor sola.
—Má —Tsuna se sentó en el escalón más alto, llamando su atención—Hoy Gokudera también va a venir a ayudarme con la tarea. —Nana sonrió, no pasaba un día sin que su hijo mencionase al yankee más temido de la escuela. A ella le agradaba Gokudera pese a su aspecto, porque una madre siempre sabe cuándo su hijo tiene buena o mala junta—. Si terminamos tarde le diré de nuevo que se quede a dormir —pensaba que era mejor eso antes que dejarlo haciendo guardia las veinticuatro horas fuera de su casa.
Cuando supo que Gokudera tenía esa extraña afición, no pudo dormir nunca más en paz; su consciencia no se lo permitía, especialmente en las noches de tormenta.
"¿Estará bien? ¿Se estará mojando? Mejor salgo a ver si le puedo alcanzar un paraguas o una taza de té". Lo más sano, concluyó Tsuna en poco tiempo, era hacerle quedar a dormir adentro. Claro que Hayato se rehusaría con tal de no molestar a su querido décimo y es por eso que, conociéndolo tanto, Tsuna ideaba excusas pobres para que Gokudera no pudiese declinar la oferta.
Casi siempre era la misma y casi siempre era creíble. A Tsuna le iba mal en la escuela siendo o no el futuro jefe de una familia mafiosa y Gokudera era bueno en las materias siendo Godukera mismo. Así que cada día ocurría lo mismo: Hayato se quedaba después de clases a explicarle los temas del día y, como se hacía de noche, cenaba en casa de Décimo para después recibir la cordial invitación.
—Claro —sonrió Nana, por todo eso ella también sabía que, como solía suceder a diario, Gokudera se quedaría a dormir—. Sólo no olviden guardar el tatami en su lugar cuando se levanten.
Nana extendió la sábana al mismo tiempo que escuchó el sonido del timbre. Su híper intuición de madre le decía que se trataba del susodicho.
—Tsuna —lo llamó antes de que se pusiera de pie—Levanta tu ropa interior, hijo, no querrás que la vea —le apremió señalando una larga hilera de donde pendían bóxers de todos los colores y formas.
—No te preocupes por eso, es Gokudera —negó, sonriendo abiertamente—; él ya conoce todos mis calzones.
Nana, de espaldas, sintió una descarga eléctrica que le recorrió la columna vertebral dándole escalofríos. A veces Tsuna era estúpidamente inocente, como en esa ocasión. Porque para colmo —en vez de explicarle mejor a qué iba su descolocada acotación— se encargó de arruinar la imagen mental de hijo bueno que tenía su madre al agregar un desconcertante:
—No sólo él, creo que media escuela debe conocer toda mi ropa interior —un aura apesadumbrada se apoderó de Tsuna. Y es que en su modo de "última voluntad" solía quedar como Dios lo trajo al mundo, por suerte Giannini y León habían sabido solucionar ese bochornoso inconveniente.
¡Haber empezado por ahí! ¡Tsuna-tonto! Es lógico que una madre —ajena al mundo de la mafia— interpretase aquello como lo que sinceramente sonaba.
—¡Décimo! —Saludó Hayato sin reconocer a la mujer tras el velo de la sábana—Su mano derecha está listo para hacerlo sudar —el ruido de la ropa siendo tendida llamó su atención—¡Ah, señora Sawada, buenas tardes!
—Buenas, Gokudera —sonrió nerviosamente.
—Bien, nosotros estaremos en la habitación… sudando copiosamente —concluyó Tsuna algo desganado y es que no era muy divertido eso de sentarse a resolver integrales.
—Esperen. —Como madre Nana no podía dejar pasar esa oportunidad, porque los niños no estaban cerca, y cuánto antes tuviera esa conversación sería mejor.
—¿Qué? —Tsuna frunció el ceño, "mamá" lucía muy rara. Con esa sonrisa nerviosa que anuncia el indefectible "tengamos una charla incómoda, hijo".
—Chicos —se aclaró la voz antes de continuar—, si ya están teniendo relaciones sexuales entre ustedes por favor usen condón —la sonrisa, entonces, fue más ancha. Inusitadamente natural—tengan presente que el ano posee miles de vasos sanguíneos y el contagio de…
—¡Mamá! —Tsuna casi muere súbitamente, se colocó en cuclillas buscando un jarrón donde esconderse y no salir nunca más.
Tendría que picarse los ojos, porque no podría ver a su guardián a la cara por lo que le quedaba de vida. A su lado Gokudera palideció tanto, pero tanto, que casi se hizo transparente. ¿Y quién faltaba para completar ese fatídico cuadro? Sí:
—La señora Sawada tiene razón, Hayato —Bianchi se recargó contra el marco de la puerta—, hoy en día las enfermedades venéreas atacan sin clemencia y ni siquiera el amor es capaz de contrarrestarlas.
Gokudera acabó de rodillas en el suelo muy descompuesto; por lo que le decía su hermana, —secundando las palabras de Nana— o porque estaba sin antifaz, pero el resultado fue el mismo de todos modos.
Tsuna escapó de esa embarazosa situación haciendo uso de su verdadera última voluntad y arrastró a Gokudera de un brazo rumbo a su cuarto para alejarse lo más posible de los adultos.
—Se ve que tienen prisa —Reborn apareció de la nada con una de esas sonrisas que no auguraban nada bueno—. Así es la juventud hoy en día: atolondrada, además de apasionada.
Al menos a Nana le quedaba el consuelo de que no tendría que enfrentarse a ningún embarazo accidental.
¿Fin?
Basada en una historia real (?).
"Fin" entre signos de pregunta porque, a decir verdad, el fic es un poco más largo; sin embargo "indecisa" es mi segundo nombre. Si me animo (y me pongo un cuarto de pilas) corrijo lo que escribí en estos días, se lo paso a Bela y lo traigo como un segundo capítulo o extra.
