"Ese es mi hijo"
Dice en su interior, orgulloso. Al ver como su misma sangre recibía un montón de regalos, al usar lo que le había enseñado "smolder". Con realizar esa mueca todos los sirvientes del palacio y habitantes del pueblo, caían -literalmente- a sus pies.
A la edad de cuatro años era todo un éxito. Recibiendo infinidad de regalos, dulces, flores y hasta besos de las mujeres -en algunos casos- más lindas. Pero sobre todo y para sus celos, su hijo, recibía besos de su esposa, múltiples de besos que siempre cubren su cara.
Ante eso, Eugene estaba indignado y esta vez no se iba a quedar callado.
— Quiero que hablemos.
Rapunzel lo miró curiosa.
— ¿Sobre qué?
— Quiero que me expliques porque a nuestro hijo le funciona contra ti y conmigo tú eres inmune.
Su esposa alzó una ceja indicando desconcierto.
— ¿De qué hablas?
— De "smolder" —Ella realizo un gesto, en señal de comprensión— Cada vez que hago mi "arma mortal" tu solo la rompes —Replicó— ¿Por qué no haces lo mismo con él?
— ¡No voy a golpear a nuestro hijo! —Gritó— Y además se ve tan tierno —Realizando una mirada soñadora.
— Así que es eso —Asintiendo en entendimiento— Entonces en una batalla entre lo sensual y lo adorable ¿Ganaría lo último?
— Pues claro.
Cruzándose los brazos y ladeando la cabeza.
— Ya veo —Añadió Eugene. Al segundo bajó la cabeza y cuando la alzó para sorpresa de Rapunzel, su esposo estaba realizando "smolder"
— ¿No sientes deseo de besarme? —Preguntó con los labios achucharrados.
— No realmente.
Respondió honestamente. Lo único que pasaba por su cabeza, era de buscar su sartén.
— ¿Por qué no quieres?
— Eugene —Inició— Si dejas de hacer tu arma mortal, voy a besarte.
— En la boca —Demandó dejando de hacerla— Que sea diferente a nuestro hijo.
Ella rió.
— Sabes, no tienes que realizar la "smolder" para conseguir eso —Espetó antes de atraerlo hacia ella y plantarle un ardiente beso en sus labios. Al separarse Eugene, estaba realizando una petulante sonrisa.
— Por supuesto, ya caes a mis pies con mi presencia.
— No dije eso.
Eugene rió, al notar, que por lo dicho su esposa fruncia el ceño. Él beso su entrecejo y dijo: "Lo sé"
