Armadura de Caballero.

Empiezo a toser sangre al incorporarme con dificultad; el último golpe ha sido realmente doloroso. Atenodoro parece disfrutar con mi sufrimiento puedo notarlo por la sonrisa burlona que se muestra en sus labios sabe que odio que se burlen de mí.

La busco con la mirada, en un hábito que intento eliminar pero que sin duda permanece neciamente, me sorprendo al no verla en su sitio de siempre: En lo alto de las gradas del Coliseo. Atenodoro pronto me da su ubicación al mencionar que Su Alteza ha bajado hasta la arena con ese tono condescendiente que suele usar cuando la menciona en mi presencia, me giro un poco para observarla, su largo cabello gris ondea con la suave brisa y sus ojos castaños se encuentran fijos en mi persona.

Comprendo sus intenciones incluso antes de que ella las pienses por lo que decido alejarme tan pronto como puedo, paso de largo a mi compañero de entrenamiento que murmura una queja y me voy caminando por uno de los laterales de la arena.

Escucho mi nombre en sus labios con enojo, repitiéndolo incasablemente al tiempo que trato de seguir avanzando pero me detiene al sujetarse con firmeza de mi camisa pronunciando un dolido "¡No me ignores!" y haciéndome sentir culpable.

Su frente descansa sobre mi espalda un segundo después y no puedo evitar tensarme al observar los pocos santos que están por esa parte; sus miradas reprobatorias acompañadas de ceños fruncidos suelen ser algo común cuando estamos juntos.

-Estoy ocupado, Princesa. –Digo intentando soltarme para seguir mi camino pero ella obstinadamente no me lo permite aferrándose con más fuerza mi camisa, sé que no le gusta que la llame por el título porque según suena condescendiente y solo lo uso cuando no la quiero cerca, lo que es una gran mentira porque siempre la quiero a mi lado.

-Estas herido. –Pronuncia ignorando mis palabras, su delicada mano recorre mi brazo por las magulladura y los raspones, suprimo un escalofrío que me produce su tacto –Permíteme curarte antes de que continúes con el entrenamiento.

Su voz suena tan firme que no puedo negarme aun así hago el intento –No sería apropiado –Contesto incomodo por las miradas que nos dirigen los demás y de las cuales no te percatas. ¿Por qué no te das cuenta?

-No me importa si no consideras que es apropiado, para mi si lo es, solo quiero cuidarte. –Me replica con sus ojos castaños firmes que no permitirían ninguna replica, dejo que me arrastre hasta una zona más sombreada, no me he percatado que traía consigo vendajes por lo que asumo que estaba preparada desde el comienzo para que esto sucediera, me siento halagado y confundido a partes iguales mientras me siento en una gran roca observándola preparar todo, inclinándose sobre mí para revisar las heridas. – ¿Por qué me ignoras?

-No lo hago –Y el bufido que sale de sus labios –poco apropiado para una dama como ella –me confirma que no me cree ni yo me creería cuando es obvio que miento. –No es a propósito.

-¿Por qué no hablas conmigo? Si no lo haces no puedo entenderte.

-Es que… Cuando haces esto, cuando te muestras tan atenta conmigo como si fuera tu favorito los demás se comienzan alejar de mí y empiezan hablar…

Nunca he contado la verdad porque sé que si lo hago te sentirás triste, incomoda o podrías molestarte y justo lo primero es lo que parece suceder, tu rostro se ensombrece y pareces entristecida.

-Lo siento. –Te disculpas al terminar de ajustar un vendaje sobre mi brazo, durante unos largos minutos nos quedamos en silencio algo extraño cuando estamos juntos –Lo siento –Repites.

-No te disculpes. –No me gusta verte así por lo que tomo tus manos entre las mías, contrastamos fuertemente: Las tuyas pálidas y delicadas junto a las mías más oscuras, rusticas y llena de cicatrices. –No quiero que te sientas mal ni ser descortés contigo, me gustan tus atenciones. –Confieso sintiéndome nervioso pero a la vez tranquilo al ver su hermosa sonrisa aparecer en sus labios –Pero cuando vienes a buscarme con vendajes para curarme solo a mí a pesar de que los demás están heridos…

-Ellos no me dejan ayudarlos –Me interrumpes señalando algo de lo cual estoy muy bien enterado, conozco de sobra tu frustración por eso.

-Lo sé, ellos consideran inapropiado que los toques con tus manos puras cuando ellos están sucios, ensangrentados y heridos, no quieren contaminarte.

-No puedo entender eso… –Tus ojos bajan a nuestras manos aun unidas, siento un súbito ataque de vergüenza por lo cual intento soltarte pero lo evitas entrelazando tus dedos con los míos –Eres mi mejor amigo, Aniel.

-Y tú eres mi mejor amiga, Dionne. Siempre lo serás pero también soy un santo a tu servicio. –Cada vez que la escucho pronunciar esas palabras mi corazón late más rápido –Y por eso tienes que entender que debo hacerme cada vez más fuerte para poder protegerte.

Ninguno quiere admitir que la guerra se nos viene encima pero los dos somos conscientes de eso, mi prioridad es volverme fuerte para protegerte, daría mi vida por ti sin dudar; salgo de mis pensamientos al sentir como llevas nuestras manos enlazadas hacia tu frente como si elevaras una plegaria.

-Los días que tanto disfrutamos… Esas tardes donde trenzabas mi cabello mientras comíamos las galletas que nos traían las doncellas llegaran a su fin, la guerra iniciara pronto. –Musitas con tristeza.

-Yo... yo luchare para que nunca lleguen a su fin. –Digo sin pensarlo demasiado.

-No me prometas cosas que no puedas cumplir, mi querido amigo. –Susurras liberando mis manos dedicándome una mirada triste.

-¡Pero lo cumpliré! –Exclamo exaltado. Te empiezas a reír por mi repentino arranque y no puedo más que mirarte con adoración ¿Qué hombre no lo haría? Pero solo puedo verte; incluso si tengo tu permiso de tocarte no debería hacerlo –Quiero proteger tu sonrisa por encima de cualquier cosa. –Me arrodillo frente a ti el cual es el lugar al que pertenezco: A tus pies, adorándote.

-Si quieres verme sonreír entonces quédate siempre a mi lado. –Tus ojos se clavan en los míos con ese cariño infinito que me has dado desde que nos conocimos, a veces sueño demasiado, con demasiadas cosas y demasiados anhelos. –Porque eres el autor de la mayoría de mis sonrisas.

Me sonrojo con fuerza por tus palabras sin embargo pareces tranquila y no te inmutas por lo que has dicho o quizás sea yo el que está leyendo entre líneas, no lo sé pero no me importa ser tu bufón personal si así puedo asegurar tu felicidad.

-Vas a cuidarte ¿verdad? –Afirmo con la cabeza para darte tranquilidad, una guerra es una guerra y nunca se puede asegurar nada pero por ti haré todo lo posible para sobrevivir hasta saberte a salvo.

En un impulso loco, me incorporo un poco hasta que nuestros rostros están a centímetros uno del otro, me miras con curiosidad parpadeando cuando comienzas a ruborizarte lentamente, te muerdes el labio inferior y comienzas a respirar agitadamente. Curioso pensé que era el único que se ponía nervioso.

-Aniel. –Suenas tan anhelante que no puedo más. Mis labios buscan los tuyos para besarlos, somos un par de torpes que solo se tocan suavemente pero es suficiente para mí, en cambio tus manos acarician mis mejillas tímidamente.

-Te prometo protegerte, Dionne. –Declaro al separarnos, un rojo tan fuerte como el de las fresas que tanto te gustan está presente en tu rostro enmarcado por tu cabello gris –Proteger tu hermosa sonrisa, tu felicidad –Y la mía debo agregar, aparto un mecho de tu frente disfrutando el contacto en mi piel.

-Es una promesa. –Esta vez eres tú la que se acerca para dejar un beso en mis labios y no puedo evitar sonreír como tonto, porque solo ella, solo Dionne me hace sentir así por muy prohibido que este solo te quiero a ti.

–Seré tu armadura en la guerra me tendrán que destruir primero para soñar si quiera con hacerte daño.

Nota: ¡Buenas! Tengo un pequeño proyecto en mente, y este es el primer paso de ese proyecto, les presento a las primeras reencarnaciones de la Diosa Athena y de Panthea (el Primer Pegaso) según mi imaginación.

Esta historia va dedicada a dos personas muy muuuy valiosas, PaoCraft por ser como siempre mi cómplice y a Suki90 por ser mi nueva compinche. :D

Hay imágenes de Dionne y Aniel que pueden encontrar por mi Deviantart: Mouxesaint o por el de Suki: Sunney90.

Continuando con la historia esta transcurre durante lo que sería la segunda guerra santa y es la primera vez que Athena reencarna como humana junto con el alma de Pegaso.

Dionne: Significa "Reina Divina" en griego.

Aniel: Significa "Armadura de Caballero" en griego.

Atenodoro: Es un nombre griego relativo a la Diosa Athena.

Oh, bueno y como detalle curioso esta historia entra dentro de la cronología de mi fic de "Amor Inmortal" que espero retomar algún día. X3