Después de ocho años, ha llegado el momento: he vuelto al SasuSaku.
Ha sido mucho tiempo. El manga ha terminado, la pareja se ha vuelto canon y yo vuelvo a estar dispuesta a darlo todo por estos dos. He decidido celebrar mi reencuentro con Sasuke y Sakura en una colección de 26 drabbles. Como me encanta ponerme normas e intentar seguirlas, las que rigen esta colección son las siguientes: cada drabble se inspira en una cita extraída de una canción, las veintiséis canciones empiezan por las distintas letras del abecedario, todos los drabbles se desarrollan en escenarios AU distintos entre sí y ningún drabble excede las mil palabras. La mayoría de los drabbles serán cómicos, pero es muy posible que aparezca algo de drama en alguno de ellos. Y, ¿quién sabe? En alguno podría caer un lemon.
La canción inaugural de esta colección es Awful, de Hole.
¡Espero que os gusten estos drabbles!
Disclaimer: Naruto no me pertenece; tampoco lo hace la canción mencionada en este drabble.
Oh, just shut up, you're only 16
[Awful by Hole]
No esperaba verme hoy en comisaría. Cuando al fin se abre la puerta para dar paso a un agente policía y a una trabajadora social no puedo sino poner los ojos en blanco con cara de asco.
-Señorita Haruno, ¿verdad? –El poli toma asiento al otro lado de la mesa y me contempla con moderado interés.
-La misma –respondo.
-No crea que me divierte tener a una sukeban en mi comisaría… -Empieza a decir con tono aburrido pero severo-. Si no hubiera pruebas que demuestren que usted y sus… compañeras han estado involucradas en la famosa pelea de la semana pasada, su pequeña aventura birlando maquillaje se habría quedado en la chiquillada que encuentro que es.
Chasqueo la lengua:
-No sé de qué me está hablando.
El policía apoya los codos en la mesa y me clava sus insondables ojos oscuros.
-Usted y sus amigas se han metido en suficientes problemas para que todo el cuerpo de policía haya oído hablar de su banda.
Saber que somos conocidas hace que me recorra la espalda un escalofrío de orgullo. Ser respetada, ser temida; fue con esos objetivos en mente que me metí en la misma hace dos años. Ahora que la líder de nuestra banda enemiga está en el hospital, nadie en los bajos fondos debería dudar de qué somos capaces.
-Sabe que puede meterse en problemas muy serios, ¿no? –Insiste el policía.
No logro evitar que media sonrisa de satisfacción se dibuje en mi rostro.
-Sigo siendo menor –replico.
-Sí, eso veo en su ficha. –El policía hojea el expediente que tiene delante-. Dieciséis años, ¿eh? Por eso está aquí Shizune.
La trabajadora social se acerca un poco a la mesa y tantea el terreno con una sonrisa comprensiva. Me saluda:
-Buenas tardes, Sakura-san.
El policía sale de la sala de interrogatorios, dejándonos a solas.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Las noticias de mi paso por comisaría han corrido como la pólvora, en parte porque las chicas de mi banda han decidido que es una manera excelente de nuestra fama. Cuando me digno al fin a poner los pies en el instituto Konoha unos días más tarde me siguen los cuchicheos y las miradas huidizas. Soy la única chica del centro que se atreve a lucir un uniforme modificado: la falda me llega por los tobillos y la parte posterior del cuello de marinero de mi parte superior luce parches bordados. Como la normativa del instituto prohíbe expresamente lucir adornos, llevo unas cuantas pulseras en ambas muñecas. Los estudiantes se apartan para dejarme pasar y algunos profesores no se atreven a mirarme a la cara.
-Haruno-san.
Salvo él, claro. Mi tutor, Kakashi-sensei. Me giro hacia él.
-Bonito día para la educación, ¿no le parece, Haruno-san?
-Supongo… -Me meto las manos en los bolsillos y le miro con displicencia.
-Sabe que según la normativa, no puede llevar el uniforme así, ¿verdad?
Me encojo de hombros:
-¿Y qué sugiere, que me lo quite? ¿Aquí, en el pasillo?
Suena la campana y los alumnos empiezan a meterse en las aulas. Unos cuantos se atreven a lanzarme miraditas curiosas, y yo me quedo donde estoy a la espera de que Kakashi-sensei se vaya, pero él se mantiene tan inmóvil como yo.
-¿Ha venido para que la expulsemos? –Pregunta sin alterar ese tonillo optimista suyo.
-No, he venido porque es un bonito día para la educación, tal y como usted ha dicho –contesto-. Así que, si me disculpa, no me gustaría llegar tarde a mi clase de Ciencias.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
A la hora de la comida subo a la azotea para echar un cigarro. Por desgracia, no soy la primera: Sasuke Uchiha se me ha adelantado. Está sentado y no se gira siquiera para mirarme cuando hago acto de presencia. Me apoyo en la pared a su lado y comento:
-Ayer conocí a tu padre.
Él apoya la barbilla en la mano. Con tono llano, pregunta:
-¿Y qué te pareció?
Le ofrezco un pitillo que él acepta.
-Un cabrón de cuidado –respondo.
Sasuke ríe entre dientes. Utilizo mi encendedor para encender el cigarrillo en sus labios y a continuación hago lo propio con el mío.
-Es que lo es –repone él-. Él también me habló de ti. Estaba horrorizado.
-Suelo causar esa impresión, sí –comento.
-Cuando me fui a la cama me imaginé la cara que pondría si le hubiera dicho que estamos saliendo y casi me dio un ataque de risa.
El muy cabrón dice esas palabras sin que le cambie la expresión siquiera. Da una calada al cigarro. No consigo evitar que se me asome a los labios una amplia sonrisa. Le doy un leve codazo, divertida.
-Tendrías que habérselo contado –contesto.
Sasuke gira el rostro hacia mí justo a tiempo para que mis labios se encuentren con los suyos. Le muerdo el labio inferior y se lo lamo después; Sasuke frunce el ceño y entrelaza su lengua con la mía al mismo tiempo que le recorro el cuello con las uñas antes de enterrar los dedos en su pelo.
-La próxima vez –susurra cuando nos separamos.
Volvemos a besarnos, y él deja su cigarro en el suelo para rodearme la cintura con un brazo y recorrerme la mandíbula con la mano opuesta. Abro un poco los ojos para comprobar que los suyos también lo están, como suele tenerlos cuando me besa.
-Cierra los ojos –ordeno al separarme de él un instante.
-Oblígame –gruñe con voz ronca.
La mano que me acarició la cara se aventura ahora bajo la blusa de mi uniforme. Logro controlar mi respiración para que no tiemble en sus labios.
-Quedan veinte minutos para que suene la campana –siseo-. ¿Qué quieres hacer?
-Se me ocurren un par de cosas –responde Sasuke.
El cigarro se me escapa de la mano y acaba también en el suelo.
-Te escucho –digo al fin.
-No te hace falta escuchar –masculla, y me sube la falda por las piernas, acariciándome.
Sonrío con expectación. Me encanta cuando dice cosas así.
