El Autor dice: Me encanta recibir review, pero para ser un poco más sincero no sé si iré a recibir muchos en este fic. Es un fic con un poco de drama, de humor y romance. Pero no es un YohXAnna, ni un PilikaXLen, ni un TamaoXHoro Horo, ni un HaoXnadie; no es yaoi, ni tiene lemon (aunque ....). Pero como iba persistiendo en mi cabeza lo escribí.
Y aquí está mi fic. Me gustaría recibir tu opinión. Lo único que puedo decir es que tal vez sea más interesante más adelante.
Gracias por leerme.
Advertencia: Malas palabras.
Inspiración: Ninguna.
"Nunca es demasiado tarde para que todo salga mal" (Frase dicha por mi hermano)
LOS GUARDIANES DEL MUNDO ANTIGUO
El mundo se ondulaba más adelante, la carretera, la tierra, los árboles, los arbustos, los postes de electricidad, las nubes, el cielo y el aire, todo se convertía en una imagen distorsionada de la realidad. Sin embargo era algo normal, cualquiera que hubiera estado en una situación parecida antes hubiera podido decir que era el calor que en ese momento era tan intenso que hacía que el ambiente sea sofocante y el lejano paisaje parezca una imagen ondulante sumergida en el agua. Y para personas que habían vivido tanto tiempo y habían hecho tantos viajes, como lo son Kino y Yomei Asakura, ese no era más que una marcha más que habían hecho bajo el sol cruel e insufrible de las tres de la tarde, un viaje más en la historia de su vida, sólo eso y nada más.
Habían estado en una reunión de maestros que asistía a la llegada de una nueva generación de alumnos en el mundo de las artes espirituales, estos alumnos era un grupo numeroso que causó alegría y algo de alivio entre los maestros que ya no creían que el oficio de espiritista (ya sea adivinador, shaman, o sacerdotisa) pudiera volver a tener tantos nuevos estudiantes. Hubieron muchas ceremonias, muchos ritos, muchos conjuros, muchas demostraciones, casi todos los maestros quedaron exhaustos y a los esposos Asakura lo único que les interesaba era volver a Izumo a descansar, pero el viaje era de cuatro días y el calor era intenso en esa época del año. Aún así podrían tener una parada diaria en el camino, en las cuatro aldeas en donde todavía eran conocidos y respetados. Ahí iban por la carretera en el día uno de su viaje con dirección a la parada uno de su descanso.
La carretera era desierta en extremo, un camino rural que sólo tiene transito en las épocas de cosecha o siembra. Caminando sobre este camino desierto estaba la yegua que jalaba el carro donde iban sentados los ancianos esposos protegidos por un techo de lona. La yegua iba con trote seguro sobre el camino de asfalto, muy pronto el sol bajaría y la yegua tendría que dejar la carretera y meterse en un camino de tierra que llegaría a un pueblo que no está en ningún mapa donde la gente todavía tiene las costumbres y creencias de los tiempos de la Maricastaña, según lo establecido la carreta y sus ocupantes tendrían que llegar al anochecer, a medianoche más o menos.
Las cosas eran bastantes aburridas en medio de la tarde sofocante, los esposos no hablaban. Yomei, que era el que conducía estuvo pensativo un momento en la carretera hasta que dejó de ver el camino de asfalto y los postes de electricidad y sólo pudo ver una llanura verde con un bosque al final y un río a un lado, pero una ligera sacudida lo sacó de sus pensamientos. Era que la yegua. Se había detenido, repentina, sorpresivamente, sin ninguna explicación lógica, se había detenido. Yomei miró un poco asombrado, luego movió impaciente las riendas. La yegua no se movió un solo milímetro, Yomei se impacientó más y movió las riendas más fuerte para que la mula se moviera de una buena vez.
La yegua giró la cabeza para verlo a los ojos, a él y a su esposa, en una mirada casi humana que mostraba una profunda tristeza, volvió a mirar al frente, se quedó ahí por unos minutos mirando el paisaje sofocante, luego se desplomó en el suelo y murió, todavía con esa mirada casi humana en el rostro que observaba praderas sin límites, ni caminos, ni postes eléctricos.
El silencio fue algo necesario.
- ¿Qué fue eso?! – preguntó Yomei asombrado.
Kino tardó un poco en contestar.
- ¡¿Qué no viste?! ¡La yegua se murió!
- Sí pero...
- ¡Y yo qué sé! Pero no podremos seguir adelante sin yegua.
Yomei reunió a unos cuantos espíritus de la naturaleza y arrastró a la yegua y la carroza fuera del camino, fue todo lo que pudo hacer, estaba tan cansado que su poder espiritual se esfumó en cuestión de minutos, Kino también trató de contactar a alguien que estuviera en las cercanías pero ella también estaba muy cansada.
- ¿Y ahora qué haremos?
- No lo sé.
Kino no sabía y para su orgullo eso era algo insoportable, los esposos siguieron a pie por unos momentos y se sentaron a la sombra de un gran roble, a esperar. Discutieron lo que deberían hacer, subió el calor, en la discusión subió el calor también, pero no por mucho, en realidad no había mucho que discutir porque no tenían muchas opciones y el anciano lo dejó bien en claro. Sólo había una cosa por hacer.
- ¡¡Yomei Asakura!! ¡¿Dónde quedó tu orgullo?!
- Mujer, no nos queda otra opción.
Yomei se levantó y se paró al borde de la carretera, suspiró frustrado, extendió su brazo con el puño cerrado y el dedo pulgar levantado, estaba pidiendo aventón.
"Vaya estupidez" pensó Kino "Soy la orgullosa esposa de un fulano que pide aventones".
En toda la tarde sólo pasaron seis autos, dos iban en el carril contrario los otros cuatro no se detuvieron pero Yomei no se rindió, siguió esperando pacientemente a que un alma caritativa se detuviera para recogerlos.
El calor pudo más que su paciencia, volvió junto a su esposa a la sombra del roble, se sentó atento al camino. Todo en total y absoluto silencio porque él no necesitaba palabras para saber que ella lo único que tendría que decir era que el pedir aventones como cualquier fulano descastado era una vergüenza para toda la familia Asakura y por consiguiente una vergüenza para la esposa, y ella no necesitaba escuchar palabras para saber que él diría que a él no le gustaba la idea de pedir aventones pero tendría que ser comprensiva y aguantárselas por esta vez.
Pasó la tarde y llegó el atardecer, y ellos todavía callados, Yomei todavía atento a la carretera, Kino todavía pensando que qué vergüenza eso de estar pidiendo aventones. Fue entonces cuando Yomei pudo ver un brillo azul lejano en la carretera, un auto.
Estaba tan lejos que pensó que tendría tiempo de sobra para llegar al borde de la carretera y levantar la mano con el puño cerrado y el pulgar levantado, pero se equivocaba, el auto venía a una velocidad increíble y el anciano apenas tuvo tiempo para llegar cerca de la carretera y hacer el ademán, el auto pasó de largo pero se detuvo varios metros más adelante haciendo rechinar los neumáticos y quemando un poco de asfalto. El auto azul se había detenido, no parecía que iba a moverse, Yomei quedó expectante por un momento y luego se acercó cautelosamente, trató de ver quién estaba conduciendo pero no pudo porque los vidrios eran oscuros.
- Disculpe- le dijo al auto- ¿Podría llevarnos a...
- La puerta de atrás- le interrumpió una voz desde dentro del auto- abra la puerta de atrás.
Yomei no confiaba, Kino que llegó junto a él tampoco confiaba.
- Abra la puerta de atrás- se escuchó de nuevo.
Yomei dudó un poco más pero terminó abriéndola. De adentro del auto cayó de espaldas un muchacho de no más de veinte años.
- ¡¡¡Maldición!!!- dijo el muchacho que cayó- ¡¡No seas un hijo...!!
Se incorporó y se sentó en el suelo, frotándose la nuca por el dolor, luego miró a los ancianos que estaban delante de él. Los miró, los volvió a mirar, acercó la cara para mirarlos mejor, se frotó los ojos, miró de nuevo, miró adelante, sólo había carretera, miró atrás y sólo había más carretera, miró a los lados y sólo había llanura y el auto azul donde venía, luego volvió a mirar a los ancianos, se arrodilló junto al auto y empezó a dar pequeños cabezazos contra la puerta ante la atónita mirada de los esposos Asakura. Del auto bajó otro muchacho, que también parecía rondar los veinte, salió riendo pero se puso serio al ver al otro muchacho que parecía que se había vuelto loco.
- ¿Qué te pasa?!
Pero no respondió.
- ¡¡¿Qué rayos te pasa?!!
El muchacho lo ignoró, miró fijamente a los esposos Asakura, fijo la mirada en Kino y le dijo:
- ¡¡Tú eres la cosa más horrenda y asquerosa que he visto en mi vida!!
/Toc/ se escuchó cuando el bastón de Kino golpeó la cabeza del muchacho que estaba sentado.
- ¡¡¡¿A quién estás insultando, mocoso estúpido?!!!
El muchacho que había salido del auto tuvo que agarrar al muchacho caído para separarlo de Kino, que parecía que quería matarlo
- ¡Densuke ya basta! ¡no son ellos! ¡son sólo un par de ancianos que me encontré en el camino!
Densuke miró de nuevo más de cerca, primero a Yomei, luego a Kino, extendió su mano temblorosa y le apretó la nariz a la anciana.
/Toc/ se escuchó el segundo golpe contra Densuke, éste se paró asustado pero luego suspiró con alivio.
- ¡Qué susto!
Y luego se subió al auto, el muchacho que salió de último sonrió negando con la cabeza.
- Disculpen, es que está un poco loco...Los ha debido confundir con otra cosa.
Los ancianos no dijeron nada.
- ¿Necesitan un aventón?
Yomei le dio la espalda.
- No – dijo.
Y empezó a caminar.
- Piénselo bien. Va a ser de noche de aquí a un rato y por aquí no pasará nadie. Y si pasa no creo que lo puedan ver, esta carretera no tiene iluminación.
Yomei se detuvo.
Los ancianos no contestaron. Densuke esperó un momento un tanto consternado.
- ¡¡Hola!! ¡¡Mi nombre es Densuke Mishima!!- repitió- ¡El que conduce es Tetsuo!
Pero los ancianos no respondieron.
- Buenach tardech joven Densuke, joven Tetsuo- dijo Densuke imitando la voz de un viejo- Estamoch muy agradecidoch que nos hayan recogido en el camino, echperamos no cher una molestia... Por supuesto que no señor, nosotros siempre estamos dispuestos a ayudar al necesitado y dígame ¿Cómo se llama?... Mi nombre ech Electric Bass y esta es mi esposa Gibson Guitar.... ¿Gibson Guitar , señor?... Sí Gibson Guitar... ¡Pero, señor! ¡Su esposa tiene nombre de guitarra eléctrica!... Jovencito, todas las mujeres son como las guitarras, debes aprender a tocarlas para poder tener una.
/Toc/ se escuchó por el tercer golpe que Kino le dio a Densuke con el bastón.
- ¡¡¡Mocoso insolente!!!
- Te lo mereces- dijo Tetsuo riendo- tenle más respeto a tus mayores...Por cierto, mi nombre es Tetsuo, y este cretino es mi amigo Densuke.
- Ya se los dije.- dijo Densuke mientras frotaba su cabeza adolorida.
- ¡¡Pues dile a tu amigo que una más de sus bromitas y se verá en problemas!!
- Densuke, en serio. Más respeto.
- Ya, ya. Perdón.
- Además ¿No te das cuentas quienes son?
Densuke los miró, fue cuando Yomei lo observó con más detenimiento, el muchacho era flaco, con la mirada inquieta y movediza, con la cabeza totalmente afeitada, lo comparó con Tetsuo que era un poco más robusto, con el cabello corto como el de un soldado y la mirada tranquila.
- No, ni idea.
- Mira sus ropas.
- Se escaparon de un circo.
/Toc/
- Cretino...Esas son ropas que se usan en muchas ceremonias antiguas, deben ser sacerdotes o espiritistas...Por la ropa yo diría que son de una categoría alta.
- Aaaaah...Ya entiendo-dijo Densuke sobándose la cabeza.
Yomei sonrió para sí mismo, bastante orgulloso.
- Así es muchachito. Y por cierto mi nombre es Yomei Asakura, esta es mi esposa Kino.
- Mucho gusto señor Yomei, señora Kino.
- Sí, mucho gusto...Y perdón por lo de guita....
Densuke calló cuando vio que Kino alzaba el bastón.
- Mejor me callo.
- Eres un mocoso insolente- dijo Kino indignada-, se nota que tus padres no te enseñaron respeto.
- Kino, ya basta –trató de detenerla Yomei.
- No! Es lo que pasa con este mundo, la gente va perdiendo sus valores, las nuevas generaciones ya no respetan a nadie, ni se interesan por nada. Es por eso que van perdiendo la sensibilidad por las cosas realmente importantes.
- Sí- dijo Densuke riendo- ¡Qué mundo de mierda!
/Toc/ se escuchó otro golpe, Densuke terminó rascándose la cabeza desesperadamente.
- ¡Señora! Si nosotros no los respetáramos, ni siquiera los hubiéramos recogido.
- Hubiéramos es mucha gente- dijo Tetsuo- El que los recogió fui yo.
- Pues mala suerte, ahora podemos hacer cosas que los ancestros ni siquiera han podido soñar.
- ¡Pero han perdido lo más importante!
- ¡¡¿Y qué rayos es lo más importante?!!
- La conexión con el mundo espiritual- dijo Kino con tono solemne y autoritario- El mundo de ahora ha desatendido la espiritualidad que es lo que más necesita en estos momentos.
Hubo un silencio bastante serio en el auto hasta que Densuke estalló en risas.
- El mundo espiritual...- dijo entre risas- no se ofenda señora pero en sus tiempos la Biblia iba por el primer capítulo.
/Toc/
- ¡¡Ya estuvo bueno, señora!! ¡¡O deja ese palito o me enojo!!
/Toc/
- Densuke, te calmas o enciendo mi celular y llamo a Haruko.
Densuke miró a Tetsuo serio y asustado.
- Me callo.
El silencio volvió por un rato hasta que Densuke se volteó lentamente hacia el lado de pasajeros y le sacó la lengua a Kino.
/Toc/
- ¡¡¿Ves?!! ¡¡Me pegó y yo no dije nada!!
- ¡Nada de molestar!
-¡¡No!! ¡¡Tú me dijiste que me quede callado!!
Tetsuo alzó el celular.
- Yo la llamo.
- Ya, ya. No es para tanto.
No hubo más discusiones por un momento bastante largo.
- Acelera- dijo Densuke- Que llegamos tarde.
Kino guardó silencio por unos minutos más.
- Muchachito.
- ¿Sí, señora?
- Haznos el favor de llevarnos a la colina del templo Iris
Lo dijo en un tono tan directo y autoritario que no permitía dudas ni desobediencias.
- Pero señora...Esa colina está a tres horas de aquí y nosotros tenemos que llegar a la ciudad a tiempo...además que...
Tetsuo se quedó callado y sintió un escalofrió recorrerle la espalda, miró por el espejo retrovisor y pudo ver el rostro de Kino mirándolo por el mismo espejo con una cara increíblemente seria y cargada de autoridad, sin darse motivos Tetsuo empezó a sentir miedo.
-Muchachito ¿Quisieras llevarnos a la colina Iris?!
Tetsuo sudó frío y estuvo a punto de obedecer pero no hubo tiempo.
- No, porque no dijiste 'por favor'
Todos miraron a Densuke, Tetsuo con cara de miedo, Kino con rabia asesina, y Yomei con una muy sincera lástima de aquel pobre imbécil que no sabía en lo que se estaba metiendo.
- Y la gente educada hija de buena familia dice por favor.
Era el colmo, Kino nunca en su larga vida había conocido a joven tan insolente.
-Y bueno, yo no escuché ninguno. Y tú Tetsuo?
- Ninguno.
- ¿Y tú Yomei?
- No, yo no.
Yomei se horrorizó de su propio error. Normalmente no hubiera cometido semejante estupidez pero Densuke lanzó la pregunta con tanta rapidez y naturalidad que Yomei respondió inconscientemente; quedó frío y aterrado, muy lentamente giró la cabeza para ver a su esposa que lo miraba a través de sus lentes oscuros y supo al instante que ella estaba más que furiosa, giró con la misma lentitud para mirar de nuevo hacia delante, muy, pero muy asustado.
- Entienda por favor, señora. No podemos retrasarnos. Los llevaremos a la estación de buses y podrán tomar uno que los llevará a la colina en dos horas. Pero no podemos llevarlos allá. ¿Tienen dinero?
- Sí – murmuró Yomei.
- ¿Ve, señora? No hay de qué preocuparse. Mire, no quiero que se enoje, pero en serio no podemos llevarla all
Kino no contestó, siguió mirando a su esposo fijamente y apretando el bastón entre sus manos con tal fuerza que parecía que iba a romperlo. Yomei pudo ver como se encendía un aura roja en torno de su esposa y esa aura se volvía azul, y otra vez roja y otra vez azul. Y de repente el aullido de la sirena rompió el poco silencio que había.
- Maldita sea, la policía.
- No puede ser. ¡Maldición!
El auto desaceleró y se estacionó a la orilla del camino.
- Tetsuo, solucionaste lo de tu orden de arresto ¿no?.
- No.
Tetsuo apoyó su frente en el volante, Densuke se cubrió los ojos con su mano derecha.
- Y yo no tengo permiso....Espera...¡Tengo un plan!
De la patrulla bajaron dos tipos vestidos de azul. Densuke se volteó para hablar con los Asakura.
- Escúchenme, puede ser que arresten a Tetsuo y entonces tendríamos que dejarlos a ustedes a mitad del camino y nadie quiere que eso pase ¿Voy bien?
Los ancianos no contestaron.
- Por eso les estoy pidiendo ayuda en esto. Ustedes no tienen que decir o hacer nada, sólo síganme la corriente ¿bueno?
Los oficiales llegaron y alumbraron con su linterna el interior del auto, Yomei se dio cuenta de que ya era de noche.
- Su permiso- dijo el policía que estaba del lado del conductor.
- ¿Algún problema, oficial?
- Ibas volando. Ese es el problema.
- Mire señor policía-dijo Densule-, por favor, lo que pasa es que mi amigo me está ayudando a llevar a mi abuelita al hospital...Ella se ha puesto muy enfermita...y me preocupa mucho.
Los policías alumbraron a los asientos de atrás.
- ¿Lo ve? Esa es mi abuelita y se ha puesto muy mal, le duele el estómago. Por eso le dije a mi amigo que acelere.
Lo iba a matar. Y lo iba a matar a bastonazos. Pero Yomei la detuvo colocando su mano encima de la de ella.
- Por favor, Kino- le susurró.
Kino apretó los dientes con furia pero no se movió. Los policías miraron la escena y lo malinterpretaron, ahí a estaba una mujer muy vieja, que parecía enferma y adolorida por la forma en que apretaba su bastón y su esposo muy viejo que trataba de reconfortarla tomándola de la mano, y se notaba que el viejo (pobre viejo) estaba asustado y nervioso, seguramente por pensar en su esposa.
- ¿Qué tiene tu abuela?!
- Está....tosiendo mucho.
Hasta ese momento la anciana no creía que pudiera llegar a estar más enfurecida, pero ahí estaba, con los policías que la observaban expectantes, las linternas que la alumbraban directamente y su esposo que todavía la tenía tomada de la mano.
Kino, agachó la cabeza, llena de indignación, abrió un poco la boca y tosió un par de veces.
Uno de los policías le devolvió la licencia a Tetsuo.
- Noventa kilómetros por hora es el límite. Y mira que los estoy dejando ir por tu abuelita enferma.
- ¡¡¡Gracias, oficial!!!- dijo Densuke entusiasmado dando un golpe en el tablero del auto.
Por el golpe, la guantera se abrió y cayeron de su interior un montón de frasquitos de plástico. El policía miró un momento y luego tomó uno para leer la etiqueta. Estuvo un momento callado.
- ....Narcóticos....ilegales.
Densuke y Tetsuo miraron al policía, luego se miraron el uno al otro, luego miraron al oficial y luego volvieron a mirarse. Densuke se volteó hacia donde estaba Kino.
- ¡¡¡Abuela!!! ¡¡¡¡Ya te he dicho que dejes de drogarte!!!
/TocTocTocTocTocTocTocTocTocTocToc/
Pronto los esposos Asakura se vieron a sí mismos en una comisaría de una ciudad, teniendo que prestar declaraciones sobre qué estaban haciendo con esos jovenzuelos y por qué estaban subidos en ese auto. Yomei contestó, Kino no, ni los más osados policías se atrevieron a preguntarle nada.
Por simple casualidad se enteraron de que el auto en el que iban fue prestado a Densuke y Tetsuo, y que el dueño tenía una enfermedad fuerte y aguda que le obligaba a tomar muchas pastillas que le disimulaban el dolor, que todo fue un malentendido y que los muchachos no podrían permanecer en la cárcel, muy a pesar de Kino.
Quedaron en una habitación limpia llena de asientos por donde pasaban policías y civiles, Kino esperó sentada mientras su esposo hacia unas averiguaciones. Yomei llegó y se puso enfrente de su esposa.
- La estación de buses está cerca y hay un bus que saldrá a Izumo en una hora. El viaje es de día y medio más o menos y el pasaje es barato.
A Kino le bastó verle la cara para captar la mala noticia.
- ¿Pero...?
Yomei abrió el bolsón de tela que llevaban.
- Pero....dejé el dinero en la alforja de la mula...
- Así que no podremos irnos.
- Los policías dijeron que podíamos dormir aqu
La anciana suspiró aceptando la fatalidad.
- No me explico cómo puedes llegar a ser tan bruto a veces.
- ¿Tan?
- Señor Yomei, señora Kino- les interrumpió una voz- Me alegro de nos les hayan hecho tanto problema.
Cualquiera pudo haber sentido la tensión en el aire.
- ¿Qué pasó?
- Perdí el dinero- murmuró Yomei.
- Ah...Ya veo.
El tono en el que lo dijo era el de alguien que se preocupaba por el asunto pero no iba a hacer nada al respecto.
- Bueno...yo...ya tengo que irme...sólo quería si ustedes estaban...bien.
- Vamos Tetsuo.- dijo Densuke aproximándose- Este lugar no me gusta.
Tetsuo dudó un poco.
- ¿Qué pasa?
- Perdieron su dinero.
- Qué lástima... ¿Nos vamos ya?
Tetsuo se volteó para hablar con él.
- No podemos dejarlos así- le susurró.
- Vas a ver que es muy fácil.
- Tenemos que hacer algo.
- ¿Tienes dinero para regalar?! Entonces regálaselos, ah, me olvidé...¡estás quebrado!
Tetsuo se volvió hacia los ancianos.
- Lo siento.
Yomei no dijo nada, se sentó en el asiento junto a su esposa y dejó el bolsón en el asiento contiguo, el bolsón resbaló y cayó contra el suelo desparramando su contenido. Inmediatamente Tetsuo le ayudó a recoger el tiradero, amontonaron los sellos, los talismanes, las fórmulas escritas en pergaminos, los diminutas estatuillas de madera, el cambio de ropa que llevaaban y en medio de todo el desorden una foto maltratada. Tetsuo la levantó y quedó mirándola por un momento. El grupo era muy extraño: una muchacha con una pañoleta roja que no sonreía, otra de cabello rosa que parecía nerviosa, un muchacho sonriente con audífonos naranjas en la cabeza, junto a uno que tenía la cara seria y la cabeza terminada en punta y otro con la cabeza terminada en varias puntas celestes, un hombre con barbas de chivo y una espada de madera, otro que era pálido y con ojeras y el pecho color gris y a un lado de todos algo que parecía ser un niño y un adolescente al mismo tiempo que sonreía nervioso ante la cámara.
- No puede ser...Manta Oyamada...-susurró Tetsuo para luego elevar la voz- ¡Ustedes conocen a Manta!... ¡Densuke, esta gente conoce a Manta!
Yomei no entendió, Kino menos. Densuke sólo se agarro la nuca con ambas manos y miró al techo.
- La puta suerte.
- ¡Vamos!- dijo Tetsuo- ¡ustedes conocen a Manta!
- Pues...sí...es... nuestro amigo.
- No van a dormir aquí. ¡No se los voy a permitir! ¡¡Vendrán conmigo, tengo una pensión en donde podrán dormir en una habitación cómoda y hacer todas las llamadas que quieran!!.
- Tetsuo...
- No- le interrumpió Tetsuo- Ellos conocen a Manta y yo los voy a ayudar en todo lo que pueda.
- ¡Pero ni los conoces!
- ¡Tú no entiendes, Densuke! Este encuentro fue decidido por el destino.
- Al carajo con el destino. No puedes dar camas gratis.
- Puedo y lo hago, es mi pensión.
Densuke maldijo y se fue. Tetsuo miró de nuevo a los ancianos.
- Vengan conmigo.
- No- dijo Yomei decidido.
Densuke quedó callado unos momentos.
- Piénselo bien señor Yomei, los policías le van a dar un lugar donde dormir pero pero no le van a dar una llamada o le van a dar un desayuno pero yo sí, si usted es amigo de Manta entonces es una oportunidad que no debe desaprovechar.
Le pasó una tarjeta donde apararecía una dirección y el nombre de una pensión con quince por ciento de descuento por noche si traía amigos.
Y pronto los esposos Asakura se encontraron a sí mismos en un auto que los llevaba a una supuesta pensión donde recibirían todo gratis, sin comprender siquiera por qué el joven que iba conduciendo les daría todas esas atenciones. Aún así, por una extraña razón que ni siquiera él podía comprender, Yomei se sentía seguro, no así su esposa que sostenía dos sellos espirituales cargados de energía que podrían inmovilizar a un caballo.
Yomei miró por la ventanilla y dudó un poco, recordó que estaban en la ciudad y ni a él ni a su esposa le gustaba la ciudad. Para ellos era un lugar frío, sucio, horrendo, repleto de gente insensible a su propio espíritu y despreciativa de la naturaleza, hogar de todo loco, criminal, maleante y pervertido, de toda calaña y categoría.
- Esta ciudad es muy bonita- dijo Densule mirando por la ventanilla.- Lástima que sea una desgracia vivir aquí.
El auto se detuvo al final de un callejón, a lado de un edificio junto a un terreno descampado. Bajaron todos.
- Bienvenidos a la pensión Get In, esperamos que su estancia sea de su gusto.
El edificio era de tres pisos, viejo y sucio. Los ancianos no pudieron evitar una cara de disgusto.
- Vamos, no es tan malo. Por dentro es mejor.
- Es gratis, camaradas- dijo Densuke- ¡Así que aguántenselas!
Kino no estaba para seguir soportándolo y estuvo a punto de marcharse, a pie si era necesario, pero justo a dar el primer paso el suelo empezó a temblar. Alarmada por el mal presagio la anciana cambió de parecer y entró.
- Esta ciudad es zona sísmica, pero igual los edificios son a prueba terremotos así que no hay problema. Les daré una habitación en la planta baja para que no tengan que subir escaleras... Densuke, llévalos a la cuatro.
- ¿Por qué yo?!
- Porque eres el más feo, ahora ve.
Murmurando disgustado Densuke los guió a una habitación al fondo de un pasillo, abrió la puerta, metió el bolsón y salió.
- Su estadía aquí es gratis así que más vale que la disfruten.
Yomei suspiró, nunca antes había dormido en una cama "occidental" y al parecer a su esposa no le agradaba la idea, desde que salieron de la comisaría ella no había soltado palabra.
"Espero que esta sea una estadía corta" pensó Yomei y cerró la puerta con llave.
(lo continuaré)
