TE ECHO DE MENOS

Deslizo mis dedos sobre el frío pomo de la puerta. Realmente no quiero entrar allí pero una parte de mi me empuja a hacerlo. Abro la puerta lentamente y se oyen las viejas bisagras rechinar, como en aquellas viejas películas de terror que solíamos ver. Enciendo la luz y todo sigue como lo dejamos. El profesor no se atrevió a cambiar nada y lo entiendo. Esto es como un pequeño santuario. Allí sigue tu tocador con todas tus cosas, tal como lo habías dejado con tu cepillo dorado, tu maquillaje y una foto de los dos juntos. ¡Dios, como te echo de menos!. Acaricio tu rostro en el retrato y no puedo evitar preguntarme ¿dónde estarás ahora, Jean?. Y aunque tu sabes que nunca fui muy religioso, intento pensar que si realmente existe un cielo, tu estarás allí. Seguro que tu estarás allí.

El tiempo pasa, pero no hace que me olvide de ti, ni siquiera por un momento. Tu siempre fuiste lo mejor en mi vida. Solo verte me hacia pensar que la vida no era tan mala, solo escuchar tu risa me hacia sonreír, solo mirarte a los ojos me hacia olvidar todo mis sufrimientos. Pensaba que solo oír tu respiración me hacia vivir. Y si eso era realmente cierto, ¿por qué no estoy contigo?. Te echo de menos. Siempre hubo tanto que quise decirte. Tantas cosas y lugares que me hubiera gustado enseñarte... Pero siempre pensamos que habría tiempo para todo. Es como si pensáramos que viviremos para siempre, pero nada dura tanto. Hubo un tiempo en el que creí que sí. Creí que tu y yo estaríamos juntos toda la eternidad,... pero tu ya no estas aquí conmigo. Agarro tu retrato y lo abrazo con fuerza, no es lo mismo que tenerte entre mis brazos pero es lo único que me queda de ti. ¿Por qué no pude salvarte Jean?, ¿Por qué no logre salvaros a todos?

Camino sin rumbo fijo por los pasillos de la mansión hasta que entro en una de sus antiguas aulas, coloco tu retrato en la mesa y me siento donde solía hacerlo cuando era uno de los alumnos. Hacia 3 años ya que no venia por aquí. Casi tengo la esperanza de verte aparecer por la puerta corriendo y disculpándote por llegar tarde. Pero sé que no es posible. Aun recuerdo el sonido de tu voz pronunciando mi nombre, tu hermosa sonrisa, tus precioso ojos verdes, tus largos cabellos de fuego mecidos por la brisa y tu dulce aroma. ¿Sabes una cosa Jean? Por mucho tiempo que pase, nunca dejare de amarte y... siempre te echare de menos.

FIN