Hey, hola a todos!

Aquí BlackDream-Mary con su más reciente proyecto!

Bueno, les comento que no estaba muy segura de hacer esto, ya que nunca me imagine que iba a escribir un SoulSilver... Y no es porque la pareja no me agrade, sino que es porque no conocemos la personalidad de Lyra/Soul/Kotone por no estar en el manga... Pero cuando me imagine esta historia, solo ellos dos se me vinieron a la cabeza... Así ustedes me dirán como se me da...

Este fic esta dedicado a RubyLRed, ustedes se preguntaran ¿por qué?. Bueno, esta persona en verdad se lo merece... Y es que seguramente alguna vez haz recibido un review de él apoyándote, y eso para un ¿nos podemos llamar escritores? es muy gratificante, ya que en verdad nos anima a continuar. Además es un gran chico y un muy buen amigo. En fin, espero que te guste, y perdón por regalarte algo tan triste.

Genere: Spiritual, Hurt/Comfort, Romance y un poquito de Tragedy y Drama (quise completar estos por Fanfiction sólo me deja poner dos géneros)

Advertencias: Hay muerte de personaje, no me pareció algo tan grave como para poner el fic en M, pero cualquier cosa díganme y lo cambiare enseguida.

Disclaimer: Pokémon no me pertenece, pertenece a sus respectivos creadores.


XxxÚltimo DeseoxxX

Nuevamente era de mañana… Nuevamente otro día comenzaba… Nuevamente cierto pelirrojo se despertaba.

Era otro día habitual para él, era otro día en el que no tenía nada importante que hacer, otro día en el que no tenía que ver a nadie importante. En resumen, Silver no tenía una razón importante por la cual levantarse, no tenía a nadie que lo necesitara esa mañana. Pero eso estaba lejos de desanimarlo, puesto que el pelirrojo ya estaba acostumbrado a estar solo. Otra razón por la cual esa situación no le provocaba desánimo, era el hecho de saber que su soledad era la causa de la felicidad de las personas que amaba, puesto que él no cambiara la felicidad de ellas para evitar su soledad… Él no cambiara la felicidad de las personas que amaba, para que esas personas estén junto a él…

Un claro ejemplo de eso era su "hermana" castaña. Blue había comenzado a salir con el Líder de Gimnasio de pelo castaño. Esa situación fue algo que en verdad le costó aceptar –por no mencionar que Green casi muere–, pero luego de un tiempo lo aceptó, y le dio su aprobación a su nuevo cuñado. Había entendido que esos dos en verdad se profesaban amor –de una manera singular, extraña y especial, pero lo hacían–. Además de comenzar a salir con Green, Blue había encontrado a sus padres… Si, luego de buscarlos y luego de sufrir tanto, la castaña de mirada azulada por fin los había encontrado y había finalizado su búsqueda de tantos años. Por fin volvía a ver felicidad y esperanza, en la hermosa e intensa mirada de su hermana, por fin la volvía a ver feliz. Y él no cambiaría esa felicidad para su bienestar, para evitar su soledad, claro que no lo haría. La castaña por fin tenía a toda su familia reunida, y si bien él sabía que ella lo consideraba parte de su preciada familia –cosa que le agradecía y que él también sentía–, no cambiaría su felicidad y armonía por el hecho de que ella se siguiera preocupando por él, por el hecho de que se siguiera inquietando por ser su única familia, por el hecho de estar a su lado, por el hecho de apoyarlo, por el hecho de ayudarlo… Esta situación no significaba que nunca más ninguno de los dos se volvería a ver, ni que nunca más se volverían a encontrar, ni tampoco significaba que ninguno de los dos jamás volvería a intercambiar palabras. Simplemente significaba que se distanciarían un poco nada más, significaba que Silver dejaría disfrutar a su hermana de su nueva familia reunida; y del pasado que le habían arrebatado y que luego de tanto luchar, de derramar tantas lágrimas, y de esforzarse tanto; por fin había recuperado.

Otro gran ejemplo de esta situación, eran sus dos preciados amigos, Crys y Gold. Sus dos compañeros del Trío de Pokédex Holder de Johto. Sus camaradas, sus preciados compañeros, sus queridos amigos… Los mismos a los que amaba tanto, como si ambos fueran sus hermanos. Estos dos chicos en verdad lo habían dejado perplejo, aquella noticia aun hoy lo sorprendía… Ellos estaban saliendo… Y bueno, nuevamente se encontraba repitiendo que él no cambiaría la felicidad de ellos dos, para no estar solo. Él no se interpondría entre ellos. Además que no hacía falta agregar que cada uno de ellos dos tenía su propia vida, una vida llena de responsabilidad en la que él no se metería, y la misma que él no interrumpiría. Como en la de Crystal… Crys era ayudante en la Academia Pokémon y era la asistente del Profesor Oak. Él no interrumpiría en la vida de su amiga por el simple hecho de evitar su soledad. Lo mismo pasaba con Gold… Gold había comenzado a trabajar en la guardería Pokémon de la ruta 34 (Johto). Ambos chicos le habían repetido que eran sus amigos, que ellos querían ayudarlo, que querían estar a su lado, apoyándolo. Él lo sabía, y en verdad lo apreciaba y se los agradecía, ya que ellos dos lo habían apoyado y ayudado en uno de los momentos más difíciles y dolorosos de su pasado, y eso jamás lo iba a olvidar, ni tampoco jamás lo dejaría de apreciar. Pero ellos no podían estar siempre a su lado, ellos no podían siempre estar preocupados y pendientes de él, ni tampoco, ninguno de ellos dos podía estar siempre ayudándolo y apoyándolo. Ellos tenían que seguir con su vida, la cual –para su alegría y tranquilidad– estaba poblada de felicidad. Al igual que con su hermana, esto no significaba que nunca más ninguno de los tres se iba a volver a ver las caras, sólo significaba un pequeño distanciamiento, el cual, serviría para que cada uno siguiera con sus vidas, para que Gold y Crys tuvieran sus citas, y todas esas diferentes cosas que los tres hacían en sus respectivas vidas.

Al principio le había costado demasiado adaptarse a esa nueva realidad que lo rodeaba, a esa nueva soledad. Está bien, él había pasado algunos años de su vida solo, su pasado fue el que en primer lugar lo había convertido en un solitario. Su niñez estaba basada en la soledad, ella había sido su mejor amiga durante varios y largos años de su vida. Pero desgraciadamente para él, él la había abandonado por un tiempo. Sus amigos le habían impedido seguir con aquella amistad, y lo habían acostumbrado demasiado a su compañía. Siempre era igual, si no veía un día a su hermana castaña, veía a sus amigos de trío, y si un día no veía a sus amigos de trío, veía a su hermana castaña… Pero con el tiempo volvió a acostumbrarse a esa vieja amiga, la misma que parecía ser la eterna compañera de su vida. Cuando logró acostumbrarse de nuevo, los días se fueron volviendo menos dolorosos. Silver se acostumbró a volver a ser un solitario, a que la soledad lo rodeara, a que la soledad fuera su mejor amiga, que fuera la compañera de vida…

Se levantó, y se estiró. Sus parpados aún estaban algo pesados y cansados, pero se obligó a mantenerlos abiertos, se obligó a mantenerse despierto. Se vistió lentamente, somnolientamente.

Se dirigió a la pequeña cocina, puesto que su estómago gruñía, recordándole que tenía hambre. No fue un gran, ni un largo trayecto, ya que su base secreta era algo pequeña. A él le gustaba llamarla compacta, perfecta para una persona solitaria. Cuando llegó a dicha habitación, abrió la alacena, y desesperado buscó con sus ojos plateados algo, no importaba que, él simplemente quería algo para comer. Pero la desilusión llego a él, cuando notó que no había absolutamente nada para alimentarse. Su alacena estaba completamente vacía, al igual que su heladera (nevera). No había nada que pudiera satisfacerlo en su actual necesidad.

Un suspiro –que parecía más un bufido– cansado se escapó de sus labios. Tendría que salir a comprar si quería poder ingerir algo de comida.

Salió de su Base Secreta, y en ese momento agradeció que hubiera una tienda cerca. Pero luego recordó el por qué no le agradaba ir a esa tienda, aunque fuera la misma a la que iba la mayoría de los días de su vida.

Cerca de su Base Secreta, la cual era su actual residencia en la región de Johto, había un hospital, y posteriormente a él, un par de casas y finalmente una pequeña tienda.

Odiaba tener que pasar frente al hospital para ir a aquella tienda, puesto que la tristeza lo invadía cada vez que lo hacía. Aquel hospital era famoso por recibir a enfermos terminales, y no había nada más doloroso para él, que pasar y observar a aquellos pacientes. Esas personas eran las que más ganas de vivir tenían, eran las que más luchaban por la vida, y eran las que disfrutaban al máximo el día a día. Eso era lo que más lo entristecía, la injusticia de la vida… Pero era algo que él no podía evitar, él no podía evitar, pasar y mirar. Porque si bien creía que era injusto y estaba consiente que no podía hacer ni cambiar mucho, creía que mirar, era una forma de respetar a aquellas personas. Y además de admirarlas, Silver creía que también había que respetarlas. Mirar a aquellos pacientes terminales, para él, significaba brindarles el respeto que merecían y necesitaban, porque ellos no necesitaban que les tuvieran lastima, ellos necesitaban que los admiraran y que los respetaran.

Se encaminó a aquella tienda por su camino habitual, el mismo que pasaba por el frente del hospital. Caminó lentamente, y pasó por el frente de aquella institución que recibía enfermos. Observó, detalladamente por el rabillo de su ojo, todo lo que estaba a su alrededor, esto provocó que la tristeza lo invadiera de nueva cuenta. En el patio del hospital, se podía observar jugando a un grupo de niños calvos –señal de que el cáncer era su enfermedad terminal–, también, a través de las puertas y ventanas transparente de cristal del hospital, se podían observar a algunos viejitos sentados, en la sala de estar o en la sala de espera, con sueros en sus brazos. Continúo caminando y observando, hasta que pasó por la puerta principal de entrada y salida del hospital, en donde pudo observar a una joven castaña apoyada en dicho lugar –se le hizo raro al pelirrojo observar aquella situación peculiar, pues aquella puerta, en donde estaba apoyada la castaña, era una puerta automática–. La joven vestía un piyama de aquel hospital, tenía dos coletas, y parecía algo decaída, puesto que estaba mirando perdidamente hacia abajo. Giró su cabeza para observarla mejor, ya que hasta estos momentos la había estado observando de reojo. Le pareció extraño ver alguien de su edad –podía suponer por lo poco que la pudo ver– en aquel hospital, por lo que le urgió aún más dirigir su mirada hacía ella. Giró lentamente su cabeza para observar mejor la escena, pero justamente cuando miró, una persona pasó por su lado, ocultando su visión por unos escasos segundos. Cuando su visión, para observar a la muchacha castaña, estuvo nuevamente descubierta, observó la puerta, pero aquella chica ya no estaba apoyada en la dicha entrada… Había desviado su visión sólo por unos escasos segundos… ¿Cómo era posible que ya no estuviera apoyada en la puerta automática? ¿Cómo era posible que desapareciera? Suspiró, quizás simplemente había sido su imaginación. Continúo con su camino.

XxxXxxX

Un nuevo día comenzaba para él, para Silver. Se levantó, se vistió, y se encaminó a hacer lo mismo que el día anterior, a hacer lo mismo de siempre.

Salió de su Base Secreta y se encaminó hacia aquella tienda. Tendría que pasar por el frente del hospital, como hacia cada vez que iba a ese lugar, pero por alguna extraña razón, ese día no estaba tan triste por hacerlo. Caminó por enfrente de aquel establecimiento, el mismo que recibía enfermos, y observó abierta y detalladamente la puerta de entrada del mismo. Por alguna razón, esperaba ver a la chica que había visto el día anterior. Y allí, nuevamente apoyada sobre la puerta automática, la vio, esta vez más claramente que la anterior. Era una chica joven, tendría su edad, o era uno, o dos años menor. Su cabello era castaño y lo llevaba atado en dos coletas, las mismas se doblaban hacia arriba, eso provocaba que esa chica le hiciera recordar a su amiga. Vestía el piyama celeste del hospital, y portaba una pequeña campera morada. Se la veía muy débil, pálida y cansada, además de que se la notaba decaída. Se encontraba mirando a sus pies, como si esperara por algo o por alguien. Mientras observaba cada detalle del cuerpo y aspecto de esa muchacha, la castaña levantó la mirada. Lo miró y, posteriormente a eso, le sonrió. Se quedó helado. El pelirrojo de ojos plateados se quedó inmóvil, no podía apartar su mirada de la mirada de aquella muchacha, ni tampoco podía moverse, estaba paralizado, completamente congelado. Antes de que pudiera reaccionar ante la situación que estaba viviendo, un grupo de niños entró corriendo a ese establecimiento para enfermos, interrumpiendo el intercambio de miradas que él estaba teniendo con la muchacha. Luego de que el grupo de niños hubiera desaparecido, se permitió observar libremente la entrada, pero nuevamente aquella castaña ya no estaba. ¿Habría entrado al establecimiento con el grupo de niños que había entrado corriendo? O, ¿había sido su imaginación de nuevo? No, no creía que fuera lo último. Él había visto como ella miraba con sus intensos ojos castaños, a los suyos plateados, y también había visto como ella le había sonreído… Okey, lo había decidido, al salir de la tienda, iría a verla, o a preguntar por ella.

Salió de la tienda, y guardó lo que había comprado en su bolsillo. Caminó algo apresurado hacia el hospital, y cuando llegó, un nerviosismo lo atacó, cuando cruzó la puerta automática del edificio. Se sentía como un pequeño niño, no estaba muy acostumbrado a frecuentar ese tipo de lugar. Al parecer alguien notó su desorientación, porque no tardaron en cuestionar que necesitaba, lo que aumentó un poco más su reciente nerviosismo.

– Disculpe joven, ¿puedo ayudarlo en algo?-. Le preguntó amablemente una enfermera. Ella estaba atendiendo detrás de una ventanilla, y se la notaba algo cansada.

– Em, no…-. Estuvo a punto de darse la media vuelta y largarse, pero desistió. – Bueno si, disculpe, venía a preguntar, si de por casualidad en este hospital tienen como paciente a una chica de más o menos mi edad, es castaña-. Soltó y preguntó todo rápido y dudoso, puesto que la duda y el nerviosismo lo seguían atacando, sin darle ni siquiera un descanso.

– Um, ¿es tu amiga? Dime su nombre y la buscaré enseguida-. Respondió la enfermera algo dudosa y desconfiada, pues esa pregunta se le había hecho extraña.

– No, realmente no la conozco, pero la vi un par de veces en la entrada del hospital, y me gustaría saber cómo se encuentra-. Espetó el pelirrojo un poco más nervioso.

– Lo siento, pero solo podemos darle información a los familiares directos, y, dependiendo del estado del enfermo, ha amigos o conocidos-. Respondió esta vez cortante y sería la enfermera, puesto que esas eran las reglas.

– De acuerdo, lamento haberle hecho perder el tiempo-. Se disculpó, igualmente serio. – Hasta luego-. Se volteó, y salió de aquel establecimiento, por alguna razón estaba algo decepcionado.

Sabía que algo así ocurriría. Por alguna razón las personas lo seguían viendo como alguien siniestro, aunque él no sabía muy bien el por qué. Se encaminó lentamente hacia su Base Secreta, y, aunque él no nunca lo admitiera, se encaminó preguntándose quién podría ser aquella muchacha de mirada castaña.

XxxXxxX

Nuevamente se levantó, preparado para cualquier cosa que le deparara aquel nuevo día de su vida. Se dirigió a aquella tienda, como ya era su rutina, pero esta vez lo hacía más con la intención de ver a aquella chica de coletas, que de proveerse de comida.

Caminó a paso pausado, más con la intención de dirigirse al hospital, que a la tienda; y más con la esperanza de ver a aquella muchacha apoyada en la puerta automática, que de poder comprar comestibles. Pasó lentamente por el frente de la puerta de aquel establecimiento para enfermos, y como lo supuso, ahí nuevamente vio apoya a la castaña. Su aspecto no había cambiado en nada. Se quedó ahí parado, esperando que la muchacha hiciera algún movimiento o acto, como en el día anterior, y así ella lo hizo. Nuevamente ella levanto sus ojos castaños y observó, intensamente, los suyos plateados, sólo que esta vez, no le regalo una sonrisa como en el día anterior, sino que esta vez, movió lentamente sus labios, como si quisiera decirle algo. Observó atentamente los actos de la muchacha, leyó sus labios, y finalmente entendió la palabra que le dictaba. La palabra que le estaba diciendo la castaña, era Lyra.

– ¿Lyra?-. Preguntó en voz alta, confundido, no sabiendo si había hecho un trabajo correcto. Es por esto que se quedó quieto esperando la confirmación de la castaña, ante esa palabra.

Vio como la muchacha asentía y le sonreía. Entonces sólo basto unos segundos para comprenderlo, ese era su nombre. Se dispuso a acercarse y a hablarle, pero antes de poder dar un sólo paso más, una ambulancia llegó frente al hospital. De la misma bajaron una camilla con una pequeña niña. Pero algo lo petrifico más que aquella imagen tan impactante, y eso fue ver como aquella muchacha castaña, Lyra, era atravesada por la camilla antes mencionada. Más decidido que nunca, se acercó corriendo al establecimiento, –notando como la castaña había desaparecido, pues ya no estaba en el lugar en donde había sido atravesada, es decir, ya no estaba apoyada en la puerta automática de entrada–, quería averiguar qué demonios pasaba.

Dejó de correr cuando atravesó la puerta de cristal. Un alivio interno lo invadió cuando lo atendió una enfermera diferente a la del día anterior.

– Perdón, ¿te puedo ayudar en algo?-. Preguntó la amable enfermera, hoy ella había reemplazado a su compañera. Era un poco más joven y jovial que la otra enfermera.

– Si, quisiera saber sobre el diagnóstico de una paciente-. El pelirrojo estaba serio y decidido, en verdad quería averiguar que rayos pasaba.

– ¿Cuál es su nombre?-. Cuestionó la amable enfermera de turno.

– Su nombre es Lyra-. Habló seguro, sin mostrar duda alguna.

– ¿Lyra?-. Preguntó la enfermera preocupada. – ¿Soul Lyra?-. La enfermera había reconocido inmediatamente ese nombre, y es porque recordaba a esa muchacha que estaba preocupada.

– Así es, ella es-. "Vamos, ¿cuántas personas pueden llamarse Lyra? Estoy seguro que se trata de ella", pensó el pelirrojo para darse ánimos.

– Disculpa, ¿tú eres amigo suyo?-. Nuevamente cuestionó la enfermera, en su cara se había formado una mueca de tristeza.

– Si, por favor, quisiera saber su diagnóstico-. Él ya se encontraba serio, seguro y tranquilo. Pronto podría saber lo que quería entender.

– En verdad lo siento-. Dijo la enfermera haciendo una reverencia. – Antes creo que debes hablar con su madre, debido al estado de ella, sólo podemos darle información a familiares directos-. Habló la enfermera con tristeza. Ese era el primer amigo que visitaba a Lyra… Pero no podía violar las reglas del hospital, aquel pelirrojo sólo podría verla, si la madre de la castaña lo acompañaba.

– De acuerdo, muchas gracias por su tiempo-. Se dio la media vuelta y caminó lentamente hacia la salida del hospital. – Adiós y disculpe por molestarla-. Luego de saludar respetuosamente a la enfermera, salió y se dirigió hacia su Base Secreta.

Un par de personas lo miraba mientras caminaba. Tal vez su ceño fruncido y su mirada decidida, les producía curiosidad, y eso provocaba que lo miraran, cosa que le molestaba…

Mañana sin falta descubriría que rayos era lo que estaba pasando…

XxxXxxX

Casi no había dormido, pero no estaba cansado, estaba ansioso, y esa fue la principal causa de su insomnio. Ya se encontraba en frente de aquel establecimiento para enfermos. El pelirrojo de ojos plateados se encontraba esperando que apareciera la tal Lyra, ya que no había hallado a la muchacha apoyada en la puerta automática de entrada, como habitualmente la encontraba. Esperó por un largo tiempo, por una hora o dos, pero luego de ese lapso se cansó –por no decir que se hartó–, ya había perdido las esperanzas de volver a ver a la castaña. Suspiró resignado, y se giró para regresar a su Base Secreta, pero casi le da un infarto cuando realizó aquel acto, puesto que se encontró inesperadamente con Lyra, cara a cara con la castaña.

– Disculpa, ¿te asuste?-. Le preguntó dulcemente la muchacha que se encontraba a escasos centímetros de su cara, aunque podía jurar que poseía una sonrisa llena de burla.

En cambio él se alejó veloz y violentamente. Dio unos cuantos pasos hacia atrás algo rápido, y retrocedió, marcando el espacio. Sacó su Pokédex y con ella apuntó a la castaña, la misma que hasta hace unos momentos había tenido frente a su cara. No era una forma muy educada de responder, pero quería saber si aquella chica era real, o si era un Pokémon fantasma queriéndole ver de alguna forma la cara. La Pokédex, para su suerte –o desgracia– no identifico nada. Esa chica era humana.

– No, estoy bien-. Se permitió esta vez, responder educadamente. Aunque lo había hecho de una manera seria y seca.

– Hehe, ¿pensabas que era un Pokémon o que era un fantasma?-. Preguntó burlona la castaña, aunque se percibía un deje de tristeza en su mirada.

– Algo así-. Contestó, sincero.

– ¿Te molestaría sentarte conmigo por un rato?-. Preguntó amablemente la muchacha, mientras señalaba una banca. La misma se veía algo escondida, puesto que un par de árboles y arbustos la tapaban, dejándola fuera de simple vista.

– Si-. Respondió simplemente Silver.

Ambos caminaron un par de pasos hasta la banca anteriormente mencionada. Al llegar a ella, se sentaron y permanecieron largo tiempo callados.

– ¿Tú… tú eres… tú eres Soul Lyra?-. Preguntó el pelirrojo algo nervioso.

– Así es, esa soy yo-. Contestó la castaña bajando la mirada. – Pero no preguntes nada por favor, quiero explicártelo todo yo-. Terminó su diálogo.

Asintió, esperando que ella continuara, esperando que le contara…

– Bueno, veras… Argh, es que es difícil-. Se lamentó la castaña, mientras trataba de explicar lo que le pasaba. – ¿Tú crees en espíritus que no pueden descansar en paz porque les quedó un asunto por resolver, es decir, un asunto pendiente?-. Preguntó directamente Lyra, provocando que el pelirrojo abriera los ojos, sorprendido.

– Quizás… No pienso mucho en esas cosas-. Respondió tras haberse repuesto de la impresión, que le había causado la pregunta anterior. – ¿Tú lo eres?-. Esta vez el directo fue él.

– Algo así… En realidad todavía sigo viva, pero eso es porque aún tengo un asunto pendiente… Me gustaría poder solucionarlo antes de que llegue la hora de mi muerte-. La castaña bajo su cara, mientras su mirada era invadida por una tristeza infinita.

– Lamento escuchar eso-. Dijo el pelirrojo sincero. – ¿Hay algo en lo que te pueda ayudar?-. Preguntó, sus palabras estaban llenas de amabilidad y bondad. En verdad quería ayudarla, en verdad quería ayudar a esa castaña, y más si era para que descansara en paz.

– ¿Lo dices de verdad? ¿De verdad lo harías?-. Preguntó la muchacha llena de esperanza y alegría.

– Por supuesto que sí, confía en mí, los dos juntos lo lograremos-. Afirmó, mientras una pequeña sonrisa se asomaba por sus labios. – Pero antes, debo saber todo lo que te pasó-. Terminó serio.

– Bien… Yo no estoy muerta, pero si estoy en coma… La razón por la que yo no he muerto, es porque tengo un asunto sin resolver, y bueno… Tú eres mi asunto pendiente-. La castaña habló rápido, producto de su nerviosismo. Al terminar de hablar –de una forma muy directa–, una pequeña sonrisa se formó en su pequeño rostro.

– ¡¿Qué?! ¡¿Yo?! ¿Por qué yo?-. Preguntó él atónito tras aquella revelación, que en verdad lo dejó sorprendido. Ellos dos ni siquiera se habían visto, recién hoy se habían conocido.

– Bueno veraz, mi casa está cerca del hospital, y yo te veía cada día, cuando pasabas de camino a la tienda que está cerca… Los primeros días te veías sumamente triste, posteriormente a eso comenzaste a verte misterioso y serio, pero ya se te veía un poco más animado; y bueno, finalmente cuando llego el día en que decidí que iba a hablarte para apoyarte, tuve un accidente que me dejo en coma… Por lo que mi asunto pendiente, era conocerte-. Lyra resumió su relato lo más que pudo.

– Ya veo… ¿Esa es la razón por la cual soy yo el único que puede verte?-. Preguntó una vez que se recuperó de esa nueva y directa revelación.

– Así es… Es por esta razón que quiero pedirte un favor… Bueno, en realidad dos-. Se podía ver que tras esas palabras, la cara de la castaña comenzaba a ponerse colorada.

– Y, ¿cuáles son?-. Preguntó curioso, aunque sabía que no se iba a negar a ningún favor que ella le pidiera, puesto que en verdad quería ayudarla.

– El primero e-es q-que… q-que m-me… ¡QUE ME BESES!-. Lyra contestó a modo de grito aquellas palabras de una forma rápida. Su rostro rápidamente se había tornado rojo, y a leguas se notaba que estaba sumamente abochornada.

– ¡¿Qué te bese?! N-No creo poder hacer eso-. Susurró, mientras un pequeño sonrojo comenzaba a formarse en su rostro, combinando perfectamente con su largo cabello rojo.

– Yo sé que te pareceré una chica muy atrevida e inapropiada, pero la verdad es que no hice muchas cosas en mi corta vida… Besar a alguien fue una de ellas… Y bueno, quisiera hacer la mayor parte de esas cosas que estén a mi alcance, aunque creo que la verdad esa es la única que lo está-. Al terminar de hablar, la muchacha bajo completamente su mirada castaña.

– Bien, lo haré-. Silver empezó a acercar su cara al rostro de la muchacha, comenzando así a acortar las distancias.

– ¡E-Espera!-. Gritó ella alejando su rostro. – Ahora como estoy, yo no siento nada. Aunque te de impresión, ¿p-podrías dármelo en mi cuerpo?-. Preguntó la castaña totalmente sonrojada y abochornada.

– ¿Pero cómo se supone que voy a entrar? No me dejan pasar-. Habló el pelirrojo razonándolo. No lo habían dejado pasar ninguno de los dos días, y además, ahora había hablado con las dos enfermeras, las dos ya conocían su identidad, ninguna de las dos lo dejaría pasar.

– ¡Entraras por la ventana!-. Habló la castaña emocionada. – Mi habitación está en la segunda planta. Se puede acceder a ella por la primera ventana de la segunda planta, la que está en la parte derecha. Estoy sola, no tengo un compañero de habitación, asique no tendrás que preocuparte por eso-. Explicó detalladamente la muchacha. Estaba algo entusiasmada, ya que, aunque estaba próxima a morir, su primer beso sería como el de un cuento.

– Bien, ¿cuál es el otro favor?-. Preguntó serio e interesado.

– ¿Le dirías a mi madre mi último deseo?-. Preguntó, ante el asentimiento de él prosiguió. – Dile que sea feliz, dile que sólo eso necesito para morir, para descansar en paz, dile que necesito que ella siga con su vida, con una vida llena de felicidad, y que siga siendo una persona llena de alegría, ¿se lo dirás?-. La castaña tenía una sonrisa triste adornándole la cara, pero su mirada estaba llena de amabilidad, en verdad esa era una de las cosas que necesitaba para descansar en paz, además que eso era lo único que esperaba de su mamá…

– Claro-. Respondió el pelirrojo. Se le formó una sonrisa amarga en su cara. – Ahora vamos a tu habitación-. Terminó. Un nudo se formó en su garganta, lo que impidió que pudiera mirar a la castaña a la cara. Lo había decidido, en verdad quería ayudar a esa muchacha a descansar en paz.

Ambos caminaron en dirección al establecimiento para enfermos. Una vez que llegaron al hospital, se dirigieron hacia su parte derecha. Una vez que localizaron la primer ventana de la segunda planta de la parte derecha de aquel lugar, los dos comenzaron a trepar.

Cuando se encontró realizando estos actos, el pelirrojo sonrió ante los recuerdos que llegaron a su cerebro tras haberlos hecho. Puesto que recordó cierto día en el cual, de la misma forma, robó a su Totodile del Laboratorio del Prof. Elm, y también en el cual, conoció a Gold por primera vez.

Al llegar a la segunda planta, abrió cuidadosamente la ventana, y luego de haber hecho eso, se metió sigilosamente por dicha entrada. Cuando entró por fin a la habitación, se encontró con el cuerpo de Lyra. Se veía idéntica a la Lyra que conocía, sólo que esta otra, se encontraba atrapada en un sueño entre la vida y la muerte. Se la veía un poco más pálida, y también se la veía menos llena de vida, pero igual se veía linda.

Una vez dentro de la habitación, se dirigió a la puerta de entrada y salida de la misma. Se asomó al pasillo, y una que vez observó y comprobó que no había nadie cerca, cerró la puerta de dicha habitación, puesto que no quería que nadie lo observara realizando un tan vergonzoso acto. El pelirrojo se acercó a la cama donde reposaba el cuerpo de la castaña, y aproximó su cara al rostro de Lyra, acortando de a poco la distancia. La muchacha, la misma que se encontraba al otro lado de la cama, se sonrojo al ver como el chico de ojos plateados se acercaba cada vez más a sus labios. Silver terminó de acortar toda la distancia que lo separaba de la castaña, y sello los labios de la chica de coletas con un tierno y fugaz beso. Esto provocó que la castaña se llevara dos dedos a sus labios, cuando sintió los del pelirrojo sobre los de su cuerpo.

Se separó algo sonrojado del cuerpo de Lyra, y observó seria e intensamente a la muchacha, buscando su aprobación por sus recientes actos realizados. La castaña abrió la boca para decir algo, pero en ese momento la puerta se abrió, impidiéndoselo. Una mujer de pelo castaño atado en una cola de caballo, entró a la habitación, interrumpiendo la conversación que estaba a punto comenzar entre esos dos.

– Hola, ¿eres amigo de Lyra?-. Preguntó la mujer amablemente. Se la veía muy cansada, y su mirada destellaba de dolor y sufrimiento.

– Ella es mi madre. No te preocupes, ella cree en estas cosas, fue ella quien me las explico a mi cuando era pequeña. Por favor, solo dile lo que te dije-. Lyra le dirigió una mirada cargada de amabilidad a Silver, y luego miró tiernamente a su madre.

– Si soy su amigo… Vera señora, esto es algo difícil de explicar…-. El pelirrojo dudo si continuar o no, pero al ver asentir a la castaña, prosiguió. – Su hija no puede descansar en paz, y eso se debe a que tiene un asunto pendiente, en el cual, solo usted la puede ayudar-. Terminó de explicar. Su rostro demostraba seriedad y seguridad.

– Ella te lo dijo, ¿verdad? Ella está aquí, ¿no es cierto? ¿En que la puedo ayudar?-. Preguntó rápidamente la mujer, pero sin que el sufrimiento ni el dolor abandonaran su rostro. Sabía lo que significaba descansar en paz, y eso implicaba perder a su hija.

– Si, ella está aquí, y si, ella me lo dijo… Sólo tiene que ser feliz, por ella y por usted. Sólo así ella estará tranquila, sólo así podrá descansar en paz, si usted tiene una vida llena de alegría y de felicidad -. Se formó un nudo muy grande en su garganta, el cual impedía que si quiera tragara, cuando termino de decir aquellas palabras. Tenía su mirada plateada sobre la de la madre de la castaña, pero algo le decía que bajara la vista. Sabía que era ese algo que le decía que bajara la vista, era su conciencia, puesto que sabía y estaba consciente de lo que estaba pidiendo. Le pedía a una madre que dejara ir a su hija, que la dejara morir, que la dejara descansar en paz… No podía mirarla a la cara… Pero no, eso es lo que le había prometido a la castaña, tenía que respetarla, y respetar su promesa. Además, él también quería eso para aquella mujer, su felicidad, aunque no la conociera… Se obligó a no apartar la mirada.

– Esta bien, Lyra. Lo intentaré por ambas-. Habló la mujer, para luego de decir aquellas palabras, estallar en lágrimas, sin poder evitarlo.

En ese momento, Lyra comenzó a brillar, mientras un par de lágrimas resbalaban por sus mejillas rosadas.

– Muchas gracias, Silver… Siempre te amaré-. Susurró con total sinceridad la muchacha de mirada castaña, mientras comenzaba a desaparecer lentamente, pero lo que nunca dejo de desaparecer, fue su sonrisa amable.

En ese momento, se escuchó que la máquina que indicaba los pulsos cardíacos –del corazón– de Lyra, dejaba de provocar los sonidos pausados de los latidos, para dar lugar a un conocido sonido, el mismo que indicaba que aquella chica castaña ya había fallecido.

La madre de Lyra se abrazó llorando al pelirrojo, mientras que él tampoco podía evitar que un par de lágrimas se le escaparan y se resbalaran por su cara… Lo único que lo reconfortaba en estos momentos, era saber que él la había podido ayudar a descansar en paz…

Y estaba seguro que algún día, en algún lugar, ellos dos se volverían a encontrar, puesto que esa chica era la primera que lo había necesitado, y era la primera que le había afirmado que lo había amado.

Xxx¿Fin?xxX


Bien, les agradezco por haber entrado y espero que les haya gustado.

Se preguntaran porqué ¿Fin? ¿Verdad? Bueno, la verdad es que a mi me gusto mucho el final (¿sera que quiero a Silver sólo para mi?), pero después me di cuenta que volví a dejarlo solo, y bueno, se me ocurrió escribir la perspectiva de Lyra, (ya que esta puede decirse que es más de Silver) y se me ocurrió hacer un final alternativo... Pero no se, quizá lo deje en Oneshot o quizá lo haga Threeshot. No prometo nada.

En fin, nuevamente agradezco a los que leyeron

¡Nos vemos!

BlackDream-Mari

PD: Capítulo reeditado.