Capítulo 1: La criatura.

"Esto es sospechoso" fue el mensaje que Erik, Cobra, les transmitió a los demás miembros de Crime Sorcière por telepatía. "Puedo percibir múltiples aromas de personas, pero no sus voces."

Estaban distribuidos de manera estratégica en un terreno montañoso. En un espacio semiabierto, un callejón natural entre las montañas, estaba la guarida de un gremio oscuro. La cacería de organizaciones criminales se había vuelto mucho más fácil al contar con los ex miembros de Oracion Seis. Jellal pensaba que esa noche sería otra victoria asegurada, sin embargo el ambiente estaba muy tranquilo en las cercanías de aquella enorme roca que estaba entre las montañas. Tenía agujeros por todas partes dando la impresión de que fuera una colmena de insectos. La ausencia de señales de actividad le daba un mal presentimiento.

"Hay una barrera de runas alrededor de la guarida que bloquea la detección por magia" transmitió Richard, Hoteye.

"¿Entonces qué hacemos?" preguntó Sorano, Angel, con evidente impaciencia.

Jellal lo meditó un momento antes de responder.

"Entremos."

Los magos salieron de sus escondites y fueron directo hacia la formación rocosa. Pasaron el circulo de runas y entraron por distintos agujeros… todo seguía en calma.

"Ahora puedo escuchar latidos de corazón." dijo Erik "Son muchos, pero son lentos y definitivamente no hay pensamientos."

"¿Estarán todos dormidos?" preguntó Meredy.

"No" respondió Richard. Con su magia de Ojos del cielo escrutaba el interior de la guarida "Puedo ver claramente todo. Están tirados por todas partes, inmóviles."

Avanzaron a las profundidades de la guarida con la guardia en alto. Unas antorchas de flamas azules alumbraban los corredores. Jellal se detuvo en seco apenas vio algo en el suelo. Un cuerpo. Se acercó con precaución y tocó el cuello de aquel hombre. Seguía vivo, no tenía daños visibles ni había rastros de lucha en el lugar. La coloración verdosa de su piel era señal de un agotamiento abrupto de magia.

"¿Han encontrado algo?" quiso confirmar Jellal.

"Sólo magos inconscientes" respondió Erik.

Todos daban testimonio de lo mismo. Fueron avanzando y se encontraron en el punto central de la guarida. Era una caverna amplia con una mesa en el centro y un candelabro colgando del techo. Había un hombre desmayado con la cabeza en la mesa, era musculoso y tenía apariencia de bárbaro. Por la foto del cartel de recompensa confirmaron que se trataba del líder del gremio oscuro.

–Viendo que no hay señales de lucha no pudieron haber gastado su magia – concluyó Jellal viendo que el líder estaba en la misma condición que el resto de miembros –. Se les debió arrebatar su poder mágico forzosamente.

–Y de una manera muy efectiva – terminó Meredy.

–Quien sea que lo haya hecho ya no está aquí – dijo Erik.

–Necesitan atención. Sus vidas podrían correr peligro si no se hace algo pronto – comentó Richard.

–Oigan – habló Macbeth, Midnight – ¿Dónde está Sorano?

Se dieron cuenta de que era la única que faltaba. Erik intentó llamarla por su telepatía, pero no obtenía respuesta. Fue en ese momento que algo empezó a gotear sobre la mesa. Era un líquido transparente y viscoso. Al levantar la vista abrieron los ojos de espanto. Sorano estaba sobre el candelabro cubierta de aquél líquido. Su piel se había tornado verde. Antes de que alguien reaccionara se escuchó un grito ahogado. Entonces vieron que algo sostenía a Macbeth y Richard por detrás de sus cuellos. En un parpadeo fueron privados de su magia y quedaron colgando como muñecos inertes. Unos ojos completamente redondos y blancos junto con una sonrisa caricaturesca de luna creciente estaban sobre ambos magos. Jellal levantó la mano y lanzó un rayo de luz. Aquella criatura los soltó y evadió tan rápido el ataque que Macbeth y Richard quedaron suspendidos en el aire por un instante. Sawyer, Racer, los atrapó antes de que cayeran al suelo. La misteriosa criatura desapareció por uno de los túneles.

–¡¿Qué ocurre?! – gritó Cobra.

–¡¿Qué no viste eso?! – le respondió Meredy.

–¡Sabes que soy ciego!

Para Erik no aplicaba el dicho "en tierra de ciegos el tuerto es rey" si él era ambos. Jellal entonces realizó un hechizo de tierra y bloqueó todas las salidas. Estaban en peligro. Aquella criatura debía ser la culpable de lo que le había ocurrido a los miembros del gremio oscuro. Y no era algo a tomarse a la ligera si había sido capaz de poner a Sorano en aquel candelabro sin que ninguno pudiera percibirlo. Al levantar la mano Jellal formó un conducto que cruzaba la guarida hasta el exterior.

– ¡Sawyer! ¡Meredy! ¡Sáquenlos!

El mago veloz tomó a sus dos compañeros y salió por el túnel. Meredy cortó el candelabro con unas espadas de magia y atrapó a Sorano entre sus brazos. Con su magia creó unas alas en sus talones para salir volando por el conducto. Erik extendió sus garras y gruñó.

–¡No puedo oírlo! ¡No puedo olerlo!– bramó de ira.

Una pared fue destrozada y un brazo monstruoso de color negro emergió sin que se produjera sonido alguno. Se dirigía a Erik, pero Jellal logró reaccionar. Activó su magia de Meteoro y tomó a Erik para alejarlo. Acto seguido también salió por el conducto. Por el rabillo del ojo pudo ver que esa criatura los perseguía. Erik disparó de sus garras cuchilladas de veneno hacia el interior. Se escucharon múltiples impactos. Al salir se elevaron en el aire. Del agujero emergió aquello que los perseguía. Era una criatura de piel negra con brazos largos, su cabeza no se distinguía de su largo cuello, tenía una cola que terminaba en triangulo y su postura era encorvada como la de un depredador. Seguía sonriendo mientras el veneno que lo cubría se desintegraba. Jellal no podía sentir magia ni aura hostil. Eso le daba escalofríos. Por un momento pensó en lanzar su hechizo de Abyss Break, pero de hacerlo mataría a los que seguían dentro. La criatura negra se agazapó y de su espalda emergieron protuberancias cilíndricas curvadas hacia atrás. Luego saltó con tal fuerza que agrietó el tope de la formación rocosa. En medio del vuelo expulsó por sus conductos en la espalda una enorme cantidad de aire impulsándose. Fue directo hacia ellos. Jellal salió de su trayectoria, pero la criatura extendió uno de sus brazos. Mientras evadía el brazo que se extendía y cambiaba su rumbo de manera abrupta, Jellal con su mano libre lanzó un hechizo de vigas celestiales, pero los rayos de luz no parecían causar gran daño a la criatura ni moverla. Varias espadas de magia vinieron volando hacia la criatura que levantó su brazo y su largo antebrazo se expandió tomando forma de círculo a manera de escudo. Las espadas chocaron resquebrajándose al contacto con la piel que parecía haberse metalizado. La criatura entonces recogió su brazo extendido. Jellal aprovechó esa oportunidad para reunirse con Meredy y Sawyer en el suelo. Soltó a Erik.

–Llevamos a los demás a un lugar seguro–. Dijo Meredy.

–¡¿Qué es esa cosa?! – preguntó Sawyer.

–No lo sé – respondió Jellal –, pero sé que aparte de absorber instantáneamente la magia al contacto debe tener un método de ocultamiento.

–Eso explicaría porque no emite sonido ni olor y ni siquiera Richard lo vio– dijo Erik.

–Sin mencionar que tu veneno no lo afecta.

– ¡Maldita sea! ¡Significa que soy inútil!

La criatura los observaba desde el aire, su brazos regresaron a la normalidad manteniéndose suspendido por esas partes de su cuerpo que hacían de propulsores. Cambió de postura y supieron que se preparaba para el ataque. Meredy realizó varios movimientos de brazos y creó una gran cantidad de espadas. Jellal hizo sus propios movimientos y esas espadas fueron fortalecidas por su magia celestial. Con otra descarga de propulsión la criatura salió disparada hacia ellos al mismo tiempo que los magos lanzaban su ataque de Unison Raid. Sin embargo, la bestia empezó a evadir con cambios bruscos en su dirección sin bajar su velocidad. Aterrizó justo entre ellos. Sawyer entonces activó su máximo hechizo. Dentro de su zona cercana ralentizaría al máximo a sus enemigos, no a sus aliados, y potenciaría su velocidad al tope. Suponiendo que la criatura necesitaba hacer contacto directo con la persona, tomó la decisión de atacarlo. Le dio una fuerte patada en el costado, pero tuvo la sensación de que el impacto fue absorbido por ese macizo cuerpo negro. Jellal levantó su mano derecha sujetándose la muñeca con la izquierda y lanzó una esfera de magia celestial que golpeó a la criatura. Esta sujetó el ataque mágico con ambas manos, resistiéndose. Sawyer le atinaba veloces patadas en la espalda evadiendo los azotes de su cola. Pero tras dar el último golpe sintió una punzada en la planta del pie y en ese mismo instante su magia fue vaciada. La criatura cerró los brazos deshaciendo la esfera de magia e intentó darle un puñetazo a Jellal aprovechando que tenía su velocidad de vuelta.

Con la ayuda de Meteoro nuevamente evadió la acometida y tomó a Sawyer para alejarlo volando. Notó que en el lugar donde había sido golpeado por Sawyer había púas metálicas ensangrentadas que luego se hundieron en el cuerpo de la bestia. Meredy estaba a punto de lanzar su más poderoso hechizo, pero la cola de la criatura se movió como un látigo a velocidad del rayo. La chica recibió un golpe en su cintura descubierta. Tuvo la medida precisa para hacer el mínimo contacto posible en ese movimiento sin generar un golpe serio, pero fue lo suficiente para que Meredy fuera otra víctima de la absorción de magia. Jellal apretó los dientes por la frustración.

Erik fue corriendo hacia él para tomar a Sawyer. Por más que le frustrara al Dragon Slayer, bajo esas condiciones era completamente un estorbo. La criatura sujetó a Meredy. Su mano era lo suficientemente grande para rodearla con los dedos. Mirando a Jellal sacó su lengua larga de su boca, era de un rojo fuerte, y lamió a Meredy desde el medio de sus pechos hasta su cuello cubriéndola con su viscosa baba. Amplió su sonrisa al ver la cara que ponía Jellal. Sin darle más importancia, la criatura tiró a la chica a un lado y volvió a arremeter. Jellal salió volando y dio inicio a un combate en medio del aire. El mago lanzaba hechizo tras hechizo al monstruo, sin embargo la gran mayoría eran evadidos. La velocidad y fuerza de esa criatura no le permitían tomar distancia para realizar el Grand Chariot o el Sema. No tenía muchas opciones. La prioridad fue alejarlo de sus compañeros. Se elevó en el cielo. En cuestión de pocos segundos subieron varios cientos de metros. Jellal puso buena parte de su magia en el siguiente hechizo. El viento se arremolinó alrededor de ellos. Quiso replicar el suceso en la guarida, no darle espacio para que pudiera esquivar con su velocidad. El torbellino se estrechó logrando aprisionar a la criatura. Jellal detuvo su avance para en dos segundos dibujar el círculo mágico de Abyss Break. A esa altura el daño colateral sería mínimo. La criatura rugió antes de que se liberara la potente descarga de magia elemental.

Erik estaba con todos sus compañeros debilitados. El Dragon Slayer pudo percibir el hechizo de Jellal en las alturas. Se produjo un fuerte ventarrón que fue seguido por la calma. Tragó saliva, nervioso. Afinaba su oído esperando escuchar a su líder, sin embargo lo primero que percibió fue su aroma y escuchó el sonido de su corazón. Estaba cerca ¿cómo era posible?... a no ser que se acercaba estando desmayado. Volvió a desplegar sus garras. Temblaba. Al enfrentar a un enemigo que no podía ver, oler, oír ni dañar con su magia se sentía vulnerable. Jellal seguía acercándose. Ubicó exactamente donde estaba. Cubrió todo su cuerpo con una capa de su magia de sonido y atacó donde suponía estaría la criatura al cargarlo. Puso todo de sí en un solo ataque… Su magia de sonido se desvaneció y su garra fue sujetada.


Obra miró por un momento al último miembro de Crime Sorcière que derrotó. Aguantaba las ganas de reír audiblemente por tener todas las ventajas contra ese mago de veneno y sonido. Le quiso dar una oportunidad de hacer algo al no ocultar la presencia de Jellal junto a la suya propia. Los dejó caer. Estiró sus músculos. Con la magia del Dragon Slayer ya había regenerado casi en su totalidad el daño recibido por aquel último ataque. Se sentía satisfecho con su nuevo cuerpo, con sus nuevas habilidades. Lo único que lamentaba era no haber terminado su proceso de evolución a tiempo. Si seguía vivo aún después de la muerte de Zeref significaba que debía cumplir con el propósito por el cual buscó ese poder en un principio. Aniquilar a Fairy Tail.