Disclaimer: Magic Kaito y Detective Conan son propiedad de Gosho Aoyama.
"Cuando la noche del viernes próximo se convierta en un día estrellado,
volaré a encontrarme con los zafiros gemelos custodiados por el hombre de ley
bajo la nieve del niño azul.
Kaito Kid."
El inspector Nakamori releyó por enésima vez la nota que aquella mañana había aparecido frente a su puerta (la de su casa, algo sin duda extraño), era como si el ladrón lo estuviese desafiando personalmente, cosa que no podía entender, pues de todas formas era el encargado de la formación policial que trataba de capturarlo. Y lo haría, todos sabían que Ginzo no descansaría hasta dejar a ese hombre de sombrero de copa entre rejas.
No obstante, la situación empezaba a tornarse frustrante. ¿Por qué el supuesto mago tenía que decir las cosas con tantas metáforas absurdas? Podía deducir a qué hora se efectuaría el robo, eso era algo sencillo, probablemente se trataba de la noche del viernes, cuando el reloj diese las noche en punto (Tal vez debería llamarlo sábado). El resto de la carta... ¿qué se creía que era, un ladrón o un poeta? Ya había pasado el mediodía y aún no lograba entender a qué gemas se refería, no tenía constancia de que hubiese ningún tipo de zafiro por la zona que debían proteger. Incluso parecía que el garabato de la cara de Kid dibujado junto a su nombre se estaba burlando de él.
Apoyó las manos bruscamente sobre la mesa, azotándola, mientras se levantaba de golpe a modo de amortiguar un poco el enfado. La cabeza le daba vueltas.
—¿Aún nada? —preguntó una voz desde la entrada, donde su hija Aoko asomaba con el almuerzo que le había traído. El padre se llevó las manos a la cabeza y volvió a sentarse apoyando los codos sobre la madera.
—Es imposible entender la manera de pensar de este tipo.
El hombre suspiró y miró la hora de su reloj, era día jueves, por lo que más le valdría solucionar lo que ponía en esa carta, pero al parecer nadie del personal había sido capaz de descifrarla cuando se la había enseñado, y él tampoco, miró a su hija un momento... No, era imposible que aquella niña pudiese entender la mente de Kid; era probable de todas formas que ella le recomendase pedirle ayuda a Hakuba Saguru, pero ni loco dependería de unos simples niños de bachillerato, oh, no, el era el gran inspector de policía Ginzo Nakamori, y su orgullo se vería dañado si dejaba el asunto de ese ladrón en terceras personas.
Definitivamente iba a atraparlo con sus propias manos.
.
Un gran bostezo se oyó por la casa mientras una expresión de enfado se dibujaba en el rostro de la muchacha que acababa de entrar con varias bolsas de la compra en las manos. Estas fueron depositadas a un lado, y en un abrir y cerrar de ojos, un golpe seco fue lo que se escuchó seguido del grito de un hombre adulto y las reclamaciones de la muchacha por descuidar su trabajo y ponerse a dormir.
El niño a su lado se limitaba a verlos rodando los ojos. Típico de Kogoro "el durmiente". Fue lo que pensó antes de escabullirse hacia su habitación en lo que sacaba su teléfono móvil para buscar la noticia que tanto había llamado la atención durante la mañana y que a penas había visto de pasada debido a las clases de la escuela primaria (que para él no eran más que "un juego de niños", nunca mejor dicho).
—¿Kaito...Kid? —pronunció en voz baja mientras leía la nota que había sido publicada en la prensa de inmediato (aunque debería haber salido al día siguiente) tan solo por el nombre de quien la había dejado.
Se tiró en su cama pensativo mientras releía las conclusiones de la policía con respecto a lo escrito en ella y rememoraba sus anteriores encuentros con el mago ladrón, como incluso este se había atrevido a hacerse pasar por él, bueno, por su cuerpo original, eso de ser un adolescente dentro de un cuerpo de un niño pequeño cada día lo desalentaba más, pero aún con eso no podía desistir, estaba demasiado cerca de La Organización como para rendirse, Kaito Kid no era la única persona a la que estaba interesado de entregar a la policía.
Pero por el momento era lo que tenía más cerca.
Y debía admitir que aquella nota le llamaba la atención, había algo extraño en ella, pero no lograba descubrir qué...
—¡Conan!
Sintió las manos de Ran tirar un poco de la suya para llamar su atención y sacarlo de la cama para llevárselo, oh, sí, había olvidado por completo que aquella tarde prometieron ir con Ayumi, Genta y Mitsuhiko a no recordaba cuál convención de Kamen Yaiba... Suspiró al pensarlo, si seguía de esa forma al final acabaría convirtiéndose en un crío de verdad. Casi que hubiese preferido quedarse con Haibara investigando el antídoto de aquella droga, pero era probable que ella lo echase del laboratorio. Al final no le quedaba otra alternativa.
Por una vez no hace daño...
Sin embargo, aquel misterio de la nota seguía dando vueltas en su cabeza mientras Ayumi le contaba todo lo que se le pasaba por la mente para llamar su atención, el hacía como si la escuchara, pero probablemente la pobre niña estuviese hablando sola. Mientras tanto Genta corría por todos sitios buscando puestos de comida, acabaría perdiéndose. Después Shinichi tendría que encontrarlo pensando en su comportamiento y... efectivamente, lo encontrarían en donde habían acabado junto con él: Un Macdonals.
—¿Os habéis enterado? Dicen que Kaito Kid volverá a robar esta noche —dijo Mitsuhiko tras escuchar a unas chicas de una edad aproximada a la de Ran.
—¡Ah! ¡¿Kaito Kid?!
—Sí, pero parece que la policía aún no ha conseguido saber donde aparecerá —seguía contando en voz baja mientras los niños se acercaban más para oír, como si no quisieran que nadie los escuchara— Dejó una carta muy rara —comentó encogiéndose de hombros con cara de duda.
—Oye, oye, Mitsuhiko, ¿y si consiguieramos descifrar la carta...? ¡Ya lo tengo! —Genta alzó el puño arriba en señal de lucha— ¡Este podría ser un nuevo trabajo para la Liga Juvenil de Detectives!
Los tres niños soltaron juntos una exclamación ilusionados con el caso, ¿acaso estaban locos? Era lo que pasaba por la mente del joven detective, ni siquiera tenían la nota, aunque él ya la había leído.
—¿Y cuál es esa nota? —tanto Ayumi como Genta miraron expectantes a Mitsuhiko durante unos segundos...
Lo sabía. Pensó Shinichi al ver como los tres se quejaban de no tenerla. No obstante, tras soltar un suspiro tomó una servilleta y sacó un bolígrafo que le habían dando en uno de los puestos de la convención, más tarde, transcribió lo que ponía en la dichosa carta.
—Ese fue el mensaje que Kid les dejó a la policía a primera hora de la mañana.
Y para cuando quiso darse cuenta, los tres niños y él estaban frente a la comisaría de policía junto con Ran que trataba de sacarlos de allí mientras un inspector Nakamori muy enfadado les repetía que aquel lugar no era sitio para niños y que ya tenían bastante que lidiar con la nota del ladrón como para que unos chicos quisieran jugar a detectives. Ran se disculpaba por ellos algo incómoda esperando a los niños que fueron interceptados por los policías, y se los llevó de allí.
—¿Dónde está Conan?
O eso creían.
.
—...bajo la nieve del niño azul —leyó en voz alta observando la nota que estaba en el estante detalladamente.
—¿Qué haces aquí? —Conan desvió la mirada hacia la voz femenina que venía de aquella adolescente, tal vez su imaginación le jugara malas pasadas, pero juraría que se parecía mucho a Ran— ¿Estás perdido? Le diré a mi padre que te lleve a casa —dijo ella sonriéndole al más pequeño mientras salía de la puerta del despacho del inspector Nakamori.
Este no tardó en llegar y abrió los ojos con sorpresa al reconocer a Shinichi.
—Ah, no, tú no vas a arruinarme la caza de ese ladrón de pacotilla esta vez —negó varias veces quitándole la nota al chico para luego llevarlo a fuera al lado de su hija—. Es el niño que vive con el detective Mouri, sabes donde es, ¿verdad?, ¿podrías llevarlo allí por mí? Tengo mucho trabajo que hacer y no quiero que este mequetrefe —refiriéndose a Conan— distraiga mi investigación. De acuerdo, ¿Aoko?
¿Se llamaba Aoko? El pequeño detective pestañeó.
—Sí, papá —la chica suspiró un poco y tomó la mano de Shinichi para sacarlo del edificio— ¿Vamos? Tu familia debe estar esperando —sonrió para darle confianza.
Pero él solo se limitó a asentir mientras observaba sus ojos, azules, eran de un color azul profundo...
¿Aoko?
