Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto. Por el contrario, la historia que vas a leer es de mi total autoría.
CAPITULO 1:
Estaba apoyada contra la mesa de su escritorio, eran pasadas las 10 de la noche y hoy le fue informado que debía realizar el turno nocturno en el hospital con su compañero, un médico transferido de la aldea de Kirigakure, el cual llevaba casi 10 meses en la aldea y no paraba de halagarla a ella y su trabajo. Era alto, no tanto como su esposo, pero si lo suficiente, de contextura delgada y con unos hermosos ojos color plata, que siempre brillaban cuando sus miradas se encontraban.
—Yo... te deseo tanto, Sakura.
Había algo sumamente mal en dejar que un hombre te besara en tu consultorio, mientras tu hija estaba en casa de sus abuelos durmiendo y tu esposo se encontraba en su misión hace 7 meses, nuevamente.
Sakura podía contar con los dedos de su mano los meses que ella y Sasuke habían vivido juntos como familia junto a Sarada; a veces, cuando la soledad era tan pesada que la hacía llorar contra la almohada, se preguntaba porque seguía amando a un hombre que, al parecer, no podía devolver con alguna muestra de cariño todo el amor que ella le había entregado a lo largo de los años. Sakura no esperaba que Sasuke le dijera palabras llenas de amor, pues ya se resignaba a pensar que Sasuke no sabía cómo amar, y ella había pasado tantos años de su vida amándolo recibiendo indiferencia en gran parte de su juventud y ausencia en sus años de matrimonio que las dudas, aquellos aguijones punzantes, se presentaban a cualquier hora del día haciendo que se replanteara su matrimonio y como estaba guiando su vida.
Ayato, el médico de Kirigakure, la había tomado desprevenida, con la guardia baja y el corazón cansado, y ahora la tenía apoyada contra el escritorio mientras la besaba y una de sus manos acariciaba su espalda y la otra estaba muy cerca de su pecho derecho. Hacia unos días que Sasuke debía haber vuelto de su misión, pero al parecer y por notificación del Hokage, una de las palomas mensajeras que se intercambiaban Naruto y Sasuke llego con la noticia de que aquella misión tomaría más tiempo del establecido inicialmente.
Cuando se enteró de esa noticia en la mañana, que además inicio con un cielo nublado y un terrible dolor de cabeza, Sakura vio como Sarada intentaba ser fuerte y no derramar las lágrimas que estaban atrapadas en sus hermosos ojos negros, iguales a los de su padre. Y fue eso, principalmente, lo que hizo que Sakura pasara de la tristeza a la rabia, y maldijera el día en que decidió amar a Sasuke.
Llevaba todo el día con ese peso en su corazón, para después ser informada de que debía cubrir el turno nocturno, puesto que el médico al cual correspondía se había lastimado la mano y estaba internado; todo había sido un día caótico para ella, que la dejo desarmada y emocionalmente vulnerable, y la última vez que Sasuke y ella habían estado juntos fue tan impersonal, como si fueran dos completos extraños cumpliendo con algún parámetro preestablecido. Sakura odio como sucedió todo y a la mañana siguiente, el cómo anuncio que debía marcharse nuevamente, pero quiso entenderlo, quiso creer que era normal, llevaban separados más años de los que llevaban conociéndose. Se decía una y otra vez que amaba a Sasuke, que era el amor de su vida, que siempre estaría para él así él nunca estuviera para ella, pero ser besada por otro hombre solo le demostró que era una mujer y habían cosas que simplemente había ignorado pero que necesitaba, y Ayato estaba tan dispuesto a complacerla, a darle lo que se negaba a aceptar de otro hombre que no fuera su esposo.
—Solo déjate llevar— le susurro Ayato al oído, acariciándole sutilmente el costado del pecho, electrizando sus terminaciones nerviosas—. Lo necesitas, Sakura, tu cuerpo está ardiendo y yo estoy aquí dispuesto a ayudarte a apagar la llama.
Ayato era demasiado guapo y demasiado sincero con sus intenciones, pues aunque sabía que Sakura era una mujer casada y no cualquier mujer casada, sino con el último de los Uchiha, eso no impedía que la admirara y la deseara; era tan hermosa, inteligente y divertida, y eso lo enloquecía. Sabía por sus ojos, que parecían hablar por ella, que cargaba un peso que a veces le nublaba la mirada y le desaparecía la sonrisa, pero también se percataba como en ocasiones lo miraba de reojo y parecía querer devorarlo. Y él lo entendía, pues era una mujer en su plenitud, con un esposo ausente y necesidades.
—Yo… ¡Oh, Dios mío! —intentaba hablar Sakura cuando un sonoro gemido salió de sus labios, pues Ayato siendo un poco más atrevido abarco la totalidad de su pecho y lo masajeo, generando sensaciones olvidadas por Sakura—. A… Ayato —. Gimió Sakura en el oído del mencionado mientras sus manos seguían apoyadas a la mesa, intentando no solo sostenerse a ella, sino a su cordura; pero sus piernas eran otra historia y con una súbita ola de desesperación estas se abrazaron a las caderas del hombre que no era su esposo, pero al cual le estaba dejando besarla, y acariciarla mientras se frotaba contra su cuerpo.
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El séptimo Hokague de la aldea oculta de la hoja, Naruto Uzumaki, se encontraba en su oficina revisando el inacabable montón de papeles que yacían sobre su escritorio, cuando se topó con un documento de la clínica especial para niños que había fundado Sakura y al cual le hacía falta la firma de la misma. El rubio se rasco la cabeza y miro todos los documentos que estaban sin leer, pero aquella clínica era importante no solo para su mejor amiga, también para él pues era necesaria y muy requerida tras las catástrofes que dejo la cuarta guerra ninja, donde murieron padres, madres, hermanos mayores y familiares de niños que a muy temprana edad conocieron lo que era crecer sin una figura paterna o materna; de igual forma, y a pesar de haber superado dicha guerra, aun se presenciaban los casos de asesinatos y horrores cometidos por personas inestables que destruían hogares y dejaban traumas en niños, y tanto Naruto como Sakura y todas las personas que apoyaron la idea del hospital no querían que se repitiera la historia de Naruto Uzumaki, quien creció sin padres siendo ignorado y repudiado, o Sasuke Uchiha, creciendo con el deseo malsano de la venganza y convirtiéndose en un peligro para el mundo; por ello, recordando el leve accidente del médico y que su amiga estaba cubriendo aquel turno nocturno, decidió enviar un clon hacia allí a buscarla y dejar firmado y cerrado lo pertinente al documento.
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Aquella situación se le estaba saliendo de las manos, ella deseaba tanto poder dejar todo a un lado y entregarse a ese momento, pero muy dentro de sí, en la parte donde se encontraba su conciencia y sentimientos, estos batallaban contra sus necesidades y sensaciones para recordarle la familia que tenía en casa y al hombre que había jurado amar. Pensar en Sasuke era aguijonarse el corazón y recordar la tristeza y soledad; pero también era pensar en el amor y la lucha constante por conseguir que el enfocara, por tan solo unos segundos, su mirada en ella. Su inner le reprochaba su actuar y parecía lo bastante enojada e indignada por su participación en aquella estupidez que su cuerpo estaba dispuesto a cometer.
Y así, entregada al placer y las caricias proporcionadas por Ayato, quien le había desabrochado la camisa totalmente, con los labios en su cuello y las caderas del hombre atrapadas entre sus muslos los encontró el clon del Hokague, quien siempre imprudente aparecía sin anunciarse, ocasionando que el tiempo se detuviera, Ayato la soltara y Sakura, apresurada, se recolocara la ropa y evitará la mirada de su mejor amigo, quien también era el mejor amigo de su esposo.
El clon de Naruto quedo mudo, con las palabras atoradas en su boca y el desconcierto en la mirada.
—Ustedes… ¿qué? — no podía asimilarlo, era terriblemente increíble y dolorosamente cierto lo que sus ojos habían visto. Sakura-chan, aquella mujer de ojos verdes y cabello rosado estaba en una situación demasiado, que dice demasiado, elevadamente comprometedora con un hombre… un hombre que no era su marido—. Doctor Hibino retírese inmediatamente del consultorio de la doctora Uchiha — hablo Naruto, con aquel tono de Hokague que había adquirido con los años.
Ayato no era un cobarde, pero tampoco podía contradecir la orden del Hokague, así que con una última mirada de reojo a Sakura, se retiró del lugar. Por su parte, Sakura se encontraba cabizbaja con los puños sosteniendo su blusa e intentando cerrarla con dedos temblorosos, no era capaz de ver a Naruto, esté por su parte considero que la situación era lo bastante seria como para tratarla con un clon, así que dándole tiempo a Sakura de recomponerse desapareció no sin antes murmurar un "Ya vuelvo… tenemos que hablar, Sakura".
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Sarada estaba muy preocupada por el actuar de su madre, quien a veces se perdía en sus pensamientos y otras miraba con nostalgia la foto familiar que se tomaron no hace mucho (7 meses y 5 días para ser exactos), acariciando con el dedo la figura de su padre y otras veces mirándolo con rabia y apoyando el marco contra la repisa; su comportamiento no era normal y cada vez más la pequeña Uchiha se desesperaba pues no sabía que podía hacer para que su madre volviera a sonreír con aquella sonrisa llena de felicidad y amor.
Esa noche, mientras dormía en su cuarto, escucho voces bajas y murmullos entrecortados, creyó escuchar un sollozo de su madre, así que presurosa fue a ver qué pasaba, la busco en el cuarto y no la hallo dormida en su cama como pensó que estaría. A veces Sakura tenía pesadillas y era Sarada, quien tarde de la noche iba hacia su cama y la consolaba con tiernas palabras y besos dulces en sus mejillas y frente.
Pero hoy ese no era el caso, Sakura no estaba en su cama, la cual parecía no haber sido tocada en toda la noche; Sarada vio el reloj y se percató que era pasada la media noche, y nuevamente los murmullos se pudieron apreciar en el silencio de la noche, Sarada se percató que esos extraños ruidos provenían de la entrada, así que cautelosa se dirigió allí para ver a su madre, con una bata y abrazándose a sí misma frente al doctor Hibino, quien le murmuraba palabras que apenas podía entender, pues su voz era demasiado baja.
—Yo no pienso que fue un error.
—Tú lo deseabas Sakura…
—Él no está.
—Deberías empezar a vivir fuera de su sombra.
—No te merece.
—Tengo tantos sentimientos encontrados por ti.
Sarada, con la respiración detenida y el sharingan en sus ojos, pudo vislumbrar como el doctor Hibino abrazaba a su madre y esta no hacía nada para devolverle el abrazo, pero tampoco lo retiraba de sí, como la pequeña Uchiha hubiese esperado. Sarada con sus 12 años era consciente de muchas cosas y entre todas, de que el matrimonio de sus padres no era como el de los demás y a pesar de haber intuido que su padre si las amaba, tanto a ella como a su madre, también podía percibir la soledad que agobiaba a su madre.
No podía permitir que su madre dudará de su amor por su padre, ellos eran sus personas importantes y tenía que hacer algo para evitar que ese doctor Hibino se robara a su mamá, pues eso era lo que parecía querer hacer a ojos de Sarada, quien censuraba cada una de las frases del médico; debía ir presurosa al encuentro con su padre, tenía que encontrarlo y pedirle, no, exigirle que volviera a casa. Su madre necesitaba a su padre, y ella necesitaba que ellos estuvieran juntos, para que su madre volviera a tener el brillo que había empezado a marchitarse, y el cual estaba siendo influenciado por un aparecido en su vida.
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Sasuke caminaba rumbo a la aldea oculta de la hoja, ya que después de un par de días, pudo culminar lo que en circunstancias normales le habría tomado dos semanas como mínimo, pero tenía una leve opresión en el pecho y el presentimiento de que debía volver a casa. El Uchiha no era de dejarse llevar por sus emociones (habría aprendido de las peores formas que dejarse llevar no traía nada bueno a su vida), pero no paraba de pensar que en la aldea era necesitado y aquel presentimiento fue confirmado al ver la silueta de una persona no muy lejos de él, corriendo a su encuentro.
—Sarada — frunció el ceño al ver a su hija frente a él en aquel espeso bosque, no muy retirado de la aldea—. ¿Qué haces aquí? ¿Dónde está tu madre? ¿Le paso algo a Sakura?
A Sarada, quien no era muy cercana a su padre, pues hasta ahora empezaba a conocerlo, se le hizo un nudo en la garganta, había percibido como el tono de su padre había temblando de manera imperceptible al preguntar si a su madre le había pasado algo.
—Mamá… ella… Oh, papá tienes que volver — y Sarada empezó a sollozar frente a su padre, haciendo que este se desesperara por no tener conocimiento alguno de que podía estar pasando.
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Para sorpresa de Sakura, quien se encontraba tendiendo las sabanas que había lavado esa mañana en el balcón de su pequeño apartamento, distinguió a lo lejos dos figuras acercándose y el corazón le latió a mil por hora cuando identifico a la persona que acompañaba a su hija.
Escucho la puerta abrirse, el estoy en casa de padre e hija, pero su cuerpo estaba todavía entumecido por la sorpresa de pie en el balcón, sosteniéndose de la baranda y apretando entre sus dedos las sabanas, consciente de la presencia de su esposo en casa. Saber que estaba allí cuando se volteara a saludar, la hacía sentir tan culpable que sentía que se le rompería la voz y empezaría a llorar frente a sus más queridas personas. Sarada y Sasuke lo eran todo para ella, y teniéndolos en casa a los dos la hizo sentir sucia y malvada, pues rememorando, nunca pensó en ellos mientras estaba perdida en la pasión que le había regalado Ayato con unos simples besos y algunas caricias. Dios sabía que si ella hubiese hecho aquello que no era capaz de exteriorizar pero que deseaba en su momento hacer, y lo cual no paso gracias a la aparición de su rubio amigo, aún podía recordar lo que habían hablado y el dolor en las palabras de Naruto.
No habían pasado ni dos minutos cuando el Uzumaki se presentó, no un clon sino el real, frente al escritorio de su amiga, haciendo que está presionara con fuerza su cabeza contra sus brazos apoyada contra el escritorio con leves sollozos proviniendo de esa figura con cabello rosa a la cual no podía reconocer.
—Levanta la cara Sakura y mírame. — a Naruto, en cualquier otro momento, verla así le habría preocupado y desesperado saber la causa, pero consciente de que había generado aquel estado en la Uchiha, solo era capaz de sentir una fuerte aversión por la fémina—. No quiero repetirlo, señora Uchiha, levante la cara y míreme mientras le hablo.
Lentamente y con las lágrimas manchando sus mejillas, Sakura vio a Naruto frente a ella, en una pose rígida viéndola con ojos acusadores, reprochándole con la mirada aquel acto que presencio en hace apenas unos minutos.
— ¿Cómo has podido hacerle esto? — hablo Naruto con mil emociones enfrentadas. Sakura solo sollozo más fuerte y cerró los ojos—. Mírame Sakura y explícame que carajos fue lo que vi, ¿acaso es ese Hibino tú amante? ¿Desde hace cuánto ustedes… aquí? — y con sus brazos señalo todo el rededor de la oficina.
— ¡No!
Fue un grito de dolor y angustia, el cual sobresalto a Naruto, pero se sobrepuso de inmediato.
—Yo… Fue solo… esta fue la primera vez… yo nunca sería… — tomo un gran respiro— Ayato y yo no somos amantes, Naruto. Esta fue la primera vez que ves una situación como la que presenciaste.
— ¿Cómo puedo creerte Sakura? Nunca hubiese imaginado que tú, quien ha promulgado una y otra vez tu amor por Sasuke, estuvieras en brazos de otro… estando casada con mi mejor amigo. El amor de tu vida, Sakura-chan. — lo último le salió de lo más profundo en un susurro lastimero.
—Puede que todo apunte a lo que estás pensando Naruto, y que merezca lo que pasa por tu mente. Pero te juro que nunca, nunca he engañado a Sasuke… por lo menos no antes de este día.
Sakura agacho la mirada, avergonzada ante la situación y sintiéndose tan afligida, dolida, arrepentida y culpable como no creía que fuera posible. Le había fallado a su matrimonio, y de paso a su amigo, quien había hecho lo imposible e inimaginable para traer a Sasuke de vuelta.
—Yo no sé qué pensar, Sakura-chan — susurro el Uzumaki— solo espero que lo que paso hoy no sea el fin de tu matrimonio… y que seas tú quien se lo cuente al teme.
Y con esas últimas palabras se retiró del consultorio dejando a una desolada Sakura hundida en su miedo.
— ¿Mamá?
Fue la voz de su pequeña la que la saco de sus recuerdos y la obligo a mirar hacia atrás, a su hija y a su esposo de pie, en la entrada del balcón, observándola.
—Hola cariño — hablo Sakura con un tono de voz parecido al que siempre usaba, pero que para oídos de los dos Uchiha que la observaban pudieron detectar un leve, casi imperceptible tono de voz tembloroso y asustado, al igual que una sombra que oscurecía sus ojos jades.
—Sakura.
Esa siempre ha sido la forma de responder el saludo de su esposa, pronunciando su nombre como si quisiera acariciarla con las palabras. Aun después de tantos años, Sasuke se preguntaba cómo era posible que Sakura siguiera amándolo a pesar de todos sus errores y soportando su ausencia; para él la pelirrosa, desde aquel tiempo en que viajaron juntos, solo los dos, se había convertido en la dueña absoluta de su corazón y pensamientos, para darle lo más preciado: una familia y una hermosa hija. Él podría no decirlo y gritarlo a los cuatro vientos, pero sin ellas su vida no tendría sentido, su fortaleza eran esas dos mujeres.
Por su parte Sakura, ajena a los pensamientos de su esposo, por primera vez en su vida no deseaba ver a Sasuke, y no porque no soportara su presencia, era la culpa que la atormentaba e impedía verlo a los ojos y portarse como la esposa leal que siempre había sido, puesto que hace dos noches había fallado a su matrimonio, y estaba tan asustada de confesarle a Sasuke su error y que este se fuera nuevamente, y esta vez para no regresar.
—Termino de colgar estas sabanas y preparo la cena. — Hablo mientras les daba la espalda y continuaba con su labor — por favor, Sarada, alístale a tu padre la tina.
Padre e hija se vieron entre ellos, el primero con el ceño fruncido pues era obvio que algo le pasaba a su esposa y Sarada con los ojos tristes solo pudo agachar la mirada sin saber si decirle a su padre lo que había oído, o esperar a que su padre le preguntara a su madre el porqué de su extraño actuar. Por una parte, no soportaba la tensión que se sentía en el aire y la forma en que su madre estaba comportándose, nunca había sido buena para ocultar sus emociones y en este momento era tan clara su depresión y consternación que quiso abrazarla y decirle que todo estaba bien, que si hablaba con papá todo se solucionaría. Pero también reconocía que su padre era tan difícil de leer, y no sabía su respuesta ante lo que ya ella sospechaba, pero se negaba a darle forma o palabras; cuando se encontró con su padre, quiso confesarle todo pero la prudencia y el miedo la hicieron callar, y sollozar. Ella no podía imaginar a sus padres separados, por más que el Uchiha viajara constantemente y su ausencia fuera prolongada, eran una familia al fin de cuentas, y se amaban. Las personas que se aman siempre deben estar juntas.
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La cena se había tornado silenciosa dada la ocasión, la última vez que Sasuke se sentó en esa mesa Sakura no paro de preguntarle el más mínimo detalle de su viaje, la gente que había conocido, los lugares que había visto, mientras su hija escuchaba con atención sin el mínimo deseo de irse a dormir; contrario a aquella vez, Sarada apenas fue capaz de comer y apresurada se disculpó con la excusa que debía madrugar para reunirse con su equipo y se acostó a dormir, dejando a sus padres solos y aún más silenciosos de ser posible.
Comieron entre miradas inquisitivas por parte de Sasuke hacia la fémina, y Sakura con una concentración mesurada en su plato de comida, comiendo a bocados y tragando con dificulta, pues se le cerraba la garganta con la pesadumbre de sentirse observada por su esposo y no ser capaz de levantar la mirada y actuar natural.
No soportando más aquel ambiente que se estaba generando entre ellos, Sasuke iba a empezar a hablar cuando Sakura, adivinando su próximo actuar se levantó presurosa, levantando los platos y dirigiéndose a la cocina a lavar los trastos de la cena, todo en un silencio que sofoco al Uchiha, quien determinado a averiguar que pasaba con la señora Uchiha la siguió a la cocina. Estudio su espalda rígida y el leve temblor de sus manos mientras enjuagaba los platos.
— ¿Sakura?
Sasuke lo intuía, sabía que esta noche algo cambiaría y se negaba a aceptar que podía perder lo que con tanto anhelo había protegido, lo que logro construir. Él no era un hombre de palabras dulce o frases románticas, el demostraba su afecto con acciones, y cada partícula de su ser le pertenencia a Sakura y a Sarada, eran lo más importante, lo único importante en su vida. Paso tantos años sumido en la venganza, un par en la rendición y otros aún más largos viajando por el mundo en su misión por acabar todo atisbo de peligro para la paz del mundo ninja actual, que era consciente de todo el tiempo que se perdió, los momentos que nunca podrá recuperar pero era un peso que podía soportar siempre y cuando llegara a su casa, junto a su familia, y su hija lo recibiera con una sonrisa y su esposa con el amor que siempre le ha profesado.
Sakura detuvo lo que estaba haciendo y apoyándose en la encimera, se giró de forma tan lenta, con el rostro pálido y las comisuras de su boca tensas, haciéndola, por primera vez, parecer de los 32 años que en realidad tenía.
—Yo… Sasuke-kun, yo bese a otro hombre—. Fue un murmullo, pero se escuchó como la detonación de alguna bomba dentro de su cabeza. Se quedó en blanco mientras una a una de las palabras y su significado se formaba en su cabeza. Quiso creer que su audición estaba fallando, o que Sakura le estaba jugando alguna broma, pero al ver ese rostro y esa mirada llena de dolor, arrepentimiento, rabia, desolación, supo que no era una mentira y era real; algo dentro de él simplemente se rompió, pues su universo, su familia no estaban tan bien como él lo había querido creer.
— ¿Qué? — Exclamo Sasuke con un inconfundible tono de voz incrédulo y dolido. Sus ojos estaban sorprendidos y por primera vez Sakura se arrepintió de ser tan dura y pensar que Sasuke no tenía sentimientos, que nada le afectaba; porque allí parada frente a él se da cuenta que le afecta, que ella le afecta.
El nudo en su garganta se hacía más y más grande, y las ansias locas de abrazarlo y pedirle mil y un perdones las suprime y se mantiene firme viéndolo a los ojos. No lo toca, ni él intenta hacerlo. Están de pie, uno frente al otro, con ganas de explotar.
—Tú nunca estas y yo, bueno, me equivoque, pero todo es tan difícil para mí… a veces siento que no nos conocemos, llevamos tanto tiempo sabiendo cómo nos llamamos pero no nos conocemos realmente… tú eres tan difícil y estaba… Dios, Sasuke, no puedo decir que no lo quería hacer, porque en ese momento lo deseaba… y si no fuese por Naruto, lo habría hecho… ¿en qué tipo de mujer me convierte eso?
— ¿Quién?
Silencio.
— ¿Quién es ese hombre? — Ante el silencio de Sakura, Sasuke se desesperó y las palabras, como agua cayendo en cascada, salieron sin reprimirse. — sabes cuantas veces he pensado en ustedes, cuantas veces me he castigado a mí mismo por no estar aquí… Puede que no lo diga, y que mis palabras no sean suficientes para ti, pero eres mi mujer, la mujer de mi vida. Construimos juntos un hogar, o eso era lo que creía hasta hace un momento que me dices que te besaste con otro tipo y estabas dispuesta a tirar todo, a dañarnos a nosotros, tu familia… porque no solo soy yo Sakura, esta Sarada… pensaste en Sarada al menos, porque sé que en mí no pensaste cuando dejaste que otro hombre te besara, te acariciara… y no haberlo hecho pero pensarlo, duele en igual medida Sakura… me duele y estoy loco de rabia y de celos al imaginarte con otro, ¿Cómo has podido hacerme… hacernos esto?
—No lo sé. No… yo solo no lo sé.
Y ahí, en medio de la noche, lo único claro era que el matrimonio Uchiha no volvería a ser lo mismo.
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Espero que esta historia les interesa tanto como a mi escribirla. En cuento a ortografía y redacción, les agradezco hacérmelo saber, pues nunca se es exento de cometer algún error, y por más que lea una y otra vez, algo pudo escaparse de mi vista. Por otra parte, esta historia no tendrá más de 10 capítulos. Sin más por decir, besos y nos leeremos pronto.
