La primera vez que Chris mató a un inocente tenía siete años. Fue una inocente realmente, la hija de una futura luz banca que otro demonio blanco protegía. Era una preciosa niña de ocho años y aún recuerda su dulce cara de terror y la forma como su piel palideció.

Hubo fiesta en la mansión para celebrar esa primera muerte, su madre dijo sentirse muy orgullosa de él aunque le castigo por haber ido tan cerca de esos monstruos que hablaban de perdón, auto-sacrificio, generosidad y quien sabe que más barbaridades que él no tenía edad para escuchar. No fue un castigo demasiado duro y cocinó su plato favorito así que no le importó. Sus tías también le felicitaron, cada una con un regalo: tía Pheobe con un libro sobre venenos y como utilizarles, (una pequeña joya que le abrió la puerta a ese fascinante y nunca suficientemente valorado arte) y tía Paige con dos asientos de primera fila a la tortura semanal de la televisión. Incluso su padre le felicitó, aunque dejó ir que Wyatt lo había echo también con siete... meses.

La felicitación que más había esperado fue fría y sin entusiasmo, su hermano mayor le felicitó con una sonrisa forzada en la cara, que se congeló cuando Chris contestó nunca mejor a la pregunta de que sintió al hacerlo. Después se encerró a su habitación.

Por la noche Chris se coló en l'habitación de su hermano con la intención de birlarle algunas cervezas. (Su madre les tenía prohibido el alcohol hasta los diez años, DIEZ, la mayoría de sus compañeros empezaron a beber a los cinco, aunque claro la mayoría de las madres de sus compañeros no podían explotar literalmente a sus niños, cosa no mortal pero si dolorosa, así que mejor cerrar el pico). Técnicamente Wyatt tampoco tenía la edad para beber pero su padre siempre le pasaba algo. Al fin y al cabo al doblemente maldecido que iba a destruir a los demonios y crear un infierno de lujuria y violencia sobre la tierra no iba a seguir las normas de nadie.

Wyatt estaba fumando en su cama, abrió un solo ojo y le increpó:

- ¿Qué haces aquí?- Estaba enfadado y molesto.

- Quiero una cerveza. – Chris no bajó la voz ni mostró miedo alguno pero se preparó para salir de allí pitando, ser el pequeño de la casa te enseña a huir de ciertos estados de animo.

- Sírvete.- Le dijo apuntando a la caja de madera que estaba al lado de su cama. Chris cogió dos y se ocultó un par de pitillos en los bolsillos del pijama. ( Sí podían fumar, un numero restringido al día, pero iban caros)

- Christopher.- Le llamó cuado ya atravesaba la puerta Él se giró sin temblar, temblar es malo y te lleva a castigos. Y si los de su hermano eran duros los de su madre peores. Su padre nunca tenía tiempo para ellos así que la mujer intentaba compensar. Pero Wyatt no parecía tener ganas de jugar, se quedó quieto mirándolo a través de la niebla de humo.

- Tu inocente, tenía una hermana gemela.

- ¿La has matado?

- No ha sido necesario, cuando ha visto lo que quedaba de su hermana se ha suicidado. Cortándose las venas y desangrándose al lado de su cadáver.

- Guay.- Porque vamos el espectáculo tenía que haber sido increíble aunque no entendía donde su hermano quería llegar.

Wyatt se quedó unos segundos mirándole profundamente antes de levantar una cerveza y brindar.

- Por tu primera muerte.

- La primera de muchas.- replicó él sonriente.

- Lo sé.- murmuro el rubio pero no sonreía.

Él no dijo ni preguntó nada, era su día no iba a acabar en una paliza. Pero no por primera vez ni desgraciadamente por última pensó: Algo no es normal en mi hermano.