Un Ave y un Pez.
Asomándose cautelosamente desde su hogar en el fondo de un pequeño lago conectado a un gran río más allá, la sirena Karin dejó que la brisa del mundo exterior golpeara suavemente contra su rostro frío y goteante. Sus pupilas se deslizaron hacia la derecha, luego a la izquierda, y una sonrisa se apoderó de sus labios al comprobar que efectivamente no había nadie cerca.
Peinó su cabello con los dedos mientras nadaba agitando sus aletas para llegar hacia una roca en el borde de la orilla del lago y se abrazó a ella pegando su pecho desnudo a la dura superficie y apoyando su barbilla en la punta mirando expectante al cielo azul con el sol iluminando su piel blanca y las escamas que comenzaban en su espalda baja. Ante la cada vez menos extraña sensación de paz embargándola, cerró los ojos y se relajó sintiendo la frialdad de la piedra por un lado y la calidez del sol por otro.
Cuando una sombra bloqueó la luz, sin embargo, ella no se sintió molesta en lo absoluto sino que todo lo contrario. Su felicidad se multiplicó al saber exactamente a quién pertenecía esa sombra. Su sonrisa se convirtió en una risa alegre al sentir dos grandes manos sumergirse bajo el agua para tomarla de las caderas y tirarla casi completamente fuera del lago sentándola en un regazo muy familiar. Abrió sus ojos grises solo para encontrarse con unos hermosos ojos color turquesa, cuyo dueño de cabello blanco la tenía firmemente aprisionada entre sus brazos fuertes, presionando sus pechos desnudos contra su torso descubierto.
Unas plumas largas y hermosas de color blanco puro rozaron sus manos y ella no pudo evitar darles una larga caricia a modo de apreciación. Hace tiempo que no veía a su amado ángel y ya extrañaba demasiad la sensación de estar envuelta en esas bellas alas.
-Lamento no haber podido venir antes.- murmuró besando su frente cariñosamente. –Deberes allá arriba, ya sabes.- se apartaron levemente para poder contemplarse mejor. –No sabes lo feliz que me hizo ver que estabas aquí esperando por mí como cada día donde el viento sopla hacia el oeste aunque no pude venir la última vez.- acarició su mejilla.
-Siempre te esperare.- aseguró llena de determinación. –Además, no es como si fuera la primera vez que me dejas plantada en casi medio siglo de esta relación ilícita.- lo miró divertida, soltando una pequeña carcajada al ver su sonrojo. –No te preocupes, sé que de los dos tú eres el que se arriesga más con esta relación. Sí mi familia nos descubre lo peor que podrían hacer es separarnos.- su sonrisa de repente se hizo más pesimista. –No quiero ni pensar lo que te harían los cielos a ti.- lo miró preocupada.
-Descuida, pronto todo acabara y estaremos juntos.- prometió pasando sus manos por su cintura desnuda. –Sinceramente, odio esperar a cada perfecta media luna en el cielo nocturno para poder tenerte completamente y lejos de este lago.- frunció el ceño mientras ahora sus manos peinaban su cabello. –No sabes cómo envidió a los humanos… pero pronto lograremos ser como ellos.- sonrió jugueteando con las pequeñas aletitas que adornaban los costados de su cabello negro como la noche sin estrellas.
-Oh, vamos, solo admite que extrañas mis sensuales piernas.- rió chapoteando su aleta más grande en el agua. –Y más cuando están envueltas alrededor de ti.- eso lo susurró en su oído con todas las malas intenciones del mundo, amando el estremecimiento que lo recorrió de pies a cabezas.
-No empieces, Karin.- carraspeó incómodo. –Sabes muy bien que sostuvimos un par de décadas de relación estable aun sin saber que podías convertirte en humana por un corto periodo de tiempo.- murmuró malhumorado. Ella solo se rió y enterró el rostro en el hueco de su cuello, pasando sus manos a su espalda para acariciar amorosamente sus alas. –Pero admito que a veces me impacientaba porque llegara el día.- de nuevo trazo sus dedos por su piel y hasta sus escamas. –Aunque ya no tendremos que preocuparnos más por eso. Se está acercando el día en el que seremos libres.-
-Lo sé.- suspiró profundamente. –Sé que convertirnos en humanos es la única solución, pero… igual extrañare a mi familia, y sé que extrañaras la tuya.- ambos sonrieron tristemente. –Lo bueno es que al menos podremos formar nuestra propia familia.- lo miró con ojos brillantes. Esa era su mayor fantasía desde la primera vez hicieron el amor.
-Por supuesto que lo haremos.- la besó suavemente en los labios, pero ella lo tomó de la nuca y lo jaló para profundizar el contacto. Él soltó una breve risa antes de apartarla gentilmente. –Ya tome mi decisión, haré que me arranquen las alas y ya no tendré que volver allí, y tú solo tienes que no tocar el agua antes del amanecer después de una noche de perfecta media luna y no volverás a ser una sirena.- besó su frente una vez más, luego picoteó sus labios, rozó su nariz y se desvió a una mejilla antes de bajar dejándole cortos pero firmes besos por toda su garganta.
Ella rió y se dio la vuelta en su regazo para rociar algo de agua en su cabello, pero un segundo después él volvió a pegar sus cuerpos.
Una ceja morena se alzó acusadoramente al sentir dos manos grandes ahuecar sus pechos para nada pequeños, y al voltear hacia el ángel supuestamente puro este solo le sonrió con descaro antes de tomar su barbilla para girar su rostro y encontrar sus bocas en un beso apasionado.
Una mano se mantuvo en su pecho, pero la otra comenzó a bajar lentamente desde su barbilla paseándose por todo su cuerpo hasta el comienzo de sus escamas. Ella hubiera reído de lo contradictorio que le resultaba la situación sí su boca no hubiera estado tan ocupada besándolo hasta quedarse ambos sin aliento y aún más.
Se suponía que los ángeles eran los buenos, puros, inocentes y correctos. Las sirenas, por otro lado, eran consideradas la viva encarnación de la lujuria y el pecado para los hombres. Sin embargo, aunque al conocerse en un principio sin duda ella había sido la más descarada, una vez todos sus sentimientos fueron aclarados él rápidamente se volvió el dominante que solo tenía que respirar en su dirección con esa mirada oscura en sus ojos claros y ya la ponía tan roja como a sus propias escamas.
Era curioso para ella recordar cómo se habían conocido aun después de tantos años. Él había estado investigando el asesinato de un humano importante para los planes del cielo a manos de una sirena y la señaló como sospechosa solo porque todos le habían dicho que la sirena Karin "tenía la voz más hermosa" y el idiota creyó que eso era suficiente como para considerarla sospechosa.
Como castigo para todas las veces que volvió a molestarla por su investigación, ella decidió cantar la melodía más hermosa que conocía esforzando al máximo su voz para tratar de tenerlo bajo su encanto de sirena. Pero la verdad, no había creído que funcionaría, todos sabían que los ángeles eran inmunes a las tentaciones de la carne. Así que cuando su iris turquesa se oscureció y él la jaló fuera del agua robándole su primer beso, estuvo demasiado sorprendida como para hacer algo más que chillar agudamente, finalmente sacándolo del encanto al que había sido sometido y devolviéndola al agua.
Se sintió avergonzada por lo que pasó, y se hubiera disculpado de no ser porque el gran arcángel Hitsugaya Toshiro, repleto de indignación, pegó un chillido muy poco digno para alguien de su posición y procedió a acusarla de querer robar su "gracia" de ángel y que por lo tanto ella debía ser la criminal. En toda respuesta, le frunció el ceño antes de chapotear para empapar su rostro. Entonces ella empezó a gritarle que el único que había robado algo aquí era él porque el primer beso de una sirena era sagrado pues debía pertenecer al indicado así estaría destinada a ser feliz con él y ahora un estúpido ángel raro y gruñón que quería arrestarla le había arrebatado su felicidad. Era tanta la gravedad del asunto que realmente la llevó al borde de las lágrimas y a él al borde del colapso nervioso en lo que intentaba disculparse y calmarla.
Después de eso, él comenzó a venir más seguido con razones más y más raras respecto a su investigación, y luego de resolver el crimen y hallar a la culpable siguió viniendo, con básicamente cualquier excusa que se le ocurriera hasta que con el paso del tiempo ya dejó de molestarse en tratar de buscar excusas para no admitir que obviamente quería verla.
Fue una amistad rara y no admitida en voz alta por ninguno de los dos la que empezó a florecer, pero floreció, lento y seguro hasta que comenzaron a darse cuenta de que tal vez era más que eso. Al toparse con esta realización, los dos se espantaron completamente y se evitaron por un tiempo, hasta que ya no pudieron soportarlo más. Sus resoluciones se quebraron al mismo tiempo al toparse en ese lago que se volvió su punto de reunión secreto, volvieron a frecuentarse y con el tiempo sucumbieron al amor desbordándolos pese a sus grandes diferencias y lo prohibido e imposible de su relación.
Después de muchos años, muchas dudas, peleas, malos entendidos, miedo, pasión y amor, aquí estaban ahora, viendo que su relación podía tener un futuro, conspirando para que así fuera, planeando dejar todo de lado con el objetivo de tener juntos la vida que deseaban. Pero, aunque no era imposible, sí era difícil.
El arrancarle las alas a un ángel podía matarlo sí su fuerza de voluntad no era suficiente, pero sí quedaba muy débil, entonces era muy probable que no sobreviviera a caer desde el cielo. Pues sí, la expulsión de los cielos conllevaba que literalmente de una patada te arrojaran los cientos de kilómetros que separaba el mundo celestial del mundo terrenal.
Karin sabía que Toshiro era fuerte, no cualquiera lograba convertirse en arcángel y menos con tan pocos siglos de edad, pero aun así incluso el más poderoso de los cielos tenía muchas posibilidades de morir al estrellarse contra el suelo sin sus alas. Además, ella amaba profundamente las hermosas alas blancas del albino y sabía que él las amaba también, se sentía libre cuando volaba, ya varias veces le había dado un paseo por las alturas y vio en su rostro la paz y felicidad que le traía volar. No quería quitarle eso, pero era la única forma y él le dejó muy en claro que su prioridad era construir su futuro.
"A ti te amo más" le había dicho luego de discutir el tema. Y ella ya no objetó. Después de todo, él le recriminó que también amaba nadar por los ríos y océanos, pero sobre todo estar con su familia a la que era muy unida. Ella también perdería mucho con esta unión, ambos lo harían, pero estaban dispuestos porque su amor era más fuerte y estar separados los estaba matando.
No importaban los riesgos ni el dolor de las pérdidas, en la próxima perfecta media luna, ella no volvería al agua ni a ser una sirena nunca más, y al día siguiente él cometería un crimen lo suficientemente horrible como para que le arranquen las alas y lo expulsen de los cielos al mundo terrenal condenándolo a ser un humano si es que lograba sobrevivir a la caída.
Eran literalmente un ave y un pez enamorados tratando de crear su hogar en la tierra ya que el ave no podría vivir bajo el agua por más que quisiera y el pez nunca podría tener alas que lo llevaran hasta su nido en las alturas, y eso conllevaba superarse a sí mismos y hacer sacrificios. Lo entendían y lo habían aceptado. Eso no significaba que tuvieran menos miedo por lo que les deparaba el futuro, pero por ahora aprovecharían todo el tiempo que les quedara para fingir que todo estaría bien. Un ave y un pez podían enamorarse y no tener futuro, pero ellos eran un ángel y una sirena y lucharían por librarse de las cadenas que restringían su amor.
Fin.
Otro para la Semana HK n.n Que termina mañana por cierto... Temas: Monstruos y Criaturas de fantasia. Palabra clave: Media luna.
Espero q les haya gustado! Los personajes de Tite Kubo~
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CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
