Muy buenas noches a todo aquel que se atreva a entrar a este fic XD ¡Sean bienvenidos! ¡Tengo caramelos y cobijitas para todos!

Y ya bueno, dejémonos de tonterías de la autora. Me hago presente con un nuevo fic, que vendría considerándose la segunda parte de "¿Puedes curar un alma rota, princesita? Por lo que recomiendo expresamente que, si aun no la has leído, vayas a hacerlo, porque si no, no entenderás nada de lo que en esta historia ocurre.

Haciendo un breve resumen, les comento que la historia retoma en la relación de Zuko y Toph, y el avance de ella mientras ambos luchan con la difícil tarea de ser padres. Siendo justa, y al igual que en el fic anterior, muchos personajes "secundarios" se harán presentes con regularidad en la historia, tal como podría ocurrir en la vida real. Dígase esto por Sokka (que es el mejor amigo de Toph) o Aang (que lo es de Zuko), por lo que no aceptaré quejas si, en algún capítulo, hay más interacción entre ellos que entre la misma pareja principal.

Debo advertir también (como si no lo hiciera mucho ya) que a partir de este momento, absolutamente toda la historia es invención mía. Como deben saber, la trama de la primera parte se vio influenciada ya al final por lo que acontecía en los comics oficiales de ATLA. Pero la publicación de estos cómics fue detenida con el fin de darle prioridad a los de Korra, así que no tengo la menor idea de lo que pasará con Azula o los demás XD dicho esto, no vengan a criticar abiertamente si no conocen lo difícil que es jugar con algo tan complicado como el futuro de una serie que aun sigue en publicación. Si lo hacen… lloraré. (Nah, no soy tan débil de psico)

Y bueno, eso por ahora. Tengo mucho más que decir, pero como dudo que lo que desean en realidad es leer los desvaríos de esta autora, les dejo leer el primer


capítulo.

*Los errores ortográficos corren por mi cuenta, porque mi beta estaba dormida cuando terminé el capítulo, y no me dio el corazón para despertarla y que lo corrigiera *


® Los personajes de avatar no son de mi creación ni me pertenecen a mí, sino a Bryan Konietzko, Michael Dante DiMartino, y a Nickelodeon. La trama de la historia, sin embargo, sí que lo hacen. Escribo esto solo con fines de entretención, y espero que respeten su autoría.


SONRISAS DE UN ALMA ROTA

Prólogo

"Hija de loto"

Luego de 8 difíciles meses de gestación, Ren Beifong llegó al mundo una fría mañana de otoño, cobijada del mundo tras las confiables paredes de la tienda de té más popular de Ba Sing Se, el "Dragón de jazmín". La primera persona en sostenerla había sido una simple partera, esposa de uno de los clientes más frecuentes del tío Iroh, y lo primero que escuchó decir a su madre fue una brusca y muy poco femenina maldición mientras la joven, ciega de nacimiento, estrujaba los dedos de la pequeña Penga al punto de casi -casi- rompérselos.

Toph se había mostrado reacia a cargarla en un principio, porque aquella cosa ruidosa y tan viscosa al tacto no podía ser bajo ningún concepto su inquieto error de cálculo -como ella tan amorosamente le había apodado- porque error de cálculo no había sido para nada inquieto ni ruidoso en su vientre -a ella esa idea no se le quitaba de la cabeza- y esta cosa no dejaba de hacerle saber a todo el mundo que estaba metiendo más y más aire a sus pulmones.

Aun así, y luego de bastante insistencia por parte de sus alumnos predilectos y del querido tío Iroh, la pequeña cosita había ido a parar a sus brazos, envuelta en un montón de telas tan suaves que Toph se hubiera restregado contra ellas de haberle sido posible. Para ese momento, la maestra tierra sentía como si su cuerpo estuviera apenas reacomodando los huesos en su lugar, todo le dolía y a todos odiaba por ello. Y maldita fuera esa cosita en sus brazos, que escogió apegarse a su pecho cuando ella más deseaba arrojarla por la ventana más cercana.

Aquel pequeño corazoncito parecía latir acorde con el suyo -lo cual era horrible, porque vaya que sus latidos estaban acelerados aun- y la piel pegajosa se rozaba con la suya, desnuda bajo aquellas sabanas con las que se cubría. Con tantas dudas como temores guiando sus acciones, Toph la alzó un poco más, hasta que esa cabecita casi calva estuvo justo bajo su nariz. Respiró el aroma del cabello escaso, y fue como si cada pieza cayera en su lugar, como si el mundo decidiera brillar solo para ellas.

La cosita denominada error de cálculo parecía oler a azufre. Esa ruidosa y pegajosa cosita de rápido latir parecía tener impregnado en su piel el aroma más característico del único hombre al que Toph había llegado a amar, y no quererla le pareció ridículo en aquel mágico momento. Sonrió al abrazarla, las miradas de todos quienes la rodeaban sintiéndose como dagas en su piel.

-Ey -Habló en voz bajita, sintiendo como la cosita se apegaba a su pecho, como acomodaba la cabecita en su hombro. -Bienvenida al mundo, chispitas.

No le llevó mucho tiempo descubrir que eso de ser madre era algo en extremo difícil y casi imposible para ella. Pocas veces tenía una idea de lo que la niña quería, y sentía ganas de ponerse a llorar con ella siempre que la oía estrujar esos buenos pulmones en un estridente llanto que parecía querer echar a tierra la preciada tienda de té del tío Iroh. Cambiar pañales era una tortura difícil de sobrellevar, y las noches en vela no hacían más que incrementar sus niveles de estrés a limites insospechados, e intolerables.

La primera vez que rompió en llanto fue cuando Penga, Ho Tun y El Oscuro se marcharon de regreso a Yu Dao, porque la academia no podía seguir sin maestros metal que guiasen a los nuevos estudiantes, y ella definitivamente no estaba en condiciones de ser maestra de nadie en esos momentos. Así pues, ellos se fueron, dejándola en la sola compañía de una cosa molesta que no dejaba de llorar pidiendo comida, atención y un pañal limpio. ¡Y ella no tenía la menor idea de cómo satisfacer todas esas necesidades! Ocurrió a altas horas de la madrugada, cuando los ronquidos del tío Iroh se escuchaban como un eco lejano en la pequeña residencia, que las lágrimas de Toph fluyeron.

Ella no servía para eso de ser madre. Error de cálculo definitivamente no merecía tener una madre tan mala como ella. Zuko no había contestado ninguna de sus cartas, y sus amigos no parecían haberse siquiera acordado de su existencia en todos esos meses. Ren seguía llorando, acunada en los brazos de su desesperada progenitora, cuando sus manitas pequeñas se aferraron al largo cabello negro de la joven mujer.

Entonces reinó el repentino silencio, tan sepulcral, que Toph debió acunar aun más fuerte a la niña contra su pecho con el fin de sentir con mayor firmeza sus latidos. Ren seguía halando su cabello, un tirón tan débil que resultaba casi imperceptible. Parpadeando con una lentitud que le parecía extraña incluso a ella -considerando que era ciega- la maestra tierra contuvo la respiración, a la espera de que los pasos que parecían acercarse a su habitación se detuvieran lo más pronto posible.

-Vaya. -El tío Iroh soltó una baja exclamación casi al instante de abrir la puerta, el aire abandonando sus pulmones como si hubiese estado reteniéndolo desde que despertó hace solo unos minutos. – Es una de esas escenas que creí nunca llegar a ver contigo, mi joven amiga.

- ¿Qué es?

- Tu hija te está mirando, Toph. -Los ojos ciegos buscaron algo en medio de su eterna oscuridad, volviendo a humedecerse la mirada al caer en cuenta de lo que aquello significaba. Cosa molesta podía ver. No era ciega como ella. -Tiene unos ojos preciosos, tan verdes como los tuyos.

- ¿Ella aun me mira? -Sin hacer ningún comentario por la voz rota de la menor, el maestro fuego se acercó lentamente, viendo a la pequeña aferrarse aun al cabello de su madre, los ojitos fijos en el rostro pálido de Toph.

-Sin duda lo hace.

Por primera vez en las casi dos semanas que llevaba viviendo con Ren, la bandida ciega sintió curiosidad por su propia hija, los dedos acariciando los delicados rasgos del diminuto rostro, grabando en su mente cómo debía lucir ella, cómo de parecida era a Zuko -además de su testarudez- y qué tanto de él podía reconocer en la piel frágil. Pero ahí donde el maestro fuego era puro almizcle, azufre y cenizas, la pequeña criatura era pura suavidad, delicadeza e hipnotizante esencia infantil.

Cubrió entonces con su mano la de su hija, llevando ambos puños justo al sitio donde se encontraba su corazón, latiendo emocionado en su pecho. Nuevas lágrimas reemplazaron a las ya secas en las mejillas femeninas, humedeciendo también el rostro curioso de Ren, y Toph se permitió finalmente sonreír, enternecida por aquella florecita que acunaba con tal firmeza.

-Tú, mi pequeña piececitos cálidos junior, mereces una madre mucho mejor que yo, pero tendré que ser egoísta y negártelo, porque no te irás de mi lado. -La boquita de Ren busco su pecho, hambrienta de afecto y ternura, y Toph no fue capaz de detenerla. En lugar de eso, le dio un poco de ayuda, incitándola a saciarse de lo único bueno que ella podía ofrecerle a la joven vida. -Pero hay algo que sí puedo darte error de cálculo, y es un padre que te ame.

Tres días después, y tras encargarle al tío Iroh su más preciado tesoro, Toph Beifong marchó rumbo a la nación del fuego, buscando a aquel hombre que se negaba a responder sus cartas, a recordar su existencia. Porque, así como Ren merecía un buen padre, Zuko merecía conocer a aquel pequeño pedacito de cielo que -cada noche- se aferraba a ella, buscando todo el afecto que le fuera posible recibir.

Por supuesto -y no por nada Sokka, alias el enemigo declarado de la naturaleza, era su mejor amigo- todo salió mal para Toph en aquella lejana nación. Supuestos espíritus estaban secuestrando niños, sus amigos se habían reunido sin ella -en realidad sólo había estado Aang- y había encontrado a Zuko intentando reconquistar a su ex novia por medio de sentimientos que deberían estar ya sepultados.

Su corazón se rompió, no así su resolución de conseguir para su hija la mayor felicidad que le fuera posible. Ella podía ser ciega, ruda e incluso un poco bruta a veces, pero mejoraría, seguiría acariciando el rostro de su hija cada noche, buscando detectar de inmediato el más mínimo cambio en ella, cualquier señal de que su pequeña flor de loto seguía creciendo en sus brazos.

ღღღ

Sus padres no habían estado para nada felices ante la repentina noticia de ser abuelos, para nada, y Toph tampoco se sorprendió de esto. No dejaba de ocultarle cosas a ellos, vaya, y le extrañaba que le permitieran incluso el ingreso a la residencia Beifong unos días después de haberles informado -por medio de una carta escrita por la mano de Ho Tun- del nacimiento de Ren Beifong hacia ya un mes exacto.

Pero todo se aclaró cuando, luego de que Poppy le hubiese arrebatado a la bebé de sus brazos, Lao le dio la charla de su vida, de esas que te hacen desear que la tierra te trague en ese momento. Por supuesto, sus padres solo la habían recibido por el deseo de conocer a su nieta -y aunque debía admitir que castigarla a los casi 19 años era algo bastante absurdo- Toph les agradecía que no le negaran a Ren un cariño que la pequeña merecía.

Su estancia en casa de sus padres se prolongó por un par de meses más, trasladando incluso su academia de metal control desde Yu Dao a Gaoling, más la maestra metal se negó a aceptar la oferta de sus padres de contratar a una niñera para cuidar de Ren. La niña era delicada como una flor de loto, vaya que sí lo era, pero también era la hija de Toph Beifong, mejor maestra tierra de todos los tiempos, y de Zuko, señor de la nación del fuego, y no iba a criarse siendo solo una muñeca de alta sociedad. Así que, apenas la academia de metal control hubo abierto nuevamente, ella no dudó en tomar a su hija e instalarse allí, donde solo contaba con la ayuda de sus tres fieles discípulos.

-Oye, oye, pequeña bandida. -Era tarde por la noche, y Toph se encontraba en su cama, con el cuerpito de su hija justo a su lado. Los brazos y piernas no cesaban el movimiento, la boquita succionando con avidez de su pecho. Esa misma tarde había lavado a la pequeña con ayuda de Penga, cada una siendo torpe a su propio modo, y no lograron más que limpiarla por partes, temerosas de dejarla caer en una bañera llena de agua. En opinión de la maestra tierra, la experiencia había sido horrible, pero recostarse luego con ella aferrada a su pecho compensaba con creces aquel momento. - ¿Qué crees que haces? -Su dedo delineaba, como cada noche, el rostro de la bebé, reconociendo en ella algo que, hace ya mucho tiempo, hubo conocido en el rostro de Zuko. - ¿Estás sonriendo para mamá?

Las sonrisas comenzaron a ser algo usual en la pequeña Ren, algo que encantaba a quien sea que la conociera, y que enamoró por completo el corazón del orgulloso tío abuelo Iroh. El viejo la había visitado, llevando como regalo un montón de té, y había recibido a cambio una hermosa sonrisa de bienvenida por parte de la hija de su sobrino, que se removía inquieta en los brazos de su vieja amiga Toph. Había algo en ella que cautivaba con solo tenerle cerca.

Fue en uno de esos días, durante la visita del anciano maestro fuego, que Toph descubrió aquello que marcaría sin dudar el futuro de su hija, y que reviviría los temores más ocultos en su corazón desde el nacimiento de ella.

Había estado acostada, jugando con su hija, escuchándola reír mientras sus dedos hacían cosquillas en la pancita, que algo se encendió de pronto. Quizás fue que sus dedos se encontraban en el lugar preciso en el momento exacto, o que Ren solo decidió jugar con el corazón de mamá antes de tener edad para recibir un castigo. Pero no fue ninguna ilusión; la fuerza del fuego control, que siempre había crispado sus nervios al encontrarse cerca de cualquier maestro fuego que no fuera Zuko, surgió como una chispa hasta alcanzar sus dedos.

Ren no trasmitía en lo más mínimo la energía de un maestro tierra. Ella era fuego en estado puro, al igual que su padre. Y descubrir esto no podría haberla asustado más ni aunque hubiese sido planeado.

Si su hija lo deseaba, y no tenía nadie que la guiara, podría lastimar a muchas personas con su fuego control. Lastimar era algo que los maestros fuegos hacían bien, se les daba por naturaleza, solo era cosa de preguntarle a ella, que había sido destruida por más de uno en su camino hacia lo que ahora era.

-No temas a tu hija, mi estimada amiga. -Iroh le había dicho al día siguiente, subiendo las maletas al tren que lo llevaría de regreso a Ba Sing Se. -Ella sería incapaz de dañarte en el futuro. Está destinada a poseer un corazón tan puro como lo es el tuyo pequeña.

- Ha pasado tiempo desde que dejé de poseer la pureza. -Pero el viejo solo sonrió triste a sus palabras, una mano apoyándose en el hombro más joven.

- Escucha lo que digo Toph. Hay más pureza e inocencia en ti de la que podría haber en cualquier otra persona con una vida más fácil que la tuya. Es esa inocencia y pureza lo que le darás a tu hija. El fuego ha sido y, al parecer, seguirá siendo siempre, el más terrible de los elementos. Pero también brinda abrigo y protección en los días fríos. Solo es cosa de cómo decidas utilizarlo.

No le dio a Toph mucho tiempo de asimilarlo ni pensarlo cuando su padre le pidió ir ella en representación de la refinería para una sociedad con las tribus agua del norte y sur. Eso sonaba lo suficientemente divertido como para que la maestra ciega tomara a su hija y a sus tres mejores alumnos de la academia, y viajaran a aquel lugar que hubo sido el lugar de nacimiento de dos de sus mejores amigos.

¿Cómo iba a saber ella lo mucho que cambiaría su vida por aquel viaje?

Siempre pasaba, casi como una regla universal, que si el equipo avatar se reunía en alguna parte, los problemas no tardarían en llegar a ellos. Y fueron esta vez los rebeldes opositores a Hakoda y la asociación con la tribu agua del norte los que se encargaron de arruinarles el festival a todos. Enserio, ellos lo arruinaron por completo cuando Toph más lo disfrutaba, aferrada al brazo de Sokka, olvidando por un momento que una pequeña vida dependía completamente de ella.

- Conocerás a Sokka pronto chispitas jr. Lo prometo. – La mayor parte del tiempo, Toph deseaba fervientemente poder ver las sonrisas de su hija, los ojitos similares a los suyos, el cabello similar al de Zuko. Pero solo tenía su calor, su tacto y el maravilloso aroma a azufre y flores que, en ocasiones, le cautivaba por completo. – También a la princesita, y a pies ligeros… y a tu padre. Juro que lo conocerás pequeña.

Volver a encontrarse con Zuko fue, para ella, algo apenas concebible, casi absurdo de creer. ¿Cómo podían las cosas cambiar tan deprisa? ¿Cómo un par de días podían tan fácilmente cambiarle la vida? Pura angustia disfrazada de indiferencia se apoderaba de la maestra tierra cada vez que la presencia del otro se dibujaba cercana a la suya, cada vez que Zuko intentaba hablarle. En ocasiones lo intentaba, abrir su corazón y permitirle al mayor volver a entrar en él.

Pero el maestro fuego tenía tanta facilidad para romperle el corazón…

- ¿Estás preocupada? -Las cálidas manos, que tantas veces habían acariciado su piel como si de un tesoro se tratara, se posaron de pronto sobre sus hombros, iniciando un lento masaje.

- No por el plan. Sé que saldrá bien.

Y un cuerno que lo sabía. En ese momento, a Toph Beifong lo único que le carcomía la consciencia era el haber dejado a su pequeña en aquella casa, tan expuesta al peligro. Por supuesto, la joven nativa de la tribu agua a la que Ho Tun había contratado para cuidar de Ren haría un buen trabajo… pero no era maestra ni mucho menos. ¿Y si alguien se enteraba de la existencia de tan indefenso y precioso ser? Su hija podría estar en peligro y, malditos fueran los rebeldes, no lograba concentrarse en nada más que en ello.

Como si de algún milagro se tratara, las cosas resultaron salir relativamente bien para todos -y por relativo se refería a que quien murió no era su amigo ni mucho menos- por lo que Toph y sus alumnos pudieron regresar al lado de Ren sin ningún riesgo de por medio. Y era para Toph algo maravilloso volver a sostener a la pequeña en sus brazos, sintiendo la calidez de la piel destinada a reinar una enorme nación.

La joven ciega suspiraba cada vez que se detenía a pensar en esto último. En lo que deparaba el futuro para la pequeña cosita molesta que no hacía más que intentar arrancarle un pecho en esos momentos. Y sus dedos se encontraban entonces acariciando el cabello sedoso y las suaves facciones del infantil rostro, imaginando cómo cambiarían estas con el paso de los años. ¿Sería Ren tan excelente maestra fuego como su padre lo era? ¿Llegaría a apreciar a su madre, aun si esta era maestra tierra?

¿Y si resultaba aun más lastimada de lo que lo había sido ella? Los humanos eran seres tan crueles y egoístas, ¿Cómo un error de cálculo iba a sobrevivir a esto?

¿Estaría Zuko pensando en ella?

Aquella preguntaba asaltaba su mente de vez en cuando, opacando sus dudas acerca del incierto futuro de su pequeña flor de loto. Y es que su corazón seguía tan anhelante del amor del gobernante de la nación del fuego, que a Toph le resultaba imposible controlarlo del todo. En ocasiones lo veía, Zuko la visitaba en el lugar donde ella y sus alumnos construían la refinería, más Toph intentaba no concentrarse mucho en él, porque si lo hacía, terminaría cayendo otra vez.

- ¿Está todo bien con tus alumnos? ¿Pasa algo con ellos? -Se había colgado del brazo de su mejor amigo como en antaño lo hacía, resultando aquella acción algo tan normal entre ellos, que Sokka ni siquiera había alterado sus movimientos mientras avanzaba, alejándose de la pasajera residencia Beifong.

- Todo bien, es que son unas gallinas. -Su amigo hizo entonces hizo una especie de sonido, medio convencido de sus palabras, envolviendo alrededor del cuello de la más baja una cálida bufanda apestosa de su masculino aroma. -Esto huele como tú.

- ¿Huelo tan mal?

- No del todo. -Como respuesta, Sokka se había limitado a reír, volviendo a ofrecerle su brazo para guiarla a casa de Gran Gran.

La comida podría haber ido mejor si Ren no hubiera irrumpido en ella como una pequeña avalancha cargada de sonrisas y pañales malolientes. Zuko había discutido con ella, lo que no sorprendió realmente a Toph, antes de levantarse con un mal humor de ese que solo él podía cargarse, abandonando la casa antes de que Toph pudiera siquiera intentar detenerlo.

Y es que la maestra tierra lo comprendía, enserio, ¡Vaya que lo hacía! Sin importar que él hubiera pisoteado su corazón -en más de una ocasión- merecía ser padre tanto como Ren lo merecía a él. Y eso era ya un montón. Así que Toph le permitió alejarse para digerirlo todo, agradecida de que no hubiera explotado como un loco sediento de honor frente a su pequeña hija.

-No te asustes chispitas jr. Tu padre te querrá, Zuko no le negaría a su hija lo que le negaron a él. -Ren soltó entonces una de esas cantarinas carcajadas que tanto sacudían su corazón, halando de la ropa abrigadora que Toph vestía. No pudo más que sonreír también porque, ¡Espíritus! Amaba a esa pequeña tanto o más de lo que amaba al padre de esta. - ¿Me querrá también a mí? ¿Qué opinas tú, mi flor de loto personal?

Pero Ren no sabía hablar, y Toph no tenía la capacidad de ver lo indescifrable de aquella mirada verdosa. Ella nunca podría hacerlo, lo que sería una pena, porque los ojos de Ren podían ser tan expresivos como los de Zuko al momento de ver a la maestra tierra. Si Toph pudiese ver, muchas palabras innecesarias se habrían ahorrado entre ellos.

Su primera conversación real con el señor del fuego ocurrió solo un par de horas después, cuando Ren había quedado felizmente cobijada en los brazos de Katara, riendo de las payasadas de Sokka. Ella se había abandonado al frío del polo Sur, abrigada apenas por la ropa que vestía, siguiendo los dudosos pasos de Zuko, y maldiciendo de vez en cuando el hecho de no poder ver por los estúpidos zapatos que debía llevar. El viento soplaba con fuerza, desordenándole todo el cabello a Toph, y recordándole que no solo el fuego podía lastimar.

- Siempre me has importado Toph. -La voz de Zuko había sonado desesperada, cargada de una sed que solo ella podía saciar, de un sentimiento tan grande que expresarlo en palabras resultaba imposible para el maestro fuego.

- Entonces, ¿Por qué ocultaste lo nuestro? ¿Por qué querías que callara mis sentimientos?

- ¡Porque no es seguro permanecer a mi lado! Los atentados no cesan, los rebeldes siguen apareciendo, y ahora es Azula mi mayor amenaza. Y no soy capaz de proteger a ninguna de las personas que amo, ponerte en peligro sólo porque te necesitaba a mi lado me parecía egoísta.

- Entonces, ¿Ahora qué?

Y si ella lo amaba a ratos, Zuko lo hacía por efímeros segundos que, juntos, formaban una eternidad. Porque él podía hacer mágico cada momento juntos, podía unir todos los segundos de sonrisas y crear algo infinito, algo tan irreal que dejaba fuera todos los meses de largas esperas y sufrimientos interminables. Porque, ¿Qué era un año de dolor comparado a una sonrisa de solo dos segundos?

Así que le permitió besarla. Le permitió volver a enamorarla, dar vida nuevamente a palabras de amor susurradas en lejanas noches en vela, a promesas rotas que aun se aferraban a sus propios fragmentos, a efímeros segundos de alegría aplastados cruelmente por la realidad. Todo podía cobrar vida con un beso de Zuko. Todo lo que para ella era valioso, no lo era tanto cuando lo comparaba con el cálido maestro fuego.

Lo amaba de un modo tan inmenso que llegaba incluso a asustarse del pensamiento.

- No puedes dejarme sola en esto. -Susurró con apenas un hilo de voz, ignorando por completo los comentarios que Sokka hacía cerca de la ugüisidad del momento. Sintió a Zuko reír bajito a su lado, entrelazando los dedos con los suyos.

- Bromeas, ¿Verdad? Siempre quise aprender a cambiar pañales.


Bueno gente, a partir de ahora, quienes quieran perder el tiempo leyendo también mi monólogo (:v) les invito a quedarse unos minutos más. Tengo mucho que decir, más que a un público en general, a ciertas personas que me dieron la motivación para comenzar a escribir esta continuación.

Si bien es cierto que nunca, jamás, pediré review para continuar con una obra que muchos disfrutan de leer, también debo admitir que recibir alguno me motiva mucho a la hora de escribir algo nuevo. Es lindo saber que hay personas que disfrutan tanto de lo que yo escribo, que no pueden dejar de decírmelo. Y en esta ocasión y caso específico, deseo hacer mención a erazoanette, karin-chan150301, VYTA2000, AndrauIR, brauidechocolate, iskandar257, zanzamaru, y tantos otros que ya no recuerdo los nombres (lo siento) que apoyaron mi anterior fic durante el avance de la historia. Si había algo que me hacía feliz al escribir "¿Puedes curar un alma rota, princesita?" era saber que haría felices a personas como ellos que me leían con regularidad.

Ahora, no por llegar al último son menos importantes, y gran parte de que finalmente me haya animado a escribir esta continuación, se debe a arandiagrande. No estoy diciendo que quienes mencioné antes fueran menos importante, por supuesto que no, de hecho, muchos de ellos los he encontrado en otros de mis fics, y les tengo un gran aprecio. Pero centrándome en quien ya dije, enserio, gracias por tu review (y me encantan los review largos). Cada una de tus palabras fue como una inyección de alegría para mí, y es que casi desde que comencé a leerlo me dije a mí misma que si tú, que lo leíste cuando estaba ya acabado, habías sentido todo eso, quienes lo siguieron desde el principio debieron sentirlo también en algún grado, ¿Verdad?

Dejarlos sin una continuación no me pareció justo entonces.

Me estrujé mucho pensando cómo podría iniciar una obra que tuviera un encanto propio sin separarse mucho de la primera parte, pero sin imitarla tampoco. ¿Cómo satisfacer los deseos de mis lectores? Entonces, hace unos días, Takaishi Yuno apareció. Y entendí una cosa, no debo tanto forzar algo que sea similar a lo anterior, sino dejar que la historia vaya cobrando vida a su propio ritmo, dejar que los personajes crezcan y maduren naturalmente, no de un modo forzado.

La verdadera Toph no despertaría un día siendo una adulta completamente responsable, por supuesto que no. Zuko no dejaría de querer a alguien en solo cosa de un parpadeo. Incluso Sokka no podría dejar de ser un tonto sólo porque un día se dio cuenta de que estaba demasiado mayor para eso. Cada personaje tiene una línea de desarrollo sobre la que espero trabajar. Así pues, espero también que me apoyen en este proyecto, y que el resultado les sea grato, dándoles un buen momento de lectura.

Fiuuu~ creo que me emocioné demasiado escribiendo. Bueno, damas y caballeros, les dejo entonces hasta una nueva actualización. Los quiero a todos, enserio, con todo mi corazoncito de novata en el fandom. ¡Bye!