El dependiente le tendió la pequeña caja negra desde el otro lado del mostrador. Al cogerla no pudo evitar sonreír y apretarla entre sus dedos, no podía creer lo feliz que se sentía, por fin iba a proponérselo. Por fin iba a comenzar su verdadera vida, ¿y qué mejor lugar para comenzar una vida con la persona a la que amas que Nueva York?
Salió de Tiffany's con una sonrisa descomunal, tenía tantas ganas de llegar al apartamento. Lo había comprado hacía unos meses, y por fin había convencido a Brittany para mudarse desde Lima. Tenía el anillo encargado desde el momento en que compró el piso en Nueva York, pero el hecho de tenerlo ahora mismo entre sus dedos lo hacía suyo realmente, y eso le hizo sonreír todavía más.
De pronto pasó lo inevitable. Al girar la esquina, y mientras su mente pensaba en el futuro que este anillo le deparaba, el destino quiso que chocara con una mujer que venía en dirección contraria. No fue un fuerte impacto, pero la mujer pareció haberse hecho daño en el pie.
-Lo siento muchísimo, lo siento.- Dijo guardando el anillo para concentrarse en la chica a la que acababa de atropellar.
-No importa.- Dijo ésta levantando la cabeza y sonriendo. Había algo muy familiar en esa chica. De pronto ésta abrió mucho sus oscuros ojos, los cuales estaban llenos de la más sincera sorpresa.- ¿Artie? ¿Artie Abrams?
El chico de la silla de ruedas abrió la boca de pronto. No podía creer lo que estaba viendo. No, no podía creer a quién estaba viendo.
-¿Santana? ¿E...eres tú de verdad?
-¡Oh, Dios, claro! ¡No te veía desde la graduación! ¿Qué haces aquí?
-Ya sabes, Ohio se acaba quedando pequeño. Y siempre he tenido pasión por Nueva York.
Santana le sonrió, alegrándose profundamente de volver a ver a un compañero del instituto por la ciudad. Los dos habían cambiado bastante desde la última vez que se vieron. Santana había perdido cualquier rastro de adolescente en su cara; sus rasgos se habían definido, sus ojos mostraban la madurez típica de un adulto, su pelo estaba más corto de lo que recordaba, pero seguía cayendo en cascada sobre sus hombros. Aún así, era ella, Santana López.
Artie también había cambiado, por lo que Santana veía. El chico que solía peinarse con el pelo pegado a la cabeza ahora llevaba un peinado más despreocupado, más bien era como si no se hubiera peinado, lo que hacía que sus ojos azules, los cuales ya no estaban escondidos tras sus enormes gafas, resaltasen y brillasen más que nunca. Se notaba el rastro de la barba recién afeitada en su cara, y vestía de una forma más informal, nada de chalecos de punto y zapatos marrones.
-Sí, supongo que aunque perdimos las Nacionales ese año, todos nos acabamos enamorando de Nueva York.- contestó Santana.
-¿Qué te pasó? El día después de la graduación nadie supo nada de ti.
La sonrisa de la chica desapareció de pronto. Artie supo que había hecho mal al preguntar y se maldijo a sí mismo interiormente.
-Prefiero no hablar de eso... Pero dime, ¿qué ha sido de ti? ¿Qué te ha traido a Nueva York?
El miedo apareció en el rostro de Artie. ¿Qué iba a hacer? Era Santana López. ¡Santana López! Acababa de comprar un anillo de compromiso para alguien que sabía que siempre había sentido algo muy fuerte por la mujer que tenía delante. ¿Cómo iba a decirle a Santana que había traido a Brittany a Nueva York?
- Ya sabes, quiero empezar una nueva vida y eso.
-Bueno, pues espero que te vaya bien aquí. Ahora tengo cosas que hacer, espero verte pronto.
-Sí, eso espero.- Dijo sonriendo, aunque por dentro rogaba no volver a encontrarla nunca más en la vida.- Hasta luego, Santana, ha sido genial volver a verte.
Empujó las ruedas y siguió su camino, dejando detrás a Santana.
-¡Eh, Artie frena!- La voz de Santana lo detuvo antes de abandonar la calle. Se giró y se encontró a Santana acercándose a él con algo en la mano.- Se te ha caído esto...- le tendió la caja negra que acababa de comprar en Tiffany's.- Vaya... conque a empezar una nueva vida ¿eh? ¡Pero no me has dicho que es junto a alguien! ¿Quién es? ¿Es de aquí? ¿Por eso te has mudado?
-Es Brittany, Santana.
Sus palabras cayeron de sus labios quitándole un peso de encima. Cogió la caja y se la guardó bien en el bolsillo, asegurándose que no se caería de nuevo. Miró a Santana, no quería hacerle daño anunciando que estaba con Brittany, pero quería que lo supiera. Santana movió la cabeza, reponiéndose de el shock inicial y le sonrió, con la sonrisa más amarga que Artie había visto nunca.
-Me alegro por vosotros...
Artie sonrió y se volvió a despedir, pero Santana le retuvo un momento más.
-Artie, ¿puedes hacerme un favor?
-Claro...supongo.-Contestó dudoso ante la pregunta.
-No le digas que me has visto.
Artie sonrió con pesar y asintió.
-¿Me entenderás si te digo que no pensaba hacerlo?
Santana asintió, con la vista clavada en sus pies. Entonces se dio la vuelta, y sin decir palabra alguna, siguió su camino, perdiéndose entre la multitud de gente que paseaba por la gran ciudad.
