Disclaimer: El mundo de Rurouni Kenshin es absoluta propiedad de Nobuhiro Watsuki, no le pertenece a Jou-chanHimura, ni mucho menos a mí.
Notas de Autor: Esta historia se desarrolla en nuestros días, pero es sólo en los primeros capítulos... Espero que disfruten.
Notas del traductor: quiero agradecer a Jou-ChanHimura, por darme la autorización de traducir su fic, y así, hacer posible que otros lectores le disfruten, espero que les guste; también agradecer a Akari Yumei o Alex Alpizar, por corregir algunos errores.
Capítulo 1 – Máquina del tiempo.
—Mamá ¿Dónde está papá? —La niña pregunto con una sonrisa formándose en sus labios infantiles
La madre no pudo resistirse a sonreír contagiada por su hija...
¿Dónde aprendió a sonreír de esa manera? Ella siempre está sonriendo, y su sonrisa, hace que todo el mundo a su alrededor se sienta feliz.
— ¿Vamos, mamá, dime dónde está papá? —La chica ahora estaba golpeando sus pies, sin entender por qué su madre estaba pensativa y no respondiendo su pregunta.
—Tu padre está en el ático… — La niña ya estaba dispuesta a correr escaleras arriba cuando oyó la voz de su madre otra vez: —Kaoru, ¡espera!
— ¿Qué, mamá? —Dijo impaciente la menor.
La madre dio a Kaoru una rebanada de pastel envuelto en una servilleta y un vaso con jugo.
—Toma esto, es para tu padre, entrégaselo, cuando empieza a trabajar se olvida se comer— Kaoru tomó el trozo de pastel con cuidado y se dirigió hacia el ático.
— Papá, ¿puedo entrar?
—Sí —La voz de su padre siempre era tan dulce, la hacía sentir tan cómoda. Era como si supiera que él siempre estaría ahí para protegerla.
Kaoru abrió la puerta y entró... El viejo ático de la casa era el lugar que le gustaba, estaba lleno de cosas viejas, pero a sus ojos tenían mucho valor...
—Toma, padre, mamá te envió esto— Dijo poniendo la torta y el jugo sobre la mesa.
El padre miró la comida y de pronto sintió hambre... Es curioso cómo podía pasar horas sin comer cuando estaba allí...
Después de comer el pastel Sr. Kamiya dijo:
— ¿Has venido aquí sólo para entregarme el pastel?, ¿O tienes algo que preguntarme? —Su padre ya sabía que estaba ocultando algo...
—Tuve un sueño —Dijo la pequeña mientras sonreía
— ¿Oh sí? ¿Qué soñaste, Kaoru? —Dijo su padre con el ceño fruncido.
—No sé cómo decirlo, vi una cara, la cara de un hombre, y él me habló. —Dijo Kaoru mientras se sonrojaba levemente.
— ¿Qué dijo? —Preguntó curioso el señor Kamiya.
—Él dijo mi nombre, pero luego habló en un idioma extraño, y no pude entender lo que dijo.
Su padre se sorprendió, ella nunca le había dicho algo parecido...
— ¿Qué más te dijo? —Insistió el hombre.
—Papá, no entendí lo que dijo, era una lengua extraña... —Murmuró la chica, parecía que su padre no se lo podía creer.
El sr. Kamiya puso sus manos sobre los pequeños hombros de su hija. Cómo la amaba.
—Hija, hazlo así: Si vuelves a tener el mismo sueño esta noche, trata de entender lo que el señor te diga, ¿de acuerdo?
Kaoru asintió obedientemente.
— Dime, ¿sabes quién era el señor de tu sueño?
—No, pero era un caballero muy agradable, tenía el cabello como el fuego.
Esto es raro, bueno, tal vez es sólo otro sueño de los niños...
— ¿Por qué no vas a jugar con tus amigos? — Él pregunto mientras buscaba una de las herramientas que guardaba dentro de una vieja caja.
Ella no respondió, solo agacho la cabeza.
— ¿Kaoru? —Se dio la vuelta para mirarla.
Kaoru estaba cabizbaja y triste con la pregunta de su padre.
— ¿Qué pasa hija? —Le preguntó con un tono de voz suave.
—Yo no tengo amigos —La chica respondió conteniendo el llanto.
Sí, Kaoru dejo a sus amigos en Lisboa, ahora como se mudó, no tiene amigos.
Las dificultades financieras eran muchas, y era esa la razón por el cual se mudaron a Oporto. La madre de Kaoru trabajo como diseñadora y su padre, que solía ser un contador, estaba viviendo en una casa muy vieja, que perteneció a la abuela de Kaoru.
— ¡Papá!, ¿Qué estás haciendo? —Preguntó ella un poco curiosa.
— ¡Ah! Bueno, yo estoy tratando de construir una máquina—Contestó—. Una máquina del tiempo— Susurró como si estuviera revelando algún tipo de información de alto secreto.
— ¡Oh! ¿En serio? ¿Y qué quiere decir eso? — Preguntó ella divertida por las expresiones de su padre.
—Se puede viajar en el tiempo, Kaoru, con esta máquina se puede cambiar el pasado e incluso el futuro.
Por supuesto que él sabía que no era una máquina del tiempo, era vieja, tenía la pantalla rota, pero él quería levantar el ánimo de su hija.
Kaoru estaba asombrada, nunca había escuchado algo así antes. Su padre se dio cuenta de su entusiasmo; él sabía que ella creía en sus creaciones, como todo el mundo lo hizo. Pero también sabía que si ella le decía a su madre, de seguro, ella se enojaría con él.
Así que esta vez le advirtió: —Este va a ser nuestro secreto. ¿Vale?
Había una extraña niebla en el interior de la buhardilla, oyó la voz de su padre, a pocos pasos de ella.
— ¿Padre? ¿Dónde estás? —Su voz era débil, caminó hacia adelante y vio la silueta de su padre.
— ¡Kaoru! ¡Hija, ven! Mira lo que hice para ti... —Le dijo señalando un artilugio de madera que estaba en el suelo. Su padre parecía mayor, como si tuviese veinte años más, y su cuerpo, temblaba a cada movimiento.
— Padre, ¿Que tienes? ¿Qué te pasa? —Preguntó ella preocupada. Las manos de su padre estaban arrugadas, su cara pálida, y parecía tan cansado.
Pero el ignoró su pregunta y le dijo: — ¡Mira, está terminada la máquina del tiempo!
— ¡Padre! No me importa la máquina. ¿Dime lo que tienes? ¡No estás bien! —Dijo tratando de darle un abrazo.
— ¡Oh! Mi Kaoru, ¿No ves? Es un regalo para ti. ¡Para tus dieciocho años! ¡Trabaje tan duro! Hubo momentos en que pensé que nunca la terminaría. ¡Pero lo hice! —Dijo mientras apuntaba el objeto; la máquina del tiempo, como él la llamaba.
— ¡Oh Dios!, ¡Él no está cuerdo!—Pensaba—. ¡Pero, padre, yo solo tengo seis años!
Cuando la escuchó decir eso, su rostro se ensombreció: —Esto significa que no voy a estar aquí cuando tengas esa edad.
— ¿Qué…?
De un momento a otro una chispa de luz apareció en la pantalla de la máquina, junto a una imagen, una cara, la cara de él…
Ella se olvidó completamente de su padre, y miró fijamente la pantalla. Kaoru no sabía por qué, pero de repente la sensación de dolor se apoderó de ella.
—Dime, ¿Quién eres? ¿Por qué sigues apareciendo en mis sueños? —Dijo exasperada.
Su expresión facial cambió. Ella sintió que el muchacho pelirrojo estaba a punto de decir algo, y lo hizo, pero esta vez él hablaba muy lento, como si él quería que ella tuviera en cuenta sus palabras:
"Ga inakute sabishii, Kaoru-dono"
Continuará
