Los personajes le pertenecen a la fantástica Meyer, yo solo los uso para recrear las historias que salen de mi mente.
"Me gustaría que mi corazón este siempre en su mente
porque ella está en la mia, todos los días, todo el tiempo... "
say you like me. - we the kings.
Capítulo 1
Miércoles, 16: 00 horas.
Sentía la mirada de Alice a mis espaldas.
La ignoraba, por ahora, era lo mejor que podía hacer. Miraba por el vitral, mirando los edificios, pero no cualquier edificio, si no, ese edificio.
No había sido una buena semana, por supuesto que no. Tenía la cara seria, no había sonreído en días, no desde que los medios me vieron saliendo de la mano con una persona. Sabía que era estúpido, pero me arriesgue, ahora lo tenía claro, era una idiota. Pero además de idiota, era una total ingenua. Sabía perfectamente que la empresa Black nos tenía en un estante, pero no de adoración, si no de odio. ¿Y qué plan más perfecto que usar a la única heredera de los Swan para dejar en ridículo a su empresa? Les había funcionado bien, más que bien, habían logrado tener su cometido. Lograron que yo tuviera una mala reputación y que los medios sacarán noticias mías sin sentido.
¿Cómo podría casarme con Jacob Black? ¡era ridículo! Aún no estaba lista para una relación y mucho menos con un tipo de persona como él. Él no tenía mi odio, claro que no, tenía mi desprecio. Lo había considerado uno de mis mejores amigos, el primero. Pero resulto ser la persona más falsa que había conocido, la más asquerosa.
― ¡Isabella! ― Gritó Alice, sacándome de mis pensamientos, debería agradecérselo, necesitaba dejar de pensar. ― ¿Has visto las noticias de hoy?
― No.
― Seca. ― Alice resopló y se acomodó en el sillón. ― Black ha dado unos testimonios muy interesantes.
― ¿Buenos o malos?
― Tú dime.
Alice tomo el control de la televisión que se encontraba en mi oficina. Miré hacia la pantalla, ahí se encontraba Jacob, se veía todo relajado, todo profesional aumentándole que los lentes oscuros le sentaban fatal. La reportera le hizo preguntas y él las respondió con gusto. ¿Por qué el hacía como si no hubiera pasado nada?
― No quiero seguir viendo esta tontería Alice. ― Gruñí, fui hacia Alice para tomar el control y apagar el televisor, pero ella me detuvo tomándome de la muñeca.
― Espera. ― Dijo. ― Aún no hay más.
Le hice caso y seguí mirando al despreciable de Black en el noticiero. "Por supuesto, ella está esperando un hijo" dijo con una sonrisa en la cara. ¿Yo? ¿Embarazada? ¿De ese pedazo de mierda? Por supuesto que no, jamás me enredaría con algún Black. Ni siquiera muerta.
― Ese pedazo de … ― Me queje. Suspiré contando hasta diez para poder tranquilizarme. Me dirigí de nuevo hacia el ventanal. Me imagine tantas cosas desagradables que podría hacerle a Black, en todas acababa yo sonriendo.
― Bella. ― Me llamo Alice, su vocecilla ya no sonaba como antes, estaba más seria, eso significaba grandes problemas. Me voltee y la miré hacía lo ojos. ― ¿Crees que lo que hizo Black afecte tú ya sabes qué?
Me tensé, no había pensado en "eso" trataba de evitar tener ese tipo de pensamientos, ahora me preocupaba, Charlie estaría cabreado conmigo y yo estaría en problemas como siempre. El me gritaría, yo le respondería y el me volvía a gritar recordándome que ya no era una niña, y tenía razón, ya no lo era, había madurado a los catorce años gracias a él.
― Bella. ― Repitió Alice, sabía que ella tenía pena por mí, pero yo no necesitaba la pena de nadie, yo era fuerte, los Swan éramos fuertes, Charlie me lo repetía desde niña. ― La empresa necesita ese compromiso.
― Lo sé. ― murmuré mirando hacia el suelo.
― Necesitamos estar unidos a esa empresa para no irnos a la bancarrota. ¡Necesitamos esta oportunidad Bells! Charlie, la empresa, tú, yo.
― Sí.
Alice suspiro. Odiaba que le respondiera de esa manera. Pero ¿qué podía hacer? No tenía comentarios para ese tipo de cosas.
Escuche como Alice caminaba hacia mí, sentí el rose de su mano en mi hombro y como lo posicionó ahí, sabía que ella quería ayudarme, pero nadie por día hacer eso, nadie.
― Bella… mírame cariño.
No lo hice.
― Cariño. ― Repitió. ― Mírame.
Levante la cabeza y mire los ojos azules de Alice, lleve mis manos a mi pecho y aguante las ganas de llorar, no quería que nadie me viera hacerlo.
― ¿Eres feliz? ― Me preguntó. En estos momentos no sabía que responder, ¿era feliz? ¿No lo era? ― Sabes que va a pasar.
Baje la cabeza como buena perdedora que era.
― Yo no quiero hacerlo Alice. ― Le confesé.
― Lo sé cariño. Pero Charlie lo necesita, todo depende de ti. No será tan mal…
― No lo digas, no lo digas, por favor, ¡no lo digas! ― Levante la mano y le enseñe el anillo. ― Esto, hará que toda mi vida sea miserable.
Camine hasta mi escritorio, retiré la silla y recosté la cabeza en la mesa. Charlie me había dicho que necesitaba mi matrimonio para mi propio bien. Dijo que el heredero de la empresa Cullen era buena persona y me amaría. Pero no era así, yo sabía que él también estaba en contra del matrimonio tanto como yo. El me despreciaría tanto como yo a el.
― ¿Cuándo lo conoceré Alice? ― Pregunté levantando la cabeza. Alice me iba a responder pero logré interrumpirla. ― Ni siquiera se su nombre y quiero conocerlo, que patética soy.
― No me esperaba esa pregunta. No ahora. Espero que pronto.
― ¿Por qué… nunca le vi la cara? ¿Por qué nunca me lo presentaron? ¿Por qué no tuve citas con él? ¿No se preocuparon de mis sentimientos? Por supuesto que no, a ustedes es lo menos que les importa.
― Bella, no… no digas eso.
― ¿Y qué tal si no le parezco linda? Y si, ¿no me quiere? Tengo miedo que él me llegue a hacer algo malo.
― Bella. ― Alice tomo mi mano y me la apretó como un signo de confianza. ― Si él no te acepta, es un idiota, es imposible no amarte.
― Tengo miedo Alice. Tengo miedo.
― Lo sé, lo sé Bella. ― Alice sonrió. ― Ya sé que te puede alegrar el día.
Eliminar el compromiso, Pensé.
― No hay nada que me ponga bien en toda mi vida.
― Yo sé que sí. ― Alice tomo mi teléfono y marco un número. ― ¿Ángela? ¡Hola! … ¿podrías traerme la invitación? … Ahora es un buen momento para mostrárselo. Bien… Muchas gracias Ángela.
― ¿Qué fue todo eso con mi secretaria? ― Me queje. No recibí ninguna respuesta por parte de Alice.
Ella se quedó unos minutos a lado mío, después corrió hacía las puertas y las bario de par en par. Vi la figura de Ángela, tenía en manos una bandeja y en ella tenía una carta. Alice tomo la carta y le murmuro a Ángela un "gracias, cuando te volvamos a necesitar, te llamaremos" y cerró la puerta. Luego se voltio y se dirigió a mí con la carta en sus manos.
― Ábrelo. ― Me ordeno Alice.
Lo hice. Tome la carta de las manos de Alice; lo primero que note fue que la carta estaba a nombre de mi padre y mío. Saque la carta, y la comencé a leer; cuando leí los primeros párrafos note que eso no era una carta, más bien una invitación.
― No asistiré Alice. ― Dije para finalizar.
― ¿Por qué no?
― Porque me parece ridículo Alice. Y estando en mis condiciones todas las personas tendrán la mira en mí, me lo imagino.
― Pero, ¡es un baile de máscaras y antifaces! Nadie te va a reconocer.
― ¡No me importa Alice! ― Chillé.
― ¡Es de la época victoriana Bella! ¡Por favor!
― No me gustan los bailes Ali, y mucho menos estar en un vestido y en un corsé en donde apenas puedas respirar. ― Me queje.
― ¡Eso es ridículo Isabella! Además. ¿Qué haremos con el vestido que te han enviado? Sería una falta de educación regresar esa preciosura de vestido.
― ¿Han enviado un vestido? ― Rogaba dentro de mí que eso no fuera verdad. Alice tenía un buen punto, ya había avergonzado a Charlie, no lo podía hacer una vez más.
― Un vestido especialmente para ti y uno para Charlie. Todo sobre el tema del baile, también los antifaces están incluidos, son obligatorios.
― ¿Han enviado todo esto para contar con nuestra presencia? ― Todo debía ser una mentira, claro, lo era. ― ¿Es para alguna clase de negocios?
― La carta no menciona nada sobre eso, es más una reunión.
― ¿Entonces? ― Inquirí sorprendida, esperando una respuesta de Alice.
― Yo digo que tienes que ir.
― ¿Mi padre?
― El sí irá, tarde, pero llegará.
Me quede unos minutos en silencio pensando. Debía ir por el bien de mi padre, además él no tendría un acompañante si yo no asistía. Y eso sería algo incómodo para él, lo sabía, Charlie no era un hombre de muchas palabras.
― Alice. ― Dije por fin.
― ¿Si?
― Asistiré. ― Ella soltó una risilla. ― Pero irás conmigo.
18: 30 horas.
― ¡Alice! ― Me queje. ― ¡Me duele!
Alice no me respondió, siguió trabajando con mi cabello. Llevaba media hora haciendo y tenía acalambrado el trasero y me movía para no tenerlo así, Alice empezaba a refunfuñar cuando lo hacía, enojar a Alice era divertido, por lo menos para mí, no reí por fuera, pero en mi interior daba carcajadas por la cara de Alice.
Había aceptado ir a la fiesta solo por mi padre, tenía que agradecerle todo lo que había hecho por mí, estos dieciocho años. Agradecerle que a los quince me había convertido en un papel esencial en la empresa Swan, y ahora con diecisiete, casi dieciocho pudiera formar parte de la empresa y dirigir un departamento y en unos años más asumir la presidencia.
Decidí dar todo para poder socializar en esa fiesta. Yo no tenía amigos. Consideré a Jacob como uno, pero esa amistad fue la mierda misma. Y yo era como Charlie me preocupaba de mi misma, solo me veía a mí misma, por supuesto era una Swan, los Swan hacíamos eso. Incluso Alice lo hacía algunas veces. Alice formaba parte de mi familia, era una gran hermanastra, gracias a Dios, pero más que eso, ella era mi hermana y mi mejor amiga.
― ¿No es extraño? ― Pregunte y trate de mirar a Alice, intento fallido porque conseguí que tirara de mi cabello y doliera.
― ¿mmm? ¿Extraño en qué? Toma estos pasadores y me lo vas pasando cuando yo te diga.
― Bien, ya sabes… que hoy hubieran enviado las invitaciones.
― No fue hoy. ― Me respondió y yo enarque las cejas― Pasador.
Se lo tendí.
― ¿Cómo que no fue hoy? ― Pregunté molesta. Entonces Alice ya sabía de eso, e igual mi padre y me lo ocultaban a mí.
― Fue hace una semana. Charlie dijo que te la diéramos el día en que asistiéramos, para que no pudieras decir no. Pasador.
Le di otro.
― Su plan le resulto excelente.
― Sí y no. Tu cabello está quedando como el de la fotografía que te mostré en la mañana. Tanto trabajo ha valido la pena. ― Alice estornudo. ― Demasiadas rociadas de spray, agh, cuando odio ser alérgica.
― Pero lo sigues manejando. ― Le acusé.
― ¡Todo por la belleza! ― Gritó. ― ¿Has ido a tus clases de cocina hoy?
― No, hoy no tocaba, eso fue ayer.
― ¿Te quedo algo? ― Sabía que a Alice le encantaba los postres que cocinaba, pero no era tan directa conmigo, simplemente los tomaba y los comía.
― Hice rollos de canela, dos cajas enteras, nada extravagante.
― ¡Perfecto! Ahora puedes llevar algo a la fiesta.
― Maravilloso.
21: 43 horas.
― Te dije que los corsés son espantosos. No puedo respirar con esto puesto. ― Me queje, intente llegar hacia las cintas que lo sujetaban, fue un terrible intento fallido, lo único que logre fue lastimarme la espalda y respirar entrecortadamente queriendo ahogarme. ― Me voy a desmayar.
― La belleza cuesta, recuérdalo. Si quieres lucir bella, necesitas hacer un sacrificio. Además luces muy hermosa en ese vestido.
Alce la mano señalando el anillo.
― Comprometida. ― Cante. Alice entorno los ojos. ― No puedo lucir hermosa para nadie.
― ¿Ni si quiera para ti misma?
Tuche. Mire a Alice con mi mejor cara de desaprobación, ella no se quedó atrás, me imito, y empezamos una lucha de miradas, yo terminé perdiendo, desvié primero la mirada. Miré hacia la ventana de la limosina en donde estábamos.
Sabía que Alice tenía razón en lo que había dicho, me había quedado varios minutos viéndome en el espejo. Yo era segura de mi misma, lucia hermosa, con todo lo que llevaba puesto. El vestido que habían escogido para mí, me cabía a la perfección, y aunque me duela admitirlo el corsé había servido de mucho resaltándome curvas que ni yo misma sabía que tenía. Alice había hecho un excelente trabajo conmigo, el maquillaje me hacía lucir más joven, además que resaltaba mis ojos chocolates con las sombras azules que combinaban con mi traje azul, como mis labios pintados con un rojo intenso y las mejillas con un rubor bajo. Alice era una experta en todo lo que se proponía, me había ilusionado con la forma en que me había dejado el cabello, varias trenzas incrustadas dando volumen y lo demás cayéndome en forma de cascada por los hombros. No tuve ningún problema con eso, el momento de las zapatillas tuve una interminable guerra con mi hermana. Al final y acabo Alice se salió con su gusto, yo termine en unas trampas mortales de ocho centímetros.
Charlie llegaría unas horas tarde al evento. Por lo que Alice y yo seriamos las caras de la empresa Swan. Alice socializaba de una manera asombrosa. Era de eso por lo que tenía miedo. Ella era capaz de dejarme sola por unos interminables minutos. ¿Y si me encontraba a alguien espantoso como Mike Newton? Mi perro faldero. Odia estar cerca de él. Sus insinuaciones hacia mí, eran asquerosas.
Llegamos muy rápido, más rápido de lo que esperaba. Alice bajo primero de la limosina, yo la seguí. Alice entrego la invitación y nos llevaron hacia una gran sala. Caminamos por una gran sala, miraba de re ojo a Alice, tenía su cara de emoción y sonreía. Tenía celos de ella, podía sonreír, no tenía razones para hacerlo, o tal vez las tenía, pero siempre podrías encontrar a Ali con una sonrisa en la cara. Yo no había sonreído en meses, esos meses me habían parecido años. No había sonreído desde que me pusieron esa sortija en el dedo. Miré el anillo. Era bello, por supuesto, era la única cosa que tenía de mi prometido, él había elegido el anillo, Charlie me lo había dicho. Suspire, me iba a casar con alguien de buen gusto. Pero, ¿cómo sería una vida de casada? Había observado maravillosas relaciones. Como el de mi padre, se había casado con mi madre, fuimos una familia feliz por un tiempo, hasta que Reneé entro en una fase rebelde, su matrimonio acabo cuando yo tenía apenas 3 años, dos años después Charlie se había casado de nuevo con la madre de Alice y ahí había nacido ella, iba a cumplir cinco y había decidido irme a vivir con Charlie y conocer a la pequeña Alice, fuimos una gran familia feliz, hasta que la madre de Alice murió, fueron tiempos difíciles pero los superamos, el amor de Charlie nos bastó a ambas. Alice quería tener una familia como la nuestra, ella deseaba casarse y tener hijos. ¿Y yo?, no sabía. ¿Quería tener hijos? Eso implicaría que él y yo …
Dios mío. Charlie algún día tendría que pedirnos un heredero y tendríamos que dárselo.
― ¡Santo Dios Bella! Tienes las mejillas tan rojas que pareces una muñeca, te vez tan adorable. ― Chillo Alice sacándome de mis pensamientos.
Gruñí. Mire hacia el frente y nos encontramos al anfitrión o por lo menos eso pensé yo.
― Bienvenidas. ― Dijo con la voz seria y apagada. ― Bienvenidas a la fiesta de máscaras que mi jefe ha organizado. Es un honor contar con su presencia. Espero que en el recorrido hasta aquí hayan tenido claras las reglas de la fiesta.
― ¿Reglas? ― Pregunté. ― Yo no escuche ni una regla.
Mire a Alice, ella me miro extrañada.
― Puedo recordárselas. ― Dijo el hombre. ― Entrando a la fiesta en ningún momento pueden retirarse el antifaz del rostro. Lo segundo, no se deben dar nombres, las personas tendrán que reconocerlos. Y tercero, los invitados entran por diferentes puertas.
― ¿Qué? ― Pregunte casi gritando. ― ¡Eso es extraño!
― El señor Carlisle y su esposa Esme tienen unos gustos extraños, pero, no les pienso mentir, todas sus fiestas tienen un propósito y son extraordinarias, con o sin reglas. ― Musito. ― Como saben la fiesta durará una semana, y son pocos los invitados que fueron invitados a asistir los siete días. Y si no estoy mal señoritas, ustedes tienen ese honor.
Alice asintió.
― Excelente. ― Dijo― Usted debe ser la señorita Alice, por favor acompáñeme hacía la entrada ― Me miro. ―, señorita Isabella aguarde aquí, si no sería una molestia.
Asentí. Me quede parada, miré como el "mayordomo" dirigía a Alice hacia una puerta y le decía algunas cosas, Alice asentía y de repente desaparecía por esa puerta.
― ¿Esta lista señorita? ― Me pregunto. Yo asentí. El comenzó a caminar y yo lo seguí. ― Lamento decirle que la puerta que le toco está un poco lejos de la principal en donde su hermana acaba de entrar.
― ¿Son varias puertas? ― El asintió. Continúe con mi racha de preguntas. ― ¿Cómo se eligieron las puertas para cada persona?
― Si le soy sincero ― Respondió. ―, no tengo la más mínima idea, fueron mis jefes los que asignaron las puertas. Todas la llevarán hacia el mismo punto, solo que por extremos diferentes. Su hermana entrara por la parte del frente y usted por la de un lado.
― Entonces, ¿Es posible que pueda toparme con mi hermana? ― Pregunté. No sabría qué hacer si no tenía a lado mío a Ali.
― Lo dudo mucho. ― ¿qué? ¿Estaba dudando? Dios mío. ― Es el primer día y deben haber más de mil invitados señorita, sería muy difícil que llegará a encontrar a su hermana, si lo llegará a hacer, sería un milagro.
El señor siguió caminando, me empezaban a doler los pies, estaba rogando que llegáramos a esa maldita puerta, ya habíamos pasado muchas.
― Ya hemos pasado muchas puertas. ¿Ninguna conduce al salón de la fiesta?
El negó con la cabeza.
― Algunas puertas son cuartos. La casa tiene muchos. A la señora Esme le encanta tener diferentes para cosas diferentes. Además, es muy original. La casa es enorme, la señora tenía que hacer algo con eso.
― ¡Vaya! No lo había pensado de ese modo.
Me ignoro.
― Hemos llegado ― Dijo. ― Mucha suerte encontrando a su hermana.
Observe como se alejaba. Tenía la puerta frente mía, solo tenía que tomar la manija y girarla. Lo hice y después me arrepentí. El bullicio de la gente era espantoso. Se escuchaban muchas risas y un conjunto de fondo. Mire a todos lados buscando a Alice. El señor tenía razón, nunca podría encontrar a Alice entre tantas personas.
Me detuve a mirar la decoración, fue lo más bello que había mirado en mi vida. Todo era al estilo victoriano. Cada cosa. La comida, los adornos, las personas, la música. Todo parecía estar cubierto de un dorado, de oro. Mire hacia el techo, tenía forma de cebolla y tenía matices dorados y plateados, varios candelabros colgaban de ahí, mire hacia las paredes, pinturas coloniales colgaban. Millones de distintas flores se encontraban en diferentes tipos de floreros. Camine un poco para seguir mirando. Varias personas se encontraban en la pista de baile, era una fiesta grandiosa, habían meas distribuidas por todo el salón, todas con máteles dorados y blancos. Me sentía como Alicia, en el país de las maravillas.
― ¿Bella?, ¿Eres tú? ― Preguntó alguien a mis espaldas.
Por Dios, Mike Newton. Pensé. Tengo que salir lo más rápido posible de aquí.
No sé cómo logre correr tan rápido con los tacones que llevaban puestos. Pero lo logre. Había pisado, empujado, rozado, a varias personas. Había dicho millones de veces "lo siento". Me encontraba a un lado del gran salón, tenía que buscar la puerta por donde llegue, me resulto lo más difícil, Mike estaba detrás de mí siguiéndome, me sentía como en una película de terror; tenía que darme prisa, necesitaba hacer algo. Encontré una puerta, no sabía si era la mía, pero en esos momentos no me importaba. La abrí y entre en ella.
Me encontré en un gran pasillo lleno de diferentes puertas. ¡Eso era interminable! Miré a mi alrededor y vi una silla, la coloque entre la manilla para que obstruyera la puerta por algunos minutos, tenía que ganar tiempo. Fui corriendo hacia la primera puerta, trate de abrirla, pero no, tenía seguro, mierda. Fui a la segunda, a la tercera, a la cuarta, todas estaban en la misma condición. Me quedaban tres puertas, la puerta que había atracado se estaba moviendo. ¡Mierda! Mierda, mierda, mierda, use mi instinto. Me estampe en la última puerta lo más rápido que pude y se abrió. Caí al piso. Pero el piso no se sentía como el piso, había algo, pero no era algo, era alguien.
Lo ignore y me pare lo más rápido que pude cerrando la puerta, haciendo que hiciera un sonido fatal, pero había olvidado que había alguien y caí de nuevo encima de él, pero no como la primera vez. Los tacones se me habían enredado con el vestido, y lo habían ocasionado. Estábamos cara a cara. Era lo más vergonzoso que me hubiera podido pasar.
La puerta se abrió. Mike estaba ahí, viendo la posición donde nos encontrábamos el desconocido y yo, se me encendieron las mejillas.
Mike gruño.
― Consíganse un cuarto. ― Soltó.
No sabía que contestar y no podía, tenía el cuerpo acalambrado y no me podía mover por más que quisiera.
― Estamos en un cuarto. ― Respondió el desconocido. Tenía la voz tan, tan, tan… tan masculina. ― Ahora. ¿Nos disculpas?
No pensé que él podría decir eso.
Mike se fue, azoto la puerta con todas sus fuerzas.
Y yo seguía ahí, encima de él, admirando sus ojos verdes.
¡Hola!
Ésta es la primera historia de rate: M que he creado, la historia es completamente mía, ha rondando en mi mente por varias semanas y he querido compartirla con ustedes.
¿Qué les parece? espero poder contar con unos bellos reviews de parte suya. ¡Muchas gracias por leer!
Nos leemos pronto.
Call me stewart. -Andrea.
