Todo había transcurrido con normalidad en lo que iba del día, sin sucesos extraordinarios además de que Yukiteru había obtenido un ochenta y nueve en el examen de matemáticas sin necesidad de recurrir a su diario del futuro.
- ¿¡Q-Q-Q-QUÉ!? –exclamó él tan pronto recibió la hoja del examen ya corregida- ¿¡Cómo es esto posible!?
- ¡increíble, Amano! – Dijo Hinata asomándose sobre su hombro para espiar – Yo sólo obtuve un setenta y cuatro. Y creo que Mao ha hecho un ochenta y tres –añadió señalándola. La aludida sonrió y levantó su propia hoja.- ¿Qué tal te ha ido a ti, Akise? –preguntó la morena girándose a ver al albino, quien dejó escapar un respingo y bajó la mirada a su examen, para luego tomarlo y enseñárselos. Había obtenido un noventa y ocho.
- ¡Como era de esperarse de ti, Akise! ¡Eres realmente inteligente! –exclamó Yukiteru maravillado.
- Jajaja, nada de eso –Akise sonrió con amabilidad y agitó la mano como un gesto que le restaba importancia al asunto.- Es que las respuestas estuvieron sumamente fáciles esta vez, creo que hasta un niño de primaria hubiera podido con ellas.
- Es verdad, yo sólo suelo obtener un sesenta como máximo –admitió Amano rascándose la mejilla con nerviosismo-, pero aunque haya estado fácil, el hecho de que casi obtengas una puntuación perfecta es algo de maravillar.
- Amano tiene razón-puntualizó Hinata acercándose a los dos con una de sus típicas sonrisas amigables- ¡Ya quisiera tener un cerebro similar al tuyo, Akise!
El albino suspiró con pesadez mientras los demás continuaban charlando alegremente acerca de calificaciones, exámenes, entre otras cosas. Él se limitó a escucharlos sonriendo con calma, sin mencionar absolutamente nada y permitiendo que sus pensamientos vagaran un poco, sin que los demás repararan en su ausencia mental.
No había hecho otra cosa más que investigar durante las últimas semanas y, al decir verdad, él se encontraba un poco cansado tanto física como mentalmente. Todavía no había hallado las respuestas tras las cuales se encontraba en búsqueda, y ya estaba comenzando a impacientarse ya que no quería que éstas surgieran cuando ya fuera demasiado tarde para observar hacia atrás.
El resto de la jornada transcurrió con plena normalidad. Kousaka había obtenido un ochenta y se encontraba insoportablemente presumido, como había mencionado Mao, ya que era también la primera vez que conseguía obtener dicha calificación. Yukiteru habló mencionando acerca de pasar la tarde en una cafetería nueva que habían abierto cerca de su casa para celebrar un acontecimiento tan extraño como ése, y el resto se mostró de acuerdo inmediatamente, aunque Yuno no lucía muy contenta por tener que pasar el rato junto a todas esas personas molestas que interferían en su relación con Yukki.
Akise fue invitado también, pero él se rehusó a acompañarlos ya que tenía una gran cantidad de cosas que hacer y en las que pensar, por lo que no tendría tiempo para pasarlo con ellos. Yukiteru y Hinata hicieron lo posible para hacerle cambiar de opinión, pero él, con una suave sonrisa en los labios, e ignorando la mirada asesina que le dedicaba Gasai, se mantuvo firme en sus objetivos. Se disculpó con amabilidad, y acabó marchándose en dirección opuesta a la de ellos.
Se dirigió a buscar su bicicleta, y optó por dirigirse a su propio hogar en búsqueda de algunos elementos que necesitaría para proseguir con su investigación. Se encontraba desesperado por hallar las respuestas que necesitaba, y por eso había preferido privarse de la compañía de los demás, incluso cuando habría estado encantado por estar un rato junto a su querido Yukiteru (Ignorando la inminente presencia de Gasai, por supuesto).
Suspiró mientras pedaleaba un poco distraído por estar centrado en sus pensamientos, y se detuvo justo al borde de la calle mientras el semáforo no brindaba las indicaciones que lo guiarían a continuar con su camino. Sin embargo, entre más se dejaba arrastrar por sus pensamientos (Investigaciones, casos por resolver, piezas que armar de un gigantesco rompecabezas, Yukiteru, entre otras cosas), su cuerpo parecía actuar por cuenta propia ya que no existía algo que lo mantuviera al tanto.
Entonces, antes de que el semáforo cambiara de color, sus pies, por inercia, lo condujeron al centro de la calle. Fue el grito de una mujer diciendo que era peligroso el que lo despertó, pero entonces ya era muy tarde.
Todo se volvió oscuro.
Episodio primero: Amnesia.
Mientras él y sus amigos estaban conversando animadamente en la cafetería, ignorando los ruegos de Yuno de marcharse de allí y dejarlos a ellos ensimismados con su charla, recibió la llamada de Nishijima, quien le informó que Akise acababa de sufrir un accidente en bicicleta, y que lo estaban llevando al hospital.
Las risas se esfumaron de inmediato, ya que el rostro horrorizado y sorprendido de Amano les hizo percatarse de que algo estaba andando muy mal. Yukiteru no explicó absolutamente nada. Se incorporó de inmediato, se disculpó mientras Yuno preguntaba qué había ocurrido, dejó dinero para pagar su parte, y salió disparado de allí rumbo al hospital.
- ¡Yukki!
- ¡Oe, Amano!
- ¡Amano!
Los demás tampoco vacilaron. Dejaron el dinero sobre la mesa, se disculparon con el propietario por abandonar tan repentina y ruidosamente el local, y siguieron los pasos del chico, quien ignoró por completo las llamadas del resto. Él se encontraba muy preocupado por su amigo, ¡Realmente preocupado por él! ¿Estaría bien? Esperaba que no le hubiera ocurrido nada muy grave.
Nishijima no había entrado en muchos detalles, sólo había indicado dónde se encontraba el hospital, y sus palabras no mencionaron nada más acerca del accidente. No pudo evitar preguntarse cómo era que un chico tan inteligente como Akise hubiera acabado de esa manera. Él siempre era tan atento, tan cuidadoso con los detalles…
¿Por qué justo ahora tenía que suceder algo como eso?
Tras pedirle indicaciones a la recepcionista, Yukiteru se internó al interior del nosocomio, mientras los demás chicos seguían sus pasos muy de cerca. No pudieron ocultar su sorpresa al descubrir el sitio al que su amigo había ingresado.
- ¿Un hospital? –Fue Hinata la que abrió la boca y apretó los puños.
- Me pregunto qué habrá ocurrido –Mao la siguió con la mano cerrada sobre el pecho.
- ¡Pues no lo averiguaremos simplemente quedándonos aquí! ¡Entremos a ver qué ocurre! –esta vez fue Kousaka el que lideró el grupo.
Yuno se quedó atrás, con la mirada ensombrecida, y revisando el diario de Yukiteru. Su descontento no tardó en hacerse notar: Akise había sufrido un accidente y Yukki había ido a ver cómo se encontraban. Los médicos habían dicho que probablemente Akise nunca más… La chica de cabellos rosados apretó el teléfono, y se lo guardó rápidamente en el bolsillo de la falda, para luego ir tras el resto.
No tardaron en encontrar a Yukiteru, quien estaba de pie, contemplando el cartel que indicaba la sala de operaciones con el ceño fruncido y una evidente mirada de preocupación reflejada en sus ojos, al tiempo que una gota nerviosa resbalaba sobre su rostro. Los chicos llamaron su nombre, y él giró sobre los talones para verlos sin ser capaz de siquiera sonreír.
- ¡Amano! –Hinata fue la primera en llegar junto a él.- ¿Q-Qué ha sucedido…? ¿Por qué estamos todos aquí? ¿Q-Quién es la persona que se encuentra allí?
Mao llegó inmediatamente, y Kousaka un poco después a pesar de haber sido el que lideró el grupo por un momento. Se lo veía agotado, e incluso había tenido que apoyar las manos sobre las rodillas para recuperar la respiración perdida en aquella alocada carrera.
- ¡Maldición, Yukiteru! ¡Me las pagarás caro luego por haberme hecho correr tanto!
Yuno llegó poco después. Ella no estaba cansada, y tampoco corría. Se estaba tomando las cosas con mayor calma de la que Yukiteru había esperado, y eso no le auguraba nada bueno a pesar de que, en su lugar, cualquiera estaría feliz de que la actitud de ella no fuera peor, pero él la conocía…
Como el grupo ya estaba reunido de nuevo, Yukiteru suspiró y explicó todo, con detalles, acerca de la llamada de Nishijima y el accidente con el que Akise se encontró mientras iba camino a su hogar. Los rostros horrorizados y preocupados de sus amigos tras recibir aquella noticia reflejaron el estado de ánimo del mismo Amano, quien apretó los puños y bajó la mirada, esperando que su amigo no sufriera absolutamente nada malo, a pesar de que eso era casi imposible teniendo en cuenta la magnitud del choque que había sufrido.
Tras un largo rato de espera, el doctor finalmente salió de la sala de operaciones, ajustándose las gafas que llevaba puestas. Yukiteru no perdió tiempo, y se acercó a él corriendo y colocando las manos sobre los brazos de aquél hombre, exigiendo una respuesta inmediata y sincera.
- ¡D-Dígame doctor! ¿Cómo se encuentra él? ¿E-Estará bien?
El médico lo evaluó con la mirada, y luego al resto de los chicos, quienes se veían tan impacientes como él, y se apartó un poco antes de brindar los detalles que ellos buscaban.
- El joven Akise Aru ha sufrido politraumatismos y contusiones, pero por lo demás está bastante bien –indicó.- Sin embargo, creemos que ha sufrido un fuerte golpe en la cabeza, por lo que sus memorias quizás hayan sido alteradas.
- ¿Alteradas? –repitió Hinata, poniéndose al lado de Yukiteru.
- No estamos seguros, pero lo mejor es esperar a que despierte, y entonces… Ya veremos qué vamos a hacer- suspiró y volvió a ajustarse las gafas-. En todo caso, lo mejor es dejarlo descansar por un momento.
- Qué alivio… -Yukiteru sonrió un poco.- A-Al menos eso significa que se pondrá mejor. Ciertamente esperaba a que no hubiera salido tan mal, pero lo bueno es que está vivo, ¿Verdad?
- Akise es un chico muy fuerte, es probable que sane más pronto de lo que podemos esperar –comentó Mao con una de sus típicas sonrisas.
- Es verdad. Y una vez que regrese… ¡Lo golpearemos por no haber ido con nosotros desde el principio a aquella cafetería! Si lo hubiera hecho, quizás no habría tenido este accidente –declaró Kousaka agitando los brazos como si estuviera dando golpes a un ser invisible.
Yuno no mencionó nada, se mantuvo callada y alejada del grupo, lo cual sólo provocó que el temor de Amano incrementara considerablemente. No la veía muy feliz, así que temía que su personalidad cambiara de nuevo y sacara un cuchillo en cualquier momento. ¡D-Debía hacer algo al respecto!
- ¡Muchas gracias, doctor! –dijo él, poniéndose firme. Hizo una reverencia y luego se dirigió rápidamente hacia la chica de cabellos rosa.- Vamos, Yuno. Mañana vendremos a ver cómo se encuentra Akise… M-mientras tanto, lo mejor será que vayamos a preparar la cena, ¿C-Cierto? E-Ejejeje…
La risa nerviosa, y el ligero sonrojo en las mejillas de Amano, relajaron la expresión de Gasai, quien sonrió y asintió con la cabeza, tomándole la mano con suavidad.
- ¡De acuerdo! Vamos a cocinar algo verdaderamente delicioso, algo que le guste mucho a mamá, ¿Si?
- Nosotros nos quedaremos –indicó Hinata colocando una mano en la cintura-. Vayan a disfrutar del resto de la jornada, y no se preocupen, Yuno-chi, Amano.
- ¡Oh! ¡Muchas gracias, Hinata! –Dijo Yukiteru al tiempo que era arrastrado por Yuno- ¡Los veré mañana!
Al día siguiente, luego de clases, todos se dirigieron al hospital a ver cómo se encontraba Akise. Los médicos se encontraban realizando revisiones para asegurarse de que todo se encontraba bien en él físicamente, y no fue sino hasta entonces que permitieron ingresar a la habitación donde el chico albino estaba interno. Todos recordaban las palabras mencionadas por el médico el día anterior: Probablemente su memoria podría haber resultado alterada debido al fuerte golpe que había recibido en la cabeza.
Akise estaba recostado con la mayor parte del cuerpo vendado, y mantenía los ojos cerrados a pesar de encontrarse despierto. La enfermera había comentado que, por fortuna, la columna vertebral del chico había resultado ilesa, así que no habría que preocuparse por su movilidad o el habla.
- A-Akise –murmuró Amano, acercándose hasta la cabecera de la cama- Soy Yukiteru, ¿M-Me recuerdas?
- Y yo soy Hinata, ella es Mao, él es Kousaka, ¡Ah! Y también está Yuno-chi.
Los ojos de color rosa violáceo de Akise se abrieron y se fijaron en los chicos, que lo veían esperanzados de que él pudiera actuar como siempre lo hizo. Sus labios se abrieron, pero de su boca no salió ningún sonido. Hinata dirigió una mirada de desconcierto a Amano, quien se limitó a encogerse de hombros, sin comprender muy bien lo que sucedía.
- ¿Yukiteru? ¿Hinata? –Akise finalmente consiguió hablar. Parpadeó un poco y luego frunció el ceño.- ¿Quiénes son ustedes?
Mao dejó escapar un respingo, y Kousaka chasqueó la lengua como una serpiente enojada.
- ¡Como lo temíamos! Akise sufre de amnesia –mencionó la chica haciendo un gesto negativo con la cabeza.
Yukiteru apretó los puños y Yuno se acercó a él y le agarró el brazo.
- Ya vimos cómo se encuentra Akise. Regresemos a casa, Yukki.
Pero Amano la ignoró olímpicamente, y se acercó a la cabecera viendo al albino con una expresión similar a la incredulidad.
- ¡Pero deberías recordar algo! ¿Ni siquiera puedes recordar nuestros rostros?
Akise frunció el ceño y parpadeó. Poco rato después, dejó escapar un suspiro e hizo un gesto negativo con la cabeza.
- Mis memorias son confusas, lo lamento mucho.
- Yukki. –insistió Yuno mientras los demás intercambiaban miradas de preocupación. Akise abrió los ojos de par en par, y se quedó contemplando el techo por un momento.
- …Esa voz. Siento que la he oído con anterioridad en alguna otra parte.
Todos contuvieron la respiración sin saber cómo tomarse la noticia. ¿Era bueno o malo que una parte de la memoria del albino pudiera recordar la voz de su peor enemiga?
Los días transcurrieron más rápido de lo que ellos mismos podían imaginar, y el cuerpo de Akise iba sanando poco a poco. Las visitas al hospital por parte del grupo se realizaban cada tarde después del colegio. Hacían lo posible para ayudar a la memoria del chico detective a regresar a la normalidad, pero luego de reaccionar a la voz de Yuno, no ocurrió nada relevante en ese aspecto, lo cual resultaba tanto cansino como frustrante. Incluso Hinata, que era una de las más optimistas, creía que quizás Akise ya no volvería a recuperar sus recuerdos.
- Es verdad que la amnesia puede resultar permanente –informó el doctor, no ayudando a que los ánimos de los chicos se mantuvieran firmes.- Sin embargo, también existe la posibilidad de que vaya recordando sus recuerdos poco a poco con el transcurso de las semanas, meses, o quizás, incluso, los años. Ustedes son sus amigos, así que podrían mostrarle sitios por los que acostumbraban frecuentar, algo con lo que está muy familiarizado, y así, tal vez, su memoria pueda comenzar a funcionar con normalidad.
- Suena como una buena idea –dijo Hinata mientras una sonrisa curvaba sus labios-: Eso de mostrarle cosas y frecuentar los sitios que solíamos visitar juntos. Si nos pasamos haciéndole preguntas, quizás sólo forzaremos a su mente sin lograr nada.
- Es verdad, ¡Quizás entonces Akise pueda reconocer cosas y comenzar a recordar! –soltó Yukiteru.
- Los padres del joven Akise ya han dado permiso para permitir que él se aloje por unas semanas en el hogar de uno de sus amigos –prosiguió el doctor.
- ¿Eh?
El grupo prácticamente había olvidado que el albino tenía a sus padres viviendo con él. Como nunca los habían visto, y él nunca los mencionaba, se les había escapado por completo ese pequeño gran detalle.
- Ellos han venido varias veces mientras ustedes no se encontraban presentes. Al parecer, el trabajo consume su tiempo, por lo que no tendrían tiempo que dedicarle una vez que le demos el alta. Ustedes serían los únicos capaces de ayudarle a recobrar sus recuerdos.
Todos intercambiaron miradas, preguntándose quién podría mantener al detective en su hogar por un cierto tiempo. La primera en hablar fue Hinata.
- A mí me gustaría mucho: Mi hogar es espacioso, y tenemos comodidades de sobra, pero tengo que hacerme cargo de los perros, y no podría ayudar mucho en ese aspecto.
- Ese tipo de responsabilidades no me gustan mucho, así que paso –dijo Mao sin dejar de sonreír y manteniendo una actitud calmada, incluso a pesar de la situación.
Las dos observaron a Kousaka, quien sufrió un escalofrío recorrerle la espalda tras notarlo.
- ¿Quién? ¿Yo? ¡Ni hablar!
- Pero tu casa es grande, ¿No?
- Seguro que a tus padres no les molestaría tener a un invitado más.
- Yo lo haré –dijo Amano, y todos los rostros se giraron hacia él.- Creo que mi hogar es el sitio ideal para alojarlo, al menos por un tiempo.
Yuno apretó los puños y los dientes, no muy contenta con la idea de que Yukiteru pasara más tiempo con Akise, sobre todo ahora que todo parecía indicar que los sentimientos amorosos que éste tenía hacia él se habían esfumado junto a sus recuerdos. Ella no podía permitir que esos sentimientos regresaran y se interpusieran en su camino. No iba a dejar a Yukiteru bajo las manos del albino ni siquiera sobre su propio cadáver.
Por eso ella alzó la mano.
- No, lo cuidaré yo.-dijo con una sonrisa inocente.
Si Akise estaba bajo su cuidado, además, sería mucho más fácil matarlo, ¿Verdad?
