Este capítulo se lo dedico a mi estimado Lunatico0030

BASILISCO

Capítulo I

Un acontecimiento más allá de lo usual

Todo estaba notablemente silencioso, sus pasos eran sigilosos, el ministerio del aquel castillo medieval era el sustento de su día a día, descubrir lo que estaba a la vuelta de cada corredor era excitante, su magia cubriendo las paredes embellecidas con maravillas, todo en el mundo de la magia era magnifico, y él lo sabía y deseaba devorar cada una de esas maravillas con hambre de saber… de dominio.

Si, así era Tom Riddle. Quien sería muy pronto reconocido como Lord Voldemort y otros nombres por el temor de susurrar el nombre dado por sí mismo. Ahora a sus 16 años con una apariencia de adonis derrochador de carisma, con ojos ambiciosos observaba con victoria aquel lavado en medio del baño de niñas. Sonría entre dientes susurrando en la lengua de las serpientes un firme ábrete. Allí bajo sus pies, del tercer piso Tom Riddle miraba el profundo túnel que le llevaría a la cámara secreta de Salazar Slytherin afortunadamente su ante pasado.

Tomando su varita con firmeza entre sus largos y agraciados dedos similares a un pianista, se dejo caer hacia lo desconocido, y cuando creyó que no había salida de aquella caída llego al finar aterrizando entre desechos y huesos de animales. Con asco se sacudió la basura y limpio sus túnicas mojadas y cubierta con sustancias que deseaba no saber su procedencia por el bien de su cena, y por supuesto que no entraría con apariencia indigna en aquel lugar donde los secretos del mago más reconocido y uno de los fundadores de Hogwarts ocultaba miles de conocimientos que le harían invencible. Esa noche sin luna se haría más fuerte, reafirmaría su camino hacia el dominio. Seria reconocido y alabado como un dios. Miles de cabezas de todos aquellos que le despreciaron se inclinarían y pedirían, no suplicarían por su compasión, por un acto de misericordia hacia ellos que el misericordiosamente les concedería con un avada kadabra.

Y con esos firmes pensamientos llenos de ambición para su futuro el joven mago atravesó aquellas cavernas llenas de huesos y pieles, era muy grande y húmeda gran parte de ella se encontraba bajo el lago negro, y lo supo en ese instante. Allí estaba la bestia que Salazar Slytherin había dejado para que resguardara la cámara de los secretos, allí estaba esa bestia que lo reconocería como su amo sin duda alguna. Miro con interés el aspecto y textura de la piel a su alrededor y sabia que se trataba de una serpiente. Con gran estasis se abrió paso a través de otra puerta de hierro donde las bocas de las serpientes eran las cerraduras de aquella puerta pesada de un material parecido al hierro.

Tom contuvo el aliente al ver el camino espacioso custodiado por serpientes y puertas pesadas detrás de algunas de ellas, sin embargo quería saber que encontraría al final de aquella travesía, y sin duda alguna una sonrisa más grande se apodero en su rostro cuando la enorme cabeza de Salazar Slytherins se irguió frente a él sostenida por la pared detrás de ella donde una historia era citada con runas antiguas, similar a las de los antiguos elfos antes de ser maldecidos por los magos y condenados a ser esclavos.

Y allí frete a él, la cabeza abrió su boca al escucharlo recitar con emoción el nombre de Salazar. De aquella inmensa oscuridad emergió con imponencia la serpiente más grande vista por Tom, un basilisco sin duda alguna, dicha bestia mantenía sus ojos cerrados, valiéndose de su olfato para enfrentar al mago que hablaba en su lengua, la lengua de su amo, el parsel.

Y así fue el primer encuentro de Tom con la serpiente que meses más tarde tomo la vida de un sangre sucia, una niña de Hufflepuff, insegura de misma, maldiciendo siempre su suerte por ser despreciada por algunos de su compañeros con palabras hirientes, ella no era una chica fea, sin embargo esas gafas enormes y sus dos coletas y grandes pies siempre eran motivos de burlas y ni hablar de su torpeza que ponía en peligro a todos los que tenía a su alrededor, y esos eran uno de los pocos motivos constantes de su llanto que le llevaron a su muerte, quizás fue solo mala suerte o cosa del destino que ella muriera aquella noche al escuchar el extraño siseo de un joven mago y los ruidos desconcertantes que abrían la cámara de los secretos y sobre todo aquellos enormes ojos amarillos que le robaron la vida en solo un instante, donde no hubo emoción de sorpresa o un último recuerdo, solo se desvaneció abandonando la vida para siempre, siendo arrebatada injustamente… quizás solo fue el destino o la mala suerte.

Cuando los ánimos se calmaron en Hogwarts y los aurores dejaron de vigilar como aves de rapiñas a cada pasillo o habitación de Hogwarts buscando el peligro evidente que estaba bajo sus pies. Tom tomo la iniciativa de ir al tercer piso luego de su ronda como prefecto, necesitaba ver al basilisco. Se recrimino durante todos esos días, o por el gran descuido que casi logro el cierre de la escuela. Por unos instantes estuvo a punto de arrepentirse lo que le llevo a buscar una solución rápida y que más que el idiota semi gigante de Gryffindor Hagrid quien mantenía una acromantula de mascota que le ayudo a salir de esa estresante situación y quedar como héroe del lugar. Ya hacia un par de días que el caso había cerrado y hasta ese momento se atrevía aventurarse de nuevo a la cámara.

El camino como siempre fue húmedo y lleno de esas asquerosas sustancias que no tardaba en quitarse cuando aterrizaba entre los huesos y el lodo oscuro de un olor que le obligaba a contener sus alimentos en el estomago. Camino sin prisa admirando el lugar oscuro y lleno de sombras, sabía lo que estaría al final, una vasta biblioteca, riquezas, ingredientes y pociones perturbadoras que le resultaban fascinantes. Tenía todo allí para vivir, el tiempo siempre transcurría lentamente, y su magia crecía con cada segundo absolviendo todo a su alrededor. Tom se detuvo frente a la estatua de Slytherin y llamo al basilisco que no acudió a su llamado. Tras un par de intento Tom tuvo que dirigirse aquella enorme cabeza en busca del reptil.

Entro sin esfuerzo por la boca de la estatua invoco con lumus que mantuvo en la punta de su varita cuando descubrió algo que le dejo sin habla.

Allí frente a Tom un huevo notablemente grande con corteza rustica y completamente blanco inmaculado se encontraba en medio de un nido, que sin duda alguna era donde dormía la serpiente.

Tom miro las diferentes membranas que mantenían el huevo erguido en medio de aquella gran habitación llenas de pieles que hacían su caminar hacia el huevo como si estuviera caminando sobre un manto de algodón. Sus dedos curiosos tocaron el huevo que no era muy grande pero si notable desde la distancia. Estaba helado, y no era para menos al estar en aquel lugar. Se podía notar por la luz de su varita algunos hilos de sangre recorrerlo como raíces, la corteza era rustica, con pequeños puntos que le hacían ver como espinas. Tom lo rodeo tranquilamente detallando meticulosamente sus rasgos, lo golpeo con cuidado y escucho el sonido, acerco su rostro con lentitud y su oído hasta captar un suave tun tun desde su interior, lo que fuera que tenia aquel huevo estaba vivo y Tom lo sabía, un estasis se apodero de él, sabía que dentro de aquello estaba una criatura sin igual, y podía contemplarlo desde su nacimiento, estaba seguro de ello. Se alejo lentamente para ver a su serpiente erguida frente a él, mirándole con curiosidad pero sin enfocarse a su rostro para evitar cualquier accidente lamentable.

-Mi señor… - susurro la serpiente mirando al mago con recelo invadiendo su nido.

-¿Que es este huevo? ¿Es tuyo? – pregunto lleno de curiosidad mirando desde la serpiente al huevo.

-Si mi señor… - respondió con respeto y precaución. Su anterior amo al descubrir de qué se trataba lo había destruido hacia más de mil años, no permitiría que eso volviera a suceder. Tendría su descendiente. Por la sagrada Medusa que así se seria.

-¿Por qué no me habías dicho sobre el…? –pregunto Tom notando las precauciones de la serpiente. Parecía que la confianza que habían forjado todo aquel tiempo desde su descubriendo de la cámara se había esfumado. Eso aunque no lo demostrara le inquietaba.

-Usted nunca me pregunto mi señor… - respondió la serpiente notando las leves elevaciones de la temperatura de su señor, pequeños cambios como la respiración y latidos del corazón le ponían en alerta, muchos magos se equivocarían si creían que el solo era fuerza tamaño y muerte, él como toda criatura mágica podía pensar y formar sus propias ideas.

-¿Cuando se abrirá…? -Pregunto volviendo su mirada aquel huevo.

- Muy pronto mi señor… he tomado diez mil vidas para darle vida a él… - respondió entre siseos pasando junto a Tom para rodear el huevo con recelo.

Tom elevo una de sus cejas con intereses en aquel extraño huevo… sonrió y sin importar lo amenazante de la serpiente que se erguía frente a él unos cuantos metros volvió a posar su mano en él huevo, cerro sus ojos y se concentro en sentir la creatura que yacía allí dentro. Y efectivamente, allí había algo, podía sentir un extraño calor muy tenue al igual que una llama mágica que crecía, no podía definir la forma de aquella criatura, pero siendo su padre o madre un basilisco no había mucho que pensar sobre su forma. Tom alejo su mano de aquel huevo y miro al basilisco una vez más.

-He vendió a informarte que no podrás salir más de esta cámara, es peligroso, allá arriba no están muy contentos por los pasados acontecimientos. – informo Tom volviendo su atención al basilisco no quería que la criatura notara su creciente interés en su huevo.

-Señor solo era una sangre sucia. – protesto indignada por estar nuevamente encerrada en aquel lugar sin diversión.

-Lo sé amigo mío, pero aun hay adoradores de esas criaturas desagradables… no obstante algún día una muerte de esa basura humana no ameritara tanto escándalo. Sin embargo por los momentos tendremos que jugar bajo sus reglas. – Tom camino lejos de la serpiente y salió de aquel lugar, no antes de ver aquel huevo, aunque le causaba interés por la llama mágica tendría que esperar al nacimiento…

Tom durante un mes estuvo visitando regularmente aquella cámara, vigilaba de cerca aquel huevo, en ocasiones sentía aquella llamas mas fuerte… era como si invitara acercarse, como si prometiera grandeza… en ocasiones podía sentir como si le susurrara al oído su nombre, era escalofriante y excitante al mismo tiempo… y aquel día, en que todos sus sentidos estaban conectados por alguna razón desconocida a la cámara decidió ir. Tomo su tiempo para llegar, caminaba en silencio con su mente en blanco, poco común en el, solo deseaba ir hasta aquel lugar, sabia por algún motivo desconocido que el momento había llegado.

Tom llego media hora más tarde después de haber abandonado la sala común cercana a la media noche dejando a sus seguidores desconcertando por su falta de interés en sus avances de las últimas semanas. Se detuvo al ver el basilisco que se giro lentamente para verle e inclinar su cabeza en forma de respeto para regresar de nuevo su vista aquel huevo agrietado. A los pocos segundos el sonido de aquella grieta se intensifico, algo empujo con fuerza un parte de cascara del huevo rebelando algo curioso, era rosado, Tom arqueo la ceja y se acerco al huevo con desconfianza, no podía creer lo que estaba viendo, era imposible, algo como aquello no podía suceder, era anti natural. El nunca había escuchado que algo así fuera posible, ni siquiera con magia oscura. Tom se aventuro a ver la serpiente que tenía sus ojos fijos en aquella criatura con gran estasis.

-Mi señor acérquese más… si es lo primero que ve su lealtad siempre estará de su lado y sus ojos no podrán condenarlo a la muerte… - siseo el basilisco abriendo un poco sus anillos de su cuerpo que rodeaban el huevo para que Tom pudiera acercase aun mas al huevo. Y Tom ansioso de poder. Se acerco a pesar de encontrarse desconcertado sin idea alguna de lo que estaba ocurriendo… aun así, mantuvo apretada su varita con fuerza entre su mano.

Una vez el huevo se movió y la grieta creció hasta aquella pequeña parte que Tom había logrado contemplar se rebeló completamente ante él cuando la cascara cayó sobre el colchón de pieles que le rodeaban como una manta que resguardaba el calor.

-¡¿Cómo es posible…?! - se pregunto en voz alta Tom mirando como aquella pequeña mano humana surgía del huevo, y como poco a poco una pequeña cabecita rosada comenzó a emerger con lentitud por la aquel agujero abriendo mas el huevo hasta que logro salir completamente. Tom movido por la curiosidad se acerco más y cuando aquella criatura humanoide abrió sus ojos eran amarillas como los del basilisco. Eran los ojos de una serpiente pero de una forma perfectamente humana, aquella criatura le miro con atención por unos leves segundos y Tom supo que el vínculo estaba hecho. Le seguiría a cualquier parte, su lealtad estaba con él para toda la eternidad, porque él sería el primer mago que alcanzaría la inmortalidad de forma absoluta.

Para Tom el tiempo se detuvo, el sonidos de las gotas de agua se detuvo para sus oídos, solo en ese momento para todos sus sentidos y su conciencia existía aquella criatura que con cuidado alzo su mano en su dirección pidiéndole que le tomara. Tom guiado por sus instintos se inclino y tomo aquel pequeño bebe. Oh si, era una bebe rosada cubierta de una extraña baba espesa amarillenta muy babosa que contenía unos hilos de sangre y la cual expedía un olor que penetraba su olfato, se sentía y olía asqueroso, aun así Tom la tomo y la envolvió entre sus brazos y se guio lentamente para ver a la serpiente. Con espanto retrocedió al ver los ojos del basilisco. Tom tembló temeroso de morir en ese momento. Pero logro respirar sin comprender porque aun no caía muerto en ese momento. Todo estaba perdiendo control, no sabía que estaba ocurriendo, para Tom Riddle no saber lo que estaba ocurriendo era una gran falla que no estaba dispuesto a tolerar. Debía retomar el control de toda la situación, miles de preguntas se formaban en su mente y necesitaba una respuesta pronto antes de que su mente se saturara y sintiera esa terrible ansiedad de saber… de entender…

-¿Qué significa todo esto? – pregunto susurrante Tom sin despegar su mirada del basilisco que parecía sonreír mostrando todos sus colmillos siniestramente…

-¡Oh amo…! ese es el poder que le ofrecí a mi antiguo amo y no pudo aceptar… temía de él… temía de mi cría… no es hermosa y perfecta para vagar por el mundo de los magos… será una reina…. Y solo le pertenecerá a usted… todo lo que es y su poder… ella es su diosa… -susurro la serpiente envolviendo a Tom lentamente hasta que su cabeza quedo a unos centímetros del bebe que comenzaba a moverse incomodo entre los brazos de Tom.

-¿Por que aun no he muerto? – pregunto Tom desconcertado…

-La respuesta está en sus mismos ojos mi señor… son ojos de serpiente ahora… mi cría le ha dado ese poder al verle a los ojos… ningún basilisco le arrebatara la vida por verle fijamente.

Tom asintió con una sonrisa que se comenzaba a formar en sus labios… sus ojos carmín regresaron para contemplar aquella pequeña criatura que le miraba con ojos amarrillos letales a los humanos, a los magos ordinarios…

-Ella es mía… su poder me pertenece… – susurro extasiado, sentía como su magia crecía… como el camino hacia el dominio de aquel mundo estaba más cerca. Y con una alegría oscura una sonrisa sonora escapo de su garganta hasta resonar en toda aquel lugar.

El basilisco irguió su cabeza detrás de Tom y sonrió con maldad, el tiempo del dominio de su especie había llegado. Había devorado miles de humanos y tomado por igual vidas de la misma hasta el punto de poder perfeccionar aquella criatura… su cría… ý pobre descendiente de su antiguo amo mago desconocía todo al respecto de la gestación y formación de aquella criatura… el no la domaría, ella lo dominaría a él… estaba segura… su cría seria una reina fiera. Perfecta… Medusa volvía a la vida, pobres e ingenuos humanos…

Tom salió de aquel lugar invoco con movimientos fluidos una manta y un altar rodeado de velas donde acostó a la criatura frente a la estatua de salar Slytherin. Dejo allí a la pequeña bebe y miro a los ojos la estatua de antepasado con curiosidad, su mente por fin comenzaba a trabajar con fluidez, las ideas llegaban a su cabeza como una cascadas bloqueando todas esas emociones vividas minutos atrás. Miro a la criatura en aquel altar con curiosidad… era perfecto. Igual a un humano en todos los aspecto a excepción de sus ojos. Pero el podría hacer algo con ello más adelante estaba seguro. Lo que en ese momento le inquietaba era como el criaría a esa criatura. El basilisco no podría hacerlo estaba seguro de ello. Odiaba esa situación donde tendría que dejarla a cargo de alguien más. Quizás un elfo de la cocina, pero como comprar el silencio de esas horrendas criaturas… no había duda tendría que traer un elfo del exterior y sellar los ojos de la creatura para evitar que tomara la vida del elfo…

El tiempo paso lentamente, para ser más exactos dos años, Tom miraba con los brazos cruzados detrás de su espalda a la niña frente a él, tenia largos risos marrones cayendo por su espalda graciosamente, sus manos pequeñas mantenían fuertemente agarrado un libro que parecía ser más pesado que ella, mientras susurraba lentamente leyendo su contenido, el solo podía contemplar su espalda, hacia media hora que había llegado, había llegado la hora de marcharse, su graduación había terminado dos horas atrás, después de graduarse como el mejor mago que había pisado Hogwarts en décadas.

Tom dio un paso hacia la pequeña, el basilisco movió su cabeza en su dirección estaba recostado cerca de la pequeña criatura, siempre alerta de cualquier peligro que podría amenazar la vida de su cría. Cuando vio a Tom volvió a su posición escuchando los susurros de la niña que cerró su libro y se giro lentamente para ver a su amo. Lentamente una sonrisa se formo en el rostro de la niña quien se puso de pie, abandonando su suave cojín.

La pequeña criatura ahora tenía el cuerpo de una niña de cuatro años, era hermosa, de piel pálida, manos y pies pequeños. Sus risos siempre caían sueltos en todas direcciones, Tom aun no había encontrado la forma de batallar contra ellos cuando se veía en la penosa necesidad de peinarla, al final no pudo confiarle su cuidado algún elfo o bruja. Nadie podía conocer su procedencia, no hasta que estuviera seguro de lo que ella era, y como un basilisco había logrado tener una criatura de forma humana, aun ella no podía hablar correctamente la lengua común… solo parsel por estar siempre con el basilisco. Sin embargo aprendía muy rápido y estaba seguro que si comenzaba a dejarla tener contacto con otros magos ella podría hablar su lengua.

-Amo… -susurro con voz infantil deteniéndose a unos pasos de él.

-Ha llegado la hora… despedirte… - le ordeno girándose para tomar algunas cosas que necesitaría más adelante para el cuidado de la niña. Después de haberla sacado del castillo por lo menos en unas cinco oportunidades, esas ocasiones fueron estrictamente necesario… y fueron aterradoramente traumáticas, ella en ese tiempo solo era una bebe pequeña e inquieta, curiosa de todo, y molesta la mayoría del tiempo a pesar que la mantenía bajo un poderoso hechizo de invisibilidad. Lo peor de todo fue cambiar sus pañales y alimentarla y cuidar de sus enfermedades. Por fortuna él había visto como cuidaban los bebes en el orfanato y conocía de todas las tareas para cuidar de uno.

Tom comenzó a meter todos en una bolsa pequeña llevaría todo lo que pudiera, estaba seguro que pasaría mucho tiempo para que el pudiera volver al castillo, así que se aseguraría de llevar las cosas que consideraba más importante…

La pequeña abrazaba a la serpiente dejando escapar sollozos… susurrando que le iba a extrañar, después de todo no conocía los sentimientos, sabía que era extrañar porque Tom se lo había explicado… pero no sabía que era el amor o el odio, no reconocía ese sentimiento porque no sabía de sus existencias…

La pequeña niña con ojos mieles a causa de otro hechizo de Tom camino hasta su amo y se quedo parada observándolo con curiosidad como tomaba todo y lo guardaba en un bolsillo de su túnica.

Tom se giro y miro al basilisco y se dirigió a este con cuidado.

-Tomare su cría y cuidare de ella, cuando pueda regresar al castillo la traeré conmigo… por lo momentos debe esperar y custodiar la cámara de intrusos… - Tom miro como la serpiente asentía sin mirarle a él, solo miraba a la pequeña que mantenía sus manitas ocupadas en un hilo de su capa. Ella no tenía muchos vestidos, solo dos ya que crecía muy rápido y siempre después de muchos problemas para Tom obtenerlos ella solo lo desechaba porque le dejaba de servir he igual que los zapatos.

-Estoy lista mi amo… - susurro la pequeña con una gran sonrisa en sus labios.

-Si… lo he notado. –Tom camino hacia la salida, la pequeña le siguió dando brinquitos le gustaba cuando su amo la llevaba fuera de la cámara y las cuevas. Tom dio un suspiro mirando por última vez aquel lugar y con un susurro en parsel cerró las puertas de hierro pesado, y las serpientes se ajustaron como una fuerte cerradura en la puerta circular. Había llegado el fin de su travesía por aquel lugar que lo ayudo a crecer y aumentar sus extraordinarias capacidades.

-¿Podre comer pastel amo? – pregunto la pequeña criatura siguiendo con agiles movimientos a Tom tratando de no pisar a los grillos y otros insectos a su alrededor.

-Solo si me obedeces serás recompensada con pasteles…- le hablo sin detenerse a verla.

-Sera de chocolate… me gusta el chocolate, y más las ranas de chocolates… - sonrió… - no debe preocuparse amo, le doy mi palabra que no me sentirá durante todo el viaje, seré como las estatuas del amo Salazar, quieta y silenciosa, siempre observando, vigilando… - concluyo mirando a todos lados con sus ojos vueltos rendijas, suspiro cuando no noto nada fuera de lugar y tomando entre sus dedos de la capa de Tom que suspiro. Deseaba que se volviera una adulta pronto… odiaba tener que cuidar aquella criatura…

Tom tomo una bocado de aire, se giro y miro a la pequeña que tomaba una gran bocado de aire, le vio cerrar sus ojos sintiendo la luz de día bañando su piel y viento mover su cabellos. Con cuidado invoco un hilo mágico y lo sujeto de la mano de la criatura y la de él. Era una cuerda que no podían ser cortada al menos que el decidiera que así seria. Nadie más que el poder podría liberarla, era después de todo un cabello de ángel, magia ancestral y prohibida en esos días, como todo lo que realmente valía la pena estudiar. Tom alejo sus pensamientos malignos contra ministerio de magia y desvaneció a su pequeña serpiente en potente hechizo de invisibilidad que solo duraría unas horas, las suficientes para el estar en el tren en un compartimiento lejos de ojos curiosos.

Tom camino por los pasillos de Hogwarts con pasos lentos, observando cada cuadro, cada grieta en las paredes, cada puerta lejana, quería recordar todo tal y como era, regresaría estaba seguro de eso. Sintió como la cadenita invisible que le unía aquella extraña criatura tiraba de él cada cierto tiempo lo que le indicaba a Tom que ella había tratado de alejarse de él en busca de alguna cosa curiosa. La llevo al jardín y se detuvo frente al lago negro. Miro como en la horillas el agua comenzaba salpicar, escucho risas infantiles y arrugo el ceño, aquella mocosa no lo dejaba disfrutar de nada. Sintió un fuerte tirón de su mano, la iba a regañar cuando una voz detrás de él hablo con tranquilidad inquietante.

-Tom… ¿tomando una última mirada del lago, antes de su partida? – pregunto Dumbledore, mirando con curiosidad aquella zona del lago que había estado moviéndose con irregularidad, tambien estaba aquel hilo. Miro con ojo crítico, ya que Tom no debía percatarse que él podía notar aquella presencia junto a él. Curiosa presencia mágica sin duda alguna.

-Así es señor… - respondió mantenido la calma, la sola presencia de Dumbledore despertaba todos sus instintitos asesinos.

-Bien… tengo entendido que ha rechazado la propuesta del Ministerio… el profesor Slugood me manifestado su descontento… -declaró Dumbledore parándose junto a Tom mirando el lago negro y tratando de descubrir que era aquello que Tom trataba de esconder.

-El profesor Slugood me ve como un hijo, es comprensible que se muestre insatisfecho con mi decisión. – declaro Tom manteniendo su espalda rígida mirando al frente, esperando que su pequeña mostrito no le diera por hacerse la graciosa.

-Perdona si soy entrometido joven Tom… pero me es preocupante su destino… tengo entendido que no regresara al orfanato ya que es mayor de edad y tiene derecho a elegir su camino... no obstante, me temo que no tiene un lugar a donde ir luego que el director ha negado su solicitud para tomar el cargo bacante de profesor de artes oscuras. – concluyo Dumbledore desviando su mirada de aquel paisaje para ver el muchacho junto a él que mantenía un rostro tranquilo observando el lago negro despreocupado.

-Le agradezco su preocupación señor… pero no es necesaria. Si me disculpa. – Tom tiro con cuidado de aquella cuerda y la pequeña niña le siguió pasando junto a Dumbledore que con gran exactitud toco su cabello logrando sorprender a la pequeña criatura que ahogo un jardeo que Tom no noto ya que caminaba con pasos largos sin girarse a ver qué ocurría en su espalda.

Dumbledore miro con ojos críticos aquel cabello entre sus dedos. No había duda que era humano. Lo que despertó aun más la curiosidad del viejo mago.

Una hora más tarde Tom cerraba la puerta de su vagón con un potente hechizo, nadie podría entrar, ni ver por la ventanita, ni oír lo que se hablaba. Tras un suspiro movió su varita con agilidad sobre la cabeza de su pequeña acompañante que ya se había acomodado sobre uno de los asientos para ver mejor por la ventana.

Amo…! -grito llena de excitación sintiendo como el tren comenzaba a dar marcha.

-No es necesario que grites cuando estoy cerca… - susurro aflojándose la corbata sentándose frente a la pequeña.

-Mis disculpas… - susurro apenada volviendo su vista hacia el paisaje que comenzaba hacerse borroso y el castillo se volvía más lejano.

-Debes hablarme en la lengua de los humanos. Es necesario que te acostumbres a él… - hablo con tranquilidad Tom dejando caer su cabeza hacia atrás cerrando sus ojos. Estaba completamente agotado, necesitaba dormir un poco. Antes que la pequeña se inquietara.

Tras que Tom creyó ser unos cuantos minutos despertó ante la insistencia de la cría que sacudía su pierna.

-¿Te puedo ayudar en algo? – pregunto con el ceño fruncido manteniéndose tranquilo.

-Chocolate. – pidió extendiendo la mano mirándole con ojos grandes y brillantes ansiosa…

-Debes pedirlo correctamente. –susurro volviendo a cerrar sus ojos un segundos antes de sentir nuevamente como tiraban de su capa.

-¿Puedes darme chocolatitos por favor?- pidió más educada manteniendo sus ojos brillantes con una gran sonrisa.

-Debes pedirlo en la lengua humana…- Exigió Tom con paciencia si mirarla, manteniendo sus ojos cerrados sus encantos no funcionarían si él no la contemplaba.

-¿Cho… co… la… re… fe…vor…?- Tom abrió sus ojos y la miro con fijeza frunciendo el seño…

-¿No has estado practicando verdad?- la acuso con el seño fruncido.

La criatura dio un respingo y bajo la cabeza avergonzada y negó con la cabeza.

-Es difícil de aprender. –susurro.

-Aun así debes de hacerlo. – Hablo con fuerza poniéndose de pie…- Solo serán ranas…- dijo abriendo la puerta para ir en busca de los dulces.

Si amo! –asistió con fuerza dejando que los risos se escaparan de su cola mal sujetada. Después de todo el mago más poderoso de todos los tiempos no tenía tiempo de estar aprendiendo hacerle colitas a una niña.

Tom vago por los pasillos del tren mirando que todo estuviera en orden después de todo el seria el premio anual hasta que llegaran a la estación.

Tras unos minutos Tom pudo encontrar al corrito de dulces y a la mujer regordeta que vendía las golosinas.

-Buenas tardes señorita Petunia. –saludo con una cálida sonrisa.

-Oh pero si eres Tom… querido ha pasado mucho tiempo… ¿gustas algún dulce…?- pregunto la mujer con emoción reconociendo al mago.

-Por supuesto… unas ranas de chocolate si no es mucha molestia. – pidió con cortesía tratando de ignorar el olor dulzón del perfume de la mujer.

-Tonterías no es ninguna molestia… ¿cuántas quieres cariño? – pregunto manteniendo una amplia sonrisa encantada con los modales y sonrisas amables de Tom.

-Seis, en esta ocasión. – pidió con cortesía.

-Me pregunto quién es la afortunada. – canturrio la mujer tomando los chocolates de la cajita donde las llevaba.

-¿Disculpe…? - pregunto notablemente confundido. La bruja siempre hablaba cosas sin sentidos.

-No debes sentir vergüenza querido… las ranas deben de ser para alguna linda señorita ya que siempre compras muchas para compartir… - parloteo sin parar entregándole las golosinas al joven que se sonrojo entregándole el dinero…

-Pero que cosas insinúa señorita Petunia… - susurro Tom fingiendo estar apenado por los comentarios de la bruja que le miraba emocionada por lo descubierto.

-Oh los jóvenes de hoy en día viven en un constante romanticismos… que cosa maravillosa es el amor… bueno querida ve al encuentro de tu amada yo debo continuar con mi trabajo… - dijo repentinamente recordando que estaba trabajando tirando del carrito dejando a Tom detrás de ella con un risa burlona tentado de cortarle la lengua a la bruja parlanchina.

-Riddle por fin le encuentro… - Tom frunció el seño girándose lentamente para ver Abraxas Malfoy que caminaba apresuradamente en su encuentro…

-¿Ha ocurrido algo amigo mío? – pregunto con cortesía guardando las ranitas de chocolate en el bolsillo de su túnica.

Abraxas se acerco hasta quedar muy cerca de Tom, con cuidado giro en todas direcciones asegurándose que estuvieran solos en el pasillo para susurrar a Tom algo que le dejo frio y pálido.

-¿Esta aun en el vagón? – pregunto con un tono helado con el rostro completamente despejado de emoción a pesar de la molestia.

-Si… me asegure de encerrarla. –Susurro dando unos pasos atrás alejándose de su señor que paso con pasos apresurados junto a él con dirección al vagón donde él se había llevado una curiosa y porque no, extraña sorpresa.

Tom apretó sus manos hasta volverla puños, con fuerza derribo los barrios que había puesto Abraxas sobre la puerta y la abrió de forma abrupta encontrándose con la pequeña demonio comiendo muy alegre una ranita de chocolate.

-¿Quién te ha dado ese chocolate? – pregunto lentamente manteniendo su tono vacio mirándola con furia.

-Un humano muy curioso. –hablo sonriendo mordisqueando el chocolate.

-¿Un mago? – pregunto caminando hacia ella realizando complejos movimientos en su varita buscando el rastro mágico de aquel que había violado la seguridad del vagón.

La pequeña solo asintió lamiendo sus dedos con cuidado para mirar de nuevo a su amo y sonreírle ajena a los pensamientos turbulentos de su señor.

-¿Te ha dicho su nombre? – volvió a preguntar al no encontrar la presencia del mago.

-No… pero lo he visto, hoy junto al lago…el que me toco el cabello.- recordó recordando al hombre de ojos como el cielo.

-Dumbledore. -escupió con ira Tom. Debía reconocer que el viejo chiflado tenía un ojo sobre el todo el tiempo, pero él había sido lo suficiente astuto para no exponer a la criatura a la vista de ningún mango. Y ahora su secreto era conocido por dos magos ajenos a él, un error garrafal de su parte. Tom se giro lentamente para encontrarse con Abraxas que estaba recostado de la puerta mirando todo con curiosidad.

-Amo, mis chocolates…- pidió con una sonrisa estirando sus manos.

-¿Que le has dicho…? - pregunto con urgencia, no podía permitirse que el viejo descubriera lo que era ella, un temor abrumo a Tom ante la perspectiva de que se atrevieran alejarla de él.

-Nada… no puedo hablar con extraños y no hablo muy bien la lengua de los humanos… - la pequeña frunció el ceño molesta porque aun no le habían entregado el chocolate…

Tom suspiro, al menos era inteligente la criatura aun así necesitaba saber que le había dicho exactamente para preparar algún contraataque. Ignorando una vez más las manos extendidas en su dirección y el brillo de emoción de la criatura que anhelaba su chocolate continúo.

-¿Que te ha dicho él? – exigió frustrado.

-Dijo que soy una niña muy hermosa. Y me pregunto porque estaba con usted amo. Yo le dije que usted es mi padre… y se rio… y me dio un chocolate y pidió que no le dijera nada… - susurro algo inquieta estrujándose las manos por ojos carmín de su amo - pero yo no te puedo mentir… - concluyo bajando la cabeza temiendo que hubiera hecho algo malo.

Tom tomo asiento junto a la pequeña y la atrajo a sus brazos… pensando en las palabras de la pequeña. Ella era muy grande para ser su hija y el solo tenía 17 años. No podía tener una hija de cuatro años, aunque su criatura podría hacerse pasar por una niña de tres o quizás de dos… suspiro cansado mirando Abraxas que observa todo expectante, lógicamente sin entender nada de lo que había estado hablando con su pequeña.

-Toma asiento Abraxas. – ordeno Tom sin rastro de amabilidad en su voz ofreciéndole un chocolate a su pequeña que gimió ante el delicioso dulce entre sus manos. Tom medito por unos segundos poniendo en orden sus ideas… después de todo necesitaba un aliado con mucho dinero e influencia en el mundo mágico por si Dumbledore decidía tomar lo que le pertenecía. Algo que jamás sucedería.

-Te presento a mi hija. – dijo con firmeza mirando la expresión de Abraxas que asintió lentamente sin ser capaz de articular palabra por la sorpresa de aquella confesión. – tiene tres años y su nombre es Hermione… Hermione Evangeline Medusa Riddle…-Dijo con firmeza atrayendo la atención de Hermione que sonrió entendiendo las palabras de su amo. –Hermione saludo a mi estimado amigo Abraxas. – pidió con suavidad logrando que la pequeña dejara de un lado el chocolate y mirara al mago.

-Ho… la…- susurro tímidamente en la lengua humana.

-Es un placer conocerla señorita Riddle…- hablo con caballerosidad escudriñando con la mirada a la niña que volvió su atención al chocolate. –No es mi intensión cuestionarle ni interrogarle mi señor… ¿pero cuando y como?- pregunto sin dejar de mirar a la niña que lamia una vez más sus dedos manchados por el chocolate.

-Me temo que no podre detallar las respuestas a sus inquietudes… sin embargo espero que mantenga el secreto por los momentos… no quiero exponer a mi hija… como vera aun soy muy joven y no cuento con una prometida o esposa en este caso que se encargue de ella ya que ha fallecido en el parto… y mi economía por los momentos es inestable. Como vera no puedo darme el lujo que el ministerio tome a mi hija por considerarme incapaz de su crianza. –concluyo Tom recostándose a Hermione de las piernas ya que bosteza estrujándose sus ojos con cuidado agotada del viaje.

-Le entiendo si existe algo en lo que pueda ayudarle no dude en acudir en ir en mi busca mi señor… será un honor para mí servirle…- concluyo con una leve reverencia.

-Es grato oír esas palabras estimado Abraxas… y he de manifestarle que no declinare a su amable oferta. – concluyo Tom peinando con sus dedos los cabellos sueltos de su presunta hija.

-Es hermosa. – susurro Abraxas mirándola con fijeza, sintiendo algo extraño en esa niña, cuando la encontró minutos atrás corriendo detrás de una rana de chocolate. Se había sorprendido y porque no había quedado aturdido por unos segundos hasta que ella grito victoriosa por haber atrapado la rana entre sus pequeñas manos antes de girarse a verlo y fruncir el seño antes de morder la cabeza de la rana.

Tom frunció el ceño ante la mirada de Abraxas.

Hermione sonrió ampliamente, caminaba bajo la pesada capa sujeta con firmeza por Tom que se había visto obligado a llevarla de la mano. Juntos entraron a un pequeño apartamento en el callejón Diagon. Que solo contaba con una habitación y un baño con agua caliente para su suerte. El lugar no estaba en buenas condiciones, la madera del piso estaba descolorida y chirriaban, las ventanas tenían los cristales negros por el polvo de la calle, la cama no era muy grande y el corchon de la misma no estaba en mejores condiciones. Un almario viejo frente a la cama no contaba con puertas y la chimenea estaba llena de hollín y la repisa sobre esta estaba completamente oscurecida por el humo y el fuego. Las paredes de un color amarillento descoloridas al igual que los andrajos que cubrían las ventanas que algún día fueron cortinas de lo que el suponía un azul eléctrico tenían un extraño olor a humedad lo que quería decir que las ventanas no estaban en buenas condiciones.

Hermione grito asustada y se abrazo a su pierna ante el ataque repentino de una rata que tenía casi el tamaño de un gato y osaba atacarlos por la invasión de lo que estaba seguro era su hogar por un par de años debido a su tamaño. Tom dejo una bolsa con la cena de esa noche sobre una mesa junto a la ventana donde solo había una silla. La rata continúo chillando manteniendo a Hermione temerosa junto a su amo. Tom gimió y con ágil movimiento mato a la rata.

-No me gusta este lugar amo… - susurro Hermione con lágrimas en los ojos mirando todo a su alrededor con su pequeña nariz respingona arrugada ante el mal olor.

-Debes acostumbrarte a él. – fue lo único que dijo tomándola de los brazos para sentarla en una silla. –Quédate aquí y no te bajes de la silla. –ordeno mirándola a los ojos para que le comprendiera.

Hermione asintió y lo miro curiosa fascinando como hacia magia con su varita. Tom inicio con un simple y fluido reparo para la ventana y el almario, continúo con movimientos fluidos limpiando todo el lugar y reparando otras cosas. Tendría que comprar barniz para el piso, el almario las puertas, la mesa y las ventanas y pintura para las paredes y mucho detergentes para el baño. Y un sin fin de utensilios para hacer de su corta estadía en el lugar más cómoda.

Cuando termino miro la cama con el seño fruncido ese era mayor reto de ese día dormir allí. Sin embargo se regaño así mismo por ser tan quisquilloso su cama en el maldito orfanato era mucho peor. Así que una noche allí no lo mataría. Miro a Hermione mirándole maravillada, ella tambien era un problema, una boca más que alimentar con necesidades insólitas.

Tom encendió la chimenea y unas cuantas velas. La noche se acercaba y el amiente húmedo comenzaba a enfriar la habitación. Miro a Hermione que se sostenía la barriguita con hambre y sin preámbulo alguno le dio un trozo de pan polvoreado con azúcar blanca suave y un vaso de leche que calentó con su magia. El tomo lo mismo y se recostó de la ventana mirando a través de ella. Debía buscar un trabajo pronto. El dinero que tenia no le duraría mucho.

Hermione mordisqueaba lentamente su pan, sus ojos se cerraban, estaba cansada. Lentamente se termino el vaso de leche y miro a su amo expectante. Tom termino su pan y limpio sus dedos con lentitud mirando a Hermione que se estrujaba los ojos con ambas manos dejando huellas de azúcar.

-Hermione ven…- pidió dirigiéndose a la cama sentándose en ella. Abrió el baúl al pie de la misma y busco con cuidado de no desordenar y arrugar sus pantalones y camisas la pijama de gatitos.

Hermione con pasos torpes se acerco a Tom y se detuvo frente a él.

-Tienes que aprender por ti misma a cambiarte de ropa. – le susurro quitándole el vestido con cuidado de no hacerle daño, aunque la piel de ella era suave y algo brillante gracias a esas escamas casi imperceptibles al ojo humano. Con la misma lentitud le puso la piyama que era una bata larga que la cubría hasta los pies de mangas largas y encaje en el cuello y en las orillas de las manga. Tom la levanto entre sus brazos y la sentó en la cama y quito sus zapatitos negros desgatados de segunda mano y sus largas medias. Acaricio los pies con lentitud antes de elevar la vista a los ojos cerrados de Hermione. Suspiro y tomo un peine de su baúl. Tenía que peinar sus cabellos antes de que durmiera porque si no lo hacía no podría peinarla la mañana siguiente. Ese cabello era indomable. Con cepillo de plata comenzó a peinar sus risos que comenzaron a parecer un arbusto. Tom rio al notar como el rostro de la niña se perdía entre el nido de sus cabellos. Con dedos agiles trenzo su cabello y lo sujeto con un lazo blanco. La recostó junto a la pare sobre la cama y la cubrió con la sabanas. La dejaría descansar… mientras el terminaba de organizar sus pertenencia y poner las protecciones necesarias para resguardar su secreto.

Una semana más tarde, Tom regresaba a la pieza, miro desde lejos la ventana abierta junto al tejado negro y sucio al cual le faltaban unas tejas. Sus pasos lentos se volvieron en una carrera. Como un vendaval cruzo el interior de la casa de la anciana Tomasa a quien le alquilaban la habitación. Una bruja con siete gatos, tres cuervos y un jardín trasero lleno de calabazas. Con el rostro tan arrugado como una pasa y dientes amarillentos a causa del humo del tabaco que pasaba el día inhalando. Tom subió las escaleras y abrió con prontitud la puerta de su habitación encontrándola completamente vacía, su corazón como muy pocas veces se acelerado, su respiración constaba llegar a sus pulmones las cortinas blancas nuevas se movían con lentitud a causa del viento helado que entrababa por la ventana, busco alguna huella mágica en la habitación y verifico las barreras que había puesto para impedir la entrada de algún intruso sin encontrar nada. Tom camino con pasos lentos manteniendo su mandíbula tensa y su andar rígido hacia la ventana y miro hacia a los alrededores. Con un complejo movimiento de su varita comenzó a rastrear la magia de Hermione, debía estar en alguna parte cerca.

Tom cerró la puerta y la aseguro nuevamente con magia. Notando que no había sido forzada por alguna fuerza tanto mágica como física. La única forma de abrir esa ventana era desde adentro lo que significaba que Hermione la había abierto, la puerta tambien había estado cerrada y solo se abría ante su presencia, se había asegurado que así fuera, pero tenía el mismo resultado.

Tom miro el centro de la mesa, ya no había ranas de chocolate, su cuerpo se estremeció de ira. Ella simplemente no podía hacerle eso, salirse de esa habitación que se había vuelto el tercer lugar más seguro del mundo mágico solo por una rana de chocolate que el prometió llevarle cuando regresara a casa.

Enfurecido abandono la habitación, su magia rugía indomable. Cuando le pusiera las manos arriba se aseguraría de maldecirla con un potente cruciatus equivalente a su ira, tan fuerte que no se atrevería a volver a escapar en lo que le restaba de vida… y con esos oscuros pensamientos Tom se arrojo a su búsqueda.

Hermione niña traviesa, miraba todo a su alrededor con insana satisfacción. Los magos y brujas caminando de aquí para allá, cada uno ocupado en sus pensamientos o tareas a realizar. Nadie se fijaba más de lo necesario en ella. Hermione contemplo las flores con sus millares de colores, pero las que más le gustaron fueron las amarillas que relucían con intensidad a causa de los rayos del sol, siguió caminando dando saltitos mirando unas tiendas con muchos objetos curiosos, Hermione miro como aquello objetos mágicos producían un rítmico tic tac. Y recordó que su amo le había dicho que era un reloj, y daba la hora marcando el paso del tiempo con sus pequeñas agujas. Sonrió al reconocer el objeto y no solo verlo en las ilustraciones de los libros que leía o en la muñeca de su amo o si tenía suelte en algún lugar a donde iba. Ese mundo era maravilloso, sonrió y continúo caminando hasta que choco con una alta figura. Hermione cayó sobre su trasero y frunció el seño realizando un puchero a causa del daño que se izo al caer.

-¿Se ha hecho daño señorita? –pregunto una conocida voz logrando que los cabellos se le erizaran del susto. Con lentitud levanto la cabeza notando que recordaba bien.

Lentamente negó con su cabeza y con mucha dudas en sus ojos tomo la mano que se ofrecía tan caballerosamente.

-Señorita Riddle… ¿qué le ha ocurrido, porque se encuentra en esas condiciones? – pregunto Abraxas mirándola de arriba abajo, el vestido de la niña estaba completamente cubierto de hollín y rasgado en una parte, sus pies estaban descalzos y su cabello estaba peor de lo que recordaba. Abraxas no se explicaba porque Tom dejaba a su hija vagar en aquellas condiciones por las calles al menos que él la hubiera abandonado, cosa imposible por lo que noto en el Tren cuando la descubrió. Algo tenía que haber ocurrido y él se encargaría de saberlo.

-Un Ga…To… - hablo con fuerza Hermione cerrando sus ojos por unos momentos escuchando su propia voz en esa lengua tan difícil de aprender.

-Un gato te izo eso. – pregunto observando como ella negaba rápidamente con la cabeza. Así que no le quedo de otra que seguir intentando. - ¿seguías a un gato? – intento una vez más. – ¿Sabes dónde está tu padre? – pregunto buscando la mirada a su alrededor.

-No… - susurro pálida Hermione mirando a su alrededor estaba completamente perdida, se había maravillado con tantas cosas hermosas y siguiendo ruidos y olores aque se olvido completamente de donde venia. O por donde regresar, su amo estaría enfadado con ella. Ante la perspectiva de Tom molesta su palidez se acentuó llena de temor.

- Que te parece si buscamos a su padre juntos señorita Riddle y quizás le pueda ayudar un poco con sus condiciones, dudo mucho que al joven Riddle le guste encontrarla de esa forma tan inapropiada. - hablo con tranquilidad limpiándola con un movimiento ligero de su varita, revelando que su vestido estaba gastado a pesar de lo limpio que lo había dejado.

-La… lam… la…mento las difi…cul…tades. – hablo apenada manteniendo un ligero sonrojo en sus mejillas preocupada moviendo sus manos con nerviosismo.

-Oh no tiene porque apenarse señorita Riddle para mi es un placer ayudar a tan encantadora señorita… que le parece si encontramos unos nuevos zapatos… no es apropiado que una hermosa damita camine descalza en estos lugares… se podría herir un pie…- susurro Abraxas dándole la mano a la niña. Una mano suave y algo fría lo que lo atribuyo a su falta de abrigo y al ambiente húmedo.

Abraxas no era tonto sabía que si por alguna razón la hija de Riddle desarrollaba sentimientos afectivos por él, tendría un punto con su señor. Con tranquilidad la escolto a la mejor tienda de zapatos y pidió los mejores para ella, se sorprendió por lo pequeño de sus pies y lo modesta que era al no querer abusar de su ayuda, al final solo pudo comprarle dos pares uno del tamaño de su pie y otro un poco más grande a petición de ella. Abraxas termino comprándoles medias largas y suaves seis pares para ser precisos de muchos colores. Después de una expedición por las tiendas de zapatos fueron a una tienda para niñas, donde había vestidos, faldas, blusas vistosas, capas y abrigos. Abraxas izo que Hermione se cambiara a regañadientes y termino por comprarle una docena entre vestidos y conjuntos, tallas pequeñas y grandes, la niña siempre pedía hasta dos tallas más grande que ella por ultimo Abraxas le pidió a una regordeta mujer con apariencia de tener hijos y ser abuela que le arreglara el cabello a Hermione. La lucha fue ardua y el sudor de la frente de la mujer fue notable, pero logro dominar el nido de cabellos el cual sujeto con un lazo azul y una cinta verde.

Abraxas sonrió al ver la pequeña, toda una señorita y sin duda muy hermosa. Sus labios rojos y ojos mieles grandes le hacían ver adorable. Sus risos bien peinados se veían suaves y brillantes. Su vestido azul cielo llegaba más debajo de las rodillas de mangas largas y encajes con adornos de mariposas. Unas medias blancas llegaban hasta sus boticas negras perfectas y para terminar su atuendo un hermoso abrigo negro y unos cómodos guantes de lana verde como la cinta de su cabello.

Abraxas se inclino y beso la mano de la pequeña Hermione quien rio fascinada. Luego de pagar todo los vestidos y el servicio extra Abraxas guio a Hermione hasta una concurrida posada para una merienda. Pidió con tranquilidad una taza de té y una biscocho de chocolate para Hermione que salto de la emoción cuando el dulce apareció frente a ella. Con manos temblorosas manteniendo una sonrisa en sus labios tomo una pequeña cucharillas corto el dulce con lentitud y se lo llevo a la boca con rapidez cerrando sus ojos al sentir la delicia del postre en su boca.

-¿Le ha gustado señorita Riddle…? – pregunto Abraxas dejando la taza de té a un lado para observar los modales torpes de la niña en la mesa.

-¡Si… es… es… delicioso…! – logro expresar sin separar sus palabras…

-Es grato saberlo… espero que la experiencia haiga sido gratificante… - continuo Abraxas mirando las compras junto a la mesa. Solo esperaba que Tom no tomara a mal su gesto. El solo había pretendido comprarle unos zapatos y un vestido, pero haber los ojos de la niña chispear con cada vestido que no pudo contenerle ningún capricho. Hasta el se vio ansioso por comprarle cada vez mas y mas…

-Estoy… agra… agradecida. Es un mago… bue…no. – concluyo disgustando con gran apetito el postre.

-Veo que el chocolate es su dulce predilecto…- menciono después de unos minutos Abraxas cuando la niña tomaba un vaso de leche…

-Si… padre no… gusta que… que coma…- concluyo sonriendo satisfecha.

-Vaya que tarde es, sin duda su padre debe estar muy preocupado señorita Riddle, será mejor que le busquemos. –Abraxas se levanto y luego corrió la silla de Hermione para que ella pudiera ponerse de pie con libertad. Recibiendo una sonrisa de agradecimiento.

Quince minutos más tarde Hermione se paro súbitamente frente a un mago corpulento y de mirara perversa, sin embargo ella no tembló ni se estremeció solo le miro con cuidado hasta que sus ojos se posaron en unos se sus bolsillos.

-¿Que quieres mocosa? – pregunto con molestia.

-Mi estimado señor, no es apropiado que se dirija así a tan dulce señorita. – pidió Abraxas con una sonrisa tensa pero en sus ojos se podía ver la advertencia que no permitiría que dañara a la niña que iba con él. Si algo le pasaba a Hermione, Abraxas estaba seguro que Tom lo maldeciría hasta más allá de la muerte.

-Entonces usted debería ser más cuidadoso en no dejar que se atraviese en mi camino. La podría aplastar con un chasquido. – hablo con frialdad el hombre notando la mirada de la niña fija en el bolsillo de su abrigo. Con una sonrisa cruel metió la mano en ese mismo bolsillo y saco la criatura que mantenían en el, quizás un pequeño susto ensañaría a la mocosa a no ser tan molestad y no volverse a cruzar en su camino. Sin embargo nadie le preparo para la sorpresa que le invadió cuando la pequeña sonrió y susurro en una lengua escalofriante a la serpiente y esta le respondió con excitación.

-¿Cuanto desea por la serpiente? – pregunto Abraxas posando su mano sobre el hombro de Hermione para que callara. No era conveniente que oyeran hablar en aquella lengua en lugares públicos donde podía escucharla personas indeseables.

-No está a la venta. – rugió molesto por perder su tiempo cuando tenía negocios importantes que realizar.

-Le aseguro que puedo darle una considerable cantidad de galones por ella. – insistió Abraxas tomando una pose de hombre de negocios dispuesto a negociar.

-Que le hace pensar que aceptare. Esta serpiente la he traído desde muy lejos… - frunció el señor sin entender que se traían esos dos y esa niña le estaba inquietando, haberla escuchado susurrar fue escalofriante.

-Le aseguro que puedo pagar su precio… - concluyo Abraxas mirando el brillo de la codicia en los ojos de hombre.

-Si usted insiste. Serán 15 galones aquí mismos. – hablo con firmeza el hombre observando los ojos de Abraxas quien asintió sin perturbación alguna.

-Un precio razonable por la felicidad de mi hermosa acompañante. – sonrió Abraxas extrayendo del bolsillo de su capa una pequeña bolsa con el pago ofreciéndole al mago que le arrebato la bolsa con rapidez para contar los galones. –Tomo tu regalo preciosa. – alentó Abraxas a Hermione que asintió emocionada sin embargo el mago alejo la serpiente rápidamente de ella.

-No creo que la niña deba tomarla, es una serpiente mágica muy venenosa y peligrosa.- - comento el hombre asombrado por la poca racionalidad del mago al pedirle a la niña que tomara a la serpiente.

-Le aseguro que no le hará daño, si es tan amable cumpla con su parte del trato. – exigió Abraxas con firmeza.

-Bueno si muerde a la niña y muere será su responsabilidad yo he cumplido con advertirle. – hablo molesto el hombre entregándole a la serpiente a Hermione que deslizo por su mano con tranquilidad enrollándose en su muñeca.

Abraxas suspiro, la noche se acercaba, debía de llevar a la pequeña con Riddle.

Tom sintió por quinta vez el llamado de Abraxas en la tarde. Frunció el ceño y regreso la llamada, su ira iba en aumento y quizás podría descargar su furia en el por su constante molestia. A demás estaba el hecho que no había asistido a su trabajo en la tarde por buscar a su Hermione.

En la oscuridad de un callejón cercano a la casa donde vivían Tom vio a su seguidor caminar con su cabeza en alto sin su típica mueca de asco en su rostro. En él solo había una amable sonrisa mientras que hablaba con alguien. Tom siguió la mirada de Abraxas encontrándose con una hermosa niña que sin duda alguna era su Hermione que caminaba con pasos saltarines como una libre en su dirección. Claro que el semblante de ambos individuos que habían producido tanta ira en esas pocas horas cambiaron sus sonrisas por la palidez en sus rostros a causa del terror que les produjo ver su semblante iracundo.

Tom tambien noto las nuevo vestido y abrigo de Hermione, su cabello hermosamente peinado y una pequeña bolsita colgando de su mano. Sus ojos viajaron hacia el rostro de Abraxas y camina hacia el tenso.

-¿Por qué mi hija estaba contigo sin mi consentimiento señor Malfoy? – pregunto Tom con frialdad tratando de controlar el temblor de su mano por tomar su varita y maldecir al mago.

Continuara…

N/A:

¡Hola! Si se que preguntan qué hago yo con otra historia cuando aun no termino las otras… muy simple esta historia ya está terminada y cuenta con cinco capítulos de veinte paginas cada capítulo… así que porque esperar más tiempo. Así que aquí está este nuevo trabajo, que como verán no es algo que ustedes haiga leído en otra historia… les aseguro que la historia es muy original aunque sigue la secuencia de los libros, la historia no se alejara mucho de la trama real de Harry Potter… pero si tiene un giro inesperado… así que espero sus reviews… deseo saber si es del agrado de ustedes mis estimados amigos… sin más que decir le agradezco a todos por leer besos… les quiero… oh y feliz año nuevo… que la suerte y la felicidad estén siempre de su parte…