Los siguientes fics participan del reto #29 "Viñetas"; del foro "Alas negras, palabras negras".

Disclaimer: los personajes son propiedad de George R. R. Martin

#Nerviosismo-Theon

Qué bien, Theon. Temes a un hombre, a un HOMBRE. ¿Adónde quedo ese jovencito valiente, con aires de arrogancia y diestro con el arco? Lejos, muy lejos. Atrás se enterraron tus días de gloria, lujuria, soberbia, pasión… ¿Falta algo más?

Observas con ojos abiertos como platos la posición del cuchillo que besa con frialdad la punta de tus dedos, próximo al terror. Tu verdugo sonríe. Puedes ver la hilera de dientes, sorprendentemente blancos. Completos. Tú tenías una dentadura bonita, sumamente encantadora. Ni un diente roto, mucho menos muelas cariadas.

«No me gusta tu sonrisa» te dijo un día, frunciendo el ceño. «Mi padre me contó de ti. Te reías en su cara, ¿No? Ni falta hace que niegues. Le haré un favor, y me lo agradecerá.».

Te ordenó que abrieras la boca. Te negaste, ladeando la cabeza. Eso enfadó al bastardo, que muerto de risa, te rompió los dientes de un mazazo.

Y luego llegó la extracción de muelas. ¡Ay, que doloroso! Creías que no había nada peor que eso, hasta que tus dedos comenzaron a desprenderse de su piel a fuerza de la navaja.

Retornas al presente, percibiendo las piernas flaquear. Los nervios se apoderan de todos tus sentidos, convirtiéndote en una muñeca de trapo, perdiendo el relleno de su interior y descociéndose poco a poco.

Quieres gritar, reír. O llorar. ¿Por qué no ambas cosas a la vez? Accedes a tu única herramienta casi servible: la suplica. Sí, deberá tener compasión, ¿No?

─Por favor señor, por favor─ caes tan bajo que lo llamas "señor" cuando no es más que un asqueroso bastardo. Lo consideras así. Si te atrevieras a decirlo…

Esa mirada de hielo te traspasa, tan serio de repente. La sonrisa se le borra del rostro y te lamentas por osar abrir la boca.

─ ¿Señor?─la indignación se palpa en su fina voz. ─Repítelo, por favor.

Repites obediente como un perro faldero. Si tuvieras rabo lo meterías entre las piernas.

Y lo comprendes tarde, DEMASIADO tarde. Ramsay estira las comisuras de sus labios de esa manera especial que conoces tan bien. Cada gesto, mirada y palabras que emite su ser la analizas con la precisión justa.

En un rápido movimiento, imperceptible a tus ojos presos de los nervios, raja la epidermis de tu dedo corazón. El ardor insoportable te azota incansable, ardiente.

El procedimiento es el de siempre: dejará la carne expuesta al aire, para que continúe quemando, punzando, acongojando tu pesar.

Te cumplirá un último deseo. Pides el alivio que tanto anhelas.

─Córtalo, por favor.