Hola nuevamente a todos. Aquí su servidora se reporta nuevamente con un oneshot de Naruto protagonizado por los fundadores de Konoha (aun son mis personajes favoritos hasta la fecha, no me juzguen XD), pero esta vez desde una perspectiva distinta. Desde la perspectiva del mundo alterno de Road to Ninja. Hasta ahora nunca he visto un fanfic así de estos dos, pero apenas sí son ligeramente mencionados en muy pocos fanfics de RTN, y bueno... cuando lo hice consciente mi mente comenzó a trabajar sobre el concepto.
Este es el primer oneshot en que me excedo de las 3000 palabras.
Summary: Diferentes personalidades, mismo destino. Diferentes perspectivas, misma visión. El camino que les tocaría padecer a dos niños pacíficos que nacieron y vivieron en medio de una guerra interminable. "Para él, Madara era como un regalo del cielo... Espera no, eso sonó bastante mal."
Disclaimer: Naruto y sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
En un tiempo de la historia que siempre sería recordado por una guerra sin fin, existían los ninjas. Ninjas que provenían de distintos clanes, y entre clanes había continua enemistad. Eran tiempos hostiles donde muchas veces se tenía que dormir con un ojo abierto y la esperanza de vida era bajísima, días en los que los hijos morían antes que los padres, y días donde nunca sabías si vivirías para ver un nuevo amanecer.
Existían dos clanes que sobresalían entre todos, eran clanes enemigos y rivales desde los días del sabio de los seis caminos. El clan Senju, descendientes de Ashura Otsutsuki, y el clan Uchiha, descendientes de Indra Otsutsuki. Leyendas ninja, hijos del dios de los shinobis, bla bla bla. Lo hemos oído ya en otro lado (literalmente) pero eso no es lo importante, mejor regresamos al presente.
Había un niño en el clan Uchiha que era muy particular, su nombre era Madara.
Madara era un niño de naturaleza pacífica, amable, humilde y con un gran corazón. ¿Quién no amaría al hijo del líder del clan Uchiha? Siempre era bienvenido un niño que se preocupaba por su gente y le comunicaba las necesidades de ellos a su padre. Claro, varios de los shinobis más orgullosos del clan -especialmente los ancianos del consejo- lo miraban con menosprecio por su naturaleza, lo consideraban un niño débil que no tendría futuro, y le querían lavar el cerebro al líder del clan para que desistiera de su hijo y pusiera a Izuna en la línea como sucesor al liderazgo.
Pero no había nadie más en el clan que sintiera mayor amor que Madara.
Madara Uchiha era un amor.
Sin embargo, tras la muerte de su madre el día que ninjas del clan Hagoromo se infiltraron al territorio de los Uchiha, y que por poco mataran a su hermanito menor frente a sus ojos después que derramaron la sangre de su progenitora, -aun herido en el corazón, pero muy determinado- decidió dejarse entrenar por su padre y por los mejores ninjas del clan para volverse fuerte y defender a los seres queridos que le quedaban.
Odiaba la violencia, odiaba la idea de derramar sangre.
Pero tuvo que aprender por supervivencia.
No estaba interesado en asesinar a sus enemigos, sino detener esta locura.
Esa era su motivación para despertar por las mañanas,
Esforzándose siempre y viviendo como si fuera el último día.
Eso es algo que su padre, Tajima Uchiha, no comprendía. Muchas veces quiso hablar con él, razonar diciendo que no le encontraba sentido el seguir en una guerra encarnecida contra los del clan Senju.
Pero su padre no le hizo caso... o al menos eso aparentó no hacer.
Lo que Madara no sabía, es que su padre Tajima hace mucho tiempo abandonó toda esperanza de formar alianza con los Senju por la crueldad que la vida tuvo para con su generación, y que en el fondo este le alegraba de ver que su hijo Madara todavía retenía sus anhelos de conseguir la paz antes que dejar nacer el deseo de reclamar a los Senju la sangre de sus hermanos mayores.
Madara también era considerado como un "llorón", es emocional, y no teme demostrar lo que verdaderamente siente -el mocoso no tiene pelos en la lengua cuando se lo propone, por eso lo aborrecen tanto los del consejo Uchiha-, y si no fuera por su gran poder y talento a su edad, sería considerado como la oveja negra del clan. Era pacifista y siempre con una sonrisa en su rostro cuando podía, encantador a los ojos de las niñas de su edad y un niño adorable a los ojos de las ancianitas (las pocas que habían llegado a esa edad milagrosamente).
Desde que aprendió las artes ninja, Madara siempre se esforzó por proteger y resguardar las vidas de su gente dentro del territorio del clan, a los civiles y a su hermano, especialmente cuando los adultos marchaban a la batalla.
Sin embargo, eso no evitó que un día Izuna -quien apenas estaba aprendiendo lo básico para la batalla- tuviera un enfrentamiento prematuro contra un niño del clan Senju que mandaron a que se infiltrara...
Un niño albino que tenía cerca de la misma edad que Izuna y era bastante firme al atacar, sin embargo de alguna manera este evitaba matar a su contrincante -Izuna- a pesar de haber tenido varias oportunidades. Madara siempre pensó que los Senju eran despiadados contra los Uchiha, sus enemigos más encarnizados del resto.
Y no estaba equivocado, porque muchas demostraciones tuvieron cuando muchos de su clan morían por los Senju.
Sin embargo, a pesar de que logró derribar a Izuna, este niño Senju vaciló y se detuvo en el último momento —pudo ver el temor en sus ojos, un temor similar al que Izuna padecía y disfrazaba de falso desprecio hacia los Senju—, su pulso temblaba mientras sostenía su katana.
Izuna se quedó inmóvil en el suelo, consternado por la vacilación de su contrincante —que resultó que era un buen rival—; ese niño de pelo blanco solo tenía que darle el golpe de gracia con esa katana y todo terminaría para él... pensó el Uchiha menor, sin embargo a quien veía en ese momento no era a un shinobi… sino a un niño que estaba espantado con los horrores de la guerra.
Igual que él…
Por poco ese mismo niño es asesinado por un Uchiha que le llegó por detrás, e Izuna vio eso con horror —y el deseo reprimido de gritarle al otro niño que se quitara del camino—; pero solo no fue eliminado porque otro niño Senju un poco más grande llegó de repente para salvarlo y quitarlo de la línea de fuego.
—¿A-Anija?
El de pelo castaño que tenía una mirada firme y severa, suavizó su semblante para con su hermano, y declaró.
—Nos vamos...
Eso alarmó al albino, hacer eso sería ir en contra de las órdenes del jefe.
—P-Pero... padre dijo que...
—Me importa muy poco lo que diga ese anciano decrépito —advirtió el chico mayor con el ceño fruncido, sobresaltando un poco al menor. —Dije que nos vamos. —dicho eso, Tobirama suspiró con resignación y temor. Y luego de realizar unos sellos de manos, los dos hermanos Senju desaparecieron del lugar.
Madara no logró prestar mucha atención a lo que pasó por estar preocupado por Izuna en medio de la batalla, quien se había reincorporado poco después, pero pudo atestiguar el acto de protección de un hermano mayor para con su hermano menor —uno del que era bastante familiar—, y también vio el rostro del otro niño... que tenía peinado ridículo, por cierto.
Hashirama Senju era un niño serio y tranquilo, que se vio obligado a madurar demasiado rápido y fortalecer su carácter, pero era algo que se esperaba del primogénito de Butsuma Senju, y también porque tenía que ser el baluarte de sus hermanos menores. Especialmente en el baluarte de Tobirama, quien era un niño de espíritu frágil y era tan transparente a su edad que a leguas se podía notar su disgusto, desacuerdo y temor a los horrores diarios de la guerra. Y esto se pronunció más después que sus hermanos menores Itama y Kawarama murieron en batalla de una manera bastante cruel.
El líder del clan siempre se avergonzaba de la debilidad de su segundo hijo frente a la muerte —lo consideraba un cobarde, menospreciando así las virtudes que sí tenía— y siempre quería reprenderle por eso —muchas veces con violencia física o verbal—, pero Hashirama nunca le permitió que le pusiera un dedo encima ni pisoteara su autoestima sólo por ser "débil".
Su hermano menor era lo único que le quedaba en la vida.
Una noche Hashirama y su padre discutieron bastante feo en su hogar a puertas cerradas, pero fue lo bastante fuerte para que el Senju menor escuchara todo desde su dormitorio.
—Tobirama es muy débil, no deberías aprobar esas actitudes Hashirama.
—¿Por qué lo llamas débil? ¿Acaso estás ciego para no ver lo hábil que es en combate?
Tobirama Senju no era débil en combate, al contrario, era tan fuerte como su contraparte de la dimensión principal. Era un ninja sensor muy bueno a su edad, incluso inventaba sus propios jutsus en secreto; y actualmente rivalizaba en poder y fuerza física contra Izuna Uchiha, el hijo menor -y prodigioso- del líder del clan Uchiha.
—Ciertamente tiene talento, y es un buen ninja sensor...
—¡¿Entonces por qué razón dices que es débil...?!
—¡Porque es un mocoso cobarde e inmaduro! ¡Le falta determinación para ser considerado un verdadero ninja!
Tobirama odiaba a los Uchiha, pero ¿acaso podían culparlo de sentir cierta aversión hacia tal clan? Su madre fue asesinada frente a sus propios ojos por un Uchiha a los 5 años, y solo no fue asesinado junto con ella porque Hashirama intervino a tiempo mientras su padre estaba lejos peleando contra el líder de los Uchiha.
Sin embargo, su odio era más angustia y dolor que rencor, una vez le confesó en secreto a su anija que deseaba que esta guerra inútil acabara pronto, para que ya no hubiese más niños que murieran ni sufrieran lo que ellos sufrieron al mancharse las manos con sangre... y que preferiría mil veces una alianza con los Uchiha antes que matarlos.
—Tobirama jamás había matado a nadie, así que es normal que vacile y tenga miedo, eso no es cobardía; y por si acaso lo has olvidado, sigue siendo un niño. ¡JODER! —Oh-oh. Hashirama dijo la palabra joder, obviamente estaba realmente enojado. —¡Nosotros aún somos unos niños, pero tenemos que ser tratados como adultos y pelear una batalla que no nos corresponde!
—¡A mí no me levantas la voz, mocoso!
—Le reclamas a Tobirama por su debilidad, ¡pero eres tú quien no quiere reconocer su propia debilidad! —Butsuma apretó los nudillos por esa respuesta. —¡Para mí él es más fuerte que tú, tiene la valentía suficiente para demostrar sus sentimientos y pelear aun cuando los demás lo menosprecian por su transparencia! ¡Es el orgullo lo que impide que seamos abiertos y sinceros unos con otros, y es ese mismo orgullo el que ha impedido el fin de la guerra y que se hayan cobrado miles de vidas inocentes!
El sonido de una fuerte bofetada resonó en el hogar del líder del clan Senju.
Poco después, Hashirama abrió la puerta del dormitorio suyo y de su hermano, y ahí encontró a Tobirama, despierto y con una mirada de preocupación.
—Anija... —y luego había dolor y culpa, desviando su mirada al suelo. —Papá volvió a golpearte por mi culpa... ¿por qué te esfuerzas tanto por un... débil?
Hashirama negó con la cabeza, y con una sutil sonrisa en su rostro se sentó en el suelo frente a él.
—No es tu culpa, 'Tobi'. Y no eres débil, eres fuerte e inteligente... no creas a las palabras vacías de ese viejo. Ya sabes que siempre ha sido un cabeza dura que no atiende razones.
Tobirama no dijo nada ni levantó la mirada, solo asintió en silencio.
Hashirama podía entender a Tobirama, en el fondo él tampoco tenía interés alguno en continuar echando leña a un fuego cuyos autores hace mucho que perecieron, así que le sonrió y lo abrazó, prometiendole en su silencio que encontraría la manera de conseguir la paz y proteger a la familia que le quedaba.
Le gustara o no eso a su padre.
Hashirama era considerado como el más fuerte de todos, incluso él mismo se convenció de ello, pero nadie sabía que él era fuerte por su hermano menor, y que soportaba el peso de ser el próximo líder del clan Senju solo por él.
Las bofetadas que recibía por su osadía casi diaria le dolían tanto física como emocionalmente —porque no es de piedra, a nadie le gusta ser golpeado por su padre—, pero más le dolía la idea de llegar a perder a su último hermano por el egoísmo de su progenitor.
De la misma forma que lo soportaba Madara Uchiha.
Luego de haber entrado en conflicto con su padre y de recibir unos buenos puñetazos por haber defendido a Tobirama, fue al río Naka a descargar su frustración lanzando piedras al agua.
Vamos, podrá controlar sus emociones y pensar fríamente antes de actuar, pero incluso él tenía sus límites; en especial cuando su padre reprendía duramente y sin conmiseración a Tobirama.
Las piedras revotaban en la superficie del agua y llegaban hacia el otro lado del lago, pero lo que quería Hashirama en su frustración y coraje era ver la piedra hundirse, no que revotara y cruzara al otro lado para permanecer.
La piedra representaba a su viejo, representaba a un corazón endurecido y necio, uno que no quería impune, sino que se quebrara en mil pedazos.
—Esta vez lo conseguiré, ¡Ahora sí! —exclamó lanzando con fuerza la piedra al río con esperanzas de hundirla. Pero triste su calavera, no se hundió, sino que revotó para cruzar al otro lado.
Una vena saltó de su sien por su centésimo intento fallido, y aun así continuó. Porque no solo no era tonto, sino también testarudo de intentar e intentar hasta lograr su objetivo.
Pero por estar empecinado en querer hundir las piedras que aventaba, no se dio cuenta de una presencia que se aproximaba al río... por las mismas razones que el Senju.
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Madara estaba con muchas cosas rondando por su cabeza, preocupado principalmente por lo que sería de Izuna en el futuro, pensaba en su padre que seguía negándose a escucharlo y además se escudaba —para variar— tras una fría mirada de indiferencia.
Esa misma mirada que se hizo presente en todo tiempo desde el día que su madre murió.
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Si tan solo...
¡Si tan solo su padre lo escuchara por lo menos una vez e ignorara las palabras de los estúpidos fósiles del consejo...!
Ya sabe lo que le dicen los ancianos a sus espaldas.
Lo consideran débil y lo maldicen diciendo que no tiene futuro, y que su hermano debería ser el sucesor del líder.
¡De ninguna manera dejaría que Izuna cargase con todo el peso del clan, solo porque a unos viejos orgullosos y egoístas se les daba la gana!
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Pero en ese momento escuchó un sonido del río Naka, y supo que había llegado a su lugar favorito para estar a solas y meditar en lo que haría en el futuro, en el caso de lograr vivir para conseguirlo.
Y escuchó el gruñido de alguien, seguido del salpicar del agua, y se escondió tras los árboles ocultando su presencia. Podía ser un enemigo, así que fue cauteloso al acercarse para descubrir quién estaba en su lugar favorito.
A quien vio no era otro que al hermano del niño Senju que combatió aquella vez contra Izuna —y que su padre le reveló después que era un hijo del líder de los Senju—, así que debía ser el primogénito de Butsuma Senju.
El Senju con peinado ridículo, y que para el colmo también tenía muy mal gusto para la moda.
Sí, también en este mundo Hashirama tenía gustos bastante pobres a la hora de vestirse, y Madara seguía creyendo lo mismo.
En ese momento, escuchó el sonido de un kunai clavándose en el tronco del árbol donde se escondía, y Madara se sobresaltó poniendo los ojos en blanco por unos instantes, y luego pegó un grito cuando sintió que fue tacleado y cayó de espaldas al suelo.
El Senju castaño estaba encima de él, sosteniendo un kunai cerca de su cuello y con el ceño fruncido como se le veía en combate, pero después su mirada fría cambió a una de confusión.
—Tú... eres el Uchiha del otro día. —murmuró, y en ese momento Hashirama se cuestionó si apartar el kunai o no. Era su enemigo, sí, pero no llevaba protección en su cuerpo —entiéndase, armadura— ni le discernía intenciones de pelear a muerte. —¿Qué estás haciendo aquí?
Madara hizo un mohín con los labios, y aún tirado boca arriba alzó su brazo para señalarlo con el dedo.
—Yo debería decir eso, ¿qué estás haciendo TÚ aquí? ¡Este es mi lugar favorito por si no lo sabías, cabeza de tazón!
A Hashirama le dio un tic en el ojo por la respuesta que recibió, retirando y guardando su kunai.
—¿Cabeza de tazón? —casi le dieron ganas de sonreír por la molestia que sintió, el Uchiha era bastante audaz (o tal vez solo era estúpido) para estar retándolo en una posición bastante desventajosa.
Madara asintió.
—Eso mismo, tu cabeza parece un tazón de cereal. —para ese punto Hashirama ya se le había quitado de encima, y ahora estaban de pie avanzando hacia la orilla del río. —¿Quién te cortó el pelo? ¿Tu hermano?
Otro tic en el ojo. Lo acaba de conocer de cerca, ¿y lo primero que hace es insultar su pelo? Qué chico más descarado.
—N-No... yo mismo me lo corté. —en su momento quiso considerar pedirle a Tobirama que le cortara el pelo, pero luego recordaba que el chico tenía pelos de erizo por naturaleza -que nunca se peinaba- y se le pasaba.
—¡Pues está horrible! —Pero sí será este mocoso irrespetuoso... —Deberías dejarte crecer el pelo, o te verás ridículo cuando crezcas. —¿Ah? ¿Con que el Uchiha hablaba del futuro? Qué extraño de su parte, considerando que bien ese pelos de erizo que le tiró tinta un pulpo podría tratar de matarlo en ese instante si quisiera. —No quiero que en el futuro mi enemigo mortal luzca pésimo y pasado a la moda.
En ese momento Hashirama Senju tenía una magnífica cara de poker.
Obviamente Madara estaba bromeando, pero por el viejo de los seis caminos... ¡¿Cómo podía estar de gracioso luego del susto que le pegó?!
El chico debía estar loco, es la única explicación que tiene sentido... o eso cree.
—Umm... Oye, cabeza de tazón.
—Hashirama. —espetó el Senju, cansado de pensar que las cosas no podrían complicarse más. —Mi nombre es Hashirama.
—¡Oh! Hashi, mucho gusto. —el Uchiha casi se rió cuando vio otro tic en el ojo del Senju por el mote. —Me llamo Madara. Se supone que no debemos dar nuestros apellidos, pero como ya sabes el mío, y yo el tuyo no creo que tengamos que molestarnos en guardar ese secreto... ¿verdad~?
Hashirama asintió, extrañado por la actitud del otro. Todavía recuerda al Uchiha desde el día que los dos por poco pierden a sus hermanos menores en medio de una misión de infiltración.
—Es verdad, Madara Uchiha.
—¡Jeje~! Me agradas, me agradas mucho, tazoncito Senju~. —Madara se rió cruzando los brazos detrás de la nuca, y con ojos resplandecientes. —¡Dijiste mi nombre completo! Seremos grandes amigos, de eso estoy seguro~
—Ay, cállate. —el Senju se llevó una mano a la frente, mientras el Uchiha soltaba una carcajada muy quitado de la pena.
.
A partir de ese día, fue que su camino se cruzó con el camino de Madara, el futuro líder del clan Uchiha.
Madara Uchiha era un verdadero enigma para Hashirama Senju.
Su primera impresión de él a distancia tal vez no fue muy significativo —vamos, estaba más enfocado en su hermano menor—, pero cuando lo vio de cerca en el río Naka lo primero que pensó de él es que era un idiota. Primeramente, por la forma en que reaccionó, las caras exageradas y graciosas que puso lo dejaron perplejo -no sabía si reír o llorar, así que se echó un gas—¡digo digo!, se conformó con no hacer nada-; y segundo, por su extraña manera de ser para tratarse de un Uchiha.
¿O sea que no era un emo vengador como los otros? Podríamos decir que por ahí va la respuesta.
Por eso no lo mató cuando pudo hacerlo.
Pero a veces le daba por querer arrepentirse de su compasión cuando este lo sacaba de quicio con sus chistes malos, pero después lo miraba fascinándose con una mariposa que se posaba sobre su nariz, y se le pasaba.
Es que, por favor, Madara en un estado de relajación, completamente libre de tensiones de la guerra ¡Era como un niño inocente!
De alguna manera, en el fondo le enternecía un poco (solo un poco) que el Uchiha —en este mundo de sangre y muertes— retuviera esa parte natural para alguien de su edad. Esa inocencia e ingenuidad hace tiempo que Hashirama la perdió cuando maduró de golpe al conocer a profundidad el cruel mundo de los shinobis.
Pero claro, más temprano que tarde, todos los del clan Uchiha tenían ese sello característico de siempre tomarlos por sorpresa. Aun cuando no se trataba de peleas.
—Esta parte del río es mi lugar favorito, —suspiró el Uchiha con una sonrisa risueña, mientras iba metiendo los pies en el agua y se sentó en la orilla. —¿Sabes por qué?
—Eso me dijiste el primer día. —contestó el Senju, imitándolo de sentarse en la orilla y meter los pies en el agua. Era relajante, y renovaba su desgastada paciencia de las tensiones de la semana. —Hmm... no, no lo sé, pero déjame adivinar. ¿Porque te encanta tirar piedras al río con la esperanza de hacerlas cruzar al otro?
—¡¿Qué?! ¡Claro que no! ¿Qué culpa tiene la pobre piedra con mis problemas? —contestó el Uchiha haciendo un mohín, aparentemente sintiendo pena por las piedras, objeto de la ira de uno. —Además de nada me serviría intentarlo, siempre que intento tirar las piedras estas se hunden y no cruzan al otro lado.
Hashirama permaneció en silencio.
—Este río es el único lugar donde puedo renovar mis ánimos, intentar olvidar los problemas, o al menos tratar de superar todas las desgracias de la guerra y los conflictos dentro del clan... —su lugar especial, como su santuario personal. —Últimamente frecuento mucho este río, me estoy estresando más de lo normal porque mi padre no se está dando cuenta del peligro que está corriendo él como Izuna. —y eso le enfurecía. ¿Cómo un portador del sharingan podía estar tan ciego? Eso no tiene sentido. —Ser el sucesor del líder no es exactamente de color rosa...
El castaño cerró los ojos, y esbozó una sutil sonrisa resignada.
—Bienvenido al club. —el Uchiha volteó a verlo confundido, a la vez que ladeó la cabeza como un perrito. —Yo también soy el sucesor en mi clan... pero me peleo bastante con mi viejo porque menosprecia a mi hermano menor, y eso siempre me enfurece, y cada vez que me pongo en la brecha por Tobi termino golpeado. —no solo sus mejillas dolían, sino también sus emociones, aunque siempre se contenía.
Madara se quedó mudo, con ojos de plato procesando lo que escuchó.
Retuvo el silencio meditando seriamente lo que acababa de escuchar del Senju.
—¿¡EEEEEEEH?! —pero claro, tratándose de Madara Uchiha, era muy malo para expresarse sin hacer un escándalo.
El Senju suspiró con fastidio.
—¿Ahora qué?
—¡Tú siempre te enfureces cada vez que nos vemos Hashi, me cuesta trabajo imaginarte sereno todo el tiempo...! —luego el pelos de erizo se detuvo en su mini discurso, y se llevó un dedo a la barbilla pensativo. —Aunque si lo pienso bien...
—Te equivocas, yo siempre estoy tranquilo y nunca me importan los insultos de los demás; pero mi viejo es el único que logra llegar a mí cuando se mete con Tobirama.
—... ya veo. —murmuró Madara pensativo, mirando de reojo a su compañero —Eso explica la marca de una bofetada en tu mejilla —luego enfocó su atención en el reflejo distorsionado en la corriente del agua.
—Y tú eres el único que me hace enfadar con tus tonterías porque así decidí que fuera.
Ok, eso no se lo esperaba.
—¿Ah, sí? ¿Por qué? —ahora tenía mucha curiosidad.
El Senju sonrió ligeramente con cierta burla.
—Eres como un bufón, el pelearme contigo por pequeñeces es como una terapia gratuita.
Madara pestañeó varias veces, y confundido levantó una ceja.
—Eh... ¿gracias, supongo? No sé si sentirme halagado u ofendido. —entonces le cayó el veinte de lo que realmente dijo el castaño, y se puso de pie molesto. —¡Un momento! ¡NO SOY TU PAYASO PERSONAL!
Pero su queja exagerada paró y su mirada indignada se esfumó cuando escuchó algo bastante poco común, una risa.
Hashirama se estaba riendo, y no era una risa tranquila. No, no, ¡No! ¡Era una carcajada!
—¡Madara...! ¡TE PASAS…! —dijo entre risas el pobre Senju que se estaba abrazando el estómago. El maldito Uchiha desde siempre le había causado mucha gracia con sus caretas, y él de mala gana se contenía casi siempre de reír.
¿Acaso no sabe el desgraciado que así no se puede mantener la seriedad por siempre?
Madara estaba sorprendido con lo que contemplaba, pero cuando se dieron cuenta los dos ahora se estaban riendo con fuerza como unos niños sin preocupaciones.
El Uchiha siempre sonreía, y se reía cada vez que podía, pero raras veces podía reírse con alguien libremente sin ser juzgado.
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No saben cuanto tiempo estuvieron riendo, pero rompieron el silencio unos minutos después de tranquilizarse…
—Vaya, nuestras vidas apestan. —se atrevió a declarar el Uchiha con una sonrisa. —En mi caso estoy peleado, no con mi padre sino con esos viejos fósiles que se autodenominan el consejo Uchiha porque le lavan el cerebro, y buscan persuadirlo de destituirme como sucesor y poner a Izuna en mi lugar. Por lo tanto, mi padre ya no me escucha, siempre hace oídos sordos cuando trato de razonar con él y advertirle. —por eso odiaba a esos ancianos, eran las únicas personas en el clan que no le causaban la más mínima gracia y lo ponían de muy mal humor. —Por causa de la guerra perdí a mi madre y a mis hermanos mayores… pero mi hermano menor sigue conmigo, y es una de mis razones por las que me esfuerzo por volverme más fuerte, y así poder llevar el peso del clan con éxito cuando llegue el momento —en ese momento el Uchiha se dio cuenta que el cabeza de tazón se le quedó viendo con evidente incredulidad. Y no pudo evitar reírse con una amplia sonrisa. —No todo el tiempo soy risas y alegría, ¿qué esperabas de mí, Hashi~?
El Senju parpadeó un poco sorprendido.
—Cállate —ordenó Hashirama algo nervioso con tambaleante autoridad. Luego soltó un suspiro. —Veo que no somos tan diferentes de lo que pensé... —aunque deteste admitirlo. Lo que quiere decir es que: ¡Son como el agua y el aceite! —Y deja de llamarme Hashi, ¿quieres? parece nombre de perro.
Y ahora sentía el calor subirse hacia sus orejas, solo esperaba que su cara no se hubiese puesto como un tomate, o el desgraciado no se callaría y sería todavía peor.
—Owwww~ ¿Al Hashi lindo no le gusta que lo llamen Hashi~? —tanteó Madara con un tono empalagoso haciendo el gesto de llevarse una mano al rostro, para molestar y deshacer la atmósfera serena y seria. —¡Qué tiernoooooo~!
—¡WOAAAH! —y tenía que ser el Uchiha, ¡Se le acaba de abrazar! Y para colmo ahora estaba restregando su mejilla contra la suya. —¡Madara, quieto! ¡QUIETO DIJE! —maldita sea, ese erizo descarado lo estaba haciendo perder el equilibrio con el peso de su cuerpo. ¡No recuerda que fuera tan pesado! Un momento, el agua, ¡El agua! —¡QUE NOS VAMOS A CAEEEEEEER!
¡SPLASH!
Bien... esto era una de las cosas que le tenía preparada la vida.
Un niño que parecía ser un ocioso, un cobarde,
y también era un payaso que casi nunca dejaba de sonreír,
Pero en el fondo estaba igual de loco que él para querer hacer realidad el sueño de su hermano menor...
.
El Senju emergió el agua con un silencio sepulcral, pero el Uchiha bien gracias, cuando este sacó la cabeza del agua seguía con esa sonrisa risueña aun visible, con evidentes ganas de reírse.
—¡JAJAJA! ¡Qué divertido! ¡Nos caímos al agua!
A Hashirama le dio un tic en el ojo y la ceja.
—¿Enserio? No me digas, si no lo dices no me doy cuenta. —dijo el Senju con sarcasmo y una sonrisa falsa, mientras una venita se pronunciaba en su mejilla izquierda.
—De nada, amigo. —para colmo Madara seguía siendo Madara, respondiéndole despreocupadamente luego de la graciosada que le hizo.
Pero después el Uchiha miró dentro del agua varios peces nadando, y entonces se puso de pie para remangarse y tratar de cazar peces de la manera tradicional.
.
Un niño que comprendía su dolor y su sentir por proteger a su último hermano,
Incluso el sentir de ponerse en contra de los deseos de su propio padre.
.
Fácilmente podría capturar varios peces utilizando estratégicamente un kunai o una vara, pero este niño necio quería experimentar lo que era emplear la técnica arcaica de utilizar solo las manos.
.
Para él, Madara era como un regalo del cielo...
…
Espera no, eso sonó bastante mal.
.
Hashirama sacudió varias veces con la cabeza para tratar de echar ese último pensamiento antes de volver a enfocarse en el Uchiha en cuestión, que todavía trataba de atrapar un pez en el río, pero batallaba para conseguirlo.
Era bastante torpe, ¡miren nada más! Se acaba de resbalar y darse otro chapuzón.
—¡WOAH!
¡SPLASH!
Síp, definitivamente es un torpe. Pensó mientras una gota de sudor bajaba por su sien.
Madara Uchiha podía ser un dolor de cabeza cuando se lo proponía (o sea, casi siempre), pero era un buen chico que era más consciente de lo que mucho le daban crédito.
Y también es un excelente oponente, cuando tenían sus sesiones de entrenamiento y practicaban taijutsu, Madara era alguien bastante difícil de doblegar, pero al final lograba ganarle... ¡A duras fuerzas!
Aunque luego tenía que aguantar los lloriqueos y pucheros del Uchiha porque perdía. Y después tenía que ignorarlo y evitarle la mirada, porque luego terminaba siendo chantajeado por esos ojos de cachorrito que el tramposo ponía.
En Madara encontró finalmente a un rival que le podía seguir el paso, y el Uchiha pensaba lo mismo de Hashirama.
Y resulta que tenía un punto débil bastante peculiar, no le gustaba cuando los demás se ponían detrás de él, le incomodaba a puntos escandalosos que luego no podía hacer sus necesidades -aunque no sea consciente de tener a alguien detrás suyo-, y luego se enfurecía.
Un Madara furioso era algo nuevo de ver, y admite que le divertía a su manera el verlo así.
Cuando eso pasaba, Hashirama se las ingeniaba para cobrarle todas sus bromas, aunque luego terminara escapando del Uchiha que lo amenazaba con arrojarlo al río desde gran altura.
—¡Ya conocerás mi estilo de agua, HASHIRAMA!
—¡¿Cómo que estilo de agua?! ¡Estás loco, MADARA!
¡SPLASH!
Mientras más convivían y se conocían, más se llevaban mejor.
Pasaron los días, las semanas, y los meses… y ellos continuaban viéndose en el río para entrenar, conversar, pelear por tonterías, y también… desde que encontraron aquella montaña y escalaron hasta la cima, empezaron a hablar y visualizar cómo integrarían a los clanes cuando haya alianza.
Una aldea, crearían una aldea que tendría un sistema bien pensado. Eso propuso Hashirama, pero al mismo tiempo sabía que no sería una solución perfecta, incluso se lo dijo a Madara.
—Hmm… tal vez no sea perfecto, ¡pero con el tiempo podremos arreglar esos desperfectos!
—Me imaginaba que dirías algo así… —comentó el Senju con resignación.
—¡Oh, vamos! ¿Por qué no intentarlo? Yo nunca podría haber pensado tan a fondo los detalles de lo que implicaría construir una aldea con todos los clanes aliados, como las políticas, el nuevo sistema para entrenar a los niños sin exponerlos a la muerte, la clasificación de las misiones de acuerdo a las habilidades de las personas, la distribución e integración de los clanes, los costos de construcción e instalaciones, contactar con el señor feudal del país del fuego. —enumeró el Uchiha con los dedos como le fue posible. —¡Es una idea estupenda!
—Podrá ser cierto, pero existe el riesgo de que las guerras puedan escalar a un nivel mucho más grande.
—Pero con una aldea sería más fácil cuidar a nuestros hermanos. ¿No lo crees?
—Es verdad. —dijo finalmente esbozando una sonrisa liviana, relajando sus facciones. —Madara, a veces no entiendo cómo puedes ser tan optimista todo el tiempo.
El Uchiha parpadeó varias veces.
—Pues yo a veces no entiendo cómo puedes subestimarte y ser tan amargado todo el tiempo.
Otra vez frunció el ceño por ese comentario.
—Sí serás…
…
Hasta que llegó ese día malo...
El día que por poco pierden las esperanzas a tal punto, que perturbó en sobremanera al Uchiha y lo sumió en una profunda angustia.
Una angustia que mantuvo callado a Hashirama para escuchar lo que estaba quebrando a Madara en ese momento.
—Mi padre ya está sospechando de mis salidas frecuentes al río. —informó con el semblante decaído, algo extraño tratándose de Madara. —Jah… tanto tiempo se tardó en darse cuenta que su hijo no llegaba a casa sino hasta mucho tiempo después... —añadió con una sonrisa que reflejaba amargura mientras agachaba la cabeza. —¿Para qué me molesto en sorprenderme?
Hasta ese punto había llegado la influencia de esos ancianos decrépitos, de ser negado hasta como hijo en casa. Solo porque Izuna siempre estaba ahí presente para él, no terminó volviéndose loco por el sentimiento de soledad y rechazo que experimentaba en su hogar.
No es que fuera una frágil figura de cristal que dependía urgentemente de la aceptación de su padre, pero la negligencia de un padre no traía consecuencias positivas en la psiquis de los hijos.
E Izuna tampoco se volvió loco porque tenía a su hermano que siempre regresaba a casa recibiéndolo con un abrazo de oso, y con su presencia llegaba a opacar la soledad que luego se experimentaba en casa por ausencia del progenitor de ambos.
—En cualquier momento puede mandar a un espía que me siga y vaya por ti. —le advirtió con un sereno pesimismo. —Por eso me temo que hoy pueda ser la última vez que nos volvamos a ver así...
—Madara…
—...
Las cosas se habían puesto demasiado graves para los dos, y de alguna manera ocurrieron de manera sincronizadamente.
La tarde del día anterior luego que Hashirama regresaba de su ida al río, Tobirama se le acercó con cierto temor, y le dijo que su padre quería hablar con él. Claro que eso no le dio un buen augurio.
Resulta que el viejo desgraciado se había enterado de sus salidas y de su amistad no muy bien vista con el Uchiha; lo sometió a un interrogatorio y le preguntó si ya sabía a qué clan pertenecía, y le respondió que sí lo sabía desde el principio y que no le importaba.
Obvio que las cosas no acabaron nada bien con su respuesta.
Butsuma Senju le dio una fuerte bofetada y le ordenó que la próxima vez que volviera a ver a Madara, lo matara cuando tuviera la guardia baja. Obvio que eso le cayó como un balde de agua fría, esa era una orden, era una misión.
Tobirama también se horrorizó con la orden, pero guardó silencio en todo el proceso y solo se limitó a mirar con preocupación a su hermano.
Hashirama no podía matar a su mejor amigo.
—¿…Qué te dijo tu padre? —preguntó el Senju, con cierto temor de la respuesta que ya anticipaba recibir.
El viento sopló, levantando varias hojas verdes y llevándoselas en una dirección.
—Mi padre… mi padre dijo que es el tiempo de ir en serio… que vamos a estar peleando a muerte principalmente con tu clan, eliminar a su descendencia y borrarlos del mapa sin importar los sacrificios que tengamos que hacer. Incluso tener que matar a un ser muy querido… a tu mejor amigo… o a tu amante… con tal de obtener mayor poder.
Angustia y desesperanza.
Una angustia que lo marcó con algo que lo acompañaría por el resto de su vida.
—Cuando ese tiempo comience, me veré obligado a matarte… —en el momento que levantó su mirada, lo que vio sorprendió a Hashirama.
Esos ojos que siempre eran alegres y de color oscuro, habían cambiado a ser de color rojo con un tomoe en cada uno.
Los ojos que reflejan los sentimientos, el Sharingan.
—Madara… tus ojos…
El Uchiha pestañeó un poco confundido, y sacando un kunai miró el reflejo de sus ojos, y descubrió que despertó el sharingan antes de tiempo. Y se quedó en silencio por un momento.
Era un dojutsu bastante intimidante, unos ojos que normalmente inspiraban temor cuando eras mirado fijamente por ellos.
—Jeh… supongo que las cosas se van a complicar más a partir de este momento… —murmuró volviendo a agachar la mirada.
Sin embargo, en el caso de Madara... era distinto. Se veía bastante... frágil, dominado por sentimientos negativos.
En ese momento, Hashirama se dio cuenta de algo. Que Madara era similar a su hermano menor, era un niño bastante sentimental que en verdad se tomaba mucho más enserio lo que ocurría, mucho más que el mismo Hashirama.
No pudo soportarlo más, lo había dominado la desesperación al verlo darse media vuelta para partir quizás para siempre.
Así que se apresuró y extendió su brazo para tomarlo de la muñeca.
—¿Hashirama…?
Y lo atrajo hacia sí, capturándolo en un abrazo.
—¿Quien dijo que después de esto ya no habrá más esperanza? —preguntó mientras reafirmaba más su abrazo. —No soy una persona optimista, y tú lo sabes muy bien… pero quise creer que aún había esperanza, y quiero seguir creyendo. —Quiere seguir creyendo que las cosas pronto cambiarán, quiere seguir creyendo que todo lo que soporta para proteger a su familia valdrá la pena. —Desde el principio sabíamos de ante mano que éramos enemigos, ya sabíamos que tu clan mató a mis hermanos y que mi clan mató a los tuyos, pero tomamos la loca decisión de llegar a comprendernos y volvernos amigos... ¿pero por qué hicimos eso...?
—...
Madara se mantuvo callado… pensando en la pregunta, cuya respuesta ya sabía.
—Porque hicimos a un lado el orgullo de nuestros clanes…, tenemos la esperanza de llegar a adultos y poder hacer lo que ninguno de nuestros antecesores quiso hacer.
Eso lo saben muy bien, pero una vez más quería escucharlo para seguir recordando la razón para retener aquella esperanza que querían quitarles con crueldad.
El de pelo oscuro se mordió el labio inferior, y pequeñas gotas transparentes descendieron en líneas delgadas por mis mejillas.
—Hashirama, e-eres un idiota... —espetó antes de ocultar su rostro aferrándose a su mejor amigo.
Porque sí, ese Senju medio amargado con peinado de tazón de cereal era su mejor amigo.
—Tú lo eres aún más... nunca podría matarte, así que más vale que te esfuerces y te hagas bien fuerte, para que no te mate el día que me obliguen a pelear contra ti. —pero si será estúpido, ahora él también estaba llorando.
Él, Hashirama Senju, derramando lágrimas por primera vez en mucho tiempo. ¿Pueden creerlo?
Estúpido Madara Uchiha, cómo lo odia por hacerle esto. No había vuelto a llorar desde el día que su madre murió.
—Jeje... igualmente tú, nuestros padres no tendrán clemencia... —comentó el Uchiha sin abrir los ojos, pero curvando una sonrisa sin llegar a cesar el abrazo. —Los dos somos unos verdaderos idiotas...
.
Hablando de idiotas...
—Hmm… puede que lo seamos… —dicho eso, el Senju se apartó un poco sujetándolo por los hombros, y luego de soltarlo se dispuso a retirarse lo que parecía ser un collar, y se lo puso al Uchiha.
—¿Y esto…? —murmuró consternado, sujetando con dos dedos esa gema verdosa del collar que lucía muy valioso.
—Tómalo… mi madre me entregó dos collares idénticos, me dijo que le diera uno a las dos personas más importantes de mi vida. —respondió, y casi sonríe cuando lo miró contemplando el brillo de la piedra. —Uno se lo di a mi hermano, y este ahora te pertenece…
—Hashirama… —¿Tan valioso es? Entiende que hayan llegado a ser mejores amigos, pero aun así. No, no, no, no. —¿Por qué me entregas algo tan valioso? Si perteneció a tu madre, entonces no puedo aceptarlo.
El Senju hizo el esfuerzo de no golpearse la frente con la mano.
—¿Eres un despistado, o te haces? Creí que fui lo bastante claro contigo. —porque ni en un millón de años le diría directamente que lo quería demasiado y que era valioso en su vida. Si apenas con Tobirama llegaba a demostrárselo no tan directamente lo importante que es para él. Para algunas cosas mandaba al diablo el orgullo, pero para otros aun lo retenía.
Madara sonrió gentilmente.
—Lo sé… —entiende lo que quiso decirle, lástima que no puede oírlo explícitamente. —Ya que insistes tanto, amigo mío… —porque ese Senju seguía siendo igual de encantador como en el primer día. —No olvides proteger a tu hermanito, ¿entendiste? Más vale que lo hagas.
—No tienes que decírmelo. Lo haré... Y tú también, no olvides cuidar al tuyo.
Por supuesto... ¿por qué otra razón estaría soportando esa carga sobre sus hombros de ser muy diferente a los de su clan?
—Eso jamás lo olvidaré...
…
Sus caminos se verían separados para reencontrarse en la guerra.
Intercambiarían katanas en lugar de saludos.
Lanzarían kunais explosivos en lugar de piedras al río.
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Pero aún tenían esperanza.
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Probablemente en los años venideros estarían luchando a muerte uno contra el otro.
Probablemente el amargado de Hashirama le vaya a hacer caso y se deje crecer el pelo.
Probablemente el payaso de Madara dejará de parecer un erizo para volverse un puercoespín.
Probablemente sus hermanos menores logren volverse mucho más fuertes y sobrevivan a la intensidad de la guerra.
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Pero algún día esas guerras terminarán.
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Algún día la gente se cansará en su corazón y ellos culminarán con las muertes innecesarias.
Algún día lograrían la alianza más importante y fundarían un nuevo hogar.
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Porque desde siempre ellos habían luchado por la paz.
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El sueño de dos niños que casi lo pierden todo… a la realidad lo han de llevar.
Todo por conseguir que todos puedan llegar a comprenderse unos a otros.
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Todo por conseguir la verdadera paz.
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~FIN~
Nota final: ¿Reviews? ¿Tomatazos? Vamos, mi cabeza no me estuvo fastidiando por dos días con apresurarme a escribir esto antes de que pudiera sufrir un posible bloqueo mental para que al final sea ignorado.
¡Ok no! XD. Espero que les haya gustado aunque sea un poco.
PD: Si alguien se pregunta si "¿esto es Hashimada?" Pues, eso se los dejaré a su imaginación XD.
D.P.I.Y.O.N: ¡Muchas gracias por tu review! La verdad ya ha pasado mucho tiempo desde que escribía algo sobre este par, pero me alegra mucho saber que te haya gustado el pequeño experimento Road to Ninja (y no sabía que por mis fics llegaste a amar el Hashimada) ;w;. Admito que fue un poco extraño (salir de la zona de confort al) escribirlos con las personalidades cambiadas, pero fue divertido para mí. (Y sí da nostalgia que llegas a recordar el capítulo 367 en adelante)
