Phineas y Ferb no me pertenece. Hago esto sin fines de lucro.
Te lo dije
Candace iba vestida de un vestido color rosa como dama de honor para la boda de su hermano con Isabella. Se adentró en la casa con gran agilidad, subió las escaleras y llegó hasta el cuarto dónde se encontraba la novia con su perfecto vestido color blanco, largo y su cabello perfectamente peinado.
—¡Candace, llegaste! —La abrazó con fuerza. Era increíble que ambas una vez más grandes, llegaran a tener una gran amistad a pesar de la diferencia de edad.
—No podía fallarte en un día tan importante —comentó a la vez que le señalaba una silla para que se sentara—. Ahora, empezaré con mi trabajo —dijo y la empezó a maquillar. Ella quería que su futura cuñada se viera hermosa en el mejor día de su vida.
La peliroja veía el reloj constantemente para saber si todavía estaban a tiempo para llegar a la iglesia. Aunque siempre era costumbre de que las novias llegaran un poquito tarde para espantar al novio.
Sonrió al observar a la joven frente a ella: se veía realmente hermosa. Su hermano quedaría impactado.
—Estás lista, Isabella.
Ella se miró en el espejo y le gustó lo que vio. Le dio la espalda a su reflejo y le dijo a la adulta frente a ella. —Muchas gracias, no lo podía haber hecho sin ti —y la volvió a abrazar.
—Bueno, vámonos. El carro está listo.
El camino se le había hecho largo a Isabella. Ya quería llegar a la iglesia: estaba ansiosa, feliz, nerviosa, entre muchas emociones más. Era tanto su alegría que no podía parar de sonreír desde el día anterior.
Se miró en el espejo por enésima vez, quería cerciorarse de estar completamente hermosa para su novio. Siempre deseó casarse con él, siempre le había querido y cuándo él le había propuesto matrimonio fue sin duda alguna la mejor noche de toda su vida.
Observó a Candace junto a ella; su próximamente cuñada y su cupido. Era increíble como esa chica había podido hacer de todo para juntarlos a ellos dos.
De repente recordó algo que le había dicho a Candace mucho tiempo atrás. Y sonrió al pensar que había tenido razón.
El carro se detuvo lo que indicó que sin duda alguna había llegado a su destino. Los nervios incrementaron y más cuándo bajó del auto y vio el camino que seguiría del brazo de su padre hasta el altar dónde se encontraba Phineas, el amor de su vida.
—Candace…—le susurró a su dama de honor antes de que la música empezara. La aludida la miró animándola a proseguir—. Te dije que me casaría con Phineas —y le sonrió al momento que la música empezaba.
La adulta comprendió a que se refería cuándo sus hermanos habían arreglado la máquina del tiempo y se habían encontrado con los futuros hijos de ella. Sonrió al recordar que le había dicho a Isabella que probablemente se casaría con Ferb. Pero ahora se daba cuenta de qué no debía de haber dudado de lo que —en ese entonces— la pequeña le había dicho.
Sonrió cuándo los vio a los dos juntos diciendo sus votos de matrimonio.
Sí, Isabella se lo había dicho.
Hace poco volví a ver el capítulo con mi sobrino. Fue divertido pensar en la escena y dije que necesitaba escribirla. Espero les haya gustado y si pueden dejarme su opinión. Ya saben, para animarme a seguir escribiendo o decirme que me retiré de una vez je, je *risa nerviosa*
Alicia Medina.
