Prólogo
-Eres muy buena en esto. Nadie diría que es de tus primeros trabajos-me alabó el pelinegro a mi lado cuando acabé de ensayar la escena con su hermano.
-Gracias-les dediqué una sonrisa.
-Entonces ¿No eres de aquí Aria-chan?-me preguntó el albino.
Yo negué suavemente con la cabeza.
-Soy de Korea. Me mudé a Japón hace unos años pero no vivo por esta zona.
-En ese caso ¿Donde te quedaras Aria-san?-el de pelo oscuro que anteriormente me había alagado me miró con curiosidad.
-No lo se aún. Buscaré un hotel cuando finalice el ensayo.
-Puedes quedarte con nosotros Aria-chan-giré la cabeza hacia el mayor de ambos gemelos.
-¿Seguro que no os molestaría?-pregunté ladeando la cabeza.
-Claro que no Aria-chan-el albino me sonrió.
-En ese caso. Gracias por dejarme quedarme en vuestra casa, Azusa-san y Tsubaki-san-me levanté e hice una reverencia.
Confiar en ellos tan rápidamente era una estupidez, pero realmente esos chicos me daban sensación de seguridad.
El ensayó pasó muy rápido con las bromas de Tsubaki y una vez finalizó me llevaron hasta su casa.
-Aquí es-me dijo Azusa una vez llegamos a una mansión.
-Es enorme-me asombré-¿No vivís aquí solo vosotros cierto?
-No, vivimos con nueve de nuestros hermanos y nuestra hermana-lo dijo como si fuera lo más normal del mundo.
-¡¿Sois doce?!-pregunté sorprendida.
-Somos catorce, pero dos no viven aquí-me giré sorprendida para observar al de pelo negro.
-Catorce hermanos-susurré-definitivamente me compadezco de vuestra madre y más si se parecen a Tsubaki.
-¡Oye!Creí que te caía bien-se hizo el ofendido y fingió llorar.
Yo solo reí y seguí a Azusa quien abrió la puerta.
Los gemelos, Tsubaki aún montando un drama, me guiaron hasta el salón. En el estaban: El pelo menstruación, una niña...digo niño, un monje (¿Really?), una chica, un travesti, un chico que hablaba con una ardilla (yo tampoco lo entiendo), un rubio, un medico (¿Quién va vestido de medico por casa?), un tio de pelo naranja (que supuse será el tercer gemelo del que me hablaron los chicos) y un chico con la cara más triste que he visto en mi vida.
-Hola chicos-cantó alegremente Tsubaki.
-¿Quién es ella?-preguntó el rubio para el cual no se me ocurrió ningún apodo.
-Es Aria, está grabando un anime con nosotros y como no tenía donde quedarse la invitamos a venir-Azusa habló con un tono tan formal que me asustó.
-¿Quieres jugar conmigo?-el niño o niña, no lo lo tenía claro, había llegado hasta mi.
-Claro..., perdón no se tu nombre.
-Soy Wataru, el menor de los hermanos-entonces es un chico, pensé.
-Encantada Wataru-abracé al niño ignorando al rubio y al medico que me llamaban para decirme que podía quedarme.
-Aria-san-me llamó Azusa con el tono formal que usó antes.
-¿Sí?-me volví lentamente, como si fuera una niña a las que sus padres pillaron haciendo una travesura.
-Puedes quedarte-me dijo Tsubaki feliz.
-Muchas gracias-hice una reverencia frente al rubio y el medico.
-Permite que nos presentemos.-dijo el medico-Yo soy Masaomi, el mayor; este es Ukyo (Señaló al rubio) el segundo, Kaname (señaló al monje, que me estaba mirando el trasero); Hikaru (señaló a Travesti-kun); a Tsubaki y Azusa ya los conoces; el es Natsume (señaló al que yo había supuesto que era Natsume, soy vidente Bitch); Louis (señaló al que hablaba con la ardilla); Iori (señaló a ); Yuusuke (señaló al pelo de menstruación); Ema (señaló a la única chica) y Wataru ya se presentó solo.
-Yo soy Kusanagi Aria, encantada-sonreí mostrando mis dientes de anuncio de dentífrico.
-Ema te llevará a la habitación de invitados-me dijo el monje.
Ella me sonrió y yo la seguí, me llevo por media casa (ni idea de como se orientan por aquí, usarán el GPS supongo) hasta llegar a una habitación que tenía la misma puerta que todas las otras que vi.
Nos despedimos y entré a la habitación para lanzarme a la cama y sentarme al instante.
Me aburría.
Decidí deshacer las maletas y seguía sin poder dormir.
Salí de mí habitación y tras varios años conseguí encontrar la cocina. Busqué por todos los estantes, y debido a mi baja estatura tuve que subir a la encimera para lograrlo. No conseguí encontrar ninguna tila y me tiré al suelo rendida.
Me levanté de golpe recordando que tenía pastillas para dormir en la maleta. Me serví un vaso con agua y corrí a mí habitación (la cual encontré varios siglos después de salir de la cocina). Me tomé la pastilla y me acosté, al rato conseguí dormir.
¿Desperté por los suaves rayos de sol?...No, desperté por el despertador y su molesto pitido.
Bajé a el salón y al encontrarlo en menos de media hora me sentí Indiana Jones.
Cuando llegué lo único que vi fue un chico con complejo de Shuu Sakamaki en el sofá. Decidí ser buena con el y no despertarlo. Fui a la cocina y volví con un vaso de leche y unas galletas hacía donde estaba el feo durmiente.
Mientras comía lo miré y lo vi tan cómodo y tranquilo que me fue imposible no molestarlo. Volví a ir a la cocina y me acerqué al chico con una vaso de agua en la mano.
Tras bebérmelo me acerqué al chico y comencé a hacerle cosquillas. El se despertó y comenzó a reír mientras intentaba que parara.
Debido a sus risas y gritos Ukyo y un chico muy alto vinieron hasta donde estábamos.
-Aria, dejá a Fuuto-me reprendió el rubio acomodando sus gafas.
-Vale-hablé como una niña pequeña y me separé del chico para mirar al titan y a continuación al rubio-¿Quién es?
-Es Subaru, nuestro hermano y el chico al que estabas acosando también lo es-me dijo suspirando.
-Yo soy Aria, encantada-me acerqué para saludar al titan y tuve que mirar hacia arriba.
-¿Y qué haces aquí?-me preguntó el feo durmiente.
-Aria está aquí porque Tsubaki y Azusa la invitaron-intervino el monje/ninja apareciendo de la nada.
Al parecer ya conocía a todos los hermanos y definitivamente compadecía a sus padres por tener unos hijos tan raros.
