La primera vez que me miré en tus ojos
Felicidad y agonía el mismo día
Una hermosa mañana de mayo, mientras el sol le regalaba a la tierra sus más bellos rayos de luz, un apuesto caballero de rubios cabellos y ojos de esmeraldas, caminaba desesperarme te afuera de una habitación, se sentía intranquilo, pues los últimos días de embarazo su hermosa esposa Ema se había encontrado delicada, y ahora que entraba en labor de parto, su preocupación iba en aumento, temiendo por la vida de su adorada mujer y del bebé que estaba por nacer.
Sentados en una hermosa sala estilo victoriano, lo veían desde el primer piso un grupo de hombres vestidos elegantemente. Esa tarde habían estado reunidos por asuntos de negocios, o porque otra razón, estarían reunidos al mismo tiempo seis de los hombres más ricos de América y Europa, si bien eran amigos de juventud todos tenían sus propios negocios que atender, y era en circunstancias muy peculiares que se reunieran todos.
-Vamos Robert si sigues caminando de esa manera terminaras por destrozar el suelo que pisas- dijo uno de los caballeros sonriendo, y añadiendo a modo conciliador, -Ya verás que todo saldrá bien.
Pero nada podría lograr tranquilizar a Robert Ò Conaill que seguía impaciente, por no saber nada de lo que sucedía en la habitación solo de pronto veía salir a una mucama con lienzos, manchados y regresar con otros limpios y agua caliente.
-Déjalo William ya ha sido padre antes y aun parece que es primerizo, - menciono otro de los hombres, por supuesto que el comentario agudo un poco a relajar en ambiente.
- ¿y bien Robert?, a todo esto, ¿dónde se encuentra mi pequeña futura nuera? -pregunto el Duque de Gran chéster.
-Ooh mi preciosa Kristel se encuentra aún dormida- contesto con una sonrisa, que mostraba que se encontraba más relajado ahora, hablar de su pequeña hija siempre lo hacía sentir mucho mejor, en ese momento recordó como el día que ella nació curiosamente se encontraban reunidos todos también, y cuando les habían informado que era niña todos ya esperaban poder comprometerla con uno de sus hijos, claro que de algún modo todos se encontró complacidos de que el afortunado fuera Gran Chester, aunque esto lo hacía sentir que vendía a su hija al mejor postor.
Sus pensamientos fueron interrumpidos por el medico que salía acompañado de la matrona para informarle que todo había terminado.
-Lo felicito señor Ò Conaill, su esposa le dado dos hermosas niñas. -le dijo el médico, pero su rostro aun mostraba perturbación – pero me temo que su esposa se encuentra muy grave, ha perdido mucha sangre y está muy débil.
Robert palideció, la felicidad que mostro cuando el medico salió y le dijo que eran dos bellas hijas de pronto se vio nublada, por la tristeza de poder perder a su amada esposa, entro enseguida a ver a la razón de su vida para verla aún más blanca de lo que ya era, su rostro mostraba unas profundas ojeras por el esfuerzo y el tiempo que duro el parto, sentando al borde de la cama le dio un tierno beso en la frente, mientras gruesas lagrimas rodaban por sus mejillas.
-Amor mío… no llores- le decía Ema con voz débil, tratando de acariciar sus cabellos, pero se encontraba tan débil que apenas logro poner su mano sobre su cuello, - nuestras hijas te necesitan.. Y tienes que ser fuerte cuando... me valla.
-No hables así, por favor tu eres quien me da fuerza para seguir, ver tus ojos es algo que me ayuda a sobrevivir- decía entre sollozos- sabes que yo moriría sin ti. - pero Ema logro silenciarlo poniendo su dedo índice en sus labios.
-Me tengo que ir, y tu deberás cuidar de... de Kristel, Cadence y Candice, ellas te necesitan- mencionando a estas últimas como las pequeñas que acaban de nacer, algo dentro de ella le decía que no sobreviviría, es mas no creía que llegaría a la noche, ni vería a sus pequeñas convertirse en unas damas. - Ahora deja que las vea por última vez.
Diciendo esto el tomo a las pequeñas de los brazos de la enfermera y la mucama para llevarlas con su madre, esta al verlas por unos instantes, sonrió y derramo algunas lágrimas al tiempo que le decía a su esposo. - Sabes estos años a tu lado, aunque pocos fueron lo más felices de mi vida y doy gracias, de haberlos vivido contigo y de al menos haber conocido a mis hijas.
En ese instante entro a la habitación una pequeña niña corriendo, se había despertado y corrió a ver a su mami como si supiera que debía despedirse de ella por ultima ves corrió a la cama para abrasarla. A lo que su madre solo mostro una débil sonrisa para luego con un último esfuerzo levantarse un poco para depositar un pequeño beso en la frente de cada una de sus hijas, después de hacerlo se recostó de nuevo para quedarse dormida plácidamente, un sueño del cual ya no despertaría.?
Aquel día que había comenzado con la promesa de ser el más feliz de su vida se tornaba ahora un tanto gris, para Robert era confuso la muerte de su esposa era como más nubes que se tornan oscuras al llegar la tormenta, y al mismo tiempo sus pequeñas pero preciosas hijas eran el sol que dibuja el arcoíris allí donde las nubes no logran tapar el sol.
