Closer to the flame.
En respuesta al tercer reto de la KiriBaku week 2k18.
Prompt: Tatuajes.
Empezó antes que pudiera darse cuenta.
Llevaban alrededor de dos horas tallando la tinta para que penetrara como sombra en la piel del abdomen terriblemente marcado. El humo del cigarrillo ajeno le distraía cada tanto, mientras su mano enguantada se deslizaba con un paño para limpiar la piel que se ensangrentaba ligeramente.
Había algo sádico en este acto; pues la piel se enrojecía súbitamente, siendo herida y maltratada mientras el portador se quejaba levemente así como apareció, Kacchan sentía sus manos transpirar debajo del látex de los guantes negros y negarse a escuchar cualquier otra cosa que no fuera la música del reproductor, Darkthrone y sus gritos de miedo y muerte por igual, esos que le distraían de manera grata, que no le dejaban pensar en cosas innecesarias.
Entonces, así comienza.
Cuando no está asesinando a la carne ajena con su máquina para tatuar, se encuentra a sí mismo lleno de elucubraciones y el cerebro lleno de lamentaciones. Donde el olor del cigarrillo y la piel sudorosa no hacen mella en su cabeza. Está callado, quieto, quietísimo que cree que si se mueve un céntimo algo se le va a quebrar.
Y viene de nuevo. Debe acercarse de nuevo, sentándose en la orilla del banco bajo, acercándose a la piel del abdomen esculpido y bajar un poco más los pantalones y los calzoncillos de resorte pues el diseño avanza otro tanto. Cuando su mano enguantada (la que no está ocupada) baja la tela, puede notar el enrojecimiento en la zona y cómo la piel se eriza bajo su tacto.
Es una pequeña victoria de la humanidad, se dice, pero es muy tarde al tener qué acercar su rostro más de la cuenta a la zona donde está penetrando con al tinta, el abdomen bajo y el inicio de la zona púbica, infiernos, cómo quema.
—Esto es algo excitante ¿no?
La voz se vuelve una seda oscura que envuelve sus oídos, maldita sea que puede ver las líneas de transpiración incipiente y las caladas al cigarrillo no hacen más que dañarle la moral, incluso cuando quiere ignorarlo, se encuentra a sí mismo deteniéndose unos segundos con el pretexto de limpiar la zona y proceder a rasurarla como es debido, para acariciar ya sin mucha resistencia, el vello rojizo que empieza a saltar a la vista y dentro de su boca todo se vuelve agua cuando lo va retirando casi por completo, con cuidado de no bajar la ropa más de la cuenta.
—Puedo retirarme la ropa si lo deseas.
Bakugo tiene qué agarrar la máquina con más de fuerza en su mano, una vez que termina de retirar el vello de manera perfecta, entonces vuelve a penetrar la piel con la aguja, y viene el pequeño siseo acompañado de una ligera embestida. Algo se enciende dentro de él, pero qué hijo de puta. Ya siente que va a comenzar a sudar, la rabia se extendió en su interior como un incendio.
—Como tengas una puñetera erección, voy a cortártela de tajo.
