Era 28 de enero, un día mucho más frío de lo normal, de blanco estaba pintado todo aquel paisaje que siempre lucía tan hermoso en otras épocas del año. Mientras veía caer los copos de nieves por la ventana, la joven rubia acariciaba su mayor tesoro, su barriga de casi 81/2 mes de gestación. 'Falta poco mi amor' decía ella mientras seguía acariciándola y pensando sé se parecería a su padre, sí tendría sus ojos, su boca, sí sería niño o niña, tantos pensamientos, pero siempre la llevaban a él.
Su hogar en esos meses estaba lleno de tanto amor y aunque él no estaba presente, en ella siempre estuvo. Todos le decía que su muy abultado vientre parecía de dos, que quizás sean gemelos, pero ella sólo sonreía y se decía que es por que no era muy alta y por su falta de peso que la veían grande, pero que en realidad era igual a todas las demás mujeres embarazadas. Seguía sumergida en sus pensamientos, en sus recuerdos cuando de repente dejo caer la tasa de chocolate de su mano izquierda al sentir como un fuerte dolor llegaba hasta la parte baja de su vientre.
Sabía que estaba cerca de ese día, pero nunca imaginó que hoy lo sería. Sintió correr agua entre sus piernas y un par de ojos color marrones corrieron a ayudarla. Aquella mujer comenzó fuertemente a gritar para llamar la atención de todos los allí presentes y especialmente para que fuesen en búsqueda del doctor, ya que ella hubo pedido que no la asistiera una partera. No es que dudara de lo eficaces que fueran, pero era su primer hijo y quería que estuviese en las mejores manos.
Rápidamente se llamó al doctor por teléfono y éste salió de inmediato a la casa de aquella bella joven rubia. No iba a mentir, así estuviese en china hubiese hecho todo lo necesario para estar con ella en este gran día. A su llegada pidió toallas limpias, agua caliente y pidió le dejasen solo con la mujer de ojos marrones que siempre cuidaba de ella.
El dolor era intenso, jamás pensó que traer una nueva vida al mundo fuese tan duro y tan doloroso. Sabía, cada detalle de lo que pasaría, sabía que dolería, pero nunca imaginó que sentiría perder su vida debido al fuerte dolor.
"Puja, puja…" Se escuchaba en aquella habitación
"No, puedo, duele… Duele mucho…" – Grito la mujer, sudaba incansablemente, mientras la mujer limpiaba con una pequeña toalla su frente y agarraba su mano para que sintiera todo el apoyo que en ese momento necesitaba
"Sí puedes, vamos, tu puedes" Decía aquel viejo doctor, mientras lagrimas de dolor salían de la joven rubia
"Vamos tu puedes, sólo una vez más fuerte… Vamos… Sé que te mueres de gana por conocerlo" – Decía la mujer tratando de darle las fuerzas que el cuerpo de la rubia ya no poseía
La imagen del hombre que amaba vino hasta ella, su alto porte inglés, sus ojos, su boca, todo él era dueño de sus pensamientos; pidió fuerzas, sabía que tenia que tenerlas para traer al mundo al hijo de aquel que era su mayor anhelo. Sabía que a pesar de no estar casados, de que le llamarían bastardo, que no sería bien visto por su abuelo y la corona inglesa, ese era su hijo y no dejaría que nada ni nadie le tratara o le hiciera daño.
"Tienes que hacerlo, ya tienes demasiado tiempo y la vida del bebé podría estar en riesgo" – Dijo el doctor mirándola fijamente a los ojos
"Esta bien tengo que hacerlo" – Dijo la rubia agarrando más fuertemente la mano de la mujer que le acompañaba
"A la cuenta de 3 vas a pujar fuertemente, ¿OK?" – dijo el doctor posicionándose nuevamente
"OK!" –
"1… 2… 3… Puja, fuerte" – Dijo el doctor
"Vamos tu puedes, puja…" – Grito la mujer agarrando la mano de la joven con las dos suyas
"Ahhhhhhh" – Grito la joven rubia al momento que se escuchaba otro grito, el grito de un bebé… La joven mujer dejó caer todo su cuerpo sobre la cama, estaba sumamente agotada, pero satisfecha de escuchar que su bebé estaba por fin fuera de su vientre.
"Es un varón… Un hermoso y sano varón" – Grito el doctor luego de haberle dado una palmadita en su espalda baja y este haber gritado fuertemente
"Tiene los pulmones de su madre" – Dijo la mujer, haciendo que todos rieran mientras colocaban el bebé en los brazos de su madre.
"Mi hijo, te amo… Eres mi todo..." – Las lagrimas comenzaron a salirse de los ojos de la mujer al ver por primera vez el rostro del ser que ahora sería la persona más importante de su vida. La sensación de poder ver por primera vez aquellos ojos, tocar su piel y sentir su olor le hizo sentir que todo su mundo se hubo transformado y que sólo importaba él.
"Tiene tus ojos" – Dijo la mujer al acercarse y ver al hermoso bebé
"Creo que es una especie de mezcla de los dos, son azules con verde" – Dijo la joven madre sonriendo felizmente
"Ya sabes lo que debes hacer, y como debes cuidarlo y sobre todo cuidarte… Recuerda que ya hay una personita que necesita mucho de ti" – Dijo el doctor mientras miraba con todo el cariño del mundo aquella imagen que siempre llevaría en su corazón
"Claro que sí…" – Respondió ella mirándole y con su vista agradeciéndole todo lo que hizo y despidiéndose este se retiro para dejarla descansar y disfrutar de su hijo
"Hija… ¿Cómo vas a llamarle?" – Pregunto lo mujer, la joven la miró y por un momento pensó en cual sería el mejor nombre para este nuevo ser que llenaría toda su vida… Volvió a mirar a su bebé y una sonrisa salió de sus labios…
"Terrence Graham, se llamará Terrence Graham Grandchester" – Dijo la rubia
"¿Estás segura? ¿Crees que a él le gustará?" Pregunto la mujer sorprendida por el nombre elegido, nunca se imaginó que ella fuese a colocarle ese nombre.
"Si, lo estoy, mucho. Estoy muy segura que ese debe ser su nombre" – Dijo la rubia volviendo a mirar la mujer
"¿Entonces eso significa que lo vas a buscar, le vas a decir que tiene un hijo?" – Pregunto esperando ansiosamente la respuesta que por más de 7 meses quiso hacerle a la joven mujer y no se hubo atrevido a hacerla para evitarle más dolor del que ya tenía la joven
"Sí, el tiene que conocerlo, no debo quitarle el derecho de que sepa quién es su padre y a él que tiene un bebé hermoso" – Contestó la joven
"En todo este tiempo no quisiste hablar de él y menos buscarlo" – Comentó la mujer mientras ayudaba a la joven a colocar su bebé de forma tal que por primera vez fuese amamantado por su madre
"Cuando él te buscó, luego de haber cancelado su compromiso forzado le dijiste que no, que no volviera a buscarte haciendo que aceptará el ducado y se alejara de América" – Dijo la mujer
"Fui una tonta y ahora lo entiendo" – Dijo la joven - "Lo sé y reconozco mi error, él tiene que saber que hoy, precisamente hoy día de su cumpleaños es padre" – Dijo la joven mientras recordaba que desde temprano los recuerdos de aquel que era el dueño de su corazón llegaron, especialmente al ser hoy 28 de enero, día del natalicio del mismo. Hoy cumplía años su amor, su Terry y la vida le daba a ambos de regalo un hijo… Debía de decirle, no callaría, no sería la tonta que fue hace meses atrás cuando lo dejó en manos de Susana por pena y ahora sí lucharía por él.
"Hoy señorita Pony, es el cumpleaños de mis dos grandes amores"
Luego de que el bebé terminó de comer, lo colocó en su cuna, le pidió a la señorita Pony que le mirase mientras ella lentamente se dirigía a la sala donde se encontraba el teléfono de aquel pequeño hogar. Levanto lentamente el auricular, respiró profundamente y marcó a la operadora para que le contactara al número que ella le dictase y de esta manera ponerse en contacto con la ciudad de New York.
Gracias a Albert, ella sabía que él aún no hubo embarcado hacia Londres, él lo había pospuesto tantas veces, que su padre le hubo exigido una fecha final para que saliera de aquella ciudad y se dirigiera a tomar el lugar que le correspondía y él le dijo que el 20 de febrero saldría rumbo a su antiguo hogar, del cual se decía nunca debió salir.
Era su cumpleaños y aún así se sentía vacío, sólo y la verdad sin deseos de hacer nada y menos de hablar con nadie. Estaba ya cansado de todo lo que hubo vivido en tan poco tiempo. Y la verdad que prefería la frialdad de su madrastra a estar en la misma tierra que la mujer que amaba y que le despreció.
El timbre sonó y a fuerza ya que no tenia deseo de hablar con nadie se levantó y abrió dando paso a su madre, quien elegantemente vestía un traje azul oscuro de sastre, una peluca negra y un abrigo color blanco. Ella a diferencia de él estaba feliz de poder compartir este día junto a su hijo. En sus manos un regalo, el cual hubo elegido cuidadosamente ya que quería regalarle a su hijo los tomos mas antiguos de su autor favorito… Además de que al regalo tenía un pastel de chocolate con su nombre en color azul y al entrar al apartamento le cantaba feliz cumpleaños. Sabía que él estaba muy deprimido y sólo quería verlo feliz, que fuese lo feliz que jamás ello lo pudo ser. Le dolió cuando luego de un largo viaje a Chicago, el joven regreso destruido al ser despreciado por ella, el gran amor de su vida… Candy.
"Por favor madre no soy un niño" – Dijo el joven dejándola sola y dirigiéndose hacia la ventana donde estuvo anteriormente sentado
"Entonces deja de actuar como tal" – Dijo ella colocando el pastel en la mesa – "Vamos hijo es tu cumpleaños, deberías estar de mejor animo" – Le hablaba mientras se acercaba y veía los tristes ojos de su hijo enfocado en la nada en aquel 5to. Piso.
"Madre, la verdad que no tengo motivos para celebrar; en pocos días vuelvo a Londres y asumiré un puesto que no me llena, dejo a tras tantas cosas" – Dijo tristemente el joven…
"No creo que las cosas que dejas son las que te tienen así"
"No… Las personas, tu, mis amigos, Karen, Robert y…"
"Y… Ella, Candy…"
"Ella, sabes madre, me rechazó, no me quiso" – Dijo el joven mientras una lagrima salía de sus ojos
"Hijo, creo que te amó, pero sus razones tuvo" – Dijo la mujer abrazándole fuertemente
"¿Cuáles? Madre, yo hice todo por ella, hubiese dado mi vida por ella"
"Deja de pensar en lo que te causa dolor, la amas y sabes debes de desearle lo mejor, así estarás en paz contigo mismo"
"Tal vez tengas razón"
"Mejor ven y pide un deseo que las velas no duraran todo el día"
"Un deseo… Un deseo"
"Algo que desees con todo el alma"
"Mi deseo de cumpleaños es" – El joven no pudo terminar de hablar pues el timbre del teléfono de su casa le interrumpió
"Ni para ello puedo pedir un simple deseo… ¿Quién deseará molestarme?"
"Hijo, toma la llamada, quizás sea importante
"No quiero hablar con nadie"
"No seas infantil, pocos saben que es tu cumpleaños y si te llaman es por que le interesas" – Estafa fastidiado, molesto y sin deseos de tener una conversación vana
"Esta bien" Dijo molesto "Pero no te prometo hablar mucho"
"Eso es normal hijo" – Sonrió la mujer y le siguió con la mirada
El joven comenzó a caminar hacia el teléfono, levantó el auricular y sus ojos se abrieron al escuchar la voz que le saludaba suave y tímidamente.
"¿Terry?" – Dijo la joven rubia. Nunca se imaginó que ella le llamaría y menos hoy, en su cumpleaños. Su corazón brincó al sólo pensamiento de saber que ella le recordaba.
"Terry, soy yo Candy…" – Dijo ella al no escuchar que este le contestara. El joven respiro profundamente antes de contestar. Su madre le miraba inquieta al ver el cambio de expresión de su hijo.
"¿Qué quieres Candice?" – Dijo en un tono seco y poco amigable, Eleonor al escuchar el nombre de la joven se sentó suavemente cerrando su boca con su mano. Para Candy fue doloroso escuchar que no le llamase por su diminutivo.
"Necesitamos hablar… Sé que la última vez que hablamos no me porte muy amigable, pero es necesario que hablemos"
"Tu y yo no tenemos nada que hablar." – El joven comenzó a alterarse, '¿Qué quería ella? Volver a tratarlo de aquella forma tan dura, hacerlo a un lado y luego recogerlo como un cachorrito. No, jamás se dejaría humillar por ella' – Pensó rápidamente y sus ojos se llenaron de un color azul oscuro ante la rabia que iba creciendo.
"Por favor escúchame, es muy importante… Yo…"
"¿Crees que puedes jugar conmigo, tomarme y luego recogerme? No soy tu juguete"
"No, no eres mi juguete… Eres el hombre que amo, el que siempre he amado y amaré… Además el padre de mi hijo"
El semblante del joven cambió ante aquella confesión, su cuerpo pesaba y solo logro dejarse caer en la silla que estaba justo al lado de aquella mesita que usaba para colocar el teléfono. "¿Qué estás diciendo?" – Preguntó él tratando de entender lo que la joven acababa de decirle.
"Qué hoy como regalo de cumpleaños acaba de nacer hace una hora nuestro hijo, que me muero que lo conozcas y que te amo más que a nada en este mundo… Feliz cumpleaños mi amor"
