Disclaimer: Esto debería venir incorporado en ff, algo así como una aplicación, porque después de casi dos años en el sitio, cansa xD
Claim: María/Nettie —sí, soy perv ¿y qué?
Advertencias: Pft, femslash, pero porque ff es marica y quiere censurarlo todo(?). Si mal no recuerdo, eran hermanas, right? Entonces, incesto :D
Notas: Participa en el Reto Palabras para el recuerdo, del foro LOL.
Piel de pimienta
(14# Pimienta)
María.
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Nettie era salvaje, encontraba una extraña satisfacción cada vez que cazaba, mucho más que sus otras hermanas, y era una vampiro con todas las letras. Era rebelde, violenta, vivaz, picante. Era dientes y garras, gruñidos y amenazas, era sangre, era animal, era todo y nada. Era latina, y era como la pimienta.
María lo sabía, lo sabía cada vez que le acariciaba cada centímetro de su piel, que a pesar de ser blanca como la de todos los vampiros, todavía conservaba algo de su tono trigueño. Lo sabía cada vez que le arrancaba las ropas en aquellas noches calurosas de México que a ellas no les hacía sudar y lo sabía cada vez que enredaba sus dedos entre el cabello dorado oscuro de ella.
Nettie era dominante, mordía sin preguntar y sin lamentar, rasguñaba y lamía sin permiso, y tampoco quería tenerlo. Lo abarcaba todo, y era diversión, sólo diversión, lanzarse a lo desconocido y dejarse llevar por puro instinto. Era pecado, era perversión y era maldad. Y siempre, siempre era salvajismo, libertad en su más pura representación.
Nettie tenía su propio sabor, también, y María podía disfrutarlo cada vez que la besaba, cada vez que la mordía y cada vez que trazaba caminos húmedos con su lengua sobre su piel, e incluso con el paso de los años, la piel de Nettie siempre le supo a pimienta, porque ella tenía algo que la volvía irresistible y le hacía caer noche tras noche para poder encontrar sus pieles y hacer que el calor existiese allí donde no había más que cuerpos helados, para poder reír cada vez que sus labios se encontraban y se mordían y para poder gemir el nombre de la otra cada vez que las caderas se encontraban, embestían y coincidían como piezas de un rompecabezas.
Nettie era secreto, era clímax, era unos ojos puramente llenos de deseo, porque eso era Nettie, deseo. Era deseo y era labios, era dedos juguetones y era su hermana. Era piel de pimienta, besos de pimienta, y mordidas de pimienta también. Porque siempre picaba allí donde tocaba.
Pero era también traición, y cuando ella se le reveló, le dolió el doble, porque tuvo que decirle adiós a su hermana y a su amante.
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