Declaración: Los personajes de Naruto no me pertenecen, lo único mío aquí es la historia. –

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Genie I

Capítulo 1: Perdido.

Despertó sintiendo la brisa marina sobre sí. Estaba aturdido aún por lo sucedido, a diferencia de un normal despertar para él se vio acostado sobre la arena que poco a poco tomaba temperatura. Había pernoctado en aquella playa. Recordó todo antes de cuestionarse el porqué de su presencia ahí.

– Madara… – El culpable de todo lo sucedido.

Uchiha Madara era un hombre que en el ámbito de los negocios se había transformado en una importante figura para su empresa. Los Uchiha lo habían desligado de sus empresas y ahora podía comprender sin lugar a dudas el porqué de ello. Demonios, Sasuke le advirtió por mucho tiempo el riesgo que conllevaba tenerlo junto a él. Había sido un completo iluso.

Gruñó frustrado y ayudándose de sus manos se irguió sobre la superficie arenosa analizando el terreno. Miró hacia la nada, ahí donde el mar es lo único que se puede divisar por kilómetros a la lejanía. No había rastro alguno del crucero en el que abordaba hace menos de cinco horas, calculó por la posición del sol mañanero.

Estaba al parecer en una isla, probablemente desierta y sin nada. Ese imbécil quería, sin lugar a dudas deshacerse de mí afirmó en su mente. Fue en ese instante que el rubio consideró qué tanto llegamos a conocer a las personas en la vida. Esto le demostraba que no podía fiarse tan fácil de nadie de ahora en adelante.

Si salgo vivo de aquí recapacitó.

Recorrió el lugar pero luego de dos horas de caminar sin rumbo por la arena de la isla supo que no tendría la certeza segura de si ya la había recorrido por completo o solo iba comenzando el recorrido. Si se miraba hacia el centro de la isla te encontrabas con palmeras por dónde se viese. Un gran bosque tropical estaba frente a sus ojos azulados. Supo que si quería comer lo más seguro era encontrar algún fruto en el inmenso bosque, pero la idea de que mientras él se adentraba a este algún barco pasase y perdiese un seguro chance de salir de ahí era peor que no comer por un rato.

Debido a que las olas no eran tranquilas era imposible barajar la idea de querer nadar para salir de ahí, era una de las cosas más temibles de todo el lugar.

No supo claramente cuánto tiempo pasó pero se sentó mirando a la inmensa nada de mar que estaba frente a sus ojos. Al mismo tiempo analizaba que dentro de siete días moriría e incluso antes se dijo con la mejor seriedad que pudo tener en aquel momento. Moriría agonizando pensó pero se agarró sus rubios cabellos intentando alejar esos pensamientos.

Cambiando el tema, en su mente surgió uno más importante; debido a que había dedicado gran parte de su corta vida a estudiar y los negocios jamás tuvo una novia. Y ahora moriría sin haber dado beso alguno razonó a punto de llorar como un bebé.

Se cuestionó el lugar aquel. Al menos me hubiese gustado saber dónde morí dattebayo pensó triste. Y quizás jamás encuentren su cuerpo, o huesos.

– ¡Necesito salir de aquí dattebayo!

Su mirada se fijó a su derecha que un zorro estaba sentado junto a él. El animal tenía nueve colas y sus ojos eran de un color igual a la sangre. Cuando el animal se vio observado lo miró de vuelta.

– Hola. – Le saludó, tenía la voz grave.

Naruto abrió los ojos y la boca en sorpresa, gritó desesperado. ¡Era muy luego para comenzar a delirar! Se acercó al animal intentando convencerse de que todo era ficción y tocó el anaranjado pelaje, pero se sorprendió de las ilusiones que era capaz de crear la mente. El animal se sentía muy real.

– Es porque soy real, idiota. – Le respondió adivinando sus pensamientos.

El veinteañero se asustó. El zorro miró hacia atrás y como si alguien lo llamase se alejó adentrándose al tropical bosque. Naruto dedujo que si el animal estaba vivo debía de haber algún tipo de comida y lo siguió. Lo persiguió hasta llegar a una bella cascada, el animal se estaba acurrucando al lado de un objeto que no se podía distinguir bien debido al cuerpo del zorro.

– ¿Qué haces? –Cuestionó curioso.

– Es mi dueña. – Respondió tranquilo sin mirarlo.

Absorbido por la curiosidad tomó el objeto que era al parecer de oro y lo agitó intentando descubrir algún tipo de comida dentro o comprender porqué el animal llamaba a aquello como dueño. Concluyó después de unos momentos que el estar tan solo en esa isla te volvía así de loco y antes de devolvérsela limpió una mancha que tenía.

Estaba dispuesto a irse, pero una enorme columna de humo lila rodeo el lugar por completo impidiendo que siguiese su camino. No veía nada aparte de la humareda, volteó e intentó divisar qué sucedía y una silueta femenina se hiso presente. Cuando esta desapareció de a poco la notó mejor. La mujer era de tez blanca y era dueña de un largo cabello negro azulado, tenía una bella figura y un atuendo tipo kimono realmente hermoso de blanco con toques morados, en esos momentos parecía agarrarse la cabeza por dolor. El zorro rodeó sus piernas a modo de saludo.

– K-Kurama, te he dicho que no me agites tanto.

– Ese idiota fue, él te invocó.

Solo ahí pareció fijarse del presente joven frente a ella. Era muy linda y tenía unos ojos de color perla que lo dejaron hipnotizado. Al no dejar de sentirse mirada fijamente por un tiempo sus mejillas tomaron un color carmín poco común, era adorable.

– ¿Eso es… cierto? – Preguntó hacia el rubio. Se sentía algo incómoda por haberse sonrojado, nunca le había pasado con nadie.

– S-Sí. – Respondió como pudo, totalmente embobado.

– Ya veo… Déjame explicarte. – Chasqueó los dedos de su mano diestra y un sillón dorado apareció detrás del rubio.

Sus ojos azules no podían creerlo.

– Soy una genio, me has invocado y eres merecedor de tres deseos. – Explicó sabiéndose la frase de memoria.

Él abrió la boca junto como incrementaba su sorpresa. Eso de "las genios" lo había escuchado solo en las historias y algunas canciones y eran completamente ficticias. Pero la mujer frente suyo se veía demasiado real, al igual que el zorro a su lado. Sin poder evitarlo se acercó, Kurama notó la reacción puesto que también lo había hecho con él hace unos minutos atrás. La genio se puso nerviosa ante la cercanía del rubio y no pudo evitar sonrojarse levemente. Esta vez el zorro comprendió la reacción de su dueña y gruñó alejando al muchacho.

– Tranquilo, solo quería comprobar que es-…

– Por supuesto que es real. – Respondió como si aquello fuera lo más obvio del mundo.

Miró analizando la situación, rio de a poco hasta que se agarró con fuerza los rubios cabellos asustando a los dos presentes en el momento. ¡Se había vuelto loco en menos de un día en aquel lugar! Su muerte estaba más cerca de lo que había creído. Hizo caso omiso de los llamados de la mujer y caminó hasta la playa, se sentó nuevamente mirando a la nada. Enlazó sus brazos con sus rodillas intentando ignorar los gruñidos del zorro que llegaba a su lado con el recipiente dorado en su espalda.

– Idiota, ¿Qué se supone que haces? – Al no ver respuesta alguna siguió. – Haz invocado a mi dueña y ahora ella está llorando por tu culpa. – Le acusó.

– ¿Y por qué estaría llorando dattebayo? – Se sorprendió de haber contestado a los reclamos del animal cayendo en su locura.

– Porque la haz ignorado. Una vez que invocas a una genio ella deberá estar junto a ti, si no quieres eso solo pide tus tres deseos y déjanos en paz.

Naruto arqueó una ceja sin querer caer en los juegos de su mente. Resopló algo en voz baja, ya que moriría de todos modos no perdía nada al seguirle la corriente a su locura. Tomó entre sus dedos el objeto que, ahora que lo pensaba realmente parecía de esas lámparas mágicas de los cuentos que alguna vez leyó.

– Genio, quisiera disculparme contigo. – Susurró apenado acariciando el objeto con cariño. – Solo sé que me he vuelto loco y… Bueno, concédeme los tres deseos por favor.

La muchacha salió del recipiente con una nueva columna de humo color lila. Sus ojos estaban algo rojos dando evidencia de su llanto.

– Me llamo Hinata, puedes comenzar.

– Hinata… – Dijo sintiendo que aquel nombre era perfecto para ella. – Me llamo Uzumaki Naruto. – Le sonrió ampliamente extendiendo su mano.

– M-Mucho gusto… Naruto-kun.

Sus azulados ojos se sorprendieron de lo bien que se sintió su interior al escuchar su nombre de los labios de ella. Un escalofrío recorrió su espalda.

– Estoy aquí por culpa de un idiota. No, – Se corrigió al instante. – el idiota soy yo por confiar en él. Así que quisiera volver a mi casa.

– Por favor dímelo a modo de "deseo…"

– Oh, entiendo. Deseo que volvamos a mi departamento en Konoha.

Naruto cerró los ojos fuertemente, se escuchó un chasquido de dedos y al abrirlos ya estaba en su hogar. Anonadado miró los alrededores y tocó sus muebles comprobando lo real de la situación ¡Tenía una genio! Observó que con su mirada recorría curiosa el lugar nuevo. El zorro había venido con ellos.

– ¿Por qué está él aquí? – Kurama lo miró con odio.

– Al pedir "volvamos" lo incluiste en tu deseo, pero de todas maneras no me puedo separar de él.

Miró que el moreno asentía comprendiendo.

– Te quedan otros dos deseos.

Miró con paciencia al rubio que parecía pensar sus otros dos deseos pero por su respuesta dedujo que no tenía ninguno.

– Los pediré más tarde, por ahora debo planear una venganza en contra Madara.

– E-Entonces… ¿Dónde nos quedaremos? – Hinata no estaba acostumbrada a que la gente que la invocara guardasen sus otros dos deseos, típicamente pedían rápidamente tres cosas para ellos importantes y se veía obligada a regresar a su lámpara por un tiempo indefinido.

– Oh… – Hasta ese momento no lo había pensado. – Compraré algo para el pulgoso ¿Estás bien con tu lámpara?

– S-Sí. Aunque… – Susurró insegura de continuar o no, la mirada atenta de su nuevo humano la alentó a seguir. – Me gustaría dormir fuera de ella por algún día. – Confesó avergonzada.

– Comprendo. Puedes dormir en mi cama, yo dormiré en el sofá. – Propuso indicando el sofá a unos metros de ellos. Debía tratar bien a Hinata, ya que ella lo había traído de vuelta salvándole la vida.

Naruto miró el reloj y se adentró en su cuarto, después de bañarse se vistió con traje y corbata. Ya despedido de sus invitados salió del apartamento. Según calculaba el crucero estaba aún en el mar y Madara no tenía posibilidad de regresar. Aprovechó esto para dirigirse a su empresa, despedir y desvincular al Uchiha para siempre.

Sonrió satisfecho y daba las gracias a todos los dioses por darle la oportunidad de tener a Hinata a su lado. También tenía una conversación de arrepentimiento con Sasuke porque no le había hecho caso cuando contrató al Uchiha en su empresa.

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En su auto, ahora que todo había vuelto a la normalidad y su vida no corría peligro no tenía idea de los siguientes dos deseos que pediría. Antes de pasar por su departamento compró en una tienda una cama para perros y todo lo relacionado para el zorro de su genio.

Cuando abrió la puerta la encontró cocinando –Ella le contó que a pesar de que con su magia ella podía preparar todo tipo de platos quiso experimentar lo que los humanos llaman "cocinar"- y la imagen le encantó. Ya encontraría a una mujer para formar una familia y todo eso pensó.

Comieron en un ambiente tranquilo, él le explicó la historia ocurrida con el Uchiha y su amigo mientras ella escuchaba con atención. Luego ella le contó sus experiencias con otra gente en épocas diferentes, generalmente los pedidos eran comida y había logrado aprender el arte gracias a eso. Naruto la felicitó mil veces.

Por la noche, Hinata se sentó en el sofá y Naruto con el control apretó un botón rojo. Una caja que hasta ese momento había estado de color negro de repente mostraba a gente. ¡Gente real! Se acercó curiosa y tocó la pantalla no pudiendo tocar a la gente adentro de ella. Les habló pero al parecer estos no podían siquiera escucharla, vio a Naruto reír y se sintió avergonzada sentándose de nuevo en el mueble de cuero.

El Uzumaki se acercó y quiso sentarse junto a ella, pero antes que eso sucediese Kurama se le adelantó gruñéndole al tiempo que reposaba su cabeza en los muslos de la chica que había comenzado a acariciar su pelaje.

Se alejó y fue al baño, donde tomó un baño capaz de quitarle cualquier rastro de estrés. Salió cepillándose los dientes vestido solo con unos pantalones de pijama. Era verano, por lo que no acostumbraba a vestirse de la parte de arriba. Cuando Hinata lo miró se sonrojó de sobremanera y el rubio completamente iluso se le acercó rápido creyendo que la chica tenía fiebre. Ella no empujó no aguantando y corrió a encerrarse en la que sería su habitación. Kurama ya estaba descansando en su cómoda cama que Naruto le había traído y él no pudo evitar sentirse confundido con la reacción de la mujer.

Mientras que ella seguía apoyada en la puerta preguntándose qué podrían significar los locos latidos que su corazón bombeaba desde que vio al humano hace unos momentos.

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Notas de la autora: Buenas, buenas. Espero les guste este fic que demoré en terminarlo un poco, pero que como ya les dije: no subiría fics hasta que los tenga terminados o falte muy poco para ello. Gracias inmensamente a todos los follows nuevos, los reviews, los favoritos, todo~