Disclaimer: Los personajes pertenecen a Mizuho Kusanag. La historia es mía.


Summary: Sueños, sé que solo son eso. Pero aun así me gusta pensar que aquella vida que mi mente imagina pudo ser real.


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"A veces tomamos decisiones que destruyen nuestros sueños mas profundos"

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Estábamos sentados en la tierna hierba del jardín, mirando como la naturaleza revivía al comienzo de la primavera.

Tu cabello rojo refulgía como fuego en el sol y me encantaba observarlo. Como eras conocedora de ese pequeño dato, no lo sujetabas con las muchas horquillas que poseías y dejabas que bailara suelto en las refrescantes brisas.

Con cuidado, levante la mano y suavemente acomode unas hebras detrás de tu oreja. Aquella sonrisa despreocupada, que solo relucía en mi presencia, apareció.

— ¿En qué piensas? —esa pregunta me sacó de aquellos pensamientos que solo eran dirigidos a ti.

—Tu cabello es hermoso, Yona.

El usual sonrojo que aparecía siempre que te hacia un cumplido no falto, y aquel rosa suave se extendió desde las mejillas hasta tu pálido y delicado cuello.

—Es extraño.

Negué silenciosamente, con una emoción que se dividía entre diversión y frustración, ¿Cuántas veces tuvimos esta conversación?

—A mi me gusta —comente con simpleza.

Una pequeña y melodiosa risa escapo de tus labios, mientras susurrabas dos palabras que, por más que me esforzaba, no podía oír.

Los rayos del sol naciente me hicieron pestañar, arrebatándome cruelmente de aquel sueño.

Suspirando, tome una mullida almohada y me cubrí la cabeza, tratando infructuosamente de volver a dormirme.

La puerta corrediza se movió e ingresó un viejo sirviente.

—Señor, ya ha amanecido. Tiene una reunión a las nueve con el hijo del General de las Tierras del Fuego, el joven Kang Tae-Jun.

Con la cabeza aun escondida, forcé mi voz a responder un gracioso y jovial:

—Ya voy.

—Como diga, señor —contestó con educación antes de retirarse. El sonido del roce de la puerta con el piso de madera al ser corrida, me alejo aun más de la somnolencia.

Con pereza me senté en la cama, mirando hacía el sol. El pensamiento del cabello brillante de Yona me dejó perdido hasta que tuve el suficiente valor de encerrar todo recuerdo de ella, por lo menos hasta que en la noche volviera a soñar con aquella vida que pude haber tenido a su lado si mi deber, tanto como con el reino como con mi padre, no me hubiese reclamado.

—Ya voy… —susurre a la nada mientras me levantaba, poniendo una practicada sonrisa que me permitía ocultar cualquier cosa que realmente pensara o sintiera.

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Bueno... sé que me ha salido bastante cursi, pero no me pude detener y este fue el resultado de mi cariño (obsesión) hacía Soo-Won.

Goodbye.