El tiempo se ha parado, la vida ya no tiene sentido, todo los demás sentimientos pierden de su importancia frente al dolor, la tristeza y el odio.
Esta noche, un ángel llora por la pérdida de su hermana. Esta noche, ese ángel llora, abandonado en la calle, solo.
Tristeza, solo tristeza, el la única palabra que evoca esta imagen.
La desesperanza, se apodera del ángel poco a poco, cada vez más a cada segundo que pasa.
Sus ojeras, sus ojos sin vida, su anormal palidez, su pelo revuelto de tanto correr...
Todo en él, evoca la tristeza.
El ángel que llora se lamenta.
Grita.
Grita porque tiene miedo.
Grita porque está solo
Grita por miedo a la soledad.
Su media naranja, su alma complementaria, lo abandonó. Lo decepcionó. Lo dejó más bajo que tierra. Le falló.
Pero sobre todo, sus padres; sus propios padres, lo abandonaron también.
Ya nadie confía en él.
El ya no confía en ellos.
Y no confía, ni siquiera, en sí mismo.
Su hermana, está ahora, muerta para él. Ya no existe. Ya no la considera nada más que una desconocida. O por lo menos, de eso se quiere convencer.
En este triste día, perdió al ser que más amaba. A sur ser más querido.
La perdió a ella.
Ya nunca más podría contemplarla. Admirarla. Acariciar su rostro. Abrazarla.
Ya nunca más podría verla sonreír, y sonreír con ella.
Ya nadie adivinará sus pensamientos. Ya nadie lo comprenderá como ella lo comprendía.
Ya no podría compartir con ella sus secretos.
Todos esos recuerdos, esos bonitos recuerdos... Ya nadie los podría conmemorar con él.
Y, ahora que lo piensa, hasta él tendría que olvidarlos para sufrir menos.
Porque... A nadie le gusta sufrir, no?
Pues aunque ellos lo piensen anormal y extraño, a él tampoco le gusta.
El ángel aún llora.
Y continuará llorando por ahora.
Llora, solo.
Solo, con sus recuerdos.
Solo, con sus pensamientos.
El ángel llora, abandonado en la calle, solo.
