Title: La leyenda del alma quebrada

Category: Books » Harry Potter

Author: Alemar107 Language: Spanish, Rating: Rated: M Genre: Romance/General Published: 06-04-08, Updated: 09-05-08 Chapters: 26, Words: 115,213

Hola:

En este relato, por primera vez escapo a otros ámbitos además de Hogwarts, la madriguera y demás escenarios que nos proveyó Rowling en sus libros.

Por primera vez saco a los personajes de sus lugares habituales y los ubico en otros diferentes, algunos existentes y otros inventados.

Desconozco todos estos lugares, excepto los que surgieron de mi imaginación, pido disculpas si no los detallo como realmente son.

He creado nuevos personajes, deseo que les gusten como lo hicieron Harry, Hermione, Ron y otros tantos.

Por supuesto es una historia basada en Ron – Hermione, pero también va a ver otras parejas.

En esta historia los personajes van y vienen del presente al pasado, espero sepan interpretarlo, aclaro que cuando hay doble espacio significa generalmente el comienzo de este salto en la línea del tiempo.

Otra disculpa que debo adelantar es que esta historia tiene ciertos matices religiosos, no es mi intención herir ninguna creencia o susceptibilidad al respecto, sólo hacerlos disfrutar de la lectura, como yo disfruto al leer las historias de otros usuarios.

Espero que se entretengan como lo hice yo, mientras la redactaba.

La historia está terminada. Pero los últimos 10 cap tienen sólo 4 páginas y es mi deseo hacer volar un poco más la imaginación y entretenerlos con algunas páginas más de lectura. Actualizaré semanalmente los primeros 14 cap que están terminados y espero que para ese entonces los últimos también lo estén.

Saludos.

Alejandra

La leyenda del alma quebrada.

Capítulo 1

El comienzo

Ron estaba en la búsqueda de los objetos que denominó horrocruxes.

Pero no para derrotar a Voldemort, ese tirano había sido destruido veinticuatro años atrás.

Se hallaba en compañía de su mejor amigo y ¡Quién lo diría! Su peor enemigo.

Harry y Draco no dudaron un segundo en acompañarlo.

El primero dejando penosamente a su amorosa familia, nada más que su hermana y sobrinos; el segundo alegrándose de poder hacerlo.

Era sabido en todo el mundo mágico que el matrimonio de Malfoy caía en picada al fracaso.

Pero a él eso no le incumbía.

Lo único que le importó fue encontrar esas cuatro piezas, unirlas sin saber aún como y de esa forma recuperar lo que más amaba.

Definitivamente no era una búsqueda como la primera, una contienda por encontrar y destruir el alma del ser más abominable que alguna vez existiera en el mundo.

Todo lo contrario, era una búsqueda para reconstituir el alma de alguien.

De Hermione Jane Granger Weasley.

Una lágrima surcó su mejilla.

Allí, en el fértil y a la vez inhóspito valle, bordeado de altas montañas, envueltos por el manto oscuro de la noche, surcado por infinidad de estrellas, iba en búsqueda de recuperar al amor de su vida.

Días atrás se había contactado con su último contacto Laicapakay, que en quechua significaba hechicero que guarda secretos. Su estampa mostraba a un anciano, de caminar cansino, con cabello canoso que caía por sobre sus hombros en una melena abultada. Sus ojos reflejaban la esencia de su pueblo, la serenidad y eso lo reconfortaba, a pesar de estas características plasmadas a simple vista, el hombre, aún mantenía una flexibilidad y fuerzas extraordinarias.

Pertenecía a una tribu indígena que se creía extinta, los tulitaapaq provenían de una mezcla de razas la diaguita y la inca, particularmente de los collasuyo, ambas razas fueron grandes civilizaciones americanas que luego fueron asediadas por los colonizadores españoles y por último masacrados en la conquista del desierto americana.

Ellos aún permanecían con vida, debido a que eran una ancestral raza de magos. Su nombre significaba hermano guardián y ellos poseían, respetaban, atesoraban y protegían la magia más ancestral conocida, la de la naturaleza.

No pertenecían al mundo de la magia internacional como ellos, esta tribu prefirió mantener el anonimato en los dos mundos y vivir su existencia a su propia usanza.

Poseedores de un gran poder, que provenía de su arraigo a la tierra, su profunda conexión con el medio ambiente y el respeto a sus creencias, los tulitaapaq eran, para Ron los seres más fantásticos que había conocido.

Eso era mucho decir, ya que él tuvo oportunidad de conocer criaturas y personas fabulosas e increíbles durante toda su vida, no sólo en su estancia en Hogwarts, sino luego de salir de ella.

Pero este clan tenía como un imán para el pelirrojo, lo llevaban a conectarse con sus sentimientos más primitivos y sólo había estado en contacto con ellos cuatro días.

En ese momento, sentado frente al fuego, teniendo a su lado a sus dos compañeros de viaje, veía como una mujer frente a él acunaba a su pequeño hijo y era abrazada por su marido. Eso le recordó cuando nació Rose su primer hija, si creía que estar junto a Hermione era la felicidad plena, el nacimiento de su hija, de hecho de sus dos hijos, confirmaron la dicha de su existencia.

Y hoy portaba el estandarte de una lucha que lo hacía protagonista principal y directo de la futura historia. Pero a él eso le tenía sin cuidado, en absoluto le importaba que los libros hablaran de él, nunca le importó; lo único que le interesaba era regresar a su anterior, pacífica, mayormente ordenada y dichosa existencia.

Durante su estancia allí, aprendió diferentes técnicas de sobre vivencia en la lugares inhóspitos, y su guía los asesoró en todo lo referente al ascenso al volcán, cómo invocar fuentes de agua, que no tuvo oportunidad de aprender en el desierto y el reconocer los diferentes movimientos de la naturaleza.

Él creyó que en una oportunidad de había conectado con ella, en la madriguera, pero estaba muy equivocado. Por primera vez en su vida estuvo en conexión con la tierra, con el viento, con el cielo, que ahora miraba.

Aquel que alguna vez dijera que era imposible contar las estrellas seguramente lo habría hecho desde ese lugar. Eran tantas, que si entornaba los ojos podía creer que ya estaba amaneciendo y tan nítidas que parecía poder extender las manos y tocarlas, de seguro estaban más cerca de lo que Hermione estaba de él en este momento.

Regresó la vista a la pareja, el bebé ya había quedado dormido, la dama le acariciaba tiernamente la mejilla y el hombre se la acariciaba a ella, era esa simpleza, esa sencillez y esa tranquilidad que emanaba del lugar, de los lugareños, lo que lo fascinaba.

Él siempre fue un hombre de gustos simples, por necesidad en un principio y por convicción luego.

- Toma un poco de Patay – Le decía su guía, interrumpiendo sus pensamientos y ofreciéndole un trozo de lo que le pareció pan.

- ¿Patay? – Preguntó

- Si, es una masa producto de una harina extraída del algarrobo. Tiene un origen muy interesante. Resulta que Patay era un indio muy querido, todos lo apreciaban por su optimismo, y nadie lo molestaba porque aunque no era un excelente guerrero él brindaba alegría; incluso el gran Dios Kuntur, que es cómo el ave llamada cóndor, originaria de estos lugares, bajaba a verlo para jugar con él, y muchos pensaban que Yastay el protector de los animales era ayudado por el joven para socorrerlo. Cierta vez las nubes cubrieron los cielos del valle e Inti, el sol, no se asomó durante mucho tiempo, los cultivos comenzaron a morir por la humedad que los pudría, la comida comenzó a escasear y los aldeanos perdieron la alegría, ni siquiera Patay los podía hacer reír.

Entonces él decidió ir a hablar con los dioses en la cima de Urcku, donde habitaban para pedirles ayuda. Le pidió a Kuntur que lo llevara y este lo tomó con sus garras y lo depositó en la cumbre. Patay, desnudándose antes los creadores les imploró que las nubes se fueran del cielo del valle.

Pero estos se negaron a hablar con Patay. Su amigo, le ofreció regresarlo a la aldea, pero él prefirió volver por sus medios, para que no viera su tristeza.

Lenta y penosamente bajó por la montaña, seguido sin ser visto por Kuntur quién estaba dispuesto a rescatarlo si algo sucediera, pero nada ocurrió.

Patay cansado por el descenso se recostó sobre un árbol que curiosamente a diferencia de todo el valle que estaba inmerso en la humedad estaba seco. El indio se abrazó del tronco, agradeciendo la protección y sorprendentemente este le habló. Y le indicó que los dioses habían visto su noble corazón y escuchado su pedido, y le indicó que sacara una de sus vainas donde Patay encontró unas semillas que molió hasta obtener una harina de rico sabor, la mezcló con agua y formó una pasta, utilizando las ramas secas del árbol hizo un fuego y la puso a secar, se durmió al pie del árbol y al despertar notó el alimento que comió con alegría, pero como no era egoísta y sabía que de seguro su gente se estaría muriendo también de hambre amasó, amasó y amasó cada rama que pudo de ese árbol y de otros para hacer más de esa nueva comida.

Cuando llegó al pueblo extrajo los trozos de masa que había elaborado y los entregó a su pueblo quienes comieron y se alegraron por el descubrimiento de Patay, quién les dijo que ese alimento se llamaba como él.

Luego el dios de las nubes las alejó, permitiendo que Inti con sus rayos secara la tierra. Patay se convirtió en el nuevo líder de la aldea.

- ¿La moraleja? – Preguntaba Draco rompiendo la magia que se había extendido en el ambiente.

- Que nunca te dejes vencer, aunque los dioses se pongan en tu contra, porque siempre va a existir una salida, y si persistes y eres fiel a lo que piensas, al final tendrás tu recompensa.

- ¿Tendré mi recompensa? – preguntaba Ron manteniendo la vista fija en el fuego.

- ¿Te has dejado vencer?

- Ni en las situaciones más adversas.

- ¿Sigues siendo fiel a lo que piensas?

- Con más fuerza que antes.

- Entonces tendrás tu recompensa.

- Aunque no dependa de los dioses.

- Aunque no dependa de nadie, eres tú el artífice de tu destino.

Destino. ¿Cuál era su destino?

El directo, la cima del cerro Tupungato, el único que le importaba, rescatarla.

¿Cuándo había comenzado toda esa locura?

Cerró los ojos y rememoró los acontecimientos que desencadenaron esa epopeya tan peculiar.

Una fiesta.

El cumpleaños número once de Hugo, su hijo menor. Veintiún años luego de derrotar a Voldemort.

Si hijo estaba expectante de ese día, puesto que marcaba el comienzo de un mundo nuevo para él, ese año iba a recibir la tan esperada carta, la que lo haría concurrir a Hogwarts.

Lo deseaba desde hacía dos años, su hermana iba desde esa fecha y él la extrañaba muchísimo durante el período escolar, eran muy unidos, al igual que con su prima Lily, de igual edad que él.

Toda la familia estaba reunida, se escuchaba el alboroto de los niños que se aplicaban hechizos inofensivos o se reían de las nuevas bromas de George.

-¡Tío! ¡Tío George! – Lloraba Lily - ¡Sácame esto! – La chica tenía un enorme bigote y una barba al mejor estilo Dumbledore.

Todos reían, ya la tristeza había quedado menguada por las más grandes bendiciones que les depararon el destino, hijos para unos, nietos y sobrinos para otros.

Eran felices por primera vez en mucho tiempo.

Pero eso iba a terminar.

Las luces se apagaron y Hermione salió de la cocina con un gran pastel con once velitas de color celeste, era una costumbre muggle que les encantaba, además la abuela Molly había traído una torta con velas mágicas, pero definitivamente, la tradición de las velas era algo que a los niños les fascinaba, el hecho de pedir un deseo, los llevaba a un mundo aún más mágico del que ya vivían.

Hugo pidió su deseo, por última vez, sopló las velitas, todo se hizo oscuridad y luego las luces se volvieron a encender.

Y allí empezó todo.

Un mortífago, Menegratis, uno de los que aún subsistían y que aún reclutaban seguidores a una causa ya inexistente, buscado desde hacía dos exhaustivas semanas por haber cometido graves crímenes, apuntaba con su varita al cuello de Rose, mientras la sostenía, evitando que escapara.

Ron y Harry inmediatamente se colocaron en posición de guardia apuntándolo a su vez.

- Yo no haría eso – Retó el siniestro personaje arrastrando las palabras – Si es que desean verla con vida.

Lentamente los hombres bajaron sus varitas.

- Muy obedientes, ahora verán, yo huiré, con este hermoso rehén. ¿Qué edad tienes? – Le preguntó a la pequeña que no contestó, demostrando su valentía Gryffindor a su manera. El mortífago la apretó y Rose contestó.

- Trece, tengo trece años.

- Ummm deliciosa, y pasó una lengua por su cuello – La chica intentó librarse, pero la apretó aún más quitándole la respiración – Cuanto más chicas mejor – decía lascivamente sin dejar de mirar a los aurores frente a él. – Me iré y ustedes no me…

Entonces una exclamación, seguida de un fulguroso rayo verde lo impactó, en medio del rostro, dándole muerte.

Los dos prestigiosos aurores voltearon sus cabezas.

Hermione, de pié, detrás de ellos, aún mantenía su varita en alto.

Ginny corrió a asistir a Rose, la niña estaba bien, asustada, pero bien.

Hermione no bajaba su varita, estaba estática y tenía la mirada fija en el cuerpo sin vida tendido en el piso de su sala, Ron se acercó lentamente, bajó su mano y la abrazó, girándola para que no siguiera viendo al mortífago.

Ella salió de su inmovilidad, se aferró con fuerza de su esposo, apoyó la cabeza en su pecho y comenzó a llorar.

Él sabía por lo que pasaba su amada, él era auror, ellos aprendían en Hogwarts las maldiciones, pero sólo en la escuela de aurores realmente llegaban a conocer el verdadero sentimiento que daba origen a esos temibles hechizos.

¡Imposible imaginárselos en Hermione!

Ella era inteligente, estricta, testaruda y hasta arrogante, pero también era amorosa, cálida, piadosa y contemplativa.

En ese momento debería estar pasando por un infierno. Debatiéndose entre lo correcto y lo incorrecto, entre lo propio y lo impropio, entre la vida y la muerte.

Él había sentido algo parecido cuando debió aplicar la maldición Cruciatus en alguna oportunidad, sólo en extrema defensa propia, pero no se imaginaba el tormento interno que provocaba la aplicación de la peor de las maldiciones, él nunca la utilizó, incluso siendo auror y habiendo perseguido a los más temibles mortífagos.

Nunca aplicó el avada kedavra a ningún ser, aunque él tuviera acceso permitido a dicha maldición, ya les habían explicado las consecuencias.

-¡Hay que hacer algo! – Le decía Harry, él lo escuchaba lejos - ¡Ron! – Su amigo le golpeó el hombro, sacándolo de sus pensamientos.

-¿Qué? ¿Qué hay que hacer? – Ron no comprendía.

- Vendrán por mí – Le contestaba Hermione.

-¿Más mortífagos? Podremos con ellos – Hermione negaba con la cabeza.

- El ministerio.

-¿Quién?

- Acabo de matar a una persona. – El semblante de Hermione se terminó de apagar, al decir la frase, había caído realmente en cuenta de lo que había hecho, Ron no iba a permitir que ella se perdiera en ese lento tormento.

-¡Lo has hecho para salvar la vida de tu hija! – Hermione suspiró, más aliviada, como si la causa fuere justa, y lo era, pero Ron podía ver en sus ojos la pérdida de algo que aún no comprendía. Una parte de Hermione jamás volvería a ser la misma.

- Debo pasar por un juicio y explicar la situación.

- ¿Juicio? – Entonces Ron lo comprendió -¿Te llevaran a Askabán?

- ¡No lo vamos a permitir! – Declaró Harry.

- Si lo van a permitir, de hecho yo me entregaré – Decía resignada Hermione.

-¿Escuchas lo que dices? – Ron volteó a ver a los demás - ¡Ginny, mamá, Fleur, Angelina, Audrey lleven a los niños arriba! – Ordenó con tal aplomo que las damas no dudaron en obedecerlo. Cuando se marcharon, volvió a mirar a Hermione – Tú no sabes lo que es Askabán.

- Yo soy inocente.

- No les importará, te tratarán como una criminal.

- Pero no lo soy, maté por necesidad, pero lo hice.

- Puedes ocultarte…

- No mi amor – le acarició una mejilla – Si huyo tendrán una razón para juzgarme, e incriminarme.

Ron la miraba con desesperación, buscaba en su mente una solución alternativa, pero si a Hermione no se le ocurría nada más que entregarse, a ella, que era la maga más inteligente del ministerio, nada se le ocurría a él.

Buscó ayuda en Harry, su padre, Bill, George o Percy pero todos bajaron sus miradas.

Volvió a mirarla, tan valiente, intentó hacer fuerzas para no llorar, pero no pudo y se abrazó a ella como un niño pequeño, buscando su apoyo.

Muchos dirían que un hombre no llora, él les contestaría que nunca sintieron algo tan grande por alguna persona, que de sólo pensar en su pérdida, las lágrimas aflorarían sin poder detenerlas.

Hermione devolvió el abrazo y él se aferró más a ella como queriendo aplicarle un hechizo protector para que nada le hiciera daño.

-¡Ya se!- La soltó – Poción multijugos, tomaría tu lugar.

- Nunca dudé – Hermione sonreía por primera vez filosofando– pero jamás me di realmente cuenta de cuanto me amas, siempre pensé que yo lo hacía más - acarició otra vez su mejilla – la poción es difícil de realizar, más aún de conseguir y además es de tiempo limitada. Deja de buscar…

- Diré que fui yo – Viró a ver a los demás – Yo puedo utilizar la maldición, soy auror, ustedes dirán que fui yo.

-¡Ron! Sabes que ellos sabrán la verdad. Creo que los niños necesitan de alguien mayor con ellos, aunque seas tú – Intentó bromear la castaña sin mucho éxito – Además serán un par de días, a lo sumo una semana. Los tengo de testigos que fue en defensa propia.

-¡Askabán! ¿Sabes lo que es Askabán? No es un día de campo. – Claro que su esposa no lo sabía, de seguro habría leído de la cruel prisión, pero nunca estuvo allí.

- Es terrorífico, amiga – Harry se le acercó.

- Lo imagino.

-¡No, no te lo imaginas! – Gritaba Ron.- Aún hay algunos dementores que rodean la fortaleza, aquellos que no fueron atrapados.

-¡Bueno! ¡Basta! ¡Déjenme despedirme de mis hijos! ¡Y llévenme!

- No – Contestó Harry suavemente Hermione iba a replicar pero la detuvo – Te daré una hora, luego vendré por ti. Ron giró a verlo.

- Sabes que ella tiene razón. – Y sin más subió, seguido por los otros, buscaron a sus esposas e hijos y luego de despedirse de Hermione, bañadas en llanto, se retiraron.

Rose y Hugo la abrazaron. Allí se quedaron los cuatro formando un círculo durante varios minutos. Luego les explicaron la situación e intentaron calmarlos lo mejor posible.

- Quiero que vayan a casa de la tía Ginny y el tío Harry.

-¡Mamá! – Se quejaron los chicos.

- No quiero que estén aquí, cuando me lleven – Y los besó.

Cuando se quedaron solos, Ron la tomó de la cintura y la atrajo hacia él.

La miró, observó sus facciones como queriendo gravarlas en su mente.

Hermione era hermosa, los años la habían favorecido, no es que ya no lo fuera pero para él cada día estaba más preciosa.

Se veía reflejado en sus pupilas cafés, pero esta vez su rostro no reflejaba felicidad, todo lo contrario.

La acercó y la besó, con ternura, con calidez, con amor. Así se sentían ellos, con devoción, siempre pensando en las necesidades del otro.

¡Claro que había pasión! ¡Y mucha! Pero ellos preferían disfrutar de su amor, no devorarse y apresurar la entrega, y así fue, como siempre, acompasado, cuidadoso, tierno.

Se hacía la hora, Ron no la soltaba, abrazados, en la cama, él parecía dormir y no la liberaba de sus brazos.

- Necesitamos vestirnos. Harry ya debe estar por venir. - Ella tenía razón, por más que le pesara, ella la tenía, como siempre, y eso le encantaba excepto en esta oportunidad.

Hermione no sabía a lo que se iba a enfrentar.

¿Estaría preparada?

No, no lo estaba.

Y las imágenes se le sucedieron como un torbellino.

Harry llegando junto a otros funcionarios del Ministerio, culpándola del crimen cometido, llevándosela. El traslado a Askabán, la incomunicación, nunca se habían separado en veintiún años, el juicio que duró exactamente cuatro días.

Cuatro interminables, agobiantes y espeluznantes días.

Y luego la libertad.

Notó inmediatamente al abrazarla que la mujer que estaba frente a él, ya no era la misma que antes.

Pensó que era pasajero pero pronto sabría que estaba totalmente equivocado.

Ron abrió los ojos volviendo al presente, continuó con la vista fija en el fuego, crepitando en la fogata frente a él y elevando volutas de humo al cielo.

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Hola: Espero les haya gustado. En el próximo capítulo se verán las consecuencias de la estancia de Hermione en Askabán. Alguna escena con un poco de lemon pero aún no se debela el misterio.

Me encantará leer sus reviews. Espero tener tiempo de contestarlas, pero de no hacerlo no significa que no las aprecie o les ponga atención. Los quiere.

Alejandra