Neville estaba sentado fuera, al lado del lago, observando la luna llena. No podía dejar de observarla y sonreír, como un estúpido. Y es que le recordaba tanto a ella. Las dos brillaban con una luz especial, las dos estaban siempre presentes, las dos le sacaban una sonrisa de oreja a oreja. Las dos eran Luna.

Mientras ella le observarba por detrás, riéndose. La estampa era bonita, y no quería estropearla, pero deseaba hablar con él, aunque fuera de algo frugal. Apareció por detrás, sin llamar la atención.

- ¡Hey, hola Neville!

- Lu... Luna! Justo estaba pensando en ti...

- ¿Y eso? - se sonrojó ella. Nunca nadie le había dicho algo similar y se sintió muy halagada.

- Pues, em... - vale genio, ahora se lo tienes que explicar, pensaba Neville para si – ya sabes, mirando la Luna pues me recordó tu... tu nombre y tu nombre siempre me recuerda a... ti.

- Ah! Que curioso – se río la rubia. - Oye ¿sabes que es lo que más me gusta de éste sitio?

- ¿Que?

- ¡Observa!

Acto seguido se levantó y cogió una piedra cercana al lago. Luego formuló un hechizo que el jóven Longbotton apenas pudo escuchar y lanzó la piedra al agua. Mientras ésta rebotaba iba formando círculos de preciosos colores. Dorados, rosas, verdes, azules... Cuando la piedra no rebotó más y entró en el agua dejó un precioso rastro multicolor.

- ¡Vaya Luna! ¡Eso es espectacular! - dijo mientras ella se sentaba a su lado.

Ella se cogió sus piernas con los dos brazos y él la miró a los ojos. Ella sonrío y él la correspondió con otra sonrisa. Vio que ella tiritaba, así que decidió ponerle su chaqueta.

- ¿No tendrás frío? - preguntó con autentica preocupación

- ¡No, que va! - respondió – ahora mismo nada podría causarme malestar. Además, ¿que clase de caballero sería sino le prestara mi ayuda a una dama en apuros?

- Uno bastante malo – rió ella – sabes, antes yo me sentía sola. No tenía a mucha gente con la que compartir lo que sentía. Apuntarme al Ejército del Dumbledore fué el inicio de lo mejor que jamás me ha pasado. No sólo es que haya conocido gente, todo ésto ha cambiado mi forma de ser con respecto a los demás y mi forma de ver el mundo. Me ha hecho creer que todos tenemos algo en esta vida que le da sentido. Ahora sé que jamás volveré a estar sola. Ni lo de mi madre, ni lo de mi padre pueden hacerme sentir mal porque sé que estén donde estén están bien. Y sólo intentaré buscar el lado bueno a las cosas que me pasan. A veces puede resultar dificil, pero si os tengo a mi lado se que podré. Si te tengo a mi lado, Neville, sé que será mucho más fácil.

Él la volvió a mirar mientras hablaba. Era tan sumamente bella. Mientras estaba ahí contemplando las estrellas y explicándole el mayor cambio de su vida lo único que el podía pensar era en lo bella e increíble que era. En que la quería, quería que fuera totalmente suya y de nadie más. Y para siempre.

- Te quiero.

- ¿Que? - respondió ella en un susurro

- Que te quiero. He salido hoy a contemplar la luna porque quería verte, pero no podía ir a buscarte, porque sería extraño. Así que ha sido una gran coincidencia encontrarte aquí, y que te sentaras a mi lado, porque ningún otro día de mi vida hubiese sido capaz de decírtelo. Eres lo mejor que ha pasado por mi vida, y te quiero Luna.

Luna le miró con su queda sonrisa y se acercó a su oído. Y muy, muy bajito le dijo:

- ¿Como has tardado tanto?

Y le besó. Su tierno y dulce beso hizo que el jóven se conmoviera. La abrazó y la acarició, pero no dejó de besarla. Cuando finalmente se separaron los dos se quedaron observando la luna. Él le pasó el brazo por atrás y ella se juntó un poco más. Y pasaron toda la noche juntos. Entre risas y besos se quedaron dormidos después de una mágica estela de colores en el lago. Se despertaron al lado del río abrazados y muertos de frío. Posiblemente cogieran una pulmonía, pero... valía la pena sólo si podían recordar siempre esa noche.