Disclaimer: Estos personajes utilizados no son de mi propiedad. Pertenecen a Marvel y deben su existencia a Stan Lee principalmente y a otros señores importantes.
Aviso: Esto es la continuación de mi otro fic "Portofino", así que si no lo has leído te recomiendo que te des una vuelta por él y luego leas este.
Like the high tide takes the sand
Cap.1.- Una fiesta de cumpleaños
"Every inch revealed
As my heart is pierced
Oh, my soul is now exposed"
Tony se giró a ver su paraíso particular por última vez prometiéndose a sí mismo que volvería. Porque realmente la casa era preciosa, escondida en medio de árboles, de tranquilidad y de aire puro, además de ese olor a sal de mar que le perdía. A pesar de que estaba en cierto modo emocionado por el regreso a su verdadero hogar, no pudo evitar soltar un suspiro de tristeza. Una parte de él quería seguir metido en esa mansión alejada del mundo, apartado de todo. Pero sabía que había llegado el momento de regresar. En cualquier caso, Portofino había sido un buen refugio.
Se subió a su coche cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria, como si de esa forma fuera ahora imposible abrirla para salir corriendo. Tras un nuevo suspiro mientras se ponía el cinturón finalmente arrancó en dirección al aeropuerto. Hablar con Jarvis al menos le estaba entreteniendo en ese largo camino.
Coger el avión fue fácil, consiguió pasar desapercibido sin dificultad alguna. El problema real lo tuvo en el aeropuerto estadounidense, donde libró toda una batalla para abrirse paso entre la multitud de periodistas que lo acosaban. No sabía cómo, pero por lo visto alguien había soltado el rumor de que se había suicidado y por lo tanto, su inesperada vuelta estaba dando una gran sorpresa al mundo. Parecía que los medios de comunicación eran propensos a tomarle por muerto.
Las preguntas eran siempre las mismas "¿Es cierto que se fue por su ruptura amorosa con la expresidenta de Industrias Stark, la señorita Potts?", "¿Dónde exactamente ha estado estos dos meses?", "¿Fueron realmente problemas de salud los que lo llevaron a su aislamiento?", "¿Es cierto que recibió las visitas de sus amigos, el resto de Vengadores?", "¿Ha estado en un centro de desintoxicación tal y como afirma Harbis Dawson?"…
¿Quién era ese Harbis Dawson? Tony respondía monosílabos, a veces algo más, pero realmente dejaba todo en la nada. Por una vez no quería hacer pública su situación actual. No iba a decirles ni de broma la ubicación de la casa que podría servirle de salida de emergencia y mucho menos pensaba contarles qué había estado haciendo allí.
A pesar de toda esa gente danzando y gritando alrededor suyo, fue capaz de encontrar en medio del tumulto a su antiguo guardaespaldas, después ascendido a jefe de seguridad de la empresa y finalmente a Director. Él sí que sabía como avanzar en la vida.
-¡Por fin Tony!- Gritó Happy acercándose a él rápidamente, apartando personas a base de manotazos.
-Me alegro de verte Happy.- Y después se vio envuelto en un abrazo, Hogan siempre era demasiado cariñoso.
A pesar de que le había sonreído a través de sus peculiares gafas de sol, podía saber que eso no aplacaría el enfado que llevaba encima su guardián. Con algo de dificultad consiguieron huir del tumulto de personas y llegar al parking donde tenían el coche. Se subieron dando con la puerta en las narices a más de un micrófono o cámara y después se pusieron en marcha hacia la torre Stark, lugar que Tony había decidido que sería su nuevo hogar hasta que encontrara algo mejor. No pensaba volver a la mansión que la propia Pepper había decorado.
-Dime Happy, ¿cómo han estado las cosas en mi ausencia?- Preguntó de forma casual y sonriente.
-No me vengas de buenas Tony. Sabes que estoy enfadado.
-Venga ya, ¿eso por qué? Si te ascendí…- Respondió él haciendo que las venas del cuello de Hogan se hincharan un poco más.
-Te vas, me dejas preocupado porque no sé a dónde ni a qué. Y encima los periódicos hablando de suicidio. Sabía que no era posible pero aún así Tony…
-Te dejé una nota.- Respondió el irresponsable en su defensa.
-Sí. ya. "Necesito un cambio de aires. Por favor encárgate de la empresa. PD: No pierdas demasiado dinero"- Dijo intentando imitar la voz de Tony.- Podía bien haber sido una nota de suicidio y ¿sabes lo que jode que te dejen con una nota tan jodidamente corta?- Preguntó retóricamente.
-Al menos la nota que yo dejé tenía postdata.- Susurró. Por suerte, gracias a sus gafas de sol y al hecho de que Happy iba conduciendo, este no pudo ver su cara de melancolía y cierto deje de tristeza. Quizá ahora se arrepentía un poco de haber dejado ese corto mensaje al que consideraba uno de sus mejores amigos.
-¿Qué has dicho?- Preguntó Happy por escuchar el leve murmullo.
-Nada.- Respondió Tony mirando por la ventanilla para ocultar esa mirada de cachorrito abandonado que últimamente siempre estaba en su rostro.
Cuando atravesó las puerta de la torre que llevaba su nombre (después de esquivar otro tanto de periodistas), de alguna manera se sintió aliviado. Volvía a estar en terreno conocido, eso siempre era algo bueno.
Llegó a la última planta, allí donde pensaba instalarse al menos por el momento y desde donde pensaba llevar a cabo su plan. Porque Tony Stark siempre tenía un plan para todo.
Su cumpleaños sería exactamente en dos semanas y ya sabía que James y Happy no estarían con él para esa fecha. Uno por eso de estar salvando el país y el otro porque tenía pensado viajar a su pueblo natal para el cumpleaños de su hermana. Siempre habían coincidido las fechas y su guardaespaldas se había sentido culpable al marcharse, sin embargo esta vez, al oír el absurdo y a la vez entretenido plan de su jefe, simplemente se iría riéndose y esperando oír de Tony el resultado de su estrategia, del cual no entendía el verdadero propósito. Tony sabía mantener el misterio.
Tras prometerle que le contaría todo una vez hubiera vuelto, Happy pudo viajar a su casa sin ninguna preocupación.
Tony por su parte se dispuso a organizar una buena fiesta en el último piso de esa torre tan emblemática de Nueva York. Invitaría a un montón de gente, conocidos y no conocidos, qué más daba. Algún buen grupo del momento para tener música en directo, el mejor catering, los mejores camareros con las mejores bebidas. Sí, todo sería perfecto.
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Natasha Romanoff se encontraba metida en una celda en algún país perdido del mundo. Podría decirse que tenía mal aspecto. Un labio partido, un pequeño corte en la ceja, algún moratón por sus brazos… Sin embargo parecía tranquila. Ese era su trabajo, hacerles creer que estaba siendo derrotada, que podrían con ella, cuando en realidad era ella la única que estaba ganando.
A su lado, algo más magullado que ella, se encontraba cómo no, Clint Barton. Miraba al techo con humedades de esa fría y lúgubre prisión mientras tarareaba una canción cualquiera. Al igual que su compañera, no parecía para nada preocupado, como si estuviera a la cola de alguna ventanilla para hacer un trámite aburrido y sin importancia.
-¿Crees que estaremos en casa para cenar?- Preguntó de repente Clint mientras Natasha se encogía de hombros en respuesta.
Ambos habían estado un buen rato allí sentados, querían ver al jefe, sacarle la información que tenían que sacarle y volver a casa cuanto antes. Llevaban demasiado tiempo invertido en esa misión y estaban cerca de acabar.
Clint se encontraba a punto de caer dormido cuando sintió una vibración en la celda. Era el móvil de Natasha.
-Traer el móvil encima es peligroso.- Dijo Clint con aburrimiento mientras se cruzaba de brazos.
Ella no dijo nada y se dispuso a sacar el pequeño aparato de entre su ropa. Cuando vio que era un mensaje de nada menos que Tony Stark no pudo evitar sentir la curiosidad necesaria para abrirlo. Justo antes de pulsar el botón, otra vibración sonó, esta vez acompañado incluso de una melodía.
-Yo por lo menos lo tengo en vibración…- Dijo en tono recriminatorio mientras Clint sacaba también su propio móvil.
-Un mensaje de Stark.- Dijo mientras lo abría al mismo tiempo que Natasha.
"Os necesito a las 22:00 en el último piso de la Torre Stark el 23 de septiembre. Es importante, así que traed los trajes."
Al acabar de leer el mensaje se miraron durante un segundo con algo de consternación.
-¿Habrá pasado algo?- Preguntó al momento Clint.
-Es una fecha muy concreta. No creo que sea urgente.
-El 23 es dentro de dos días. Si es importante tardaremos en llegar.
Natasha volvió a mirar el teléfono. Revisó un par de cosas para estar segura de que el mensaje se lo enviaba Stark. Valoró en su mente las posibilidades.
-Debemos ir.- Determinó finalmente la viuda negra poniéndose en pie. –Venga pégame, tenemos que hacer que vengan para acabar con esto cuanto antes.
Clint la miró todavía sentado en el suelo con una sonrisa divertida. Ella, siempre tan seria pero diciendo cosas tan tontas.
-No pienso pegarte.- Determinó recostándose un poco más en la pared. Ya habían tenido esa discusión más de una vez y siempre acababa de la misma manera.
-Como quieras.- Y entonces fue ella la que le dio un buen golpe en el estómago con esa sonrisa de no haber roto un plato en su vida.
Clint se levantó aún con la sonrisa de diversión a pesar del golpe para correr hasta ella y empezar lo que sería una pelea amistosa. No tardaron en llegar unos guardas para detenerlos. Probablemente llegarían a tiempo para la cita con Tony.
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Bruce Banner se encontraba recostado en una hamaca en medio de una playa paradisiaca del Caribe. Sabía que necesitaba vacaciones, un descanso de todo ese rollo de ser Hulk, un arma para matar, la "masa" etc. Por ello sujetaba entre sus manos una copa con una bonita sombrilla como adorno.
Estaba realmente contento con su situación. Cada vez controlaba mejor al "otro tío" y con toda la historia de haber salvado al mundo de alienígenas invasores le sobraba cuartelillo para relajarse. SHIELD no le había molestado para ningún estúpido plan científico y otras organizaciones secretas también le habían dejado de buscar por eso de ser un peligro para el mundo. La vida era bella y él la estaba viviendo en su esplendor.
Entonces, cuando sonó su teléfono, tuvo que quitar su cara de placer. Su móvil estaba restringido únicamente a unos números muy concretos y en su mayoría, si esas personas le llamaban no sería para nada bueno, y efectivamente, el mensaje que le había llegado era bastante preocupante.
"Os necesito a las 22:00 en la última planta de la torre Stark el 23 de septiembre. Es importante, así que traed los trajes."
Un mensaje de, su algo así como amigo, Tony Stark. No dudó un segundo en levantarse de esa hamaca que hasta unos segundos era el paraíso para salir caminando ondeando su camisa hawaina hacia su hotel.
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Steve Rogers se encontraba en el mismo Nueva York. Tenía un piso alquilado apenas a unos kilómetros de esa torre donde ahora mismo se encontraba Stark.
Había visto el periódico de hacía un par de semanas informando de ese regreso del increíble Iron Man. Se había sorprendido de esa espectacular aparición de Tony como si nunca se hubiera ido. Había respondido un par de preguntas a los periodistas y en ese momento sabía por las diversas revistas y medios de comunicación que estaba preparando una gran fiesta para el día de su cumpleaños, 23 de septiembre.
Se preguntaba si debería hacerle llegar alguna forma de felicitación, o comprarle un regalo quizá. Estando en la misma ciudad eso era lo que debería hacer. Es decir, no sería raro que le mandara una tarjeta o que incluso se pasara a saludarle por ese día que parecía ser tan importante para él.
Sí, parecía estar claro lo que estaba bien, el problema era que se habían acostado, que de alguna forma se había aprovechado del Tony Stark abandonado por la que, según los medios de comunicación, era la única mujer a la que el hombre había amado nunca. Eso de que Tony fuera una persona pública le había ayudado a entender muchas cosas de él.
Seguía pensando en ello tirado en el sofá, pasando canales por la tele sin ningún sentido para intentar despejar la mente cuando escuchó sonar su móvil. Lo cogió sin demasiada preocupación, pero rápidamente se incorporó al ver que el emisor era nada menos que Stark.
"Os necesito a las 22:00 en la última planta de la torre Stark el 23 de septiembre. Es importante, así que traed los trajes."
Steve no entendía nada. Si no se equivocaba, ese día pensaba celebrar la fiesta del siglo en ese mismo piso y ese mismo día por su cumpleaños. Podía ser una simple invitación, pero por qué parecía ser algo más preocupante. Quizá tenían algún problema y necesitaba ayuda. No se lo imaginaba pidiendo ayuda. Además el mensaje estaba en plural, lo que quería decir que todos habían sido citados.
Intentó no sentirse conmocionado por el hecho de que fuera a ver a la persona de la que estaba enamorado y preocuparse de lo verdaderamente importante. Tony podía estar en apuros, así que debía ponerse en forma, y solo tenía dos días para ello.
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-Por favor, en serio, quita eso de ahí, es demasiado hortera hasta para mí.- Decía el mismísimo Tony a un par de personas que estaban colocando una rosas rosas alrededor de la pancarta que rezaba "FELIZ CUMPLEAÑOS". Los aludidos al momento se bajaron de las escaleras.- En serio, ¿quién eligió ese color?
-Usted mismo señor.- Respondió la voz de Jarvis. Tony simplemente puso cara de circunstancia.
Organizar él solo una buena fiesta en esa planta de la torre Stark estaba siendo todo un castigo. Jarvis podía ser de mucha ayuda, pero eso de que no tuviera un cuerpo y de que no pudiera por tanto ayudarle físicamente era un gran inconveniente. Sabía que tenía que buscarse un ayudante, pero también sabía que nunca encontraría a nadie tan eficiente como Pepper, y de alguna manera le costaba reemplazarla en ese ámbito.
Estaba todo prácticamente a punto. En menos de media hora empezarían a llegar los invitados y él tan solo tenía que quedarse fuera para hacer su gran aparición.
El tiempo le pasó volando, literalmente, pues se estaba dedicando a dar unas vueltas tontas por la ciudad dentro de su nuevo y reluciente traje de Iron Man antes de hacer su entrada. Cuando Jarvis le avisó de que ya era la hora, se puso rumbo hacia la torre Stark. Tal y como era de esperar, una canción de AC/DC fue la que dio el acompañamiento musical.
La gran cantidad de invitados gritaba totalmente asombrados con su aparición, daban aplausos y sonreían como si hubiera aparecido el verdadero alma de la fiesta, porque así era. Tras un par de movimientos impresionantes con su nueva armadura, caminó por el pasillo que lo llevaría hasta el interior mientras que su traje iba desapareciendo a medida que avanzaba.
Al momento se hizo con una copa de champán y empezó a saludar a la gente agradeciéndoles el haber venido. También se encargó de dar algunas respuestas triviales sobre su sonada desaparición.
La música era agradable, la comida espectacular, los camareros eficientes, el ambiente fiestero. Todo era perfecto, fue entonces cuando Tony miró el reloj en su muñeca y escuchó a Jarvis por su pinganillo avisándole de la inminente entrada de los Vengadores. Llamó la atención dando un par de golpecitos a su copa y al momento todo el público se encontraba mirándolo encandilado.
-Bueno amigos, para honrar mi regreso y mi feliz cumpleaños, he invitado a unas personas que seguro les impresionarán. Aparecerán por esa puerta, así que por favor, gírense y denles una calurosa bienvenida.
Tony sonrió al ver como todo el mundo hacía lo que él exactamente pedía. Sí, esa sensación de poder y control era inigualable, aunque él también estaba pendiente de lo que fuera a aparecer por aquella puerta.
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Steve, no, más bien el Capitán América se encontraba en ese mismo momento en frente de la puerta de la torre Stark. Había vislumbrado dos siluetas de negro justo allí, así que se estaba acercando hacia ellas. Si no se equivocaba, serían Romanoff y Barton, totalmente vestidos para la acción y con unas máscaras para ocultar sus rostros.
-Buenas noches.- Dijo extendiendo su mano. Tras estrechársela los tres se quedaron pendientes de la llegada de Banner. Seguro que él también había pensado que entrar todos a la vez sería mucho más prudente. No pasaron si quiera dos minutos antes de que el doctor se encontrara delante de ellos.
Tras los típicos saludos, Natasha miró el reloj. Faltaban apenas cinco minutos para la hora acordada de Stark.
-Todos recibimos el mismo mensaje entonces.- Resolvió Banner mientras todos atravesaban las puertas de cristal para ir hacia los ascensores.
-Eso parece.- Respondió Steve intentando aparecer neutral cuando por dentro solo podía pensar en el hecho de que vería a Tony después de aquella última noche en la mansión de Portofino.
-¿Estará metido en algún problema?- Preguntó Barton al grupo, esperando oír las conjeturas de todos.
-Después de la bronca que le echamos por no llamarnos por el asunto de Killian no me extrañaría que esta vez hubiera decidido comunicarnos cualquier problema.- Habló Bruce.
-Recordemos que estamos hablando de Stark, puede ser cualquier cosa.- Dijo Romanoff siendo la que lideraba aquella pequeña comitiva a través de los pasillos.
Se subieron al ascensor tras evitar cruzarse con las pocas personas que se encontraron.
-Según las revistas y periódicos hoy celebra su cumpleaños justo en el lugar donde nos dirigimos.- Comentó Steve.
Romanoff al momento lo miró con los ojos entrecerrados, relacionando aquella información en su mente. Eran muchos pisos y ninguno decidió decir mucho más. Ciertamente el mensaje que les había dejado era preocupante, pero quién sabía qué se cocía en aquella mente perversa que tenía Tony Stark.
Cuando el ascensor se detuvo, todos se pusieron en alerta, no sabían que podían encontrarse. Caminaron por un pasillo hasta llegar a una gran puerta. Natasha le dio una patada pistola en mano para abrirla. Al hacerlo se encontraron con un confuso espectáculo, un montón de gente mirándolos y aplaudiendo.
Todos mantenían en sus caras las miradas de desconcierto, aunque ya en el fondo sabía que Stark no podría tomarse nada en serio. Debieron suponer que todo sería una perdida de tiempo desde el principio.
A través de la gente pudieron ver a Tony abriéndose paso con una gran sonrisa de oreja a oreja.
-¡Bienvenidos mis queridos amigos vengadores! Gracias por responder mi invitación de cumpleaños.
Bruce tenía una sonrisa divertida en la cara, y Barton, si no fuera por miedo a molestar a Natasha también estaría sonriendo por la situación. Sin embargo la viuda negra mantenía esa mirada de "te mataría ahora mismo" que hizo que la sonrisa de Tony vacilara al instante. Steve por su parte intentaba seguir aparentando tranquilidad.
-Así que una fiesta de cumpleaños…- Habló Romanoff fríamente.
-Bueno sí, dijisteis que debía llamaros si pasaba cualquier cosa o necesitaba ayuda…- Empezó a excusarse mientras cazaba a un camarero para que les diera una copa a cada uno. Natasha fue la única que rechazó el alcohol.
-¿Y cuál ese ese gran problema Stark?- Preguntó sin pestañear.
-Mis dos únicos amigos no estaban para celebrar mi cumpleaños, así que pensé en llamaros.- Explicó con simpleza. Bruce se acercó a felicitarle para luego darle un abrazo amistoso. Barton y Steve también recitaron un leve "feliz cumpleaños" mientras que la mujer seguía con su cara de perros muertos.
-Te dije que podías llamarnos si era un asunto de vida o muerte, no una estúpida fiesta.
-Pasar el cumpleaños sin amigos es muy triste.- Explicó Tony dando un nuevo trago a su copa.
Al momento la mujer echó un vistazo a la gran multitud de personas que había a su alrededor.
-Me refiero a pasarlo sin amigos de verdad…
Natasha se dio cuenta de que era imposible razonar con alguien como él, así que finalmente acabó aceptando esa copa, aunque antes le dio un buen sermón sobre las responsabilidades y el saber comportarse.
Tras contar una historia totalmente absurda sobre el trabajo de los famosos Vengadores, acabó informando a la gente de que tenían que marcharse a seguir manteniendo la paz mundial (por supuesto nadie en aquella sala dudó de la veracidad de sus palabras). Así, consiguió llevárselos a otra habitación donde les dio unos trajes mucho más adecuados para la fiesta que se estaba celebrando. Había pensando en todo.
Al final los Vengadores se vieron intentando disfrutar de una velada en la casa temporal de Tony Stark. Bebían, intentaban reír y de alguna manera se lo pasaban bien.
Pero ante todo eso, Steve seguía tenso. Bruce lo había notado. Más de una vez le había preguntado que si se encontraba bien. Él había respondido que sí todo el rato mientras su cara seguía denotando esa expresión de preocupación. Veía a Tony ir de un lado para otro, hablando con hombres, mujeres, riendo, siendo un anfitrión impecable. Apenas habían cruzado un par de miradas al principio y ahora simplemente parecía que no existía para él.
Pero realmente, ¿qué esperaba? Tony se había comportado con normalidad, tal y como él quería. Puede que en un pequeño rincón de su mente esperara un reacción más… "sentimental", pero claro, soñar siempre era fácil.
Steve intentó olvidarse de todo y de hecho incluso llegó a bailar con una chica que le había mirado desde que llegó. No le costaba nada. También mantuvo una buena charla con un hombre que era realmente atractivo. Hablaron de la peculiar personalidad del anfitrión y de la buena organización de la fiesta, de forma que antes de darse cuenta, tenía al hombre en frente suyo guardándole una tarjeta con lo que sería su número de teléfono en el bolsillo del traje. Steve se sintió bastante halagado. Lástima que no pudiera quitarse de la cabeza a Tony, si él no hubiera estado en esa misma sala, quizá se habría animado a llegar a algo más con aquel hombre.
La fiesta iba avanzando y ya varios invitados empezaban a retirarse, pues pasaba de la media noche y el día siguiente era uno laboral. A Tony algo como eso no le importaba, si su cumpleaños caía martes, pues en martes se celebraría, y a quien no le gustara que no fuera.
Finalmente fue el mismo Tony quien invitó al mundo a marcharse a casa para trabajar al día siguiente, de una forma tan elegante y natural que incluso hizo que los invitados le tuvieran aún más respeto y cariño.
Los cuatro Vengadores estaban a punto de darse por aludidos cuando Tony se acercó a ellos para pedirles que se quedaran un poco más si no tenían nada que hacer al día siguiente. Natasha aceptó a regañadientes y los demás de buena gana.
Tuvieron una conversación agradable en la que cada uno habló un poco de cómo les iban las cosas. Nada demasiado interesante, Bruce controlando a su bicho, Natasha y Clint infiltrados en organizaciones secretas, y Steve pasando su día a día haciendo poco más que existir mientras esperaba una u otra misión de SHIELD.
El tiempo pasó volando, y antes de darse cuenta Romanoff ya estaba levantándose del sofá para iniciar su salida de la torre.
-Nosotros nos vamos ya. Una agradable fiesta Stark, ojalá la próxima vez nos invites bien.
Tony tan solo sonrió. Por supuesto Clint se levantó detrás de la chica. Bruce pensó que quizá sí que era hora de marcharse, así que también se puso de pie y por supuesto, Steve no pensaba quedarse solo con Tony.
Estaba acompañando a todos hacia la puerta cuando susurró unas palabras a Jarvis que Steve apenas pudo escuchar por ir delante de él.
Se estaban montando en el ascensor cuando este pitó justo cuando Steve pensaba entrar también.
-¿Qué sucede?- Preguntó Clint.
-A estas horas de la madrugada los ascensores están programados para no permitir más de tres ocupantes.- Habló la voz de Jarvis mientras Tony simplemente se encogía de hombros.
Banner se carcajeó dentro del ascensor y Natasha por primera vez en toda la noche rio mientras Clint se llevaba una mano a la boca para acallar su propia carcajada. Era todo tan evidente y absurdo…
Por supuesto Steve era el único allí que mantenía el ceño fruncido en dirección a Stark.
-Bueno, pues nosotros vamos bajando. Te toca coger el siguiente. Adiós Steve.- Dijo Bruce mientras pulsaba el botón número 0.
Las miradas divertidas de los tres desaparecieron cuando la puerta terminó de cerrarse.
-¿Qué es esto Stark?- Preguntó girándose hacia él.
-Solo tienes que esperar el siguiente ascensor Capi, no te alteres.- Respondió con una sonrisa burlesca que molestó de sobremanera al otro.
-En serio.-Dijo con un tono mucho más serio y demandante.
-Bueno vale, me has descubierto. Pensé que no te darías cuenta.- Dijo con sarcasmo.- Tenemos que hablar.
-¿De qué?- Quizá hacerse el tonto funcionaba, solo tenía que esperar que ese estúpido ascensor bajara los tropecientos pisos y volviera a subirlos.
-¿Acaso ya has olvidado esa semana en Portofino? Yo quería hablar de la última noche.
Estaba nervioso, no se suponía que tuviera que hablar de aquello. Todo había quedado claro. Fue una noche, una única y solitaria noche.
-¿Qué sucede con ella?
-Que qué sucede. Me dejaste una nota Rogers, una jodida nota.- Soltó Tony algo más alterado de lo que probablemente pretendía.
-Pensé que sería lo mejor, obviamente tú estabas confundido. Acababas de terminar con Potts y…
-Fuera por lo que fuese. ¿Crees que esta bien simplemente irte por la mañana dejando una escueta nota? Ya te digo yo que no, lo sé bien. He dejado muchas notas a lo largo de mi vida.
Steve de repente se sintió acorralado frente a las acusaciones de Tony. ¿Acaso ese ascensor no podía ir más deprisa?
-¿Y qué pretendías que hiciera? ¿Que me quedara allí y despertara a tu lado para darte un beso de bueno días?
-Habría sido lo propio ya que estás enamorado de mí.- Explicó con total seguridad Tony.
Steve intentó ocultar el sonrojo en sus mejillas ante las claras palabras de Stark, pero supo que fue imposible cuando vio la sonrisa de satisfacción en el rostro de Tony. Miró al indicador del ascensor, ya estaba en la planta cero. Era cuestión de tiempo el que empezara a subir para que pudiera largarse. No podía aguantar más burlas de Tony.
-Cómo si tú fueras a permitir algo así. Creía que nos había quedado claro a ambos que aquello fue cosa del momento, sé que me aproveché de la situación y lamento…
-Dios no por favor, no creo que sea capaz de escuchar un discurso sobre el honor o algo parecido. Tú no te aprovechaste de nada. Yo fui el que entró en la habitación, el que no puso ninguna objeción a todo lo que hicimos.
Steve no pudo evitar escuchar el latido de su corazón algo más fuerte. Parecía como si Tony quisiera estar con él de alguna forma.
-Dime que quieres Stark.- Demandó intentando reunir todo el valor en sus ojos azules para mostrárselo.
En ese momento pensó que si el ascensor llegaba sería un real problema, no quería tener que marcharse sin su respuesta. De repente, Tony simplemente acortó la distancia entre ambos para hacerle apoyarse contra aquella puerta. Acercó su rostro lo máximo que pudo al de Steve y lo miró fijamente.
-Te quiero a ti. No sé ni cómo ni por qué, pero así es.- Ahora sí que Steve no pudo ocultar más su nerviosismo, estando allí, acorralado por una pared y el cuerpo de Tony no era posible pensar con claridad. Se había quedado mudo, no sabía qué decir o qué hacer. -No sé si te acordarás, pero me dijiste que harías que quisiera quedarme a tu lado toda esa noche, la mañana la tarde y un par de noches más. Pensaba que tú siempre cumplías lo que decías.
Vale, eso era señal suficiente. No dudó un segundo más y lo besó, de la forma más hambrienta y salvaje que nunca habían besado a Stark. Sus manos se pasearon por el pelo ya algo canoso de Tony, evitando que pudiera arrepentirse de estar besándolo. Se había imaginado aquello en su mente demasiadas veces, desde la misma mañana en que lo dejó había soñado con el momento de volver a tenerlo entre sus brazos. Pensó que todo había sido cosa de una vez, pero si Tony no mentía, parecía que tenía la intención de permitirle estar a su lado un poco más. No sabía a donde iría todo aquello ni que pretendía el propio Tony, pero tampoco le importaba mucho teniendo su boca sobre la suya, jugando con su lengua, pasando sus manos por su cuerpo mientras chocaban sus caderas.
Realmente no entendía qué narices estaba pasando allí, cómo de repente tenía a Tony donde lo había querido siempre, a su lado. Iba a sugerir ir hacia la cama cuando sintió su boca empezar a bajar por su cuello. En un segundo se había deshecho del nudo de la corbata para empezar a abrirle la camisa, cargándose un par de botones en el proceso. El traje era bonito, pero sería un desperdicio que merecía la pena. Todavía no sabía cuanto.
Tony siguió besando su pecho mientras esta vez iba desabrochando sus pantalones. Steve sentía que estaba demasiado nervioso, demasiado excitado y sin duda alguna el otro lo sabía y de alguna manera se aprovechaba.
Estaba a punto de volver a intentar proponer eso de seguir todo aquello en la cama cuando Tony de repente cayó de rodillas frente a él. Sus ojos nunca se habían abierto tanto en su vida como en ese momento debido a la sorpresa.
Con cierto cuidado sintió cómo removía sus pantalones y su ropa interior. Estaba intentando negarse en su cabeza lo que iba a pasar cuando de repente percibió el cálido aliento de Tony sobre su erección.
-No tienes por qué.
-Por Dios, cállate por una vez.- Le recriminó Tony mirándole a los ojos con una gran decisión. Steve sabía que debía estar viéndose como un completo idiota por esa mirada de bobalicón que tenía al no acabar de creerse lo que Tony estaba a punto de hacer. –Solo dime si… si lo hago mal. No es que tenga mucha práctica.
Steve pensó que debía decir algo, pero toda palabra murió cuando sintió la húmeda lengua de Tony trazar un camino desde la base hasta la punta. Apoyó su mano en el revuelto cabello negro y echó la cabeza hacia atrás controlándose para no empezar a hacer algo demasiado vergonzoso. Sentía su boca moverse sobre su pene con demasiada rapidez, demasiado rudo. Podía notar sus dientes a la perfección, pero no era molesto, para nada. Quizá el hecho de que la persona que lo estuviera haciendo fuera el mismísimo Tony Stark era lo que no le dejaba ver ningún defecto demasiado notable en aquella acción.
Apenas habían pasado unos minutos cuando Steve sintió que necesitaba seguir con aquello ya. Ni si quiera se había preocupado de quitarle la camisa.
-Tony.
Lo llamó intentando que su nombre no sonara como un jadeo ansioso, obviamente sin conseguirlo. El aludido dejó su tarea para mirarlo desde abajo con una interrogación en la mirada. Steve sabía que nunca podría ver en su vida una imagen más erótica que aquella. Tony con los labios enrojecidos, su polla en la mano, mirándole a los ojos desde ese ángulo…
-Vamos a la cama.
Fue entonces cuando Tony ya se incorporó. Steve pudo ver cierta incertidumbre en los ojos castaños, sin embargo, no dio tregua y comenzó a besarlo.
Entre trasteos y tirones de ropa, fue siendo conducido hacia la habitación del anfitrión. Steve se sorprendió cuando se vio cayendo sobre Tony en una amplia cama, pues no había abierto los ojos en ningún momento. Rápidamente se puso a desnudarlo con manos nerviosas, él también acabó rompiendo algún botón de la camisa blanca que llevaba. Ni si quiera se paró a disculparse, algo que habría sido bastante propio de él. No, solo podía preocuparse de besarlo por todos lados, de comprobar que cada parte de su cuerpo era tal y como la recordaba.
-Jarvis, apaga las luces.- Dijo Tony con una voz demasiado suave. Y la luz se apagó.
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-Banner, por Dios, para de dar al botón.- Dijo Romanoff con los brazos cruzados y mirando al doctor con reprobación. Clint, a su lado, solo podía reír al ver al temible Hulk dando al botón del ascensor para que no se cerraran las puertas y así evitar que subiera a su destino.
-Natasha, esto es importante. No podemos permitir que Steve se vaya tan rápido. Es nuestra misión darles tiempo.- Argumentó mientras seguía pulsando el botón insistentemente, provocando que las puertas intentaran cerrarse para luego volver a abrirse, y así una y otra vez.
Romanoff solo pudo soltar un suspiro de resignación rindiéndose totalmente ante aquella estupidez.
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Ya dije en su día que tenía varias locuras que se habían quedado rondando en mi cabeza tras ese one-shott de "Portofino". En principio esto iba a ser un segundo capítulo de unas 6.000 palabras donde se reencontraran y vivieran felices para siempre, pero a medida que lo escribía me daba cuenta de que era imposible que en tan corto fragmento alguien como Tony y Steve se vieran envueltos en mundo de felicidad y color sin más. Así que esto es solo el comienzo.
Lo que iba a ser un segundo capítulo (que pensaba subir en el mismo fic) se ha convertido en una historia con vida propia que contará con 8 capítulos de alrededor de 5.000 palabras cada uno. Subiré un capítulo cada dos semanas aprox, dado que aunque tengo casi todos los capítulos escritos, realmente son solo prototipos, es decir, faltan detalles, proceso de edición, coherencia que se pierde cuando vas escribiendo varios capítulos pasando mucho tiempo entre unos y otros, etc.
Mi idea era tener este fic listo a mediados de julio para subirlo en agosto. Pero el verano se complicó porque me puse a trabajar y vinieron unas primas a las que tenía que hacer de guía turística y bueno… muchas cosas sumadas a mi eterna vagancia.
Pero al final aquí estoy con el primer capítulo de esta historia. Espero que os guste o que al menos no os haga vomitar. Todo review será bienvenido, ellos me animan y me hacen mejorar (o eso quiero creer). Los reviews de Protofino y la gente que lo hizo favorito realmente me animaron a escribir esto.
PD1. El cumpleaños de Tony es pura invención sin ninguna razón de ser.
PD2. Las frasecillas esas del principio son de la canción "Let your heart hold fast" de Fort Atlantic. Yo no puedo escribir un fic si no lleva una canción. También de ella saqué el título.
