I: Una vida sin vida

Otro día más que Victor pasaría encerrado en la oficina.

Otro día en el cual había salido de mañana temprano de la casa sin ver la luz del sol, luz que ya no veía desde hacía varias semanas.

Otro día más ordenando comida para llevar.

Otro día más para seguir siendo abogado.

En casa jamás había escuchado Victor nada malo acerca de ser un abogado.

Nadie le había dicho que no tendría tiempo para vivir.

Nadie le había dicho que los fines de semana no existían en el rubro de contratos.

Tampoco le había dicho nadie que el "Tiempo libre" en realidad era un mito creado por aquellos mortales que se hacían llamar "oficinistas".

En casa ser abogado venía con el abandono parcial o casi total de la familia. Pero eso era el común denominador de la familia y todos suponían que tampoco era malo.

Su madre Lilia lo había hecho durante toda su vida, al igual que su padre, antes de fallecer.

Ser abogado era algo natural en la familia Nikiforov. Habían nacido con los genes para ello.

Su padre Yakov había sido un excelente abogado penal. Muchos de sus casos servían de ejemplo hasta la actualidad en las aulas de estudio de derecho en las mejores universidades de Rusia. No había abogado que no hubiera escuchado de él.
El único problema era que en casa había estado prácticamente ausente.
Sus hijos se habían acostumbrado a decirle "Señor" porque nunca habían tenido tiempo de familiarizarse con él.

Tristemente célebre su padre había muerto de un ataque cardiaco en una madrugada invernal de Diciembre, trabajando solo en su oficina hasta el cansancio para defender un caso.

Su madre, mientras tanto, trabajaba en la Corte Suprema de Rusia y era conocida como "La Zarina de hierro".

No había sido sorpresa para nadie que fuera a trabajar al día siguiente de la muerte de su esposo. Era un día como cualquier otro. El faltar al trabajo no iba a revivirlo y, en todo caso, era mejor dedicar sus pensamientos a algo más productivo.

De los tres hermanos de Victor, dos eran fieles amantes de la carrera como él mismo. Sin embargo, siempre hay una oveja negra en cada familia y ese era su hermano Christophe.

Al principio había tratado de complacer los deseos de su familia y había empezado sus estudios de derecho en la Universidad de Moscú. Pero sólo había llegado a culminar su segundo año. Luego de llegar a la conclusión de que odiaba esa carrera Chris se había decidido por ser actor. A pesar de que todos en la casa pensaban que era despreciable siquiera considerar un oficio como ese...porque ser actor no era una profesión para los Nikiforov, sino una burla al buen nombre de la casa frente a la sociedad.

Sólo Victor entendía a Chris y admiraba su valor. Victor no podía concebir el contradecir los deseos de su familia. Y por ello hasta cierto punto envidiaba su libertad.

Aún contra los deseos familiares, Chris había triunfado en su rubro y había ganado premios internacionales, siendo además el actor más deseado por las fans de la novela "Hasta que me olvides..."
Su papel de galán lo había hecho un soltero codiciado en Europa.

Luego estaba su hermano JJ. Era el ejemplo más ilustre de la familia.
Era socio de uno de los mejores bufetes de abogados de Moscú. Estaba casado con Isabella, la típica esposa perfecta que le decía amén en todo y que alimentaba su ego como nadie.
JJ brillaba por su presunción y extrema seguridad en si mismo. Se había autodenominado el "patriarca" de la familia, no sólo por ser el mayor sino porque su madre lo adoraba.
Siempre había sido su engreido porque tenía el cabello oscuro y los ojos azules de su Yakov. Además porque ponía a su trabajo por encima de todo. Era una versión de Lilia pero en masculino.

A JJ le seguía Georgi. El segundo hermano Nikiforov era un hombre serio y muy agradable. Era un conocido abogado laboral que defendía causas justas y lo respetaban mucho en su rubro.
Georgi era el consejero de Victor cuando tenía que tomar una decisión importante en su trabajo e incluso en su vida. Su forma seria de ser lo tranquilizaba y lo hacía reflexionar en todo.

Victor, en cambio, era un abogado mercantilista y trabajaba para el bufete más grande de ese rubro en Rusia: "Vasilevich , Smirnov & asociados".

Victor redactaba y revisaba contratos y manejaba el tema legal de diversas fusiones multimillonarias. Victor era muy necesario...y eso él lo sabía.

Había estudiado en Cambridge pero había optado por regresar a su patria después del término de sus estudios. Allí esperaba tener la aprobación de su madre y tener un muy buen empleo...el cual, por supuesto, tenía.

A Victor le pagaban mucho dinero por revisar contratos, redactar claúsulas, establecer criterios de fusión y otras cosas más. Eso le había permitido pagarse un gran departamento de 3 dormitorios a la edad de 25 años en el distrito de Arbat, totalmente renovado y que lo colocaba en un lugar céntrico de la ciudad.

Pero en el departamento Victor brillaba por su ausencia. Nunca había pasado más que las horas que le costaba dormirse. Su cocina nunca la había usado, alguien venía a limpiarle la casa dos veces por semana y en su vocabulario no existía la palabra "cocinar". Eso sólo se hacía en restaurantes.

Aunque trabajaba en el sitio que quería y ganaba la plata que deseaba Victor Nikiforov no sabía lo que era vivir. Se había pasado toda la vida entre libros, estudios y trabajo.

Había pasado 25 años rechazando la vida y el amor...

Luego de pedir algo en el restaurante de siempre Victor se dedicó a revisar los cientos de documentos que le faltaban. Era un muy buen abogado pero le faltaban las habilidades manuales para mantener un orden en su oficina.

Nadie entendía el sistema que había creado para encontrar los documentos que necesitaba. Ni siquiera él porque en realidad no tenía un sistema. Sólo tenía una gran memoria fotográfica que le permitía acordarse donde había dejado determinados archivos y post its de colores. Eso le salvaba la vida.

―Victor...

―Dígame Sr. Vasilevich.

―Necesito esos documentos de la fusión "Ivanov & Berger"

Diablos...justo que ahora estaba patas arriba. Victor estaba seguro que su jefe no necesitaba esos benditos papeles en verdad, pero quería tener una excusa para enfadarse con él...

Dónde estaban esos benditos papeles?Mmm...a ver...ese día...el Sr. Vasilevich traía una camisa a cuadros- espantosa por cierto- seguro se la regaló su tìo Boris por Navidad...ya sabemos los gustos del tío ese...

―¡Victor sigo esperando!

―¡Sí, Sr. Vasilevich!―respondió mientras continuaba removiendo las pilas de archivos sobre la mesa―Ok, Victor...concéntrate...Tenía esa camisa horrible a cuadros cuando...Mila traía puesto ese vestido tan lindo que se pone sólo cuando sale el sol y está de buen humor.

―¡Por Dios Victor, tengo otras cosas qué hacer aparte de mirar cómo mueves todas las cosas desparramadas de tu escritorio!

Sin contestar siguió removiendo sus cosas mientras seguía pensando para si mismo- Mila me pasó el archivo y lo había puesto en un archivador beige porque combinaba de forma neutral con su ropa...archivo beige...beige...¡Bingo!

―¡Aquí tiene Sr. Vasilevich!― dijo con gotas de sudor en la frente y una sonrisa ganadora. Ciertamente encontrar el archivo en un sitio tan desordenado como el suyo era casi como encontrar una aguja en un pajar.

Su jefe no pudo decirle más pero aún así se fue de muy mal humor y Victor sabía por qué.

Acababa de perder millones de dólares en una fusión sin sentido debido a la redacción equivocada de los términos de dicha unión comercial. Felizmente el error había sido de su mismo sobrino, a quien le había dado tal responsabilidad aunque ni siquiera había terminado sus estudios y estaba haciendo prácticas sencillamente porque su tío se las podía brindar...

―Vlad sigue buscando razones para molestarse contigo, ¿no?

―Celestino! ―dijo Victor con una sonrisa esbozada en su rostro y dando paso a un mejor humor. El Sr. Cialdini era uno de los socios del Bufette más respetados, no sólo por sus conocimientos, sino también por su amabilidad y alegría.

Victor lo tuteaba a petición de él mismo. Obviamente no podía darse el lujo de darle ese tipo de trato frente a otros jefes pero siempre venía a verlo y a conversar con él. Poco a poco se había convertido en casi como un padre para él.

―Déjalo...eso le pasa por hacerle caso a la esposa y traer al primer chico de 20 años sin neuronas que he visto pasar por este buffete.

―Me está preocupando un poco el que quiera pagárselas conmigo...

―Bueno...se aprovecha de tu desorden para hacerte sentir mal...

―¿Es que acaso se ve tan desordenado mi escritorio?― preguntó mirando a su alrededor. Todo estaba ordenado en tres pilas de archivos.

―No actúes tan sorprendido, Victor. Tú y yo sabemos que esas pilas de documentos esconden el desorden en el que las tienes...

―Bueno, parecen desordenados pero creo que puedo encontrar todo en medio del "desorden".

―¡Pues más te vale porque o si no Vasilevich no te va a dejar en paz!

Retirado Celestino Victor se puso a organizar un poco su desorden y a leer cuidadosamente los contratos y otros.

Llegada la noche Victor siguió revisando documento tras documento. Tenía una gran taza llena de café y eso lo preparaba para quedarse despierto durante la madrugada que vendría algunas horas después.
De pronto un sonido lo asustó. Levantó su celular: era Chris.

―¡Chris! ¿Y ese milagro?

―Vitya, estoy aquí sentado hace una hora en el restaurante esperando que aparezcas para celebrar mi nueva producción...Me dijiste que como sea me acompañarías..
¿Recuerdas?..

Demonios―pensó. Chris lo había llamado la semana anterior para quedar y él le había prometido ir...

―Chris, es que, la verdad...

―¡Nada que Chris ni qué ocho cuartos! ¡Vitya...no tienes amigos, no sales de esa oficina más que para irte a dormir y no nos vemos hace meses!

―Es que en verdad tengo mucho trabajo...

―¡Victor Nikiforov! ¡SIEMPRE TIENES MUCHO TRABAJO! Mis amigos hasta ya no me creen que tenga un hermano llamado como tú porque SIEMPRE me cancelas.
Si sigues viviendo para trabajar nunca podrás vivir...y por mi parte si no vienes será la última vez que te invite...entonces...¿VIENES O NO?

― ¡Ya voy, ya voy!― dijo colgando apurado. Sabía que le quedaban muchas cosas por terminar pero también sabía reconocer que el único "amigo" que le quedaba en el mundo era su hermano.

Chris era el único de su lista que no había desistido de llamarlo, pese a todas las cancelaciones que le había hecho. Todas sencillamente porque siempre tenía algo que hacer.
Chris siempre le decía que tenía que empezar a trabajar para vivir...y no vivir para trabajar.
Victor pensaba que era fácil decirlo pero difícil hacerlo...

―Tiene reservación? ― preguntó la anfitriona del restaurante.

―Si...a nombre de Christophe Nikiforov...

― Lo lamento, señor...no hay ninguna reserva bajo ese nombre...el único Christophe que realizó una reserva no es Nikiforov, sino Giacometti...

Victor siempre olvidaba que su hermano había elegido un nombre artístico diferente al de su apellido.

―Ese es...disculpe...

―Por favor, por aquí, Señor...

Otro sitio de moda en la ciudad. Chris siempre conocía los sitios más visitados del momento. Y siempre iba acompañado por chicos y chicas bellas...como lo hacía en ese momento.

―Victor! ―exclamó con su bella sonrisa― Hey chicos! Miren, este es mi hermano Victor!

Todos saludaron amablemente y diez segundos después Victor era como un mueble y Chris volvió a brillar con la atención de los demás.

A Victor le fascinaba ver en acción a Chris. Siempre era el alma de la fiesta y nadie podía quitarle los ojos de encima. Chris poseía un encanto sin igual. Todos lo escuchaban y seguían sus pasos...

―Esta noche te olvidas del trabajo, hermanito― le dijo Chris sirviéndole un vodka― la noche es joven y tú también.

Victor sabía que tendría el stress de su vida al día siguiente. No sólo le faltaban revisar varios archivos, sino que al día siguiente tenía reunión de consejo con los socios.
Pero no podía defraudar a Chris. Esa era su noche y no se la malograría. Al menos no ese día...

Trató de tomar lentamente la bebida puesta frente a él pero su hermano era más astuto y brindó tantas veces como fuera necesario para que el peliplateado vaciara una y otra vez su vaso.

Con el pasar de las horas Victor ya no se sentía estresado. En realidad, no sentía nada. Recordaba haber salido del brazo de una chica del séquito de Chris y haberse tropezado y caído sobre la nieve. Eso era lo único...

Quién hubiera pensado que su día terminaría de cualquier forma, menos de como lo había planeado...