La serie de Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto. Esto es con motivos de ocio sin fines de lucro.
Aclaración: Letra cursiva fuera de un Flashback es un pensamiento.
Aclaración: He leído demasiados fics para saber que no estoy cometiendo ningún tipo de plagio. Cualquier parecido con otro fic es mera coincidencia.
PEQUEÑO MUNDO
Un día como todos los demás, levantarse todos los días para salir a una vida rutinaria. La alarma suena, el volumen alto hace que sea tan molesto. La apago sin salir aún de la cama, ya que algo me hizo estar pensativo esa mañana…
Ese sueño otra vez. Aquella tragedia de hace ya diez años, y el encuentro con esa misteriosa chica que hasta hoy no he vuelto a ver.
Madara Uchiha, presidente y fundador de Akatsuki, reconocida entre las cinco más importantes del mundo, admirado y respetado por todos, poseedor de una de las fortunas más grandes de todas, disponibilidad de todo lo que se pueda imaginar, poder, fama, respeto, potencias a mis pies, mujeres, si, sobre todo mujeres, aunque ninguna definitiva. No es como si no tuviera la capacidad de conocer a una hermosa morena, dos o tal vez tres, pero ese era el problema, todas la misma noche. Pero no era mi culpa, al darme cuenta de que solo era una aventura más, pasaba de inmediato a segundo plano. He perdido la cuenta, pero ya me preocupa, quiero una buena mujer con quien formar una familia, tal vez ya la tenga, pero no importa nada porque quedaré solo, y no ha sido ninguna de las tantas que he conocido.
Ese día estaba muy desganado para salir, ningún auto me da ganas de sacar, prefiero caminar. Ya en el jardín, a varias cuadras de mí edificio, me paré a retomar los recuerdos que ahí habían acontecido.
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(FlashBack)
Estaba triste, pero yo ya había madurado hace tiempo como para entender de que ahora todo estaría en mis manos.
Fue un accidente espantoso, nosotros cuatro tuvimos la suerte de no estar en el mismo avión. Aquellas imágenes, apenas mi hermano y yo pudimos soportar el identificar a todos. Mis sobrinos Itachi y Sasuke aún eran muy pequeños, ahora tendría su custodia y las riendas de la empresa familiar. No estaba seguro de lo que tenía que hacer, aún no como presidente corporativo, no era cualquier cosa, y no quería dejarlo a manos de cualquiera, y, el no tener a mi familia completa no me daba ganas de seguir adelante.
Fue entonces cuando la conocí, una chica de rubio cabello largo y ojos azules se encontraba en la orilla del puente. A pesar de nunca habernos visto antes, comenzó a hablarme como si fuera un amigo más, ante mi entonces patética situación.
"Nuestra única misión es cuidar a nuestros seres amados, no importa de dónde sean, son ellos una familia, y si son pocos, con más razón, porque de ello depende nunca estar solo, tonto chico de cabello alborotado."
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Algo que influyó en mi vida y me hizo darme cuenta de lo que tenía, el primer paso para llegar hasta donde me encuentro, quien me salvó de mí mismo y me dio el empujón para lograr todo lo que soy capaz. Y de ahí la cuestión, ya que aunque nunca intenté volver a encontrarla, siempre me pregunte si esa niña había sido tal vez una ilusión de mi mente, o el ángel que necesite en un momento desesperación.
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En algún otro lado de la ciudad, en el penúltimo piso de un enorme departamento, se encontraba una chica rubia tal vez disfrutando aún del quinto sueño. Cuando de repente, una mujer de apariencia amenazante entró lista para arruinarlo. Una mujer de ojos violeta y largo cabello plateado, con un cuerpo bastante desproporcionado y un rostro que aparenta menos años de los que tiene. Cubierta con prendas que apenas y cubrían lo necesario, se posicionó aun lado de la cama, para lo que tal vez era comenzar un día normal entre aquellas dos hermanas.
— ¡Joder Deidara! ¿Cuánto más piensas dormir? ¡Levántate ahora mismo o te haré despertar de una vez tirándote por el escapa incendios!—.Dijo furiosa la histérica mujer de mirada aterradora.
Y por obvia reacción, la chica de coleta despeinada en un microsegundo se posicionó en la cama para dar su contestación, la rutina de todos los días hasta en fines de semana.
— ¡Por lo visto, hasta este momento! ¡Por si no lo recuerdas, yo también pago impuestos y puedo estarme aquí hasta que se me da la gana, o hasta que un hombre toque la puerta y te pida matrimonio—, volvió a recostarse cubriéndose totalmente con las frazadas—, lo cual será con suerte en tu siguiente vida, uhn!
— ¡REPITE ESO DE NUEVO Y JASHIN-SAMA TE MALDECIRÁ! —.Contestó alterada y muy ofendida, dispuesta a clavarle el cuchillo con mantequilla que traía consigo.
No pudo evitar gritar ardiendo en llamas, y de coraje también, se perfectamente que odia que le recuerde que ya pasó la "edad máxima" y aún no tiene esposo, seguramente porque cualquiera se espantaría al saber que es una jashinista, sin importar ese enorme, pero envidiable cuerpo desproporcionado que se carga. Salté rápidamente de la cama y corrí para encerrarme en el baño y no escuchar los regaños de Hidan, que tendrá que parar en seco al darse cuenta de la hora que es para tener que arrastrar su alma al trabajo, mientras yo salgo sin prisa para el instituto.
Las peleas que tengo con ella nunca son en serio, y aunque del todo no nos guste, solo nos tenemos a nosotras.
Deidara, veinticuatro años, a punto de terminar la carrera de Administración, con una vida muy activa y original, la mejor amiga que pueda tener, una doble vida como cantante sin disquera, el respaldo de la empresa familiar, y el novio más dulce y lindo que pueda alguien tener.
Hidan no es tal vez la más linda, pero es la hermana más cool que hay. Algo desquiciada, extrovertida, intimidante, grosera, dramática, alarmista, escandalosa, descuidada, impulsiva, boba, gritona y exhibicionista, pero la mejor consejera, amiga, madre, maquillista, guardaespaldas, entrenadora y abogada. Somos medias hermanas, y de nuestro padre se enlaza un pasado que poco a poco ha intentado cicatrizar.
La madre de Hidan, era la más buscada prostituta, fue por eso tal vez que papá no pudo con ello, sin contar que era jashinista, una religión que admira a un tal Jashin, provocándose dolor como una señal de ofrenda. Su madre era muy devota, casi llegando a la locura, cuando un mal cálculo provocó la perforación de su corazón.
Mi madre por otro lado, era una camarera cantante, conoció a papá unos años antes de que muriera la madre de Hidan. Papá siempre me decía que era su viva imagen, una adorable persona, igual de temperamental, pero mamá amaba esas cosas de mí. Hasta que un día, nuestros padres salieron a cenar con una pareja de empresarios y un accidente de auto les costó la vida. Mi abuelo regresó a encargarse de todo, y yo pronto ocuparé su puesto, si es que claro, me lo permite.
Como ya iba tarde como siempre, salí corriendo topándome con Itachi, que al parecer me esperaba para irnos juntas en taxi. Una hermosa chica de perfecta postura, cabello largo en un tono azul grisáceo, con unos penetrantes ojos oscuros que yacían sobre una mirada cansada e inexpresiva mirada, portando el símbolo de su apellido, una de las familias más respetables de todas.
—Llegas tarde—.Dijo sin emociones la fría azabache.
—Lo siento, me quedé dormida, y jeje—ríe nerviosa—, hoy no tengo para el taxi—. Responde con inocencia.
— ¿De qué hablas? Yo lo pago, no hay problema.
— ¿En serio? Oh, gracias itachita—le dice dirigiéndolo una mirada tierna.
—No, no me digas así—.Bajó la cabeza apenada.
Aunque nunca me lo dirá, le parece tierno que la llame así. Nadie conoce a Itachi como yo, todos creen que es alguien fría, seca, amargada y presumida, nadie tiene derecho a juzgar, nadie tiene idea de lo que significa perder una familia en un modo tan horrible. Es alguien seria e inexpresiva, pero tierna, noble e inteligente, mi conciencia y ángel guardián, con su lado malo que me ha costado mucho sacar: muchas veces ella es la que planea las bromas pesadas, es muy buena para mentir y escabullirse, y lo más importante, es la diosa de la guitarra eléctrica, adorable como un gatito al comer dulces y algo vanidosa.
—Ahora que lo recuerdo Itachi, Konan y yo ya elegimos los atuendos para la próxima tocada en el centro comercial.
— ¿Te refieres a esas lolitas ligeramente vulgares y que casualmente la mía es la única con la espalda descubierta? Porque entonces sí y ni muerta voy a ponerme eso—responde cortante.
— ¡Maldición, de seguro Konan ya te lo mostró, uhn! Vamos Itachi, te verás muy linda, además con ese atuendo te verás genial en tus solos de guitarra, tal vez un poco destapado… pero es todo.
—Es solo que, en estos días estoy quedándome en casa de mi tío y no quisiera que me viera así.
— ¿O será que no quieres que Kisame sea el que te vea así~?—.En eso estaba jugando, Itachi lo ve como un amigo pero a excepción de ella, todo el mundo sabe que la existencia de Kisame depende de poder verla aunque sea un segundo al día o su cordura se desborona, es una muy buena persona y haría muchas cosas por Itachi, además de que se ven tan lindos siempre juntos.
— ¿Pero de qué hablas? Kisame y yo, solo somos amigos—le dirige una mirada dudosa.
—Lo obvio, lo obvio Itachi—, voltea la mirada hacia otro lado. En estos casos es mejor evitar su profunda mirada. De miedo.
Me quedé observándola solo un poco más, desde hace tiempo comenzaba a tomar en serio todas esas indirectas, pero por más que lo veía, creía imposible que Kisame sintiera eso por mí. Jamás me he puesto a pensar en la posibilidad de que él y yo estemos juntos, a pesar de que ha sido mi amigo desde hace años.
En realidad, si tuviera que considerarlo, no dudaría, si no fuera porque no puedo olvidar. Mi tío no quiere tocar ese tema conmigo, ya que solo bastó una vez para que me lo dijera: "Él está muerto". A bordo de aquel avión, donde también estaban mis padres, mis abuelos, mis tíos… si no fuera porque por dentro aún me cuesta aceptarlo.
Volteo a ver a Deidara. Ella lo sabe, por eso bromea con eso, no quiere que siga sufriendo, en realidad si es absurdo seguir pensando en un amor, que ni siquiera llegó a ser.
—Deidara…
— ¿Eh? ¿Si Itachi? —voltea para verla atentamente.
—Tal vez… lo pueda considerar—le dice un poco apenada.
—… ¡KYY-!
— ¡Pero no grites!
— ¡Perdón! ¡Nyya! —reprime el grito emocionada.
—…—suelta un suspiro—Deidara.
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Cuando llegamos cada quien se fue por su lado, yo por mi parte, iría a encontrarme con Sasori para irnos juntos a la clase de Arte. Para mí es una persona maravillosa y el mejor novio que pudiera tener, y aunque nuestros gustos por el arte sean completamente opuestos, nos atrajimos por el simple hecho de apreciarlo. Nos conocimos desde preparatoria y me pareció un chico encantador. Nunca olvidaré el día en que nos besamos por primera vez mientras trabajamos en nuestro proyecto, un enorme mural que le falta muy poco para ser terminado. Cuando acabó la sesión, se adelantó para traer la moto del estacionamiento. Mientras volvía lentamente, yo no dejaba de mirarlo. Un bello chico pelirrojo de linda mirada y hermosos ojos café, se acercó hacia mí para darme el otro casco.
—Gracias…Sasori no Danna.
Al escuchar eso me dirigió una sonrisa. No pronunciamos palabra hasta llegar a mi departamento.
—Tú y ese decir que soy tu maestro, de alguna manera me agrada aunque no lo sea y… quiero que vayas mañana a mi casa a cenar.
—Claro, ahí estaré.
—No vemos.
Después de besarme como una señal de despedida, vi como se iba a gran velocidad. Aunque era algo cortado en sus palabras, me sentía feliz de estar con él, pero seis años de noviazgo me hicieron querer ya subir al siguiente nivel. Ya estábamos en la época en que las mujeres son las que toman la iniciativa. Estaba segura de ello, sabía que Sasori también lo estaría.
Aclaración: Deidara, Sasori e Itachi tienen la misma edad, Hidan y Madara igual con treinta y dos años.
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Por cada review que dejan, hacen muy feliz a la autora.
